sábado, 26 de abril de 2025

ACOMPAÑAR

 




El último suspiro, Costa Gavras

Cuando una película hecha por alguien joven trata del tema de acompañar a un enfermo que muere, Los destellos, de Pilar Palomero, Polvo serás de Carlos Marqués-Marcet, creo que responde a un deseo de cubrir el vacío que dejó la pandemia cuando tanta gente murió sola. Pero cuando es un hombre de 90 años el que se acerca a este tema, creo que los motivos son otros. Costa Gavras tiene 92 años y en su última película, nos permite asomarnos a un deseo más que otra cosa. El último suspiro es una especie de testamento vital de un director que sabe que el final no está lejos, pero aun tiene la energía de ponerse al frente de un rodaje y hacer un film lleno de ternura, reflexión, pensamiento y acompañamiento. El último suspiro adapta libremente un libro de conversaciones entre Régis Debray y Claude Grange, Debray un pensador, Grange, un cuidador. Todo sucede en una clínica de cuidados paliativos en la que se ayuda a los enfermos y a las familias, a pasar un trance inevitable, pero que no tiene porque ser traumático. Augustin Masset es el médico, Fabrice Toussaint, es el escritor, uno y otro están encarnados en la inmensa humanidad de Kad Merant (el médico) y el falso cinismo de Denis Poladydès (el escritor). Con una gran serenidad e incluso con bastante humor, los acompañamos mientras acompañan a sus pacientes entre los que está Ángela Molina, que al ritmo que va tendrá un máster en aprender a morir dignamente. 

 

Todo lo que no sé, Ana Lambarri

El cine español hecho por mujeres, y creo que el cine en general hecho por mujeres, está cambiando lentamente de eje central en sus temas. Siguen siendo historias pequeñas, cuestión de presupuestos casi siempre, pero ya no son eso que se suele llamar “historias de mujeres”. Son historias de personas. Historias de relaciones con el mundo, de trabajo, de familia, de decepciones, de amores, de éxitos. De todo.  Eso es lo más interesante de este primer largometraje de Ana Lambarri.  Después de haberse ocupado de mujeres (problemas de mujeres) en la trilogía de sus cortos 16, 26, 36, Ana Lambarri convierte la protagonista de su primer largo en una mujer que está pidiendo a gritos que alguien la acompañe  mientras atraviesa varias crisis. La principal, una crisis laboral. Laura es programadora, es muy buena en lo que hace y lleva años intentado perfeccionar un programa que puede ayudar al almacenamiento de datos. La conocemos cuando le acaban de comunicar que suspenden su investigación. La reencontramos tiempo después, en un momento que su vida no es un lecho de rosas: Laura está trabajando en la FNAC, su padre está siguiendo un tratamiento para el cáncer, su hermana es avasalladora y dominante, tiene un medio novio con el que no quiere dar un paso definitivo y vive en una habitación que alquila a una amiga. Seguiremos al lado de Laura durante tres años en los que le pasan cosas, cosas normales que nos pueden pasar a cualquiera, cosas buenas, cosas malas, cosas tristes, algunas alegres.  Laura no es especial, simplemente es. Para mí, esa limpieza en el personaje, esa forma de narrar  sin sobresaltos, sin clímax, como la vida, es lo que más me ha gustado de este film tranquilo que te invita a acompañar a una mujer en un periodo de cambios, no convulsiones, en su vida. Estupenda Susana Abaitua como Laura.

