Estamos
en la mitad del D'A, el Festival de Cinema d’Autor de Barcelona y ya se puede
hacer un primer balance: es una ocasión de oro de recuperar/descubrir películas
que será muy difícil poder ver de alguna otra manera. La ventaja del D'A es que es un festival ecléctico, con una
clara tendencia al cine de autor (de ahí su enunciado) pero con una mirada muy
abierta sobre esta idea. Hay tantos autores como películas.
En
esta primera entrega recojo cuatro de estas películas.
El Complejo del
dinero, de Juan Rodrigáñez, España
Eugeni
D’Ors publicó Oceanografía del tedio en 1918. Franziska Von Reventlow, publicó El
complejo del dinero en 1916. Dos años de diferencia entre dos libros que tienen mucho en común. Dos
textos que hablan del no hacer, de esperar a que otros hagan mientras uno no
hace nada. Los dos pasan en verano, uno en una tarde, el otro en unos pocos
días. En los dos, hay gente rica y ociosa que deja pasar las horas. De
los dos se han hecho adaptaciones al cine. Y curiosamente, las dos películas
resultantes tienen mucho que ver entre sí. Mar c Recha partió de Oceanografía del tedio para rodar su
primera película, El cielo sube, en 1991. Juan Rodrigáñez ha adaptado el libro de la
autora alemana en 2014. Si los libros hablan y surgen en momentos de crisis en
Europa (que mayor crisis que la primera guerra mundial a la que ambos parecen
ser completamente ajenos) las películas aparecen también en dos momentos de
crisis : la de principios de los 90 de la que nadie parece acordarse pero nos
noqueó con mucha fuerza y la actual que lleva camino de hacerse endémica.
No
conozco el libro de la alemana, si el de Eugeni D’Ors. Pero he visto las dos
películas y puedo decir que hay algo que las une sutilmente: el calor, la luz,
el tiempo que pasa, el humor soterrado, la absurdidad de las situaciones y
personaje(s). Y la placidez.
Eso
es quizás lo que más me ha gustado de El complejo del dinero. Se agradece mucho
ver una película tranquila, que va dejando caer bombas de relojería sin que nos
demos cuenta y que te regala con algunos intermediosmusicales inolvidables.
El hombre
congelado, de Carolina Campo-Lupo, Uruguay
Quizás
la película que más me ha gustado de este D'A 2015. Seguramente la que más me ha
sorprendido. Está enmarcada en una sección
que se llama Futuros Imposibles. No
podía estar en mejor sitio. Es una película de aventuras. Pero las
aventuras son de muchos tipos. Esta se entronca con Edgar Allan Poe a través de
Las
Aventuras de Arturo Gordon Pym. Estamos ante un viaje al Polo Sur.
El film empieza como un documental sobre el trabajo en un barco de carga que va
a aprovisionar una estación en la Antártida. Vemos las máquinas, los marineros.
Todo es muy físico, todo es tangible, el color dominante es el naranja. Nunca
salimos del barco. Solo oímos el sonido de las máquinas y el sonido del viento.
Poco a poco, el barco se va aproximando a su destino, empieza verse el mar,
mejor dicho el hielo. Seguimos sin salir del barco al que
nunca vemos en su totalidad. No sabemos como es. A medida que se acerca a la base, el interior
del barco se va perdiendo,los hombres van desapareciendo, la mirada se pierde en el horizonte. Sin darnos cuenta,
hemos ido de lo tangible a lo intangible; de lo físico a lo abstracto. Y la
belleza y la soledad de los paisajes nevados empiezan a invadir la pantalla. No
sabemos cuando hemos abandonado el barco, pero ahora estamos ya sumergidos en
el blanco y negro de la nieve y las rocas, del cielo y la tierra. Ya no se oyen
los sonidos naturales, lo que oímos es un canto casi religioso. Estamos
hipnotizados, arrastrados en esta aventura
que como dicen en el catálogo del festival: “es un viaje hacia un futuro
desconocido, un viaje a la nada”.
La sapienza, de
Eugène Green, Francia/Italia
Lo
primero que se me ocurre viendo La Sapienza es que es un film detenido.
Detenido en el plano; detenido en los personajes que están paralizados;
detenido en el tema de todo lo que se cuenta, los edificios construidos por
Borromini al final del Renacimiento. Pero que esté detenido no es un problema,
es solo una definición. Porque solo con este ritmo se podía contar la historia
de este matrimonio que ya no se conoce y que intenta en un viaje a Suiza recuperar
lo que han perdido. El encuentro con dos hermanos adolescentes provocará un
extraño movimiento, el primero en este film detenido, que los emparejará de
forma antinatural: ella se queda con la chica, una adolescente enfermiza que
languidece como una heroína romántica; él se irá con el hermano en un viaje de
exploración por Italia tras los pasos de Borromini. No es la Gran Belleza, no es Viaggio in Italia, no es Viaje
al principio del mundo, pero de los tres bebe Green para poner en marcha
este film detenido.
Aimer, Boire, Chanter, Alain Resnais, Francia
Último
film de Resnais, realizado con sus amigos y colaboradores de siempre, Sabine
Azema, André Dusssolier… , rodado en preciosos decorados teatrales de imágenes
minimalistas, utilizando dibujos para mostrar las distintas casas donde viven
los componentes de un grupo teatral de aficionados. El anuncio de que uno de
ellos, al que nunca vemos, está enfermo y morirá pronto, desencadena en estos
ricos y ociosos provincianos un vodevil verbal inesperado. Resnais tenía ya 91
años cuando se filmó este divertimento, y eso le hizo concentrar sus fuerzas en
los escenarios concretos de las cuatro casas, utilizando los caminos y
carreteras que las unen entre sí como único respiro al aire libre de un film
que hace del paso del tiempo una de sus razones de ser. Difícil de seguir si no
se entra en el juego; deliciosamente tonto si te integras en los amores y
desamores de estos más que adultos casi viejos, Aimer, Boire, Chanter es un buen final para una carrera que hizo de
las relaciones de pareja su principal preocupación . El festival, junto con la Filmoteca de Catalunya, dedican a Resnais un
homenaje más que merecido.
Mañana una segunda entrega del D'A
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