La vida se aprende con
lecciones de eso: de vida. Es importante prestar atención a lo que te puedAN enseñar los maestros; es fundamental aprender a respetar a los demás, leer libros, ver películas,
hablar con la gente, todo es necesario para aprender a vivir. Pero lo más
importante es vivir experiencias que te hagan crecer como persona.
Dos películas de las muchas
que se han estrenado esta semana, hablan de estas lecciones de vida: Borg vs McEnroe y El taller de escritura. Las dos nos ofrecen lecciones, pero muy
distintas.
(los auténticos Borg y McEnroe
antes de empezar el histórico partido)
Borg
vs McEnroe se centra en los días que duró el torneo de tenis de Wimbledon el
mes de julio de 1980 donde se enfrentaron dos maneras de jugar al tenis, la del
sueco Björn Borg y la del norteamericano John McEnroe. El film los sigue
durante llas semanas previas al torneo con repetidos flashbacks hacia su infancia y su
formación como deportistas. Pero lo que hace interesante este no biopic, es el acento que pone en
mostrar dos conceptos de entender el juego, de entender el mundo. Y en poner de
manifiesto los cambios importantes que se estaban produciendo en los deportes
considerados de élites con la llegada de jugadores que venían de medios
sociales de clase media o incluso baja y se convertían casi sin quererlo en
estrellas mediáticas. Cada uno de los dos tenistas tiene sus propios fantasmas,
sus inseguridades, sus manías, algunas rayando la psicopatía. Pero los dos
viven el juego y la competición hasta el último aliento. No es ningún misterio
el resultado de ese torneo: cualquier visita en Google nos da todos los
detalles. Pero en el supuesto que no se recuerde el resultado, o que no se sea
aficionado al tenis, mejor no buscarlo y acercarse al film como si fuera un
western, un duelo en Ok Corral de Wimbledon, donde lo que acaba ganando es la
vida. Tras un enfrentamiento épico, con siete math
points perdidos uno detrás de otro, el que acaba ganando lo hace en el
momento que acepta que no es importante ganar, que ya no tiene que demostrar
nada. Es en ese instante, cuando el match
point decisivo marca el final del partido. Moraleja: no te agobies, no te
obsesiones con ganar, disfruta de lo que haces en el momento que lo haces.
(no recuerdo que Laurent
Cantet me hablara de este film cuando coincidimos como jurados en el Festival
de Nantes de 2016, aunque si recuerdo que estaba lleno de proyectos)
El
taller de escritura es un poco diferente. Aquí, de lo que se trata
es de dar sentido a la vida, de encauzarla de alguna manera. El puerto marsellés de La Ciotat, con sus
astilleros cerrados y su pasado de lucha obrera, olvidado por las nuevas
generaciones que ya no recuerdan lo que era trabajar allí, era el escenario ideal para contar esta historia.que necesitaba de ese paisaje industrial tanto como necesitaba del mar, ese mar
azul, de rocas y agua transparente donde uno se puede perder y sentirse libre
de verdad, sin ataduras, sin miedos, sin desesperanza. La Ciotat es un
personaje mas en la construcción de la novela negra que un taller de escritura
de jóvenes desarraigados mantiene durante un verano dirigido por una novelista
de éxito. Entre los alumnos, hay uno que no encaja, que vive en el desaliento,
en la extranjeridad. Un auténtico
“extranjero” aunque nunca se haya movido de allí. Esta cualidad camusiana es lo
mas inquietante del personaje que flirtea con la extrema derecha, que busca
respuestas a preguntas que ni siquiera sabe que se ha planteado, que encuentra
en ese taller y en su profesora un posible camino para salir del laberinto
donde está perdido y que solo en el mar consigue olvidar. Cantet no repite el
modelo de La Clase, pero nos da otra
lección de vida: escuchar a los demás, no olvidar el pasado sin dejarse apabullar
por él, respetar que haya otros que piensan distinto, que son distintos,
aceptar que la gente más joven no tiene porque comportarse como los adultos
creen que deben hacerlo. Eso y muchas más cosas se aprenden en este taller de
escritura.
Por una vez, voy a recuperar un
pequeño fragmento de la entrevista a Laurent Cantet en el
programa de cine de La Cartellera de
BTV. Es una respuesta que explica muy bien el sentimiento de respeto a los
demás. Apelando a Camus, como ejemplo.
“Una de las cosas que más me
ha gustado fue una proyección que hice en un barrio de París. Una chica muy
joven muy tímida, pidió el micrófono al final, me dijo que le había gustado
mucho la película y que le había recordado mucho El extranjero de Camus. Fue en ese momento cuando comprendí que la
mirada que los adultos tenemos sobre los jóvenes era el tema del film y de
pronto me di cuenta que la manera como estigmatizamos a estos jóvenes por su
cultura, acusándolos de que nunca han leído un libro, que viven en la
superficialidad, se veía completamente contradicha por esta chica
que con sus reflexión me hizo llorar”.
Esta semana se estrenan además
tres películas interesantes de las que hablé hace unos días en la entrada de
Caras y lugares:
Las estrellas de cine no mueren en
Liverpool, cuenta la historia de amor
entre una de las actrices más hermosas y perturbadoras del Hollywood clásico
con un joven actor británico del que la separaban casi treinta años. Los
últimos días de su vida, Gloria Grahame decidió pasarlos al lado de Peter
Turner en su casa de Liverpool, junto a su familia. Fue una buena decisión que
la ayudó a morir en paz.
Hanna. Un film casi mudo, que explora la piel
no solo del rostro, de todo el cuerpo, de una actriz, Charlotte Rampling,
que transmite desolación, soledad, pero
no miedo. No es importante saber qué es lo que ha llevado a Hanna a esa
soledad, a esa marginación. Lo que cuenta es su mirada, su caminar, su manera
de dejar que la vida salga por los intersticios menos esperados. Es una
película dolorosa, pero no es una película pesimista.
Lean on Pete, un film que se puede definir como una
horse road movie. Un viaje con un
caballo, no a caballo, que no es nunca un western. Retrato de un adolescente
desorientado que crece ante nuestros ojos a medida que adelgaza su cara y su
vida se va simplificando en los problemas. Nunca melodramática, nunca
miserable, solo eso: un adolescente que se ha quedado solo, un caballo que le
sigue y el paisaje de Wyoming.
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