sábado, 25 de septiembre de 2021

CIELOS Y MARES DE SAN SEBASTIAN

 


Uno de los espectáculos de la ciudad de San Sebastián son sus cielos y sus mares. El cielo y el mar son el complemento perfecto al espectáculo que ofrecen las salas de cine del Festival donde me he reencontrado con las gentes, con el ambiente, casi, casi normal. Pero aun no, aun estamos sumergidos en la extrañeza. Aunque parezca que todo ha pasado, la huella de la COVID está ahí, presente. La mascarilla en todas partes, los aforos limitados, y especialmente la falta de ese otro lado tan necesario y tan importante en un festival, el de socializar con los demás en reuniones, celebraciones, fiestas, nos recuerdan que vivimos tiempos muy raros.

Pero vamos a lo importante, lo esencial de un festival: las películas. Este año he visto muchas, de todas las secciones. Cuando escribo esto no se saben aun los premios. La verdad es que no me importa mucho. Para mí, los premios son los que da cada espectador y cada crítico según sus gustos y sus deseos cumplidos. Y en ese sentido puedo dividir mis principales destellos de este San Sebastián en dos grandes grupos. Los destellos de los cielos españoles y los destellos de los cielos franceses, con alguna otra estrella fugaz que llegaba de otros cielos distintos. Muchas películas se estrenaran muy pronto y ya hablaré de ellas en profundidad cuando lleguen a las pantallas. Aquí y ahora, solo una líneas para recordarlas y para apuntarlas en el carnet de baile de los estrenos de las próximas semanas.


Cielos españoles

La abuela

Paco Plaza llega al festival por primera vez. Que una película de género, de terror en este caso, esté compitiendo en la sección oficial es una buena noticia. La abuela es puro Plaza mas unas gotas de Carlos Vermut, una combinación como mínimo curiosa. Un tanto por ciento de miedo, otro tanto por ciento de ensayo. Y en medio dos brujas y una doncella.

El buen patrón

León de Aranoa vuelve a San Sebastián veinte años después de ganar la Concha de Oro con Los lunes al sol. Su buen patrón, con Bardem al frente como lo estaba en los lunes, es la prueba de cómo han cambiado los tiempos. Se ha dicho que El buen patrón es el contra plano de Los lunes al sol, pero a mi me parece más el contra plano de Parásitos . El buen patrón con su humor, ironía y crueldad es una comedia negra más cerca de La Codorniz que de Berlanga. La belleza de esos polígonos horrendos de extrarradio de una pequeña ciudad es el escenario ideal para que reine la hipocresía y el oportunismo de este parásito mediocre y gris, este falso buen patrón que tiene el rostro camaleónico de Bardem, siempre buscando el equilibrio de sus balanzas, aunque sea con trampas.

Competencia Oficial

Gastón Duprat y Mariano Cohn son dos directores argentinos, especialistas en un tipo de comedia centrado en los personajes. En este caso, tres: la directora Lola Cuevas, una desmadrada pero adorable Penélope Cruz; Félix Rivero, el superficial actor de Hollywod, estrella del cine comercial, al que Banderas aporta todo su encanto; y el intelectual y muy pedante, incluso insufrible, Iván Torres, un personaje al que Oscar Martínez llena de humanidad. Los tres están encerrados en un decorado fantástico donde ensayan para una película. Estos ensayos harán aflorar las contradicciones, las envidias, los recelos de sus competencia en un film lleno de humor, entretenido, divertido y muy lúcido sobre el mundo del cine visto desde dentro.

Distancia de rescate

Claudia Llosa en estado puro. Claudia Llosa sumada a Samanta Schweblin, una novelista que parece haber escrito una novela para ella. En medio de paisaje tan idílico como peligroso, dos mujeres, Carola y Amanda, es decir Dolores Fonzi y María Valverde encarnan dos maneras de entender la maternidad tóxica. Un misterio que iremos descubriendo poco a poco en un relato fantasmagórico que nos pide fijarnos en los detalles, porque son los detalles los que cuentan. Envolvente y fascinante.

