sábado, 25 de octubre de 2025

CÍRCULOS

Me gustan las películas que no son previsibles, las que parece que irán por un sitio y giran hacia otro. Me gustan las películas circulares, las que empiezan en un lugar y acaban en el mismo lugar, pero en el transcurso del viaje, sus protagonistas han cambiado por completo. Me gustan las películas que no tienen que demostrar que son modernas con encuadres absurdos, movimientos de cámara incomprensibles o cualquier otro recurso formal, generalmente gratuito. El cine es una historia en imágenes. Saber encontrar que imágenes son las mejores para contar la historia es lo que hace un buen director. Todo esto viene a cuento de las dos películas de esta semana. Una es un estreno del viernes, Los domingos; la otra se estrenó hace ya algunas semanas, Maspalomas. Las dos estuvieron en San Sebastián, las dos volvieron con premios.

 


Los domingos, Alauda Ruiz de Azúa

Después de todo lo que se ha escrito y dicho de esta película, creo que no hay nadie que no sepa que va de una chica de 17 años que quiere ser monja. Es una lástima que se haya contado tanto, porque se pierde el factor, imprevisible, que tiene el film cuando se ve por primera vez sin saber nada de la película. La primera secuencia nos presenta un grupo de chicas, en el dormitorio de lo que podría ser un internado. Es de noche y se han reunido allí para charlar, reírse y romper el reglamento. No sabemos quién son, ni donde están. Lo averiguaremos enseguida, están en un convento el último día de un retiro espiritual. Primer giro de guión. Cuando nos quedamos con Ainara, descubrimos poco a poco quién es esta chica de rasgos suaves y mirada limpia, su entorno, sus deseos, sus amigos, su familia. Entonces, ¿va de un coming of age de Ainara en un momento decisivo de su formación? Sí y no. Porque ahí el guión vuelve a descolocarnos con una secuencia tan extraña como espiritual, tan mágica como física. Ya estamos instalados en el hueso de la historia. Ainara quiere ser monja. Su padre no lo entiende, pero se ve incapaz de impedírselo, sus amigos confían en ella. Solo su tía Maite, la más racional, se opone rotundamente. Y fracasa. No porque Ainara triunfe (yo no estoy segura que sea un triunfo su decisión) pero si porque no sabe encontrar el camino para darle a su sobrina herramientas e ideas que contrarresten lo que ella llama su vocación. Alauda hace un film de una belleza austera, de tonos ocres, de cantos corales. Una película que bebe en Bresson para la sobriedad y desnudez de su puesta en escena y en Rossellini para el humanismo espiritual de su personaje. Los domingos suelen ser días con mala prensa, aburridos, familiares, con compromisos. Es el día de la semana que hay que llenar con algo y ese algo no siempre es algo que nos guste o nos interese. Yo he escogido los domingos para publicar este blog. Es mi manera de decir que los domingos se puede hacer lo que se quiera. Como Ainara.

 


Maspalomas, José Mari Goenaga, Aitor Arregui

Maspalomas se estrenó en el Festival de Donosti y allí ganó la Concha de Plata al Mejor Intérprete para José Ramón Soroiz. En Sanse no la vi, tampoco en su estreno hace casi un mes. Pero la he recuperado hace un par de días y he comprendido porque gusta tanto. La primera secuencia nos descoloca, una playa, hombres desnudos, encuentros fortuitos en la maleza, la atmósfera de El desconocido del lago. Solo que este no es un desconocido, Vicente es un hombre mayor, un homosexual de la tercera edad. Los primeros minutos de la película transcurren en Maspalomas, el paraíso gay, la orgía de los cuerpos desnudos y libres. Vale, va de eso. Pues no. Porque la historia da un giro inesperado y entramos en otra película. Vicente, el viejo gay de Maspalomas, ya no está en paraíso de la playa y los hombres desnudos, está en el infierno de la enfermedad y el encierro. Pero esta no es una película pesimista o victimista o triste, porque aquí, en este viejo/nuevo mundo donde Vicente oculta su condición de homosexual, encontrará algo que nunca había tenido: amigos, sobre todo un amigo, y se dará cuenta de que también puede tener relaciones con hombres que no pasen por el sexo. Con esto la película ya habría cumplido una función, pero aun dará un nuevo giro que llevará a Vicente a acabar en Maspalomas otra vez. Pero ni él, ni el mundo, es ya el mismo. Lo mejor del film de los directores de la preciosa Loreak, es que a pesar de mostrar espacios y situaciones duras, nunca caen en la sordidez o el envilecimiento. El film es brutalmente luminoso en Maspalomas, y suavemente luminoso cuando acompaña a Vicente en su encierro. Incluso se permiten crear el personaje de Xanti, el contrapunto perfecto para que Vicente encuentre el camino de la reconciliación. Una lección de dignidad.

(Esta semana se estrena Frankenstein de Guillermo del Toro. No he podido verla, cuando se estrene en Netflix hablaré de ella. Aprovecho para recodar que Un fantasma en la batalla, de Agustín Díaz Yanes y Una casa llena de dinamita, de Kathryn Bigelow, ya están en la plataforma de la N).

El regalo de esta semana es un cuadro que me gusta mucho. Una abadía en la que Ainara sería feliz.



