¿Hay
alguien que crea todavía que tiene vida privada? ¿Queda hay alguien que piense
que puede tener secretos? Desde luego, si utilizas un móvil, escribes un e-mail o
usas cualquiera de las redes sociales, tienes que saber que tu vida está
expuesta en un escaparate virtual para que todo el mundo pueda acceder a ella.
Y entre ese todo el mundo, están los gobiernos de cualquier país, (Estados
Unidos, España, Rusia, China… todos tienen sistemas muy parecidos), que pueden controlar a sus
ciudadanos en una pesadilla orwelliana que ni el propio Orwell se habría
atrevido a imaginar.
Una
vieja leyenda afirma que en la Montaña de las Almas en Salt Lake City, uno de
esos sitios cargados de misterio y energía negativa, se guarda la memoria de todos
los seres que han vivido en el mundo. Parece que esa leyenda se ha hecho ya
realidad y donde se guardan ahora es en una nube intangible que tiene capacidad
de espiarnos hasta el último escondrijo.
Esto
es lo que denunció Citizenfour, es
decir Edward Snowden, en el año 2013 cuando fue consciente de la barbaridad a
la que estaba contribuyendo con su trabajo. Snowden sabía mejor que nadie que
los mails se controlan fácilmente por eso utilizo mensajes encriptados y un
nombre clave cuando se dirigió a Laura Poitras, una documentalista conocida por
sus críticos trabajos con el gobierno americano después del 11S, sobre todo en dos
importantes títulos Flag Wars y My Country, My Country. Me parece muy
interesante pensar por que Snowden no escogió a Michael Moore para hacer su
declaración de guerra al gobierno americano, sino a Poitras. Seguramente Snowden, como mucha otra gente, sabía
que Moore era un farsante y un payaso, mientras que el trabajo de Poitras era
realmente serio.
Del
encuentro entre Edward Snowden y Laura Poitras nace este magnífico documental
que tiene como centro vital una habitación de hotel en Hong Kong. Durante ocho
días, Poitras recogió las confesiones y conversaciones del joven analista de la
CIA y la NSA con el periodista de The
Guardian, Glenn Greenwald que fue el encargado de contarle al mundo lo que
el Gobierno de Estados Unidos hacía en una vigilancia ilegal de sus
conciudadanos.
Lo
que nos explica Citizenfour es más
terrible que una película de terror, parece ciencia ficción pero es pura
actualidad y tiene más suspense que un trhiller político. Pocas veces he visto
un documental político tan integrado en su forma y en su relato, y al mismo
tiempo tan apasionante como simple historia.
Estados
Unidos es una sociedad muy especial, muy rara. Mientras por un lado montan este
descomunal sistema de control de sus ciudadanos y persiguen a Edward Snowden y a la propia Laura Poitras, por otro
nominan y premian el documental Citizenfour con el Oscar al Mejor Documental. Hay
suficientes ejemplos de cómo se trata en otros países a periodistas y cineastas
críticos con la política de sus respectivos gobiernos como para no apreciar la grandeza
de ese extraño país que es Estados Unidos.
Normalmente
no cito textos de otros en este blog, pero en este caso, reproduzco un fragmento
de la crítica de Jordi Costa en El País
del viernes que me parece resume perfectamente lo que es este documental:
Historia
capturada en directo, una pieza maestra de periodismo filmado que le da rostro,
temblor y matiz humano a una figura que, con su acto de confrontación con las
mecánicas del poder, se ha convertido en enemigo público número uno de esta era
de paranoia y control donde la pérdida de privacidad y libertades es el precio
que buena parte de la comunidad está dispuesta a pagar para su supuesta
protección.
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