Las leyes de la frontera

Daniel Monzón sigue revisando, o reformulando los géneros. En este caos el cine quinqui de los setenta a partir de un relato de Javier Cercas ambientado en la Girona de 1978. Unas localizaciones únicas, una ambientación cuidada y unos actores perfectos en sus papeles son los tres pilares para que esta historia de amor y de amistad, este triangulo romántico y quinqui funcione como un western urbano. Cine de acción setentero, homenaje a un género con ecos de ahora mismo.

Quien lo impide

Jonás Trueba se sumerge en la adolescencia de ahora mismo, en definitiva muy parecida a la adolescencia de cualquier tiempo, con un experimento fascinante de cuatro horas divididas en tres partes. No es un documental aunque todos los que aparecen son reales y lo que les pasa es de verdad; no es una ficción aunque hay un fragmento que lo sugiere; no es un ensayo sobre el qué y el cómo. Nadie le impide a Jonás y a estos chicos dejarse llevar por el relato a lo largo de cinco años, los que van de un 2016 en plena crisis económica, a un 2021 en plena crisis de pandemia. En este momento en que es fácil criminalizar a los jóvenes, o como mínimo etiquetarlos, el film de Trueba nos da argumentos para intentar entenderlos, aprender de ellos y dejar que ellos aprendan de nosotros. Para mi uno de los mejores destellos de estos cielos donostiarras.

 


Cielos franceses

Arthur Rambo

Laurent Cantet nació cinematográficamente en San Sebastián cuando ganó el Premio Nuevos Directores en 1999 con Recursos humanos. Ahora, más de veinte años después, ha vuelto a la competición con un film que se llama Arthur Rambo, una mezcla de la provocación intelectual del poeta francés y la violencia del personaje de Hollywood. Arthur Rambo es el pseudónimo de un escritor magrebí que está triunfando con una novela basada en la historia de su madre. Pero Karim D, tiene un Mr Hyde en forma de Arthur Rambo, un twitero compulsivo capaz de decir las más espantosas vilezas. Xenófobo, racista, machista, antisemita, Arthur Rambo lo tiene todo. Cuando se descubre que Rambo es Karim, se desata sobre él una tormenta perfecta de contradicciones que van desde la hipócrita actitud de sus editores y amigos, hasta la toma de conciencia de lo que sus twits han provocado entre la gente que se los ha creído de verdad. Una película imprescindible por muchos motivos.

Benedetta

Cine de monjas, cine de época, cine de humor y de provocación, Paul Verhoeven está en su mejor momento en esta deliciosa y erótica historia basada en el proceso a la monja Benedetta a finales del siglo XVI, quizás el primer proceso centrado en el lesbianismo que ha habido en la historia. Benedetta con sus visiones y sus estigmas, su poder de seducción y manipulació, es Virginie Efira, una actriz de belleza exuberante y mucho sentido del humor que nunca pierde de vista que lo importante es creer en lo que estás haciendo. Como Benedetta.

La Croisade

La cruzada de los niños es la excusa que encuentra Louis Garrel para hacer esta segunda entrega de las aventuras de Abel y Marianne con su hijo Joseph. En este caso, Joseph y sus amigos están dispuestos a salvar el planeta en una nueva cruzada de los niños. Y para hacerlo no dudan en tomar medidas muy drásticas. Fábula moral más que otra cosa, Un pequeño plan… como salvar el planeta es un cuento lleno d encanto, un recordatorio de las muchas cosas que aún nos quedan por hacer.

Petite maman

Lo que más me ha gustado del festival. Un film delicioso, un cuento que visualiza un deseo que yo al menos, he tenido alguna vez: como sería encontrarse con tu madre siendo niñas las dos. Céline Sciamma lo cuenta en una hora y diez minutos, con la colaboración de dos niñas maravillosas, madre e hija a los ocho años, en un bosque fantástico y una casita de chocolate. Sensible, emocionante y divertida, Petite maman es un film que se te queda dentro.

