sábado, 5 de octubre de 2024

DESTELLOS


Se estrenan esta semana dos películas de las que he visto en el Festival de San Sebastián. Los destellos de Pilar Palomero le permitió ganar a su protagonista Patricia López Arnaiz la Concha de Plata a la Mejor Interpretación; Los domingos mueren más personas, del argentino Iar Said, fue una de las sorpresas de Horizontes Latinos. Las dos tratan del tema central del festival: acompañar a los que se van, pero una lo hace desde la ternura y la emoción y la otra lo hace desde la ironía y el humor negro.

 


Los destellos, Pilar Palomero

“Destello: Resplandor vivo y efímero, ráfaga de luz que se enciende y amengua o apaga casi instantáneamente.” (de los diccionarios)

Hay películas luminosas, hay películas oscuras. Hay películas olvidables pero que tienen un momento especial, hay películas memorables que sin embargo no tienen ningún momento único. Un destello es algo que surge de repente, ilumina el cielo, o la película, y desaparece.

En Los destellos de Pilar Palomero hay varios de estos momentos. Puntos de luz en una historia profundamente triste, cercana, reconocible. Un momento en concreto se me ha quedado en la memoria: Isabel, la madre, ayudando a Ramón, su ex marido enfermo, a ponerse los calcetines. En esa secuencia comprendemos que Isabel va a estar al lado de Ramón a pesar de lo que pudo pasar entre ellos. La humanidad aflora sobre el resquemor. Los destellos es una de las películas que en San Sebastián hablaban de la muerte, de acompañar a alguien que muere. Basado en un cuento de la escritora vasca Eider  Rodríguez, publicado en el 2019 y quizás escrito mucho antes, Pilar Palomero ha sabido conectar esta triste y bonita historia con la preocupación latente en la sociedad de estar cerca de los que acaban su vida. Isabel, interpretada por Patricia López Arnaiz, transita en el film de la dureza y la indiferencia hacía la comprensión y la ternura cuando ve la fragilidad de Ramón, un inmenso Antonio de la Torre.  El puente entre ambos, el auténtico destello del film y de la historia, es su hija Madalen, Marina Guerola, una adolescente que en cierto modo también hace de puente entre la tercera película de Pilar Palomero y sus dos anteriores trabajos. Si en Las niñas, Pilar  recreaba su infancia en una ciudad de provincias y en La maternal se acercaba a las madres adolescentes, con este film adulto y sensible, Palomero realiza su mejor trabajo hasta ahora. Un destello sin duda en su filmografía, un resplandor en la mirada de una Patricia que se va iluminando por dentro a medida que se abre a la armonía de la mano de su hija y la complicidad de su pareja. Los destellos brilla como brillan los paisajes físicos donde se inscribe este paisaje emocional. Horta de San Juan  en la Terra Alta es el escenario perfecto para captar los efímeros reflejos de la luz entre las hojas.

 


Los domingos mueren más personas, Iar Said

Este título tiene algo de inquietante. Los domingos no tienen buena prensa. Suele ser un día como vacío, sin objetivos, gris. Yo siempre intento adjetivar los domingos con algo  bonito, pero reconozco que los domingos no son mi día preferido. Por eso me gustaba este título antes de ver la película del director argentino Iar Said. Luego, tras verla, me di cuenta de que lo que me había gustado era el tono absurdo y distanciado de un film que habla de la visión de la muerte en una familia judía sin darle importancia, sin  enfatizar nada, casi como un Kaurismaki porteño. El protagonista, el propio Iar Said con toda su inmensa humanidad, es un homosexual de casi cuarenta años que empieza la película volviendo a Buenos Aires para el entierro de un tío suyo, y se encuentra con que su madre quiere desconectar a su padre del respirador artificial y dejarlo morir. Elemento importante de la historia es el contexto judío de David y la familia, en ese sentido, Los domingos… es casi un documental de los ritos  y costumbres judías respecto a la muerte. Pero el humor y la ironía distanciada lo presiden todo. David hace años que no vive en Argentina y no entiende lo que está pasando en ese país en permanente crisis económica. Intenta conectar con desconocidos para tener algo de sexo, sin gran éxito y sobre todo, quiere evitar encontrarse frente a su padre. Me doy cuenta de que la historia contada así suena terrible, pero la verdad es que la película es divertida, casi digna de Rafael Azcona. Pensando en ella después de ver la reivindicación del cine argentino, me di cuenta de que, sin quererlo, Said ha hecho un film metafórico de la situación del cine argentino: David son los cineastas, la madre es Milei y el padre a punto de ser desconectado, el cine argentino. No es para reírse.  

El regalo de esta semana es un cuadro lleno de destellos