 


Sujo, Fernanda Valadez, Astrid Rondero

Las dos directoras de Sujo son mexicanas. La película Sujo es mexicana. Pero no es una típica película mexicana. Hay sicarios, hay niños, hay mujeres que cuidan, pero no hay ni un solo lugar común.  En México, cada día aparecen noticias de sicarios muertos, hombres jóvenes asesinados. La buena sociedad mexicana suele alegrarse de eso: “un peligro menos”. Pero Fernanda y Astrid  han decidido preguntarse quién son esos jóvenes muertos, quienes son los niños y adolescentes que se entregan a la violencia y a la muerte. En qué momento se torció su vida, cuándo y por qué les falló la sociedad. Por eso miran este mundo desde otro punto de vista. Sujo es un niño pequeño cuando su padre, un sicario de un cartel en un pequeño pueblo de Guanajuato, es asesinado. Su tía Neme lo acoge y lo protege, intenta que conozca otro mundo. Sujo crece junto a sus amigos Jeremy y Jai, los tres acaban cayendo en las redes del cartel, en realidad no hay otra salida para ellos. Pero Sujo logra escapar y consigue llegar a México D.F. donde descubre que hay otro mundo posible. Un rayo de esperanza para el futuro. Fernanda y Astrid creen que existe este rayo de luz y quieren  hacerlo posible. Sujo ha tenido mucha suerte: ha encontrado tres mujeres que le han acompañado y protegido en su crecimiento. El protagonista de la película se llama Sujo, un nombre que no quiere decir nada en castellano, pero que para Fernanda, una de las dos directoras, tiene un hondo significado. Sujo y el caballo blanco, una leyenda de Mongolia recogida por Yuzo Otsuka, fue uno de sus libros de cabecera cuando era niña. Y fue en honor al Sujo mongol que el Sujo mexicano se llamó así en un extraño y bonito hermanamiento entre dos mundos distintos.

 


100 libros juntas, Marga Melià

Mas que acompañar, las cinco mujeres que protagonizan este bonito documental se acompañan entre sí y sobre todo, se dejan acompañar por los libros, esos fieles amigos que a veces decepcionan, a veces sorprenden, a veces iluminan y siempre, siempre dejan una huella. Asun, Velia, Evelyne, Mabel y Patricia, forman un Club de Lectura que celebra sus 100 libros juntas a lo largo de diez años. Son mujeres jubiladas, pero no viejas. Se encuentran cada mes para comentar el libro que han leído, aunque entre reunión y reunión, cada una de ellas devora muchos otros libros. Recuerdo que el añorado Paco Camarasa de la librería Negra y Criminal, decía que los clubes de lectura eran un refugio y un caldo de cultivo de sólidas amistades. Tenía razón. Por eso me encanta  escuchar a estas cinco mujeres que para celebrar su décimo aniversario deciden pasar un fin de semana juntas en la hospedería del Monasterio de Sant Lluc en Mallorca. Es una delicia escucharlas en sus charlass sobre todo, no solo sobre libros. Marga Melià, las observa, las admira y no puede resistirse a compartir un club de lectura con ellas. El ejemplo de estas cinco mujeres es estupendo.

El regalo de esta semana es un caballo blanco como el caballo blanco de Sujo




 

sábado, 19 de abril de 2025

SECRETOS Y UNA ALEGRÍA

 


Confidencial, Steven Soderbergh

Black Bag, Bolso Negro, estas son las palabras clave del servicio secreto inglés para lo que nosotros llamamos Confidencial o los americanos Clasificado. Son todos aquellos secretos de los que no se puede hablar, ni siquiera con tu pareja aunque también sea espía. O, quizás, por eso mismo, menos con tu pareja. Cuando al agente Fassbender, perdón George Woodhouse, le encargan averiguar quién es el topo de la agencia que está vendiendo secretos al enemigo, le dan cinco nombres entre los que está su propia mujer Blanchett, perdón Kathryn. ¿Cómo se investiga a tu mujer sin que eso afecte a un matrimonio tan perfecto como el suyo? George tiene una semana para averiguarlo. Soderbergh sigue con su peculiar revisión de los géneros cinematográficos que intercala entre películas más personales, encargos comerciales y experimentos. Alguien debería estudiar a fondo la carrera de este prolífico y ecléctico director capaz de hacer lo más raro y lo más comercial sin despeinarse los pocos pelos que le quedan. Si con Presence, el film que estrenó en 2024, revisaba el género del terror, variante casas misteriosas, sin salir nunca de la mansión encantada donde el único punto de vista que tenemos es el del fantasma, (por eso no salimos de la casa, el fantasma, pobre, no existe más allá de sus muros), en Confidencial remite al cine de espías de John le Carré en un cruce divertido y muy inteligente con Agatha Christie y quién es el asesino. Fassbender sigue perfeccionando su cara de palo como agente secreto (la misma que tiene en  La Agencia, serie de la que me gustaría hablar cuando acabe de verla) y Cate Banchett, con el pelo castaño, sigue siendo fascinante en cuanto aparece. Pero no le van a la zaga los cuatro sospechosos más un quinto inesperado que aparece por ahí. Confidencial es entretenida, corta, ¡dura 93 minutos! y muy estimulante aunque en el fondo no sea más que lo que un buen amigo definió al salir del cine como “un fabuloso juego de mesa para adultos.”