Un monde

Esta película pequeña es de la directora belga Laura Wandel. Pequeña no solo por sus dimensiones, pequeña porque trata de dos hermanos pequeños en sus primeros días en el colegio. El acoso escolar está presente en ese patio de la escuela que es un mundo donde se reproducen todas las cosas buenas y malas de la vida. Sin perder jamás el punto de vista de la niña, con la cámara siempre a su altura y los adultos cortados por la mitad, Un monde es uno de los más hermosos y duros films sobre la infancia y lo complicado que es aprender a vivir y entender los porqués de ciertos comportamientos adultos. Sin olvidarnos de la crueldad ingenua pero dolorosa de los niños con los otros niños. Es preciosa, una pequeña joya

 


Otros cielos

Drive My car y La ruleta de la fortuna

Dos películas del mismo director, el japonés Ryûsuke Hamaguchi.

Drive My car es un film de tres horas que se pasan volando. La historia necesita ese tiempo para desplegarse en toda su grandeza. El protagonista es un actor y director de teatro que tras perder a su mujer, ensaya la obra de teatro Tío Vania de Chejov, con la particularidad de que los actores hablan cada uno en un idioma, incluso hay un personaje que habla en la lengua de los sordomudos. Y se entienden y se comunican y la obra fluye y funciona como fluye y funciona el dolor de Yusuke Kafuku y como fluye y funciona la relación con uno de los actores dentro y fuera de la escena. Drive My car, basado en un relato corto de Murakami es uno de esos extraños films que te invitan a caminar a su lado. Una prueba de que un cuento puede dar para una película de tres horas y de que el tiempo es algo profundamente elástico.

La ruleta de la fortuna  juega con tres cuentos cortos unidos por el azar y las coincidencias. El primero es un triángulo azaroso e involuntario entre un hombre y dos mujeres; el segundo es un intento de acoso desde un punto de vista muy poco convencional; el tercero, el mejor, cuenta el encuentro fortuito e inesperado entre dos desconocidas que se confunden y a pesar de eso consiguen establecer una relación de complicidad. Mentiras y engaños, azar y fortuna, en tres historias perfectas.

Red Rocket

Sean Baker, el director de The Florida Project vuelve a hacer una película  luminosa, de colores fuertes, en un ambiente de ruina industrial en la Texas de la era de Trump. Una ruina muy en consonancia con la del personaje central, un actor porno en horas bajas que vuelve a su ciudad para recuperarse de una mala racha. Todo allí es feo y hermoso, como Mickey, un tramposo y un manipulador que encuentra en la insinuante Strawberry un sueño hecho realidad, una fantasía imaginada en una tienda de Donuts. Red Rocket no te deja indiferente y se pega a la piel y al paladar como un buen donut.

 


MAIXABEL

En la magnífica serie documental de Jon Sistiaga Eta, el final del silencio, uno de los momentos más impresionantes es el encuentro en un restaurante de Maixabel Lasa con Ibón Etxezarreta. Esa no era la primera vez que se veían cara a cara la viuda de Juan Mari Jáuregui y el etarra arrepentido que formó parte del comando que lo asesinó de un tiro en la nuca en julio del año 2000. Maixabel, la nueva película de Icíar Bollaín que se ha estrenado esta semana después de pasar por el Festival de San Sebastián, cuenta cómo y porqué Maixabel aceptó encontrarse con los asesinos de su compañero y cómo este encuentro sirvió para cerrar sus heridas. El guión de Icíar, escrito en colaboración con Isa Campo, empieza con una rápida sucesión de escenas que resumen diez años desde el asesinato a sangre fría en un bar de Tolosa del concejal socialista Juan Mari Jáuregui, como reciben la noticia su mujer y su hija, en paralelo a la celebración del comando por haber tenido éxito en su crimen, la detención del comando, el juicio donde cruzan por primera vez la mirada con Maixabel, y la larga condena en la cárcel, mientras ella y su hija intentan seguir adelante con sus vidas. Y así llegamos al año 2011 donde realmente empieza la película. Once años después de la muerte de Juan Mari, dos de sus asesinos están arrepentidos de la lucha, avergonzados de su vida y sus actos y aceptan, primero Luis Carrasco y un poco más tarde Ibón Etxezarreta, encontrarse frente a frente con ella en el marco de lo que se llamaron los Encuentros de Restauración. Las entrevistas ente Maixabel con Luis Carrasco y con Ibón Etxezarreta, son el núcleo central del film. Los silencios, el miedo, las confesiones, de esos encuentros entre Blanca Portillo en su encarnación de Maixabel, Urko Olazabal en el personaje de Luis Carrasco, y Luis Tosar como Ibón Etxezarreta, están llenos de tensión y de emoción. Sin caer nunca ni en el sentimentalismo ni en el mensaje fácil o la condena más obvia, Icíar pone las herramientas del cine al servicio de esta historia, basada en hechos y personajes no solo reales sino presentes en el rodaje. Maixabel es una película sobria y respetuosa, oportuna y necesaria en unos tiempos en los que mucha gente parece haber olvidado lo que fue ETA y la banalidad del mal que causaron con una lucha estéril que ha dejado por el camino un reguero de violencia y de vidas perdidas.

