A veces pasan cosas. Unas buenas, otras no tanto. A veces veo una película que me gusta, otras veces no me gusta. A veces no veo una película (El cautivo). A veces descubro algo inesperado (bueno o malo). A veces la vida te va dando regalos o tristezas.
Una
sorpresa: Jone, a veces, Sara Fantova
A veces las operas primas te
dan sorpresas. Es lo que pasa con Jone, a
veces, primera película de Sara Fantova. En realidad no es tan diferente de
muchas operas primas: historia de una chica de 17 años que durante las fiestas
de la Semana Grande de Bilbao, descubre el amor y se hace adulta. Lo que hace
especial este film son las circunstancias en las que vive Jone. Sin madre en la
que apoyarse, Jone es responsable de un padre con Parkinson que no puede
trabajar y una hermana pequeña a la que tiene que cuidar. Pero este no es un
drama, ni un melodrama, ni una película social o de denuncia. Esta es una
historia luminosa y que mira al futuro porque a veces, ocurren cosas que te
ayudan a superar lo que parece un muro infranqueable, y cuando tienes 17 años,
saltar esos muros es imprescindible para crecer. Uno de los grandes aciertos
del film (además del descubrimiento de Olaia Aguado, una Jone inolvidable), es
el ambiente de Bilbao en fiestas, lejos del turismo del Guggenheim, un Bilbao casi italiano aunque sea claramente
norteño. Un Bilbao que apetece conocer para tropezarte con Jone.
Un
regalo: Retrato de un cierto oriente,
Marcelo Gomes
A veces se estrena películas
inestrenables. Y hay que aprovecharlo. Como esta.
Marcelo Gomes es un director
brasileño poco conocido, del que no se han estrenado películas suyas o lo han
hecho de manera muy clandestina. También está lo hará de forma oculta. Para
verla, habrá que explorar a fondo las carteleras. Retrato de un cierto oriente no es la primera película que veo de
Marcelo Gomes. Le descubrí en el 2009 con la película Viajo porque preciso, volto porque te amo, una road movie
misteriosa y romántica. En cierto modo este retrato de oriente es también un
viaje y un amor. Un viaje de Beirut a Manaos; un triángulo de amor imposible.
El blanco y negro acentúa más la época en que sucede la historia. Final de los
años cincuenta. Un hermano y una hermana católicos, ella novicia en un
convento, huyen del Líbano en guerra con
los musulmanes que han masacrado a toda su familia. En el barco, ella conoce a
un joven musulmán. Se enamoran, pero el hermano no puede aceptar esa relación.
Lo que sucede después es una historia de amor entre dos personas de distintas
creencias capaces de superar sus diferencias y una historia de amor entre dos
hermanos donde uno de ellos, él, es incapaz de entenderlo. Preciosa, sencilla,
sin pretensiones de ningún tipo, por eso justamente es mucho más interesante en
el contraste entre religiones, el catolicismo, el islam y como eje vertebrador
indispensable, el animismo indígena de lo más profundo de la selva brasileña. Y
algo más, un personaje marginal pero importante, el fotógrafo que lo mira todo,
lo capta todo, la memoria de este viaje. Hablada en cuatro idiomas: el francés
colonial del Líbano, el árabe coloquial de los hermanos, el portugués dulce de
los brasileños y el ancestral manos
de los indígenas, el film se convierte sin quererlo en un crisol de culturas
diversas felizmente entremezcladas. Muy bonito.
(no es muy buena la foto, pero
es el único recuerdo que tengo de JAF y Sánchez Arévalo en la ESCAC)
Una
tristeza: La muerte de José Antonio Felez
A veces pasan cosas tristes. Como la muerte de José Antonio Felez, productor y amigo. La noticia me cogió desprevenida. No sabía que estaba enfermo. Hacía tiempo que no hablaba con él, pero era algo normal: Felez era un productor que se involucraba en sus proyectos y eso le hacía “desaparecer” temporadas largas. Pero esperaba verle en San Sebastián y celebrar el éxito de dos de sus “hijos de cine”: Albero Rodríguez y Daniel Sánchez Arévalo. JAF, así le llamaban ellos y a mí me dejó llamarle así cuando nos conocimos, era un productor de la vieja escuela: de la escuela de Querejeta. Es decir, un productor que no solo producía, también cuidaba a sus directores, a sus equipos. Y a los críticos. Yo le conocí cuando trabajaba en el Festival de Berlín como delegada en España para la selección. JAF, Felez, formaba parte de esos productores que te lo ponían todo fácil, proyecciones, información, pero nunca te presionaba para saber qué opinabas, qué pensabas, ni te agobiaba preguntando ¿sabes algo? Felez era un señor con todo lo que eso significa. Estaba detrás de las carreras de algunos de los directores de cine español más importantes del siglo XXI a los que apoyó y ayudó desde el principio, dejándolos crecer cada uno en su estilo, siempre a su lado: Alberto Rodríguez, Santi Amodeo, Sánchez Arévalo. Le conocí en el 2009 cuando nos enseñó After y nos hicimos amigos. En el 2012 nos presentó Grupo 7. Recuerdo como nos impresionó esa película y lo que peleamos para que estuviera en Berlín, sin conseguirlo. Fue una de mis decepciones con la Berlinale que no supo darse cuenta del potencial de aquel productor, aquel director y aquella película. Desde entonces mi relación con él fue desde la crítica, donde siempre respetó mis criterios y mis puntos de vista. En abril del 2011, Felez y Daniel Sánchez Arévalo estuvieron en la ESCAC dando una charla sobre la relación productor/director en unas jornadas que yo organizaba. En estos momentos en que seguro todos sus “hijos de cine” y sus “hijos de vida”, deben estar echándole de menos, quiero recordar ese día, uno de los mejores de mi etapa en la ESCAC: “El diálogo entre José Antonio Felez, productor y Daniel Sánchez Arévalo director, permitió comprobar cómo un director que empieza y consigue establecer una complicidad absoluta con su productor, puede construir una carrera sólida y continuada como la suya. Aunque ahí estaba Felez para contar que las cosas han cambiado y que una película como Azuloscurocasinegro, ahora no sería fácil de hacer. La producción de cine en España está evolucionando y ya no se puede contar con financiación para según qué películas. Felez dio una lección de producción y a pesar del pesimismo, ofreció soluciones para superar el momento presente.” Es evidente que encontró soluciones ya que, si su filmografía como productor hasta entonces era espectacular (El Bola, Astronautas, 7 vírgenes, Azuloscurocasi negro, Gordos, After…), la filmografía desde 2011 hasta ahora mismo no lo es menos (La isla mínima, Diecisiete, La peste, Las de la última fila…). José Antonio Felez era un referente, un amigo. Voy a echar de menos no cruzarme con él en San Sebastián, y no poder compartir momentos como el que él me recordaba en un mail: “Con todo, me gustó más verte en Donosti. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos. Estás estupenda. Yo te sigo cada semana en tu blog. Un fuerte abrazo y espero volverte a ver pronto.” Nos veremos JAF, cada vez que vea una película tuya.
El regalo de esta semana es una foto, porque a veces el cielo también
te da regalos



Hola Nuria, muchísimas gracias por escribir sobre JAF. Te leo todos los domingos en el desayuno. Ojalá coincidamos en Donosti. Abrazo.
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