 


La viajera, Hong Sang-soo

El director coreano más francés del mundo, el Rohmer de Corea, como lo definía yo en la entrada de La cámara de Claire, vuelve a Isabelle Huppert para hacer un tercer film con ella. Viendo esta última entrega de la serie Huppert, podemos pensar que en realidad, esta viajera sin nombre es la Claire que en 2017 conocía a una actriz coreana en el festival de Cannes. Me gusta imaginar que Claire, sin su cámara pero si con sus sueños, ha ido a Corea a buscar a la triste y hermosa Kim Min-hee y, como no la encuentra, se dedica a pasear por los parques, dormitar en las rocas, tocar la flauta y enseñar francés con un método muy poco ortodoxo. Solo le falta a esta Claire sin nombre, viajar a una playa para alojarse en el hotel de Ann, la primera Huppert de Hong Sang –soo En otro país. 2012, Ann, 2017, Claire, 2024 la viajera ¿qué hará el director coreano con su criatura francesa dentro de unos años? De momento me quedo con lo que ha hecho con esta viajera tranquila, serena, libre, divertida y con una manera de enseñar francés que haría las delicias de los alumnos y el desespero de los profesores de idiomas. La viajera no tiene un rumbo fijo, deambula, dormita, habla y, naturalmente, bebe la bebida alcohólica coreana que le encanta, el makgeolli. Isabelle Huppert disfruta con sus periodos de calma coreanos de la mano de Hong Sang-soo que la alejan de los personajes más complejos y difíciles que normalmente hace en el cine francés. Se deja llevar por una playa, En otro país, por las calles de Cannes, La cámara de Claire o por los parques de Seúl. Y nos invita a acompañarla.

 


¡FELICIDADES JAUME!

La noticia llegó a los medios después de pasar. “El periodista Jaume Figueras , Premio de Comunicación Alfonso Sánchez 2024, recibió la distinción con la que la Academia de Cine reconoce la labor de los medios y sus profesionales para divulgar y promocionar nuestro cine, en un acto de entrega privado celebrado en Barcelona el 11 de abril. "Me hace especial ilusión un premio que lleva el nombre de Alfonso Sánchez. Siempre pensé que era el crítico natural y coloquial, la persona que te hablaba del cine como lo hubiera hecho de su familia", declaró el cronista cinematográfico catalán tras tomar la estatuilla de manos del presidente de la institución, Fernando Méndez-Leite”. Eran muy pocos los que sabían que le habían dado el premio y menos aún los que le acompañaron ese día. Fue decisión suya que fuera así. No quería ceremonias públicas, ni con mucha gente. Y habría sido mucha la gente que habría ido a felicitarle porque Jaume es “de la familia”, alguien cercano que siempre ha estado ahí, un amigo al que echamos de menos no ver más a menudo, pero nos alegramos cuando le pasan cosas buenas como ésta. Cada uno puede tener su historia personal con Jaume, desde la cercanía o desde la distancia del televisor. La mía se remonta a 1984. Ya le conocía, claro, pero ese año empecé a trabajar con él en Cinema 3. Y desde entonces, hemos sido colegas, amigos, compañeros. Nos hemos reído mucho, hemos viajado juntos, asistido a festivales y a estrenos. Hemos compartido oficina, cuando el Festival de Sitges estuvo de okupa en  el mítico Círculo A. Y muchas comidas y meriendas y vasos de leche nocturnos al salir de la última sesión de cualquier festival. Estoy muy contenta de que le hayan dado este premio que se suma a muchos más que ya tiene o debería tener. ¡Felicidades Jaume!

