sábado, 5 de enero de 2019

TELEVISIÓN



Silvio (y los otros)
Tengo que reconocerle a Paolo Sorrentino la capacidad de crear imágenes impactantes, mejor dicho secuencias impresionantes, que se te quedan en la retina mucho tiempo. Sobre todo en los inicios y finales de sus películas. No creo que haya nadie que haya olvidado el principio de La gran belleza, aunque la peli no les gustara. Como será difícil olvidar el primer plano de esa oveja que acaba perdida en el salón de una lujosa y hortera mansión en Cerdeña en su último film, Silvio (y los otros). Tras ese inicio, uno está dispuesto a todo. Y Sorrentino lo da todo. Demasiado quizás, o a lo mejor demasiado poco. En este retrato sarcástico del personaje de Silvio Berlusconi hay agujeros negros que se tragan el relato y lo dejan escondido. Son los agujeros que crea un montaje recortado de una historia que duraba 204 minutos y se ha quedado en 150. Muchos, si, pero no los necesarios, porque faltan cosas que expliquen no tanto a Silvio, pero si a esos otros parásitos que viven a su costa y a su sombra, sin saber que en realidad es él, Él con mayúscula, como se le denomina en buena parte del film, el que los utiliza a ellos y a ellas, en su propio beneficio. La mirada de Sorrentino, con la complicidad de Toni Servillo que aparece sobre el minuto 45 en un plano simétrico al de la oveja del principio, quiere ser crítica, pero no puede renunciar a la fascinación; quiere ser irónica, pero cae a veces en el chiste fácil; quiere ser cruel y acaba siendo complaciente. Berlusconi es el inventor de la tele/basura por excelencia, concepto que extrapoló al país/basura los muchos años que estuvo al frente del gobierno italiano. Una tele y un país poblado de arribistas, velinas cada vez más desnudas, mujeres y hombres cosificados y convertidos en elementos de decoración de su paisaje, tanto en las pantallas de la televisión berlusconiana, como en los dramas transformados en espectáculo que han llevado a Italia a la ruina en la que se encuentra actualmente. ¿Hasta qué punto es responsable de este desastre este hombre histriónico y mediocre? La película no lo explica, pero juega a una desmesura que creo queda descompensada por la hora que falta. Desequilibrada, ambigua, lo que ustedes quieran, aburrida incluso y sobre todo estragante como un pastel de nata que te obligan a comer cuando ya no quieres ni verlo, éste es, sin duda, el primer gran estreno del año.



BTV
Una de las ideas que deja el film de Sorrentino es comprobar que el modelo de televisión berlusconiana se ha quedado obsoleto, viejo, caducado como un yogurt agrio. Las lentejuelas y los biquinis de las velinas (que aún colean en algunas de las teles de Mediaset) parecen viejos fantasmas de otro tiempo en una época en la que la televisión se consume de una manera distinta y se concibe de una forma diferente. Y eso me lleva a pensar en la crisis que se está viviendo en BTV, la televisión pública del Ayuntamiento de Barcelona. No solo porque se hayan eliminado programas importantes de su parrilla, por razones mas burocráticas que económicas, kafkianas en definitiva, sino y sobre todo, porque se ha perdido el norte del modelo de televisión que se quiere hacer. Es evidente que una televisión local, aunque lo local sea Barcelona, tiene que tener un doble objetivo: conectar con la ciudad y ser su amplificador social, y político; y conectar con la cultura ofreciendo espacios donde las minorías/mayorías de los creadores que viven en la ciudad encuentren un lugar para manifestarse. Nunca se puede plantear como una competencia con televisiones privadas o televisiones de ámbitos mayores (TV3 ha perdido también esta batalla convertida en una televisión de propaganda que olvida la que debería ser su principal función). Solo la especialización, la oferta de programas que UNICAMENTE, se puedan ver ahí, porque cualquier otra tele, condicionada por las audiencias o por la publicidad, nunca asumirá, es la posible solución a la crisis de creatividad de BTV. Perder el contacto con la ciudad (Codi de barris no se sabe si continuará, los telenoticies se reducen a la mínima expresión) es un error mayúsculo que se pagará caro; perder ventanas que hablen de cine (La Cartellera también está pendiente de un hilo) de libros (ya no hay ninguno) de cultura en cualquier dirección (Noticia oberta también se ha terminado) es otro error que provocará el abandono de los pocos espectadores que le quedaban. No es tan difícil, pero los responsables de BTV han ido desvirtuando un proyecto de televisión innovador, al servicio de los ciudadanos desde hace muchos años, ya fuera por la mala gestión de los distintos directores que ha tenido, como por el abandono institucional del ayuntamiento. Aun hay tiempo de enderezarlo y encarar los retos de las nuevas tecnologías para hacer una tele digna. Ojala lo entiendan pronto.


El viaje
Y hablando de teles, debo una explicación de las ilustraciones que acompañan esta entrada. Se trata de fotogramas extraídos de El viaje, un programa que la Televisión de Aragón emitió en prime time el primer día del año. El viaje son cuatro horas del recorrido de los 218 km del tren que une Zaragoza con Canfranc, cuatro horas filmadas desde la cabina del conductor y emitidas íntegramente en el horario de máxima audiencia. Ramon es un fan de estos viajes y muchas veces se pasa horas montado en un tren que cruza Noruega, los Andes o Italia, (hay un canal en Youtube donde se pueden encontrar todos estos recorridos). Pero que yo sepa, ninguna televisión, pública o privada, había emitido uno de estos viajes en su totalidad. Me parece una gran idea, contraponer al ruido de las viejas velinas berlusconianas, o de las tertulias políticas llenas de gritos estridentes, un viaje hipnótico que te relaja más que cualquier clase de yoga. Descubrir los paisajes y los cielos que recorre permite a la imaginación dejarse llevar por una aventura inesperada mucho más estimulante que ver series consumidas muchas veces con una voracidad enfermiza,. Es un experimento que se ha saldado con una gran polémica. A mí, en particular, me parece una idea magnífica. Otra cosa es que el “Canfranero” sea un tren deficiente, que casi nadie usa por su lentitud y su falta de infraestructuras, un ejemplo del abandono y olvido de la red ferroviaria interior. Una vergüenza en definitiva que sería tema de otra entrada en este blog.
(si alguien tiene ganas de disfrutar de este viaje, este es el enlace en Youtube:




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