El regalo de esta semana son flores de Ramon para Maixabel, Icíar, Isa y Blanca.



sábado, 18 de septiembre de 2021

DUNE Y FESTIVAL

 


Por fin se ha estrenado Dune. Digo por fin, porque la estaba esperando con ganas. Y también con miedo, debo decirlo. El ciclo de novelas de Dune, escrito por Frank Herbert en los años sesenta, del que conozco tres de los cinco libros, me gustó mucho cuando lo leí hace mas de 40 años, me siguió gustando cuando lo releí mucho tiempo después y juraría que me seguiría gustando si lo leyera otra vez ahora. También soy de las pocas fans y defensoras del Dune de Lynch, un film ajeno a su universo, pero al que supo dar una atmósfera especial y sugerente. También el director canadiense Denis Villeneuve se confiesa fan de la película de Lynch aunque aclara que su versión es más fiel a la novela que un remake de la película. Lo voy a decir ya. El Dune de Villeneuve es magnífico. El director de un film como La llegada, tan afín y cercano en tantas cosas a este Dune post lynchiano, y de la revisión y puesta al día de Blade Runner en la fría y cibernética Blade Runner 2049, se ha enfrentado a la saga de Herbert desde una perspectiva del siglo XXI. ¿Y esto qué quiere decir? Quiere decir que ha conseguido transformar en una historia absolutamente contemporánea lo que era una aventura mística sobre el poder de la droga y el control de las materias primas, representados en la especia, el polvo del desierto que permite los viajes intergalácticos al mismo tiempo que expande la mente. En este Dune 2021, la especia simboliza esos metales raros y escasos, indispensables para el funcionamiento de un mundo digital post nuclear; las mujeres, Jessica, la madre de Paul y Chani, la joven Fremen, son el elemento cohesionador del destino del héroe, Paul Atreides; la revuelta de los Fremen, los hombres libres de Arrakis, se puede entender como la lucha por un entorno más justo y equilibrado con la naturaleza. En lo que coinciden tanto las novelas, como el Dune de Lynch y el Dune de Villeneuve, es en el valor del agua como el único elemento realmente indispensable para la vida. El misticismo y la épica de la tragedia de Dune anuncia el nacimiento de una nueva era (no la del COVID): la era del agua. El fascinante desierto de Arrakis esconde un tesoro, la especia custodiada por los gusanos de arena que cabalgan los Fremen. Pero su auténtico valor es el del agua. No hay especia más importante que esa. Paul Atreides lo sabe, lo saben los Fremen y lo sabemos todos. Como el Lawrence de Arabia de David Lean, evocado en más de una entrevista por Villeneuve como una fuente de inspiración no solo por el poder fascinante de las dunas del desierto de Jordania donde ambas películas se rodaron, sino por el propio personaje de Paul Atreides, tan parecido en muchas cosas a Lawrence, este Dune grandioso y operístico, con una banda sonora espectacular, se tiene que ver en cine, en un cine con una pantalla enorme y con un sonido potente. Y al salir de verla, hay que pensarla y empezar a contar los días para que se haga la segunda parte. Yo al menos.

 


San Sebastián: Festival y una novela

El viernes empezó el Festival de San Sebastián, segundo de la era del COVID. Este año voy a ir, tengo ganas de recuperar la normalidad (relativa) del festival. Contaré cosas en el blog de la semana que viene.