 

 

sábado, 18 de octubre de 2025

LIMPIAR

 


Un simple accidente, Jafar Panahi

Siempre he pensado que el humor y la ironía son herramientas mucho más eficaces para denunciar situaciones de injusticia y de abuso. El verdugo de Berlanga sigue siendo, sesenta años después, el mejor alegato contra la pena de muerte. Algunos documentales sobre el mismo tema, han caído en el más oscuro de los olvidos. Por eso me gusta mucho el cine de Jafar Panahi. El director iraní nunca es victimista, nunca es revanchista, nunca es acusador y sin embargo deja muy claro que es una víctima, que se venga de sus torturadores con su cine, y que los acusa al ridiculizarlos. Su última película, Un simple accidente, con la que ganó la Palma de Oro en Cannes, es un buen ejemplo de su estilo. Acostumbrado desde hace muchos años a rodar en condiciones muy complicadas, (sin salir de casa, en el interior de un taxi) Panahi aprovecha la posibilidad de rodar en exteriores para hacer una película clandestina entre amigos y con una camioneta como espacio fundamental de la historia. Todo empieza con un simple accidente en un coche donde viajan un hombre, su mujer y su hijo. Cuando el hombre lleva el coche al taller, el encargado le escucha andar y eso despierta en él un recuerdo muy doloroso. Esa es la forma de andar del torturador que casi acaba con su vida. Pero, ¿es el mismo hombre? Ante la duda, decide secuestrarle y buscar a  viejos compañeros de tortura para intentar saber si es o no es su temible y odiado torturador.  Este es el punto de partida de una película que es más berlanguiana que loachiana, con algunos toques de hermanos Marx y mucha ironía. Pero esta ironía y este humor, que provoca incluso la risa, no esconde nunca que estamos hablando de un torturador inhumano al servicio de un régimen más inhumano aún. Lo que sucede en el film y sobre todo en su tercio final, merecen la palma de oro que le otorgaron en Cannes. Berlanga y Azcona la habrían aplaudido.

 


La cena, Manuel Gómez Pereira

Humor, ironía, caricatura incluso, es lo que utiliza Manuel Gómez Pereira en La cena, película que adapta la obra de teatro La cena de los generales de José Luis Alonso de Santos, escrita en 1998 y estrenada diez años mas tarde. Sorprende que no se haya llevado al cine mucho antes esta sátira política que pone en escena una situación grotesca. Dos semanas después de acabada la guerra civil, Franco expresa su deseo de cenar en el Palace con sus generales para celebrar la victoria. Inmediatamente se pone en marcha el operativo cena al mando de un joven teniente superado por los acontecimientos. En primer lugar el hotel es ahora un hospital de campaña. Hay que recolocar a todos los enfermos para habilitar el comedor. En segundo lugar todos los cocineros del Palace están en la cárcel por rojos. Habrá que sacarlos y traerlos en un tiempo récord. Genaro, el exquisito maitre del hotel, está decidido a que la cena sea un éxito, mientras el joven teniente va solventando los problemas que surgen, en especial la presencia autoritaria de un falangista bastante insoportable. Reírse de Franco, del franquismo, de los militares, darles el poder a los cocineros y al maitre y tejer una alianza inesperada con el joven teniente, es el meollo de esta divertida comedia que no quiere ser más que eso: una comedia, pero que acaba siendo algo más, una desmitificación de un momento histórico. Nota aparte merecen los actores: Alberto San Juan está perfecto en su encarnación del maitre, Mario Casas tiene la ingenuidad y animalidad justa para el joven teniente y Asier Etxeandia hace un falangista detestable. Pero para mí el gato al agua, o a la sopa, se lo llevan Elvira Mínguez, una roba escenas indiscutible, la joven Nora Hernández y la borrachina Carmen Balagué. Abstenerse los que buscan películas serias sobre temas serios.

 

EL RINCON DE LA PLATAFORMA

Limpia, Dominga Sotomayor Netflix

Casi tan clandestinamente como el rodaje de Panahi, y sin darle ningún tipo de cobertura, Netflix ha estrenado Limpia, de la chilena Dominga Sotomayor. A veces no entiendo a las plataformas. Venden a los cuatro vientos series y películas insulsas y dejan pasar un film como este. Si la comedia es el mejor medio de ser efectivos en la denuncia de los abusos, el melodrama también es un buen instrumento. En este sentido Limpia es un ejemplo impecable. En el Chile de ahora mismo, una pareja de jóvenes profesionales, ambos blancos y con ideas progresistas, tienen contratada a tiempo completo una criada para todo, Estela, una mujer indígena que se ocupa sobre todo de cuidar a su hija pequeña Julia, para la que ninguno de los dos parece tener tiempo. En esa casa lujosa, se establece muy claramente las clases sociales y los deberes y derechos de cada uno. De todos menos de la niña que lo único que sabe es que no quiere aprender a nadar porque es la mejor forma que encuentra de rebelarse contra sus padres. Tampoco quiere prescindir de Estela, ni siquiera cuando la criada recibe una terrible noticia. Se trata de un film tranquilo, de silencios, de miradas, de escuchas, de emociones contenidas, que funcionan muy bien para desenmascarar entre otras cosas, la doble moral de tantos profesionales que se consideran de izquierdas pero en su vida cotidiana se comportan de una manera muy poco moral. Limpia merecería no pasar desapercibida en medio del marasmo de estrenos en plataformas.

 Hablar de Limpia me ha hecho pensar en un pequeño ciclo de películas de criadas y señores que podría empezar con Diario de una camarera de Luis Buñuel, seguir con Ceremonia sangrienta de Claude Chabrol, Roma, de Alfonso Cuarón, Calladita de Miguel Faus y acabar con la serie La asistenta con Margaret Qualley. 

El regalo de esta semana es una silla bonita, se puede usar como se quiera.



