sábado, 25 de mayo de 2024

PREMIO

Furiosa lo arrasará todo esta semana. No la he visto, así que me abstengo de comentarla, solo apuntar que es la precuela de Mad Max: Furia en la carretera, que me gustó mucho. Si son fans de la saga y de Furiosa, seguramente la disfrutarán.

Entre los otros estrenos hay uno de la veterana Catherine Breillat, la directora de Romance X, se titula El último verano y es un remake muy personal de una película danesa de hace unos años que se llamaba Reina de corazones. No es nada convencional, Breillat nunca lo es, pero no tiene la misma carga de profundidad que otros films de la provocadora directora francesa. 

(En Filmtopia hay una larga entrevista con Catherine Breillat por si alguien tiene curiosidad de conocer mejor a esta sorprendente directora de 75 años. 

https://filmtopia.net/es/catherine-breillat-la-radicalidad-del-deseo/

La auténtica joya de la semana es Segundo premio, de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez.

Segundo premio, Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez

Cuando vi Segundo premio en el D’A de este año, escribí en el blog: “Tenía muchas ganas de ver la última película de Isaki Lacuesta, realizada esta vez en colaboración con Pol Rodríguez, el director de Quatretondeta. Sabía que era una especie de biopic de un grupo de música de los noventa, Los Planetas, que la verdad, no conocía de nada. Pero lo que no sabía es que me iba a encontrar con una película Romántica y Melancólica a partes iguales. Un film que habla de la existencia y la autodestrucción, de la amistad y la creación. Una película que pasa en Granada, una ciudad misteriosa, una combinación de mar y nieve, de hielo y vapor, de árabe y cristiano, de agua y fuego. Agua que corre por arriba, fuego que circula escondido. Es impresionante como se puede reflejar un estado de ánimo con una mirada, un gesto, una canción. Segundo premio es un premio gordo. Y el inicio de una nueva etapa en el cine de Lacuesta. Felicidades.” Segundo premio me sigue gustando mucho. Hacer cine musical es muy difícil, pero lo que Isaki hace con la música, ya sea el flamenco en La leyenda del tiempo o el pop indie en este Segundo premio, no es exactamente cine musical. Es cine con música y sobre música (o músicos), pero en realidad es un reflejo de esas músicas en un paisaje, en este caso la preciosa ciudad de Granada, y unos personajes, aquí los componentes del grupo Los Planetas a los que nunca se identifica por su nombre. El film se centra en la crisis que surge en la banda cuando la chica misteriosa que toca de espaldas decide abandonar el grupo para dedicarse a estudiar, une hecho que repercute en la amistad entre los dos principales pilares del grupo, el vocalista y autor de las letras y el guitarrista. Este es el arranque de un film que es un viaje holderliano al fondo del abismo, el de las drogas que arrastran a uno de ellos, el de la melancolía que envuelve al otro y el de la propia ciudad de Granada, marco único para entender esta relación. No es una película sobre Los Planetas, es una película sobre el valor de la amistad, la confianza en el talento y sobre todo, la capacidad de convertir el dolor en creación pura. Acabo como acababa el otro texto: Felicidades Isaki.

EL RINCÓN DE LAS “FICCIONES SONORAS”

No soy una buena oidora de podcast, me cuesta encontrar el tiempo para escucharlos. En el metro, (me pasó mucho rato en el metro) prefiero leer o mirar a la gente; en casa suelo estar trabajando. Cuando limpio o cocino, me gusta escuchar música que no me obliga a pensar. Pero confieso que me he enganchado a las ficciones sonoras, un revival absoluto de los viejos seriales radiofónicos que oía mi abuela. Fue mi hermana Mireia la que me los descubrió. Yo no tenía ni idea de que existiera esta modalidad de “serie hablada”, para mí, un podcast era información, opinión, conversación, pero nunca ficción. Hasta ahora. He escuchado dos y los dos me han interesado mucho. Les he dedicado el tiempo que le dedico a cualquier serie de plataforma, pero con una ventaja: los puedo oír sin ninguna complicación: basta el móvil y unos auriculares. Estos son los dos que he escuchado



La firma de Dios, serie original de Podium Podcast, con guión de José A. Pérez Ledo, con la dirección y diseño sonoro de Teo Rodríguez.

https://www.podiumpodcast.com/podcasts/la-firma-de-dios-podium-os/

El primero de los 8 capítulos de 30 minutos de esta serie plantea el arranque del problema: “La biotecnóloga Sara Cobo rememora ante la Comisión de la Memoria cómo empezó la crisis. Un virus por entonces desconocido puso en jaque todo lo que la humanidad creía saber de la naturaleza. El paradigma científico se vino abajo como un castillo de naipes. Aquel virus parecía comportarse… de manera consciente.” Averiguar poco a poco que pasó con ese virus y su extraño comportamiento es lo que se va descubriendo en cada episodio donde la Comisión de la Memoria interroga a científicos, religiosos y supervivientes. El esquema de cada entrega es parecido, el interrogado se presenta ante la comisión, personajes fijos interpretados por Ramón Barea, Alicia Merino y Pablo Concejero, para dar su versión de lo que sucedió haciendo avanzar la investigación. El diseño sonoro es muy bueno y el misterio se mantiene hasta el final sin decaer en ningún momento: hay física y genética, y…


Blum,
de Carmen Pacheco y Manuel Bartual https://elextraordinario.com/series/blum/