Pero el Festival también ha estado presente esta semana de otra manera. El CINE así con mayúsculas, es una fuente inagotable de historias, un abanico de posibilidades que se abren a otras artes, otros lenguajes, la pintura, el teatro, la literatura, una novela. Y es una novela la que me conecta con el festival, una novela de cine (y más cosas). Se llama Els tres cognoms de Lucía Van Haart (Los tres apellidos de Lucía Van Haart), de Quim Aranda. De momento solo se ha publicado en catalán, pero espero que pronto salga en castellano. Els tres cognoms… es una novela de cine, o de cines, mejor dicho. Hay una sala de cine, el desaparecido Cine Estudio Spring del Paseo de la Bonanova de Barcelona; hay un festival de cine, el de San Sebastián en los glamurosos años de 1958 y 1959; hay un director de cine, Alfred Hitchcock; hay una película, Con la muerte en los talones; hay una estrella de cine Eva Marie Saint. Y hay un Macguffin estupendo, una doble historia de amor romántica, trágica de aires casablanescos, la del protagonista Martín Genovés por la Lucia de los tres apellidos y la otra, la que Martín investiga a lo largo de la novela. ¿Cómo se come todo esto? Con imaginación. Situando la historia en el escenario de una Barcelona desaparecida y casi olvidada, la preolímpica de los años 70/80 y la pos olímpica de 1999, en el decorado privilegiado el de las viejas redacciones de los periódicos anteriores a la era del Google, donde los archivos de documentación eran cuevas de tesoros escondidos, cuando se hacía un periodismo de investigación en la calle, y con un malvado al que me gusta imaginar con la figura de Orson Welles. Todo esto funciona en una historia escrita en varias lenguas y en varios lenguajes, con un misterio, ¿quién era ese desconocido que aparece junto a Eva Marie Saint? y un suspense ¿qué pasó realmente? Una novela de cine que es, también, Una historia de Barcelona.

El regalo de esta semana es un paisaje con desierto habitado por una Fremen muy especial





 

sábado, 11 de septiembre de 2021

11 DE SEPTIEMBRE: 20 AÑOS

 

Hoy,  11 de septiembre, se cumplen veinte años del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York. ¡20 años! Si me paro a pensarlo me entra un vértigo terrible. Me acuerdo perfectamente dónde y con quién estaba cuando la televisión transmitió casi en directo el terrible choque de los aviones en las torres, su derrumbe y su muerte extendida. El agujero que quedó en el sur de Manhattan fue un aviso del agujero en el que se ha sumido este siglo XXI que no levanta cabeza. Porque el vértigo me viene sobre todo de pensar que en ese momento se acabó una forma de entender el mundo que había durado casi cincuenta años y comenzó a nacer una sociedad desorientada, descentrada, en la que hemos ido de guerra en guerra, de crisis en crisis, de tsunamis en epidemias. No sé hacia donde irá el siglo XXI, pero la verdad es que no me apetece nada lo que se ve venir.

En fin, esta semana en la que todo el mundo habla del 9/11, en la que nos agobian con documentales, reportajes, me van a perdonar que yo también me acerque a ese día que cambió el mundo, pero desde el punto de vista de la ficción, a través de dos películas y una serie sobre el antes, el después, y un durante que me sirven para intentar entender lo que pasó ese día espantoso en el que murieron 3000 personas y de paso, murió una forma de vida.

 