 

 

 

sábado, 11 de octubre de 2025

JUEGOS PELIGROSOS

 


Jugar con fuego, Delphine y Muriel Coulin

Jugar con fuego es lo que hace Fus, el hijo mayor de un sindicalista de izquierdas fascinado por los movimientos de extrema derecha. Fus ha crecido en un entorno progresista, su madre murió y su padre ha sacado adelante a sus dos hijos. Pero mientras el pequeño, Louis sigue un camino claramente establecido, el mayor Fus, se ha ido distanciando de las enseñanzas de su padre, atraído por los cantos de sirena de la extrema derecha. Es un fenómeno más habitual de lo que nos gustaría reconocer. Sobre todo entre los chicos, más que entre las chicas. Un contexto de precariedad económica, la frustración respecto al futuro, la sensación de marginalización en una sociedad que los culpabiliza sin saber porqué, ha provocado en muchos adolescentes un rechazo a los valores humanistas y de progreso conquistados a lo largo de mucho tiempo. Eso, unido a una lógica revuelta contra la ideología de los padres, que se produce en igual dirección haciendo hijos de izquierdas de padres de derechas, como hijos de derechas de padres de izquierdas, es lo que lleva a una situación insostenible a esta familia donde el padre, Pierre, se pregunta en qué ha fracasado. Una pregunta que se deben hacer muchos padres en toda Europa al ver como sus hijos votan a la extrema derecha nacionalista de sus países. Jugar con fuego está basada en una novela de Laurent Pettimangin que las hermanas Coulin han llevad a su terreno. El terreno de las contradicciones y la incertidumbre. Dos de sus películas anteriores, La escala y La vida de Charlotte Salomon, se pueden ver en Filmin. Las dos son muy interesantes, sobre todo para comprobar el salto que han dado estas directoras francesas con Jugar con fuego, un film que va de la denuncia al melodrama, de la advertencia del peligro, al malestar por la forma de solucionarlo. Si hay solución, cosa que ellas, las directoras no tienen claro. Pierre, el padre, sabe que ha perdido la batalla y yo, yo me pregunto qué responsabilidad tenemos todos en que se haya llegado a este extremo.

 

Una casa llena de dinamita, Kayhryn Bigelow

También juegan con fuego los protagonistas de la última película de Kathryn Bigelow. Un fuego mucho más destructivo y violento, el fuego que acabará con el mundo: la guerra nuclear. Siempre me ha gustado Kathryn Bigelow, desde Acero azul, una de las primeras películas con una mujer policía, hasta Días extraños o Le llamaban Bodhi. Pero donde esta mujer poderosa y única ha sabido conquistar el terreno de los hombres/directores es en el cine de acción, de guerra, político. Ya sea En tierra hostil, un ejercicio de tensión dramática sostenido en las calles de una ciudad iraquí, La noche más oscura, donde nos contaba cómo se llegó a matar a Osama Bin Laden en un film de espionaje de una violencia contenida y seca, o en Detroit, ambientada en los graves disturbios raciales que asolaron la ciudad en 1967, Bigelow mantiene el pulso del mejor cine del género. Una casa llena de dinamita, sigue la estela de su cine político, pero lo hace de una manera más sutil, más subterránea. La premisa del film es muy clara: es una mañana cualquiera para los que trabajan en la seguridad del mundo, pero no lo será por mucho tiempo. Un misil balístico intercontinental de origen desconocido, surge del Océano Pacífico y se dirige hacia Estados Unidos. Tienen 19 minutos para interceptarlo antes de que colisione con la ciudad de Chicago y mate a 10 millones de americanos. Son los 19 minutos más largos y angustiosos que se puedan imaginar. Un guión milimétrico nos coloca en esa mañana en distintos escenarios: una base de misiles en Alaska desde donde se lanzará un contra misil para destruir el misil; la sala de crisis de la Casa Blanca donde viven con desespero esos minutos en un diálogo con un panel de televisiones donde los distintos políticos y militares intentan encontrar una solución. Este fragmento se llama Inclinación plana, un término militar que describe el punto sin retorno en el que un misil no puede ser interceptado. Cuando la pantalla se funde a negro, volvemos al principio de ese día aparentemente normal para vivir como si fuera el día de la marmota del fin del mundo los mismos 19 minutos, pero desde otra perspectiva. Los personajes protagonistas de este segundo capítulo, fundamentalmente un joven director adjunto, convertido en pieza imprescindible del desarrollo de la acción por una carambola y un militar del ala más dura del ejército, llenan algunas de las lagunas que habían quedado en el relato anterior, para llegar a la misma conclusión: fundido en negro del capítulo que se llama Interceptar una bala con otra bala. El tercero vuelve al origen de ese día, pero ahora estamos con el Presidente de los Estados Unidos que hasta ese momento solo era una voz en una pantalla sin imagen. Es él el que pronuncia la frase que da nombre al fragmento y a la película: vivimos en una casa de dinamita. Bigelow nos ha mantenido pendientes de la historia sin dejarnos respirar, sin darnos una coartada a la que agarrarnos, forzándonos a imaginar el día después. Y en el camino nos ha mostrado como la supuesta seguridad del mundo no es tan segura como parece, que las personas que están encargadas de mantenerla son tan humanas como cualquiera, que las máquinas a veces fallan aunque hayan costado 50.000 millones de dólares. En definitiva, que todo pende de un botón mal cosido que puede apretar el primero que decida lanzar un misil nuclear provocando la guerra total. Nunca se sabe si son rusos, chinos, coreanos, ¿los halcones americanos? En realidad, para lo que nos está contando Bigelow, da igual quien es el enemigo, porque el enemigo real está en la respuesta que se dé a ese ataque. Como dice uno de los personajes cuando el presidente, sumido en dudas insoportables sobre la decisión que debe tomar, le pregunta que piensa: solo hay dos opciones: rendirse o suicidarse. Una película que te mantiene pegado a la butaca y al salir mantiene tu mente despierta haciéndose miles de preguntas. Una casa llena de dinamita se estren en cines esta semana, y en Netflix el próximo 24 de octubre.