El regalo de esta semana es para Jaume



 

sábado, 12 de abril de 2025

LEJOS

 


(este es el momento decisivo en el que Sergio decide quedarse muy lejos)

Muy Lejos, Gerard Oms

Muy lejos queríamos estar todos en algún momento de nuestra vida. Incluso en éste, el problema es que cualquier lejos que se te ocurra, está tan mal como el cerca en el que vives. Así que mejor quedarse y marcharse lejos solo mentalmente, desconectar como hacían los personajes de la las películas de la semana pasada. Eso es lo que hace el protagonista de Muy lejos, desconectar física, mentalmente e incluso geográficamente. Sergio es un personaje no clasificable, como tampoco lo es Mario Casas que de peli en peli va demostrando el actor que lleva dentro. Estamos en el año 2008, la fecha es importante porque aun no ha estallado la primera gran crisis económica. Sergio es catalán, de Barcelona, pero no del Barcelona. Sergio es hincha del Español. La película empieza con un partido de futbol en Utrech. Sergio ha ido con un grupo de amigos. Pero Sergio ya está lejos en su cabeza, y en ese viaje ve la oportunidad de estar lejos en todos los sentidos. Sergio se queda. Solo, sin documentación, sin dinero, sin conocer el idioma. Pero consigo mismo. Lo que cuenta este cuidadoso debut de Gerard Oms es el camino que hace este personaje para ir quitándose las capas que la sociedad le ha ido poniendo a lo largo de su vida. Descubre no solo quién es sexualmente, eso sería lo menos relevante, descubre quién puede ser en relación con un mundo que antes despreciaba y sobre todo desconocía. Rodada en catalán, castellano, inglés y holandés, el film tiene un aroma de verosimilitud, de credibilidad, de armonía. No hay melodrama, casi ni hay drama, hay vida y la vida está llena de luces y sombras sea donde sea que estés.

 


The White Lotus, tercera temporada, Mike White, Max

Muy lejos se han ido los ricos turistas que en esta tercera temporada de la indispensable White Lotus se han marchado a Tailandia. El inicio de la serie es como en todas, –si es cierto que el músico Cristóbal Tapia de Veer y el creador Mike White han partido peras, me temo que la cuarta temporada no será igual–. Un hecho trágico abre la caja de los misterios, mejor dicho las puertas del hotel. Después de los deliciosos títulos de crédito, –recomiendo verlos cada vez que empieza un capítulo, están llenos de pista–-, la historia retrocede siete días antes. En el barco que lleva a los nuevos clientes al paradisíaco resort tailandés, conocemos a los nuevos ricos que llegan a una playa donde los recibe la gentil servidumbre del hotel. A partir de aquí, esta temporada se aleja un poco de las anteriores. Es cierto que estos súper turistas son tan estúpidos y odiosos como lo eran los de las dos temporadas anteriores; es cierto que se odian entre si y que nada de sus aparentemente felices vidas es real. Pero algo cambia. No hay en esta temporada tanto humor ni tanta burla directa de unos comportamientos típicamente de nuevo rico, sobre todo de nuevo rico americano. El ritmo es más lento, más pausado, como si se hubiera contagiado de esas sesiones de parque temático de masajes y meditación que han venido a hacer, los diálogos son menos mordaces y los personajes están menos definidos, de nuevo como si esa selva que les rodea, los camuflara en sus sentimientos. Cuesta un poco entrar en este White Lotus tailandés porque no hay un solo personaje al que agarrarse. Ni siquiera en la trama un poco al margen que protagonizan los dos tailandeses que trabajan en el lujoso hotel, Mook, la masajista y Gatok, el guarda de seguridad, escapa a la cruda disección de los comportamientos. Lejos de la pureza que se les podría suponer, Mook es una mujer interesada y Gatok es un hombre pusilánime. Todo lo que pasa en esa semana de estar muy lejos, es algo que como dicen las tres amigas “lo que pasa en Tailandia, se queda en Tailandia”. Y lo que pasa es que, una vez más, las series, más que las películas, nos ponen frente a frente con esa América que incomprensiblemente ha votado a Trump masivamente. Los Ratflix son un buen ejemplo. Una curiosidad al margen, vi la serie mientras Trump lanzaba su guerra arancelaria mundial y en algún momento pensé que White se había adelantado visionariamente al momento de crisis y que lo que le cuentan a Timothy, y le deja literalmente catatónico, era la ruina de su empresa por culpa de la bola naranja, que, por cierto,  podría ser cliente de cualquier White Lotus del mundo. Solo un apunte para los actores. Me encantó ver que el hijo de Arnold Schwarzeneger es igual que él, me gustó recuperar a Parkey Posey a la que había perdido la pista, y sobre todo me he quedado prendada de los dientes de conejo de Aimee Lou Wood, una Chelsea adorable, quizás el único personaje sincero de todos los White Lotus.