Antes: THE LOOMING TOWER, Amazon

Esta miniserie del 2018, disponible en 10 capítulos en Amazon, es una auténtica lección de cómo la estupidez humana puede llegar hasta extremos casi asesinos. A ver, dicho así, suena un poco tremebundo. Pero es verdad. Porque la insensata y estúpida rivalidad entre agencias de seguridad, en este caso la CIA, representada por el arrogante e insoportable Martin Schmidt, y el FBI, encarnado en el arrollador pero muy poco diplomático John O’Neill, fue una de las causas (no la única) de que no se descubriera a tiempo la célula durmiente que al final despertó para sumir al mundo en una pesadilla. Schmidt es un personaje semi inventado, basado en un auténtico agente de la CIA; O’Neill es un personaje real, un agente especial del FBI especializado en contra espionaje, que murió el 11 de septiembre del 2001 cuando acababa de empezar a trabajar como Jefe de Seguridad del World Trade Center. Sobre el papel, FBI y CIA eran agencias que colaboraban en la lucha antiterrorista, en la práctica, se dedicaban a ocultarse información, dificultar las investigaciones y procurar que el otro quedara mal ante la administración. Y esa es la tercera pata del entramado del 11S, el gobierno de George Bush Jr que no solo permitió que esta rivalidad ridícula creciera. Lo peor que hizo la presidencia de Bush fue aprovecharse del atentado para lanzar su ofensiva contra Irak, desoyendo lo que todos, CIA y FBI, le decían sobre la autoría de los atentados. Por más que el Secretario de Defensa afirmara que Irak nada tenía que ver, que los responsables eran los terroristas de Al Qaeda, con Osama Bin Laden al frente, Cheney y Rumsfeld decidieron que había sido Irak. Los efectos devastadores de aquella rivalidad y de aquellas decisiones, se siguen sintiendo en la actualidad (Afganistán es la prueba). Pero lo que me hizo estremecer viendo esta estupenda serie basada en una novela de Lawrence Wright y protagonizada por Jeff Daniels, Tahar Rahim y Peter Sarsgaard, es la idea de que esta rivalidad estúpida sigue ahí y no solo en Estados Unidos. No me costó nada recordar las envidias, trabas, ocultaciones y falta de cooperación que se produjo en el atentado de agosto del 2017 en Barcelona entre Mossos y Guardia Civil. El resultado, lo sabemos todos.

 


Durante: EL VICIO DEL PODER, Filmin

El final de The Looming Tower, me sonó muy familiar y entonces recordé una película del 2018 de la que había hablado en el blog. La busqué y la encontré en Filmin. La volví a ver y volvió a provocarme la sensación de impotencia que da de estar en manos de mediocres e incompetentes (por desgracia no solo en Estados Unidos, los mediocres e incompetentes nos rodean por todas partes en nuestro propio país). La película se titula El vicio del poder, está dirigida por Adam McKay y la protagoniza Christian Bale como Dick Cheney, vicepresidente de George Bush Jr en el momento del ataque al World Trade Center. Lo que escribí de ella en el blog del 12 de enero del 2019, creo que sigue siendo vigente: “El vicio del poder cuenta el auge y esplendor de un personaje siniestro, mediocre, un gris burócrata que supo ver las oportunidades que le pasaban por delante gracias a lo que su inteligente y manipuladora esposa le susurraba en voz baja. Estamos hablando de Dick Cheney, el hombre en la sombra que fue todopoderoso vicepresidente de Estados Unidos en el mandato de George W. Bush, entre el año 2001 y el 2008, es decir , los años del ataque a las Torres Gemelas, la guerra de Irak y el auge de Al Qaeda y del EI. El excelente guión de Adam McKay, que firma también la dirección, sigue la vida de este hombre gordo y sin corazón (literalmente) a través del relato de un narrador anónimo que acaba siendo fundamental en la historia. Las elipsis, los giros, los cortes, los diálogos, nos enseñan poco a poco la formación de este hombre terrible, que convirtió la administración de Bush hijo en una oficina siniestra con la ayuda de personajes aun más siniestros que él, cómo Donald Rumsfeld o el propio Bush, retratado sin piedad en toda su estupidez. Es un espectáculo como cine, es una lección como historia, es una prueba de en manos de quien estamos y es, también, una explicación de la propia figura de Donald Trump. Cuando la vean, no se vayan antes de que acaben los créditos: hay una secuencia imprescindible.” Afganistán y su guerra interminable son solo el último coletazo, habrá más, de los actos irresponsables de esos años. Biden solo puede intentar que los daños sean los menos posibles, pero no podrá contrarrestar el peso de tanta manipulación. (Y eso me vuelve a traer a nuestro contexto político, plagado de mentiras, falsedades, alianzas peligrosas y decisiones equivocadas).