 


Un premio importante. La mirada femenina para Filmtopia

Siempre que alguien recibe un premio que me parece justo me gusta reconocerlo en este blog. En este caso es una satisfacción múltiple, porque el Premio La mirada femenina del Festival Internacional de Cine de Comedia de Begur Costa Brava, ha sido para Filmtopia, la web dedicada al cine hecho por mujeres que desde hace un año y medio dirige Marta Armengou y en la que trabajamos un grupo de redactoras y colaboradoras. Entre todas hemos construido un instrumento de memoria, de presencia, con entrevistas, críticas, estudios. Que este trabajo se reconozca es algo que te recompensa de muchas horas de dedicación. Este es el primer premio que tiene Filmtopia  y esperemos que no sea el último. La mirada femenina es un premio “que quiere destacar aquellos proyectos que contribuyen a hacer visible el talento de las mujeres dentro del mundo del cine”. Marta Armengou ha expresado muy bien lo que significa este premio: “Recibir ese reconocimiento es, para nosotras, un honor profundo y también una responsabilidad. Filmtopia nació hace sólo año y medio con la voluntad de amplificar las voces femeninas y diversas en el sector audiovisual, de generar conocimiento crítico y de crear espacios para la reflexión y el descubrimiento. En ese tiempo, hemos ido tejiendo una comunidad que cree en un cine más inclusivo, abierto y transformador.” A mí solo me queda dar las gracias al Festival de Begur, y sobre todo a Oti Rodríguez Marchante y Santiago Lapeira, sus programadores, y a Clara Dato su directora.

Conocer este festival que se realiza en un pequeño pueblo de la Costa Brava, me lleva también a una reflexión sobre lo importantes que son los festivales locales que se realizan en poblaciones alejadas del centralismo de las grandes capitales. Los festivales locales son de una enorme utilidad, sirven para crear público, permiten conocer películas que difícilmente se verán de otra manera (las plataformas no lo tienen todo), atraen a figuras del mundo del cine a lugares donde jamás irían. Son espacios para fortalecer el orgullo de pertenencia. A mí me gustan mucho estos festivales, sobre todo los que saben crecer poco a poco y son conscientes de sus limitaciones, del techo de cristal que no deben intentar romper porque lo que se rompería serían ellos. En estos festivales se puede ver cine, pero también se puede charlar, conocer a gente distinta, hacer amigos. A lo largo de mi vida he colaborado con algunos de estos festivales, el Clam de Manresa, el Memorimage de Reus, y sé lo importantes que son. Por eso me siento muy contenta de que el Premio La mirada femenina nos lo hayan dado en uno de estos espacios de convivencia como es el Festival de Begur. Un festival que, además, ha escogido como eje central de su programación La Comedia, con mayúsculas. Mucha suerte a ellos y a todos los demás festivales. Y gracias de nuevo por ser los primeros en reconocer el valor de Filmtopia. https://filmtopia.net este es el link a la página por si alguien tiene curiosidad de ver por qué nos han dado este premio.

El regalo de esta semana es  una casa que no está llena de dinamita



viernes, 3 de octubre de 2025

EXTRAÑEZAS

 



Estrany riu/Extraño río, Jaume Claret Muxart

No sé que tiene el agua para ligar tan bien con historias de adolescentes. Tampoco sé que tiene le agua para ser un escenario poético y mágico de historias homosexuales. La verdad es que no sé que tiene el agua para ser tan fascinante siempre. En el cine y en la vida. Soy capaz de quedarme horas viendo un rio, o en la orilla de un lago en la montaña. Ríos, lagos, cascadas, agua dulce. El mar es otra cosa. El agua dulce, el agua en contacto con la tierra evoca sensualidad, calidez, acompaña en su misterio de ondinas; el agua en el mar es fría,  peligrosa, atrae como el abismo profundo que esconde las criaturas más desconocidas. El mar me gusta para nadar; pero prefiero un rio o un lago para vivir. El río es una imagen de movimiento, de crecimiento, de cambio constante. Y más si es un río como el Danubio tan cargado de paisajes y de historia. Que sea el Danubio el extraño rio que escoge Jaume Claret para contar la historia de Didac, añade un plus con su grandeza y su serenidad. El Danubio es azul como los ojos de Didac y es oscuro como los ojos del desconocido del rio. Por sus orillas circulan en bicicleta una familia catalana, padre, madre, tres hijos. El mayor, Didac, tiene 17 años y empieza a crecer como el rio. Empieza a explorar como el río. Y encuentra un ondino, un ser del río que le atrae y le lleva a adentrase en la sensualidad. Lo que vive o imagina o sueña Didac, nunca entra en conflicto con sus relaciones  con esa familia que viaja en bicicleta de camping en camping. Porque no se trata de enfrentamiento, se trata de descubrimiento y todos, en uno u otro momento de nuestra vida, hemos soñado, imaginado o encontrado una ondina o un ondino que nos coja de la mano. Estrany riu fue una de las sorpresas de Venecia y de San Sebastián. Una película suave y aterciopelada como el agua del rio. Vale la pena apuntarse el nombre de este chico de 27 años: Jaume Claret Muxart.