El regalo de esta semana es una foto de unos white lotus muy cerca de casa.









viernes, 4 de abril de 2025

DESCONECTAR

 




Recuerdo que Mafalda, la añorada Mafalda de Quino, decía en una viñeta “¡¡¡Paren el mundo, que me quiero bajar!!!”. A veces, viendo el panorama que nos rodea, me entran ganas de decir lo mismo.

 

(no es una foto de la película, son dos chicas reales que sufren el 
Síndrome de la Resignación)

Vida en pausa, de Alexandros Avranas

Y de pronto, me encuentro con una película donde las y los Mafaldas de ahora mismo, han decidido bajarse de este mundo. Literalmente. La película se llama Vida en pausa, la dirige un griego, pasa en Suecia y sus protagonistas son una familia rusa que busca refugio político al estar amenazados de muerte en el paraíso putiniano. Pero los suecos son muy quisquillosos y no acaban de creerse que sea tan grave. Al rechazar su demanda de asilo, y ante la amenaza de deportación, la hija pequeña Katia, cae en una especia de coma o sueño inexplicable. Katia sucumbe a lo que los suecos han llamado Síndrome de la Resignación, algo real, no inventado por ningún guionista, que afecta a los hijos de los refugiados en Suecia, solo en Suecia. No se han detectado síndromes de la resignación en ningún otro país. Esta extraña reacción mafaldiana, aunque trágica, significa que los niños desconectan su cerebro, literalmente, lo apagan. En Suecia hay un hospital especializado en cuidar a estos niños, muchos más de lo que se podría imaginar. Separados de sus familias, a las que se considera responsables de su estado por hacerles pasar momentos de angustia, los padres deben sufrir un proceso de reeducación basado en la palabra PAPA, que resume los cuatro temas de los que nunca han de hablar en presencia de sus hijas: Pasado, Asilo, Problemas, Ansiedad. Eso, y tener siempre una sonrisa en los labios. Una humillación que se suma a la desesperación por la amenaza de deportación y la imposibilidad de ver a sus hijas. Porque la mayor, Alina, también es víctima del síndrome. Avranas, un director del que no conozco nada anterior, se acerca a este tema casi de ciencia ficción despojándolo de emociones: las suecas (son todas mujeres) que deciden sobre la vida de la familia de Sergei y Natalia, parecen robots salidos de un film futurista; los espacios vacíos y fríos, la casa, el tribunal de la Junta de Migración, el hospital donde están las niñas, carecen de cualquier indicio de vida. Los padres viven aislados en sí mismos. Vida en pausa me ha hecho pensar en mi propia historia y la de mis hermanos. ¿Habríamos caído en el síndrome de la resignación si México hubiera deportado a mis padres a España? 