 


Después: WORTH, Sara Colangelo 2020 (en Netflix muy pronto)

El después del 11S nos lo cuenta esta película estrenada en salas esta semana. Literalmente la palabra Worth significa Valor, no el de salvar una vida, sino lo que cuesta esa vida. El prestigioso abogado de Washington Kenneth Feinberg se dedica a valorar fríamente y con criterios matemáticos, las indemnizaciones que se deben pagar a los familiares de víctimas de todo tipo planteándose la incómoda pregunta, ¿Cuánto vale la vida de una persona? Pero Feinberg se verá obligado a replantear sus fórmulas cuando acepte hacerse cargo de las valoraciones que la administración debe pagar a las familias de los 3000 muertos ese día de septiembre. Michael Keaton se mete en la piel de este hombre que pasa de la pura y aséptica profesionalidad, lo que él quiere es evitar que las familias pongan una demanda millonaria contra las compañías aéreas, a la auténtica batalla contra el cinismo, la burocracia y los poderes económicos en un intento de hacer justicia a todos y cada uno de los que murieron en las Torres Gemelas y a bordo de los tres aviones secuestrados. Basado en hechos reales, el personaje de Feinberg y su trabajo al frente del Fondo de Compensación de Víctimas del 11S es absolutamente real, la película juega de manera inteligente a mostrar lo particular de los casos personalizados de algunas de estas víctimas, para llegar a lo general: ¿cuánto vale una vida? Si la película funciona narrativamente es gracias al contraste entre Kenneth Feinberg y Charles Wolf, interpretado por Stanley Tucci. Wolf también es un personaje real, un hombre que perdió a su mujer en el atentado, muy crítico con el programa y la manera de aplicar el Fondo de Compensación. Wolf se convierte en el espejo donde Feinberg se ve reflejado y el enfrentamiento/colaboración entre el que ve la vida solo en términos de dinero y el que la ve en términos de justicia es lo que consiguió que este Fondo fuera lo más justo posible. Sin ser una gran película, Worth es un buen ejemplo de cine político, ese cine que los americanos saben hacer muy bien jugando con lo personal y emocional para desnudar el cinismo del poder. En definitiva, la lección que se extrae del film es muy clara: el dinero sin justicia, es un insulto; la justicia sin dinero, es un error. Verla después de ver The Looming Tower y El vicio del poder, convierte este aniversario terrible en una tragedia en 3 actos, cuyo epílogo aun estamos viviendo.

El regalo de esta semana es un homenaje a las torres



 

sábado, 4 de septiembre de 2021

CHAVALAS (DE TODO TIPO)

 

Coincide esta semana una película en las salas y una serie en plataformas que tienen un único, pero importante, punto en común. La película es la opera prima de Carol Rodríguez, Chavalas; la serie de Amazon, Cruel Summer. El punto de contacto entre ambas, es la necesidad de sus protagonistas de ser otra persona diferente de lo que son, lo que lleva a una a desclasarse y a la otra a despersonalizarse. Más allá de esto, la película y la serie son completamente distintas.



Chavalas

La protagonista de esta película con aroma autobiográfico es Marta, una excelente Vicky Luengo en un registro muy diferente al de Antidisturbios. Marta tiene 27 años y es fotógrafa, lo que le permite a la directora hacer un apunte, no va más allá, ni hace falta, de esa Barcelona cool y modernilla de artistas locales. Marta quiere ser uno de ellos, pero no puede. Ni por formación, ni por contexto, consigue integrarse en ese mundo ficticio. Porque Marta es una chica de barrio, una de tantas que intenta dejar atrás la pátina del bar de la esquina y la ropa tendida. Cuando la crisis, esa que ha llevado a las martas de medio mundo a darse de bruces con la realidad de un espejismo, la obligue a volver al barrio, es decir a Sant Ildefonso de Cornellá, empezará de verdad la película. Lo que cuenta Chavalas no es ni nuevo, ni original. Marta es acogida por sus amigas de toda la vida, las chavalas del título, a las que ella en cierto modo desprecia y de las que se siente superior. Es evidente que Marta aprenderá en ese viaje al fondo de su barrio que hay cosas más importantes que la fotografía artística y los círculos de falso cristal de la Barcelona cool. Es evidente que las chicas, estupendas Desi, Carolina Yuste, Bea, Elisabet Casanovas, y Sori, Ángela Cervantes, le demostrarán que la dignidad no está reñida con las ganas de triunfar en la vida y que no hace falta irse del barrio para encontrar una voz propia. Todo bastante previsible. Pero Chavalas tiene algo especial que va más allá de su argumento. El retrato del barrio, esa Cornellá desconocida para tantos barceloneses (como lo son Bellvitge, Santa Coloma, o Sant Adrià) se presenta como un lugar cotidiano, lejos de los estereotipos tanto del cine de quinquis (drogas) como del cine social (clase obrera como el paraíso). El escenario es un paisaje que, como Marta, el espectador va descubriendo (ella redescubriendo) poco a poco de la mano de esas amigas que no han tenido la necesidad de salir de allí para ser ellas mismas. Y aun hay algo más que hace que Chavalas me parezca una película interesante. Lejos de caer en la fácil lectura del barrio es bueno, la clase obrera es buena, las amigas son buenas, no duda en mostrar los claroscuros de sus rincones tanto paisajísticos como humanos. Y acaba demostrando que hay una salida integradora entre ambos mundos, que en realidad las fronteras están para saltárselas y crear puentes entre espacios aparentemente irreconciliables. Eso es lo que aprende Marta y eso es lo que aprenden, también, sus amigas. Y eso es lo mejor que nos deja esta sincera y muy fresca película.