 


Un fantasma en la batalla, Agustín Díaz Yanes

Hay temas que se repiten en muchas películas. Recuerdo la coincidencia de los dos Colones en 1992, o de las dos amistades peligrosas, ambas películas coincidentes en el tiempo. Pero también hay temas que se revisan periódicamente con lecturas que cambian en función del momento social o histórico. Es un fenómeno común y muy enriquecedor del cine. Porque demuestra que una película no es su argumento, su historia, sino como la cuenta y la mira un director (o directora). Es lo que ha pasado con la nueva película de Agustín Díaz Yanes que llevaba ocho años sin dirigir. Reconozco que fui a verla sin saber nada de su argumento, fui por él, Díaz Yanes siempre me ha parecido un gran guionista y un buen director. Y me encontré con Amaia, la infiltrada en ETA que había conocido con la película de Arantxa Echevarría. Mi primera reacción fue, “esto ya lo he visto”. Muy rápido me di cuenta de que lo que había visto era la misma historia, pero estaba ante una película completamente diferente. Eso es lo mejor. Amaia es una joven guardia civil, Susana Abaitúa en el  fantasma, Carolina Yuste en la infiltrada; Andrés Gertrúdix es su superior, el que la infiltra, en el fantasma, el mismo papel de Luis Tosar en La infiltrada. Los cuatro viven en la clandestinidad y el miedo, los cuatro tienen una misión. Hasta aquí lo que es igual, porque la manera como Díaz Yanes se acerca a esta historia es desde la introspección, la soledad, el silencio, sin emoción, con una sequedad en los actos que los hace más terribles, introduciendo los archivos documentales en la narración. El fantasma Amaia se centra en una operación de amplia resonancia en la lucha contra ETA, la infiltrada Amaia, era más activa y  resolutiva. Los secundarios que acompañan al fantasma Amaia en esta película son menos esquemáticos y más peligrosos que los de la infiltrada: la directora de la Ikastola que hace Iraia Elias, el adusto y desconfiado etarra de Raúl Arévalo, la dura e implacable líder que asume Ariadna Gil. Que esta película se haya programado en el Festival de San Sebastián en Sección Oficial sin que se haya producido ningún incidente, dice mucho del sutil cambio de actitud que se está produciendo en Euskadi en la relectura de su historia reciente. ETA es una fuente inagotable de historias a las que hay que volver una y otra vez, con puntos de vista divergentes para que nunca se olvide lo que fue vivir en  España en los años de plomo.

El regalo de esta semana es un estrany/extraño río.





sábado, 27 de septiembre de 2025

UNA SEMANA DE OTOÑO

(Una pequeña explicación a las fotos que ilustran este texto. Me he pasado nueve días en lugares cerrados, en interiores: viendo cine, escribiendo, haciendo entrevistas, comiendo de vez en cuando. Por eso las fotos que acompañan mi semana de otoño son de Interiores)


Ha terminado el festival de San Sebastián que hace el número 40 en mi cuenta particular. No paro de constatar el tiempo que ha pasado desde que estoy metida en este sarao del cine. A veces pienso que debería parar, pero reconozco que hay algo adrenalínico que me impulsa a seguir yendo a Donostia: la gente, encontrarme con viejos amigos, hacer entrevistas, ver películas. Esto último es para mí lo menos atractivo. Porque las películas se acaban viendo en un sitio o en otro (si merecen ser vistas), pero la gente que encuentras y entrevistas, solo pasa una vez. Un festival es sobre todo CINE, por eso he seleccionado entre todo lo que he visto, bueno, buenísimo, malo, malísimo, nueve títulos que me han dejado una huella.



 

1-ORWELL 2+2-5, de Raoul Peck

Una gran película política. No es un documental, no es una ficción. A partir de la vida de George Orwell, y utilizando materiales originales y películas de ficción, se cuenta su evolución y su tremenda actualidad. El paralelismo de sus palabras en 1949 con lo que está sucediendo ahora mismo, es impresionante. Peck lo ilustra, no lo enfatiza, no hace falta. Lo que me impresiona más no es lo que cuenta de Ucrania, Estados Unidos o Birmania. Lo que me impresiona más, es constatar la cantidad de regímenes totalitarios que hay en el mundo, no todos de derechas, y darme cuenta de cuántas de las cosas que se exponen en esta lección de historia, están sucediendo ahora mismo en España. Una película que debería ser de obligada enseñanza en las escuelas y que deberían ver todos los miembros de cualquier gobierno.


2-NOUVELLE VAGUE, de Richard Linklater

La película más feliz que se ha hecho nunca sobre un momento tan importante y definitivo del cine como fue el nacimiento de la Nouvelle Vague. El rodaje de A bout de soufle en la mejor época de los chicos de Cahiers, cuando todavía eran amigos y no habían empezado a acuchillarse unos a otros, es la excusa para mostrar que se puede hacer cine sin saber nada de como se hace y disfrutando. Con excelentes caracterizaciones de los actores, no solo físicas, sobre todo emocionales, es un placer reencontrarse con mitos del cine moderno haciendo literalmente lo que les da la gana. Un divertimento estupendo que te estimula a ver o revisar la mítica película con una mirada libre de mitomanías.


3-AMÉLIE ET LA MÉTAPHISIQUE DES TUBES, Maïlys Vallade, Liane-Cho
Han

Una delicia. Amélie es Dios y Dios es un tubo que come y expulsa, observa y decide que no vale la pena comunicarse con nadie. Amélie es un bebe que a los dos años y medio descubre el placer y a través del placer, descubre que la vida puede ser muy divertida. Basado en una novela falsamente autobiográfica de Amélie Nothomb que acaba diciendo “Luego ya no volvió a ocurrir nada más", Amelie es un precioso film de animación que sublima el dibujo japonés de Miyazaki, el dibujo belga de línea clara y la delicadeza de las acuarelas. Un regalo para niños y adultos.

4-UN SIMPLE ACCIDENTE, de Jafar Panahi

Panahi sigue siendo el gran maestro en filmar historias clandestinas en un solo espacio y con muy pocos elementos, un taxi, una casa, o una camioneta. En la última película que le ha valido ganar la Palma de Oro del Festival de Cannes, el director iraní se adentra en una historia tenebrosa de venganza, sin perder el sentido del humor y la ironía. A veces berlanguiana, siempre Azcona, con unos toques de los hermanos Marx, el descubrimiento de un antiguo torturador lleva a sus víctimas a secuestrarlo y….(no cuento más). Panahi es la prueba de que no hace falta ponerse trágico, ni victimista, para contar las humillaciones de un régimen miserable y la dignidad de unas gentes que lo soportan como pueden.

5-LOS DOMINGOS, de Alauda Ruiz de Azúa

-La tía Maite es la única sensata en esa casa;  la tía Maite es una intolerante que cree que es la única que tiene la razón.

-El padre está superado por la situación: el padre se la quiere sacar de encima.

-La monja la manipula sin que ella se dé cuenta; la monja la deja elegir libremente.

-A los17 años nadie sabe qué hacer en su vida; a los 17 años eres ya una persona adulta.

-Lleva años manipulada por la religión; lleva años viviendo en un caos y necesita un poco de orden en su vida.

-Tiene fe;  tiene miedo.

-¿Qué harías tú si tu hija te dijera que quiere….?

Son algunas de las cuestiones que se han debatido en comidas, cenas, pinchos o colas. Los domingos provoca la discusión. Ya sólo por eso vale la pena. Pero además, es una gran película.


6-EL ÚLTIMO ARREBATO, de Marta Medina y Enrique López Lavigne

El que no se dejé arrebatar por Arrebato, no entenderá el arrebato de este arrebato que seguramente no será el último porque Arrebato seguirá arrebatando a los que sientan que el cine es arrebato. Película maldita que sigue chupando los fotogramas de los arrebatados. (Perdón por ser un poco arrebatada)

7-HISTORIAS DEL BUEN VALLE, de José Luis Guerín

Historias del buen narrador, del buen observador, del guía de la caravana. Mirar, escuchar, ponerse al nivel de los ojos, conjugar las distintas lenguas incluida la de las plantas, las diferentes músicas, incluida la del agua, reivindicar una isla de singularidad en medio del uniforme paisaje urbano. Porque la vida está llena de voces, de colores, de agua que corre. Vallbona, un pequeño barrio de la periferia de Barcelona, es una anomalía urbana un SI lugar lleno de vida. Guerín la capta sin manipularla con una mirada limpia de ideas  preconcebidas. Cada uno saca sus propias conclusiones. 


8-LA TOUR DE GLACE, de Lucile Hadzihalilovic

La reina de las nieves de H.C. Andersen,  encarnada en una Marion Cotillard fría por fuera, cálida por dentro; cuento de hadas en un plató de cine de los años sesenta; nieve falsa que cae de un cielo de forillos. Las imágenes maravillosas que consigue esta directora francesa evocan un mundo que no se parece a nada. Una de las películas más bonitas del año.


9-RONDALLAS, de Daniel Sánchez Arévalo

!Qué gusto da encontrarse con una película feliz! Y eso que lo que se cuenta en Rondallas, nace de una tragedia, el naufragio de un barco que deja a una pequeña aldea pesquera gallega sumida en la tristeza. Pero la rondalla es capaz de volver a sacarlos adelante, volver a ilusionarlos y volver a hacer que suene la música en sus plazas. Con un humor subterráneo pero muy eficaz, actores que se sienten cómodos en sus personajes, y la colaboración de las gentes del pueblo, Sánchez Arévalo hace una película que invita a bailar. 

Me doy cuenta de que entre las nueve películas que he escogido como las que recordaré de este festival hay cuatro españolas. Me parece bien. Ha habido más películas que me han gustado, iré hablando de ellas cuando se estrenen.

Para compensar tanto encierro, el regalo de esta semana es una nube de Barcelona que me mandó Ramon uno de los días que estaba en San Sebastián.



 

jueves, 18 de septiembre de 2025

¡1000 ENTRADAS!

 


¡Mil entradas! Me da vértigo escribirlo, me da vértigo pensarlo. Esta entrada es la número 1000 de este blog que nació simplemente para comentar las películas que me gustan y hablar de las gentes que me interesan y quiero. ¡16 años! La vida de un adolescente, el paso de la juventud a la madurez, la vejez. Tantas cosas han pasado en estos 16 años, en estas 1000 entradas. El mundo es otro, el lejano 2010 parece de otra era. ¡Cuántos amigos han desaparecido! ¡Cuántas películas he visto! Yo no soy la misma, mi país no es el mismo, el mundo no es el mismo. No sé si estamos mejor o peor, pero lo que sí sé es que somos todos diferentes. Sin quererlo, este blog se ha convertido en una crónica del cine de estos años, de la vida de estos años, incluso de un poquito de la historia de estos años. Y ahí está, a mi alcance y al de cualquiera que tenga curiosidad o ganas de leerlo. Y de buscar algo en sus entradas que son sus entrañas. Siempre he dicho que lo que quería era llamar la atención sobre algunas películas (o libros o cosas) que no necesariamente se tenían que ver o leer en ese momento. La ventaja de las Plataformas es que casi todo se acaba viendo en una u otra. Y las pelis, aunque no vivas en Barcelona o Madrid o no vayas a los festivales, se acaban viendo. Estoy contenta y animada a seguir. Porque este blog es para mí un refugio donde hablar y pensar sin cortapisas y porque me sirve como puente (invisible), con un montón de gente que me lee de vez en cuando y de esa manera “habla” conmigo. A partir de la semana que viene la entrada 1001¡¡¡

Y para celebrar mis 1000 entradas dos películas bonitas, felices, esperanzadas y ligeras.

