(esa luna a la que quiere llegar el abuelo Eduardo)
Sigue
la sequía veraniega de estrenos interesantes en la cartelera. Pero no se
preocupen. Si tienen un ordenador pueden
apuntarse a Filmin para seguir el Atlántida Film Fest del 2015, un festival On
line al alcance de todos los bolsillos que permite refugiarse en el buen cine
sin salir de casa. Una excelente manera de escapar del calor espantoso, de la
invasión turística y las playas hacinadas que más parecen una imagen del infierno
de Dante que una escena de vacaciones.
Atlántida
es un festival para descubrir, para arriesgarse, para equivocarse y para
llevarse sorpresas. Una de esas sorpresas se titula Lunático, la dirige Eduard Sola. Apúntense este nombre, de momento
lo encontramos como coguionista de las dos Barcelonas,
la de nit d’estiu y la de nit d’hivern. También está en la serie Cites que está teniendo tanto éxito en
TV3. Lunático es su proyecto de fin
de carrera en la ESCAC y está rodado con un equipo completamente formado en la
escuela. Con excepción de la música que han compuesto Gerard Pastor y Adri Mena.
Lunático, como tantos
otros trabajos de la ESCAC, la ECAM, y las distintas escuelas de cine, tiene
como protagonistas a sus abuelos. Ya hablé en una entrada
anterior, la que hacía referencia a No
todo es vigilia, del género abuelos en el documental contemporáneo. No me
voy a repetir. Pero entonces, ¿por qué detenerme en este Lunático tan especial? Simplemente porque en este film asistimos a
los preparativos de dos viajes excepcionales, únicos, maravillosos. El que el
abuelo Eduardo quiere emprender a la Luna, literalmente y no de una manera
metafórica, y el que la abuela Rosario emprende
hacia una luna mucho más lejana. Cuando empezó a rodar este documental sobre la
aparente idea loca de su abuelo de construir una nave espacial, Eduard no podía
imaginar que iba a filmar las últimas semanas de vida en común de sus abuelos.
La ternura y el respeto con el que los mira durante los 38 días que duran los
preparativos del gran viaje, se quedan en la memoria junto con las notas
musicales que acompañan su historia en ese verano de 2013 en el que descubrimos
el final de una vida feliz, plena, llena de ilusión y de capacidad de crear y
soñar. No creo que haya mejor regalo de un nieto a sus padres y a sus abuelos.
2
Unas
notas sobre Mad Max. Furia en la
carretera
No
vi la película en el pase de prensa; no la vi en su primera semana. La he visto
ahora. Y estoy perpleja. Perpleja ante el alud de alabanzas y críticas
elogiosas que la calificaban poco menos que de obra maestra tras su estreno en
Cannes. Cinco estrellas, maravilla, poética del futuro, film feminista.
Mientras la veía no salía de mi asombro. ¿Cómo le daban cinco estrellas a una
película repetitiva, con una única idea machacada una y otra vez sin casi
variantes, mimética de un videojuego gigante? ¿De qué poética hablan frente a
unas imágenes planas, de ordenador, sin ninguna capacidad evocadora, ni siquiera
en esa montaña de agua tan llena de posibilidades fallidas? ¿Feminista? Yo
creía que feminista era algo más que colocar a una señora con pinta de señor,
eso sí guapa como señora y como señor, conduciendo un camión lleno de esposas
escapadas del harén de un sátrapa cualquiera. El feminismo es algo más que
enseñar chicas asustadas y machos
espantosos. En fin, no entiendo porque de repente se pone de moda decir que
algo está bien y todos lo repiten (repetimos, a veces a mi misma me pasa) sin
aportar criterios personales. Mi recomendación, hagan lo que quieran. Tampoco
pongo la mano en el fuego que no sea yo la que no sabe ver todas estas virtudes
y valores en la película. Pero sinceramente, prefiero rescatar del cajón de los
recuerdos la primera y la segunda entrega del Mad Max original con Mel Gibson.
Su ingenuidad y su visión apocalíptica siguen siendo mucho mas entretenidas que
esta carrera de coches usados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario