sábado, 2 de noviembre de 2024

ESCAPAR


Dos de los estrenos de esta semana hablan de escapar, pero los dos intentan explicar que escapar no es liberarse, al contrario, puede significar todo lo contrario: aislarse del mundo. En Escape de Rodrigo Cortés, esto es evidente, en Salve María de Mar Coll, hay que saber verlo.

 


Escape, Rodrigo Cortés

Lo primero que sorprende y te pone sobre aviso en esta película protagonizada por Mario Casas y Anna Castillo, es que está producida entre otros por Martín Scorsese. ¿Scorsese produciendo una película española? Pues sí. Los porqués los iremos descubriendo mientras vemos la odisea de este hombre sin nombre que desde la primera secuencia se demuestra un suicida. No, perdón, un suicida no. Porque lo que N quiere no es desaparecer, lo que quiere es no tener que pensar, no verse obligado a tomar decisiones, ser castigado por algo que no sabremos que es hasta muy avanzada la trama. N no quiere morir, quiere ser anulado. Es algo distinto, N quiere escapar del mundo, del suyo y del de todos, quiere que le reduzcan a la nada. Por eso insiste en cometer delito tras delito para ser detenido, juzgado y castigado. N tiene miedo a vivir en libertad y no cejará en su intento. Su hermana quiere ayudarle, pero no sabe cómo; el juez que le juzga una y otra vez se muestra implacable como si supiera que el auténtico castigo para N es vivir en libertad. Mario Casas hace una de sus mejore interpretaciones encarnando este anti buried. Buried/Enterrado, fue la película que colocó en el primer plano el nombre de Rodrigo Cortés. Ahora, trece años más tarde, N es el espejo deformante de Paul Conroy, el protagonista de Buried, en un film tan fascinante como angustioso. En el 2010, se trataba de salir de la tumba en la que nos habían metido; en el 2024 se trata de escapar de la agobiante realidad en la que nos obligan a vivir. La verdad es que entiendo muy bien a N.

 

(no sé porqué, pero cuando vi Salve Maria en seguida pensé en este cuadro de Ramón)

Salve María, Mar Coll

En esta terrible película, el escape es más sutil, pero no menos tenso, ni menos angustioso. Salve María es terrible, si, pero es magnífica. Usar los mecanismos del thriller psicológico (Hitchcock flota por ahí) para contar el proceso de autodestrucción de una mujer que acaba de ser madre, es una manera muy inteligente de hacer evidente lo que es difícil de verbalizar: hay madres que no saben querer a sus hijos. María, como N, quiere escapar de su vida, se siente atrapada en una ratonera, ese piso minúsculo, con un bebé que la reclama y la necesita. María no sabe qué hacer con él, literalmente. Y empieza a obsesionarse con la idea del infanticidio. Es terrible pensarlo, pero es fácil entenderlo. María es novelista y su única posibilidad es canalizar esta obsesión en la escritura. Mar Coll parte de una novela previa de Katixa Agirre, pero junto con su colaboradora habitual Valentina Viso, lleva la historia de María a su propio terreno. Es cierto que Salve María es un film muy distinto a los dos anteriores, pero en realidad, conforma una especie de trilogía sobre mujeres inadaptadas en sus familias: Lena en Tres días con la familia, Geni en Todos queremos lo mejor para ella y María en Salve María. Las tres no entienden, no soportan, no quieren vivir en ese micromundo familiar. Pero de las tres, es María la que produce más dolor. Desde la aparición del cuervo, hasta la confesión al oído de su marido, Salve María es una espiral hacía abajo que como un remolino se va tragando la cordura de María. Y nosotros no podemos dejar de verla, de acompañarla, de querer ayudarla. Pero no siempre se puede salvar al que no sabemos si quiere ser salvado.


EL RINCÓN PERSONAL

(en el escenario mientras Carlota Álvarez me presentaba. Foto de Ana Márkez)

Esta semana he estado en Madrid. El Festival de Cine por Mujeres me entregó el Premio a la Trayectoria de su séptima edición. Me hizo ilusión, los premios siempre hacen ilusión. Es un premio a más de cuarenta años escribiendo de cine. Son muchos años, es mucho cine, es mucha vida. En las palabras que dije al agradecer al festival el premio, volví a insistir en la idea que me parece explica porque sigo al pie de la(s) pantallas después de tantos años. Ser un puente, un hilo que une a los que hacen con los que ven. Y tener curiosidad. Hace poco me preguntaron qué es lo que más me gustaba de mi profesión, respondí que lo que más me gusta es la posibilidad de seguir estando interesada en el cine que se hace en el mundo, seguir teniendo curiosidad. Añado ahora, que lo que más me gusta es saber que lo que escribo (lo que escribimos todos y todas las personas que hacemos este trabajo con honestidad y entusiasmo) sirve para algo. O eso espero. 

El regalo de esta semana es para Valencia, unas flores que nos recuerden a los que ya no están y a los que tienen que seguir adelante.