 


Cruel Summer, Amazon

Esta serie de 10 episodios que se puede ver en Amazon, es algo muy distinto. Primero las protagonistas son adolescentes que viven en una pequeña ciudad de Texas. Segundo, sus problemas no son los de buscar una mirada, sino algo mucho más importante: ser. Una, Jennifer, porque no le gusta lo que es y quiere ser otra, es decir, quiere ser Kate. Kate, porque tras sufrir un trauma brutal, no quiere volver a ser lo que era, pero necesita encontrar qué ser. Perdón por este galimatías, pero eso es lo que explica esta serie juvenil con formato de thriller. La línea argumental es muy simple. Kate es la chica más popular del instituto, guapa, lista, tiene un novio fantástico: Jennifer es un patito feo con gafas y aparato en los dientes que la admira y la envidia. El verano que desaparece Kate sin dejar rastro, la vida de Jennifer cambia y se convierte en la nueva chica popular, guapa y con el mismo novio que tenia Kate. Jennifer parece haber conseguido lo que quería. Pero la reaparición de Kate tras un largo secuestro y una terrible acusación, hará que la vida de Jennifer se convierta en un infierno mientras Kate no consigue encontrar el equilibrio tras su liberación. Todo esto se cuenta en el primer capítulo de la serie. Porque el principal atractivo, y al mismo tiempo fuente de cierta confusión, es que esta historia está contada a lo largo de tres veranos, los de 1993, 1994 y 1995, en los que conocemos a las chicas, vemos sus transformaciones y asistimos a sus infiernos. Cada capítulo sucede el mismo dia de cada uno de los tres años. Para diferenciarlos, el creador y guionista Bert V. Royal, recurre a los cambios de aspecto, vestuario y peinado de las chicas, pero sobre todo recurre a un tratamiento visual que sitúa inmediatamente al espectador en cada uno de eso veranos noventeros. Luminoso y dorado el de 1993, más oscuro y contrastado el de 1994, azul y glacial el de 1995. En cada uno de ellos vemos a los mismos personajes, los padres de Jennifer y Kate, sus hermanos, y sus amigos, estupendos secundarios que roban más de una escena. La solución puede parecer un poco artificial y de hecho lo es, pero funciona y facilita al espectador seguir esta rocambolesca historia de secuestro, amistad, amor y obsesiones que tiene como trasfondo el poder de destrucción de la calumnia (en tiempos donde las redes sociales no existían, no quiero ni pensar lo que sería ahora) y la responsabilidad de los medios de comunicación como conductores e incitadores de esa calumnia. Hay otros temas latentes en este verano cruel: el de los padres, mejor dicho las madres, que proyectan en sus hijas sus deseos (la madre de Kate) y sus frustraciones (la madre de Jennifer), el de las amistades tóxicas y dependientes; el de la dificultad de mantener las distancias entre profesores y alumnos. Quizás la solución al misterio del secuestro sea un poco forzada, no digo que no, pero no importa demasiado para seguir la serie con interés y ganas de saber más. Hasta el último plano del último capítulo. 

El regalo de esta semana son unas flores dedicadas a todas las chavalas