Esta semana los estrenos son de una pobreza absoluta, con la
excepción de Amanece en Edimburgo, un
musical antiguo como las películas de Stanley Donen, un melodrama en el sentido
literal de la palabra.
Como no hay muchas cosas a recomendar, he querido rescatar
un libro publicado este año, Cine,
cineasta, Notas sobre la imagen escrita, de Marcel Hanoun. Hanoun no es un
director muy conocido, pero si es un director importante en la formación de una
generación de cineastas españoles: Marc Recha o Javier Rebollo se
declaran discípulos suyos. Hanoun murió en el 2012. Tenía 83 años, y hasta el
final estuvo filmando, escribiendo, pensando el cine. Lo vimos por primera vez
en la Filmoteca, cuando aun era Filmoteca Nacional de España, en el lejano año
1977. Su presencia fue emocionante y nos dejó a todos los que trabajábamos allí
un recuerdo imborrable, que en el caso de Ramon y mío, siguió durante muchos
años convertido en una buena amistad. Hanoun no era un cineasta convencional,
quizás por eso no llegó nunca a ser mediático. Pero era un hombre sabio al que
valía la pena escuchar.
Recojo aquí un par de frases de los coloquios que mantuvo en
1977 en Barcelona y Madrid, junto con una serie de aforismos seleccionados casi
al azar de su último libro. Sus películas no son fáciles de ver, por algo era y
sigue siendo un cineasta secreto, pero su pensamiento si se puede leer.
(Marcel Hanoun en la entrada de la Filmoteca Nacional de España en Barcelona, en la calle Mercaders)
No puedo hacer cine sin preguntarme porque se hace cine,
para quién está hecho, como hacerlo. Siempre pienso que mis películas hacen una
reflexión sobre el propio trabajo de la película. Me parece necesario demostrar al
espectador que está en el cine, que está mirando una película… Pretendo ser el
primer espectador de una película, con el placer que se puede desarrollar
haciendo un film, y ese placer, ese trabajo, tiene que ser aprehendido por el
que está mirando el film.
(Febrero 1977 en la sede de la Filmoteca Nacional
de España)
Extractos al azar del libro Cine, cineasta. Notas sobre la imagen escrita, de Marcel Hanoun.
Shangrila, 2014
TRABAJO es la palabra maestra de la creación
cinematográfica, trabajo infinitesimal y de todos los instantes, trabajo de las
palabras, los sonidos y las imágenes, por el sujeto que las crea, para el
sujeto que las recibe, es trabajado a su manera y a su manera las trabaja a su
vez, trabajo metafórico de alerta, trabajo realmente político.
Encuadrar no es mantenerse en la retaguardia, en la
distancia, para rodear la imagen, es entrar en ella.
Caminar con los árboles. Lentamente, pasarlos sin ser visto,
salir del bosque.
Soy de esos que viajan inmóviles. Ningún exotismo me es
extraño, como si lo más lejano me fuera lo más próximo y lo más familiar.
¿El cine es dormir,
el film es sueño? ¿Quién es el soñador?
El trayecto es lo único que importa. El camino del film no
es un sendero construido, es insospechable, imprevisible, desconocido, se
descubre y se explora caminando. El film no tiene modelo.
Lo que concebimos como film quizá no es más que la
representación errónea de una realidad que no cesa y no cesará jamás de
escapársenos.
La imagen no es espejo y reflejo, es contracampo, el campo
principal es siempre el espectador (único), al que algunos llaman irrisoria y
abusivamente el público.
Todo film es político, debería ser experimental y no debería
tener que reivindicar ser una excepción cultural.
La crítica es Teseo, pero el arte es Minotauro.
Ciertos films son como las partidas de caza que terminan
mal: el espectador es abatido por desprecio.
Me he acordado que escribí de Marcel Hanoun cuando me enteré de su muerte en octubre del 2012. Allí recordaba su paso por Barcelona y su amistad con nosotros, Si alguien quiere recuperar esa entrada es del sábado 13 de octubre del 2012.
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