 


Mi amiga Eva, Cesc Gay

Esta No es la última película de Cesc Gay, acaba de rodar otra que aun se está montando. Pero si es la primera de una nueva etapa Cesc Gay. O al menos eso es lo que me parece. Mi amiga Eva es una película feliz, optimista, que mira al futuro. Una historia sin represiones ni miedos, valiente porque lo que hace Eva no es fácil. No es fácil renunciar a una vida ya establecida y plácida, a una rutina complaciente, aunque poco emocionante. No es fácil decir: quiero otra cosa y ser capaz de hacerlo. Tampoco es fácil que tu entorno lo entienda, lo apruebe y te ayude. Eva lo hace, Cesc lo hace. Porque Eva es un Cesc de pura cepa, pero es una cepa mejorada, más sutil, con muchos aromas: aromas de cotidianidad, el catalán y el castellano usados con la normalidad con la que lo hacemos en Barcelona; aroma de amistad entre Eva y sus amigas, entre Eva y su marido Víctor; aroma de independencia sin que eso signifique estar sola; aromas de amor, mucho amor. Eva quiere enamorarse, no es que no quiera a Víctor, es que se quiere a ella misma y por eso se quiere enamorar. Y ahí está Roma la ciudad donde al amor se le da la vuelta. AMOR es ROMA. Me gustaría mucho ser amiga de Eva y me gustaría mucho tener amigas como Eva.

 


Las delicias del jardín, Fernando Colomo

Las delicias de Colomo son pequeñas, escurridizas, visuales. Son más delicatesen que delicias. Colomo tiene casi 80 años y lleva 50 haciendo cine. Con estos números se podría pensar que Colomo es un viejo, un anciano. Pues no, lo siento. No lo es. Colomo es un señor que hace lo que le da la gana. Se ha ganado ese derecho. Y lo que le da la gana es hacer una película con su hijo Pablo que sea a la vez, reencuentro, divertimento, publicidad para la obra pictórica de su hijo y un ajuste de cuentas con la modernidad mal entendida. Con su pajarita ancien régime y sus pelos alborotados, Colomo podría ser un Woody Allen español. La ligereza de su puesta en escena y de sus diálogos se parece, pero Colomo nunca ha sido un neurótico. Es un hombre feliz y eso se nota en algunas de sus películas. En esta por ejemplo donde Carmen Machi se reserva algunas de las mejores escenas para divertirse. El punto de partida es la convocatoria de un concurso para hacer una nueva versión del cuadro de El Bosco El jardín de las delicias. Fermín, el propio Fernando, un viejo pintor abstracto que hace “pollocks”, y su hijo Pablo, un joven pintor figurativo, unen sus fuerzas para hacer una nueva versión del famoso cuadro: Las delicias de jardín es el resultado, más bien fortuito y producto de la casualidad, que le volverá a poner en el candelero. Pero quién gana la partida es una avispada influencer que se aprovecha descaradamente de ellos. Claro que eso a Fermín/Fernando no le importa mucho, porque él ha vuelto a pintar, se ha reconciliado con su hijo y vuelve a ser feliz haciendo una película tan  feliz como él.

El regalo de esta semana es  para mí. Es una foto otoñal aunque aún estamos en verano, pero muy misteriosa. La foto es de Ramon.




sábado, 13 de septiembre de 2025

A VECES


A veces pasan cosas. Unas buenas, otras no tanto. A veces veo una película que me gusta, otras veces no me gusta. A veces no veo una película (El cautivo). A veces descubro algo inesperado (bueno o malo). A veces la vida te va dando regalos o tristezas.

 


Una sorpresa: Jone, a veces, Sara Fantova

A veces las operas primas te dan sorpresas. Es lo que pasa con Jone, a veces, primera película de Sara Fantova. En realidad no es tan diferente de muchas operas primas: historia de una chica de 17 años que durante las fiestas de la Semana Grande de Bilbao, descubre el amor y se hace adulta. Lo que hace especial este film son las circunstancias en las que vive Jone. Sin madre en la que apoyarse, Jone es responsable de un padre con Parkinson que no puede trabajar y una hermana pequeña a la que tiene que cuidar. Pero este no es un drama, ni un melodrama, ni una película social o de denuncia. Esta es una historia luminosa y que mira al futuro porque a veces, ocurren cosas que te ayudan a superar lo que parece un muro infranqueable, y cuando tienes 17 años, saltar esos muros es imprescindible para crecer. Uno de los grandes aciertos del film (además del descubrimiento de Olaia Aguado, una Jone inolvidable), es el ambiente de Bilbao en fiestas, lejos del turismo del Guggenheim, un  Bilbao casi italiano aunque sea claramente norteño. Un Bilbao que apetece conocer para tropezarte con Jone.

 


Un regalo: Retrato de un cierto oriente, Marcelo Gomes

A veces se estrena películas inestrenables. Y hay que aprovecharlo. Como esta.