 


Sorda, Eva Libertad

En cierto modo, el otro estreno destacado de la semana también habla de desconexión, aunque muy diferente. Sorda, de Eva Libertad, nos muestra una realidad que no solemos tener presente: como puede vivir una pareja en la que uno de ellos es oyente y el otro no oye. No es fácil responder a esto ,y menos cuando se trata de tener un hijo y la madre es sorda: si el bebé oye, el problema es para la madre que tendrá que aprender a comunicarse con él de otra manera; si el bebé no oye, el problema es para todos que tendrán que aprender a entender lo que le pasa. Todo es difícil. La película se acerca a esta situación con delicadeza pero sin paternalismo, o maternalismo, es decir sin condescendencia. La relación de Ángela, la mujer sorda, con su pareja con sus padres, con su hija, es complicada en una sociedad que no está preparada para asumir elementos que se salen de la norma. De cualquier tipo. Quizás por eso lo que más me ha interesado de esta película no es solo el tener conciencia de las dificultades de las personas sordas, sino el extrapolar estas dificultades a todos los que no cumplen lo establecido, tanto por una discapacidad física como por una diferente religión, cultura o idioma. La terrible secuencia del parto en Sorda se puede imaginar igualmente con una mujer afgana, rusa, o de donde sea, que no entienda el castellano. Y sería igual de dolorosa y humillante. De nuevo vuelvo a Mafalda: “¡¡¡Paren el mundo que me quiero bajar!!!”.


 

D’A Film Festival 2025

Menos mal que hay algunas cosas que nos conectan con el mundo, que nos abren puertas y ventanas y nos acercan a otras realidades. El D’A es una de estas cosas, un festival que cada año enriquece el paisaje del cine con distintas propuestas, muchas de ellas, por desgracia, solo visibles estos días porque no llegan a estrenarse jamás. Este año, como siempre, la oferta era enorme y resultaba difícil escoger entre títulos que no conocía. Por eso ésta no es una crónica al uso, sino una selección de algunas de las película que me más me han gustado. Hay dos que me parecen encantadoras, un calificativo que se usa poco en el cine más actual. Dies d’estiu i de pluja y El verano más largo del mundo.

 


Dies d’estiu i de pluja, Colectivo Espurnes

De las películas siempre interesantes de la sección Un impulso colectivo, me quedo con este film realizado precisamente por un colectivo de estudiantes de la UPF que siguen el camino de Las amigas de Ágata y Un sol radiant. Lo que cuenta este film veraniego y tranquilo, es el viaje de tres amigos, dos chicos y una chica, que pasan juntos unos días en el Pirineo de Huesca. Cada uno de ellos tiene un problema propio. Los conocemos por separado al principio de la película, y aunque no lo sabemos, ya en esas secuencias iníciales nos dan una pista de cuál es su problema. Cuando los encontramos juntos, bajando del tren en una estación de montaña, nos colocamos a su lado para acompañarlos en esos días compartidos en la naturaleza. Lo mejor y más bonito de esta historia es la potencia de la amistad, de la complicidad no teñida de sombras, de la capacidad de entenderse y de ayudarse.  Creo que eso es lo que más me ha gustado.

 


El verano más largo del mundo, Alejandra Lipoma, Romina Vlachoff

También de verano, amistad y crisis habla este film argentino, una primera película que se mueve en el terreno de la comedia y el humor ligero que surge de unas situaciones inesperadas. Su protagonista es un poco mayor que los tres amigos de Dies d’estiu i de pluja. Camila tiene 30 años y se encuentra en una encrucijada. En ese fin de año caluroso y veraniego, se separa de su pareja y se queda sin trabajo. Como Mafalda, Camila querría bajarse del mundo, pero su mejor amigo Oscar, le ofrece una mano para seguir adelante. Una obrita teatral de aficionados en un parque de atracciones no demasiado rutilante será el primer paso, el segundo es conocer a Gustavo, un hombre sabio y mágico y el tercero será despertar su imaginación. Borges y Bioy Casares no están lejos de este film en blanco y negro que me ha hecho pensar en algunas películas de Jacques Rivette, donde también se jugaba con la realidad y la fantasía, con lo posible y lo imposible, pequeños viajes/paréntesis como el que vive Camila de la mano de Oscar y Gustavo. Ojalá se estrene pronto porque no suele haber en nuestros cines películas tan frescas y felices, aunque hablen de cosas muy serias.

