Hace unos días me llamaron unos estudiantes para
pedirme una entrevista para televisión. Querían hablar de la situación del cine
y de la profesión. Les dije que sí. El caso es que no eran estudiantes de cine,
sino de televisión. Y probablemente por
eso, la entrevista empezó con una pregunta típica de televisión, aunque fuera
de cine. Ese mismo día tenían que salir las nominaciones a los Oscar y lo
primero que me preguntaron fue cuáles eran mis candidatas. Me quedé en blanco.
De pronto, me di cuenta de lo poco que me interesa en este momento el asunto de
los Oscar y si me apuran, el asunto de los premios.
En otras épocas de mi vida profesional, ese día yo
habría estado al pie de la noticia, esperando a saber los nominados. En cambio
ahora, me daba exactamente igual quienes fueran. Intenté explicárselo al chico
que me entrevistaba que se quedó visiblemente descolocado ante mi falta de
entusiasmo por los Oscar y los Globos y los…Quería hacerle entender que como
informador de cine, este es un tema importante, pero como crítico de cine no.
No sé si lo conseguí.
En todo caso, al día siguiente vi las candidaturas y
la verdad es que me quedé gratamente sorprendida. Entre las películas
candidatas a la mejor, hay cuatro que me gustan mucho y que escapan por
completo a la idea de “película de Oscar”. Quizás si hubiera estado al tanto
habría podido hacer una gran disertación sobre este tema. Preguntarme si los
que han cambiado son los académicos o es que lo que consideramos más moderno, es
la actual academia. Porque Birdman,
Boyhood, Gran Hotel Budapest, son películas muy modernas, pero ¿no serán más
heterodoxas ahora mismo películas como Perdida,
Interstellar o The Drop que no
han merecido ni una simple mirada? En fin, dejemos los Oscar a los
informadores.
De momento esta semana se estrena La teoría del todo que también está
entre las ocho mejores. La teoría del
todo está basada en el relato autobiográfico y novelado de Jane Hawking
donde cuenta su historia de amor con Stephen Hawking. Es un típico biopioc en
el que brilla el actor que da vida al astrofísico postrado en una silla de
ruedas, afectado por una esclerosis que le impide moverse. Eddie Redmayne le da
vida de una forma excelente, con sentido del humor y del respeto, sin pasarse
en el histrionismo. Una interpretación de Oscar sin duda. Muy bien ambientada,
la gran virtud de esta película es la de hablar de una persona extraordinaria
desde la normalidad con un lenguaje simple y sencillo que llega a todo el
mundo. No sé si merece estar entre las ocho candidatas a mejor película, pero
si merece ser tenida en cuenta.
Se estrena esta semana otro film que me parece digno
de mención y que no está entre los nominados. No es que me guste demasiado,
pero ya he dicho muchas veces que el gusto es una cosa y reconocer el interés
de un film es otra. Y Babadook, de
Jennifer Kent lo tiene. Es una película de género. De terror para ser exactos,
pero no es en absoluto una película rutinaria. ¿Recuerdan un precioso film de
Spike Jonze basado en un libro de Maurice Sendak, que se llamaba Dónde viven los monstruos? Pues bien,
este Babadook se puede ver como el
contraplano, o mejor aun el fuera de campo de aquel film. Es decir lo que le
pasa a la pobre madre de ese niño aterrorizado por los monstruos hasta el punto de hacerlos visibles y mas que reales. La gracia del film, aparte del Babadook que
se inventa, es que no cae en fáciles interpretaciones psicoanalíticas y deja
siempre la duda. ¿Existe o no existe el Babadook?
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