Marcelo Gomes es un director brasileño poco conocido, del que no se han estrenado películas suyas o lo han hecho de manera muy clandestina. También está lo hará de forma oculta. Para verla, habrá que explorar a fondo las carteleras. Retrato de un cierto oriente no es la primera película que veo de Marcelo Gomes. Le descubrí en el 2009 con la película Viajo porque preciso, volto porque te amo, una road movie misteriosa y romántica. En cierto modo este retrato de oriente es también un viaje y un amor. Un viaje de Beirut a Manaos; un triángulo de amor imposible. El blanco y negro acentúa más la época en que sucede la historia. Final de los años cincuenta. Un hermano y una hermana católicos, ella novicia en un convento, huyen del Líbano en  guerra con los musulmanes que han masacrado a toda su familia. En el barco, ella conoce a un joven musulmán. Se enamoran, pero el hermano no puede aceptar esa relación. Lo que sucede después es una historia de amor entre dos personas de distintas creencias capaces de superar sus diferencias y una historia de amor entre dos hermanos donde uno de ellos, él, es incapaz de entenderlo. Preciosa, sencilla, sin pretensiones de ningún tipo, por eso justamente es mucho más interesante en el contraste entre religiones, el catolicismo, el islam y como eje vertebrador indispensable, el animismo indígena de lo más profundo de la selva brasileña. Y algo más, un personaje marginal pero importante, el fotógrafo que lo mira todo, lo capta todo, la memoria de este viaje. Hablada en cuatro idiomas: el francés colonial del Líbano, el árabe coloquial de los hermanos, el portugués dulce de los brasileños y el ancestral manos de los indígenas, el film se convierte sin quererlo en un crisol de culturas diversas felizmente entremezcladas. Muy bonito.

 

(no es muy buena la foto, pero es el único recuerdo que tengo de JAF y Sánchez Arévalo en la ESCAC)

Una tristeza: La muerte de José Antonio Felez

A veces pasan cosas tristes. Como la muerte de José Antonio Felez, productor y amigo. La noticia me cogió desprevenida. No sabía que estaba enfermo. Hacía tiempo que no hablaba con él, pero era algo normal: Felez era un productor que se involucraba en sus proyectos y eso le hacía “desaparecer” temporadas largas. Pero esperaba verle en San Sebastián y celebrar el éxito de dos de sus “hijos de cine”: Albero Rodríguez y Daniel Sánchez Arévalo. JAF, así le llamaban ellos y a mí me dejó llamarle así cuando nos conocimos, era un productor de la vieja escuela: de la escuela de Querejeta. Es decir, un productor que no solo producía, también cuidaba a sus directores, a sus equipos. Y a los críticos. Yo le conocí cuando trabajaba en el Festival de Berlín como delegada en España para la selección. JAF, Felez, formaba parte de esos productores que te lo ponían todo fácil, proyecciones, información, pero nunca te presionaba para saber qué opinabas, qué pensabas, ni te agobiaba preguntando ¿sabes algo? Felez era un señor con todo lo que eso significa. Estaba detrás de las carreras de algunos de los directores de cine español más importantes del siglo XXI a los que apoyó y ayudó desde el principio, dejándolos crecer cada uno en su estilo, siempre a su lado: Alberto Rodríguez, Santi Amodeo, Sánchez Arévalo. Le conocí en el 2009 cuando nos enseñó After y nos hicimos amigos. En el 2012 nos presentó Grupo 7. Recuerdo como nos impresionó esa película y lo que peleamos para que estuviera en Berlín, sin conseguirlo. Fue una de mis decepciones con la Berlinale que no supo darse cuenta del potencial de aquel productor, aquel director y aquella película. Desde entonces mi relación con él fue desde la crítica, donde siempre respetó mis criterios y mis puntos de vista. En abril del 2011, Felez y Daniel Sánchez Arévalo estuvieron en la ESCAC dando una charla sobre la relación productor/director en unas jornadas que yo organizaba. En estos momentos en que seguro todos sus “hijos de cine” y sus “hijos de vida”, deben estar echándole de menos, quiero recordar ese día, uno de los mejores de mi etapa en la ESCAC: “El diálogo entre José Antonio Felez, productor y Daniel Sánchez Arévalo director, permitió comprobar cómo un director que empieza y consigue establecer una complicidad absoluta con su productor, puede construir una carrera sólida y continuada como la suya. Aunque ahí estaba Felez para contar que las cosas han cambiado y que una película como Azuloscurocasinegro, ahora no sería fácil de hacer. La producción de cine en España está evolucionando y ya no se puede contar con financiación para según qué películas. Felez dio una lección de producción y a pesar del pesimismo, ofreció soluciones para superar el momento presente.” Es evidente que encontró soluciones ya que, si su filmografía como productor hasta entonces era espectacular (El Bola, Astronautas, 7 vírgenes, Azuloscurocasi negro, Gordos, After…), la filmografía desde 2011 hasta ahora mismo no lo es menos (La isla mínima, Diecisiete, La peste, Las de la última fila…).  José Antonio Felez era un referente, un amigo. Voy a echar de menos no cruzarme con él en San Sebastián, y no poder compartir momentos como el que él me recordaba en un mail: “Con todo, me gustó más verte en Donosti. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos. Estás estupenda. Yo te sigo cada semana en tu blog. Un fuerte abrazo y espero volverte a ver pronto.” Nos veremos JAF, cada vez que vea una película tuya. 

El regalo de esta semana  es una foto, porque a veces el cielo también te da regalos