 


Un descubrimiento (al menos para mí) el cine de Miguel Ángel Blanca.

En esta edición del D’A había dos películas de Miguel Ángel Blanca, una en Un impulso colectivo, Invasión pequeña, y otro en Direcciones, Ejercicios para ver a Dios. Los dos me han sorprendido, y eso es difícil en un cine tan acostumbrado a repetir modelos y fórmulas. El resumen que da el festival de Ejercicios para ver a Dios dice: “Acompañadas de un equipo de TV, tres mujeres con supuestos dones místicos son enviadas a la montaña como concursantes de un reality show de supervivencia. Allí, serán juzgadas en prime time por sus visiones sobre el deseo, la verdad y el precio de la salvación eterna. Un film libre y mutante que se rebela contra todo.” Libre seguro, mutante, también, inesperado si, aunque de alguna manera conecta con una corriente del cine español que está dando algunos productos inclasificables como Espíritu sagrado, de Chema García Ibarra o Estols, de Xavi Moreno. Son experimentos que juegan con el misticismo, la naturaleza, el viaje. En el caso de Ejercicios para ver a Dios, nos encontramos con tres mujeres, Juana, María y Ana, cada una vestida con un color, Juana de azul, María de amarillo, Ana de morado, que se aventuran en la montaña, siempre vigiladas por una cámara, para hacer distintos y caprichosos ejercicios para ver a Dios. La manera de filmarlas, a veces calidoscópica, a veces inquisitiva, siempre presente, nos va adentrando en un mundo desconocido lleno de risas y peligros, de sacrificios y recompensas, en una montaña y un bosque mágicos. En contrapartida, el plató de televisión donde son juzgadas es un espacio de terror y burla. Pero todo esto son vanas explicaciones de un film que se ha de ver y compartir. Disfrutar con su humor y su ironía, con sus personajes extravagantes y dejarse llevar por ellos. Confieso que me lo pase muy bien con Ejercicios para ver a Dios y aunque no tengo claro que sea una película para todo el mundo, creo que a Mafalda le gustaría mucho. 

Simfonies de ciutat

Simfonies de ciutat reúne un año más cinco pequeñas películas realizadas por mujeres en un proyecto promovido por el CCCB y Dones visuals. Suelen ser todas interesantes, pero de las cinco de este año, me quedo con la que ha dirigido Lola Clavo, La barriga de la montaña. La montaña es la de Montjuic y la barriga es exactamente todo lo que encuentra Lola en esta montaña, desde lo más pequeño, gusanos, insectos, flores, a lo más grande; de la vida a la muerte; de la luz a la oscuridad. Un film abstracto y poético, fascinante en su corta duración.

 


Y casi como si fuera una sexta Simfonia de ciutat, me ha encantado el corto de Alice Rohrwacher en colaboración con JR (el fotógrafo que acompañaba a Agnès Varda en Caras y lugares). El film se llama Allégorie citadine y pasa en un París de cuento. Una bailarina acompañada de su hijo, acude a una audición para un papel en una obra basada en La caverna de Platón. Mientras ella ensaya, el niño, como una Mafalda parisina, sale a la ciudad, y descubre que la caverna de Platón está ahí mismo, debajo de las paredes que poco a poco va desgarrando, para dejar la cueva a la vista de todos, una cueva que nos tiene prisioneros, como la de Platón y de la que el niño quiere y consigue sacarnos. Una alegoría de ciudad, una sinfonía de lujo  y de libertad. Preciosa.

Ha habido muchas mas cosas, pero me quedo con estas.

El regalo de esta semana es una durmiente que se ha bajado del mundo