Blum es un poco diferente. Son nueve episodios de 25 minutos en los que se plantea una investigación casi de falso documental. Este es el arranque de la historia. “Clara Pastor, estudiante de Historia del Arte, desaparece mientras realiza su tesis sobre Ursula Blum, una pintora vanguardista suiza de principios del siglo XX. Cinco años después, la periodista Emma Castillo decide viajar a Suiza para continuar la investigación de Clara y narrar en un podcast lo que va descubriendo sobre el misterio que envuelve a ambas mujeres.” La originalidad, al menos para mí que no conozco mucho este mundo, es que la serie se cuenta construyéndola como el podcast que hace Emma con la ayuda de su novio Pablo. Cada capítulo recoge un fragmento del viaje de Emma por Suiza grabando entrevistas, sonidos, y pensamientos que Pablo en Madrid va editando. Blum es un thriller con un misterio que habla de  música y pintura relacionadas en una partitura escondida en un cuadro. Y de cómo esa música tiene capacidades purificadoras. Al mismo tiempo es un recorrido sonoro por la historia del arte al principio del siglo XX cuando Klee y Kandinski dominaban la escena artística. Al encanto de la serie contribuyen mucho dos elementos: el diseño del sonido de Ignacio Cantisano  y la música de Paco Alcázar, y la interpretación de Victoria Luengo, presente en todo el recorrido. Para una actriz este trabajo es un reto porque no tiene ningún elemento donde apoyarse: todo lo tiene que transmitir con la voz. Hay muchos descubrimientos reales que despiertan la imaginación y provocan búsquedas en Google que enriquecen la escucha. Esto también me pasó con La firma de Dios y sus teorías físicas, se aprende mucho con estas ficciones sonoras. Es un gran efecto colateral que me han producido los dos podcast. Creo que me voy a convertir en adicta.

El regalo de esta semana es un árbol con pajaritos que podría ser una partitura musical





sábado, 18 de mayo de 2024

APUESTAS

 

Esta semana hay tres películas que me gustan (bueno, hay alguna mas, pero solo voy a hablar de tres). Las tres son muy diferentes entre sí, no encuentro un nexo común entre ellas, el único nexo es que me parecen apuestas importantes que vale la pena no dejar escapar.

 


(cuatro de las cinco directoras de Un sol radiant)

Apuesta 1: Un sol radiant, Ariadna Fortuny, Mónica Cambra

Aparecen como directoras de esta ópera prima, Ariadna Fortuny y Mónica Cambra, pero en realidad Un sol radiant es un film colectivo firmado por cinco estudiantes de la UPF que en 2019 emprendieron juntas un proyecto de fin de carrera. El guión lo firman Ariadna Fortuny y Claudia García de Dios, el montaje lo hacen Mónica Cambra y Lucía Herrera Pérez y Mónica Tort se encarga de la música y el sonido. Cada una es responsable de una parte de un todo en el que las cinco están implicadas. Pero ¿qué tiene Un sol radiant que la distinga de otros proyectos de fin de carrera de la UPF, o de otras universidades, para hacer de ella una apuesta que no debe pasar desapercibida? Lo que ha hace única es el tono. Alicia y sus dos hijas, Ingrid de quince años y Mila de once, viven con el abuelo en una casita en la linde de un bosque cerca de un pueblo. La semana empieza como cualquier otra, Mila se levanta y va la cama a despertar a su hermana, con ese gesto se muestra el cariño y la complicidad entre ellas. Los cuatro desayunan juntos en el porche, es verano, luego cada uno se va a sus cosas. Pero algo pasa ya en esa primera escena. Algo que no tarda en develarse: ese es el primero de los últimos cinco días antes del fin del mundo. ¿Qué hacer cuando solo quedan cinco días de vida? Esa es la pregunta a la que poco a poco va respondiendo el film sin perder nunca de vista el punto de vista de Mila, la niña que quiere hacer una fiesta de despedida del mundo. Una atmósfera de magia se cuela en el bosque con sus luces y sus sombras, en las balsas del rio, en los silencios llenos de sonidos que se instalan entre ellos. ¿Qué puede hacer una madre que quiere proteger a sus hijas y no puede? ¿Cómo puede advertirles de los peligros del futuro cuando no hay futuro? ¿Qué hace una adolescente para vivir al máximo esos momentos? ¿Y Mila, qué puede hacer Mila, la niña que nunca crecerá? La delicadeza del film va calando sobre la tristeza y una esperanza, la de estar juntas cuando llegue ese final. Viendo Un sol radiant te puedes hacer dos preguntas muy privadas: ¿Qué harías tú, si solo te quedaran cinco días de vida antes del fin del mundo? La otra es un poco diferente: ¿cuántos cinco últimos días has vivido antes de que algo fundamental en tu vida acabara? El fin del mundo no es necesariamente la muerte del mundo, muy bien puede ser el fin de tu mundo y eso, por desgracia, nos ha pasado a todos en uno u otro momento. Un sol radiant es eso, radiante.

 


Apuesta 2: La caja de cristal de Asli Özge

¿Qué pasaría si de pronto una mañana no nos dejaran salir de casa? Bueno, eso ya lo sabemos. Lo vivimos hace cuatro años durante la pandemia que parecía el fin del mundo (quizás lo fue). Pero me refiero a otra cosa, me refiero a la situación que vive un grupo de inquilinos de una céntrica y vieja casa de Berlín. Todo empieza una mañana en la que una misteriosa caja de cristal desciende sobre el patio del inmueble como si fuera un platillo volante. Los extraterrestres que llegan son solo uno, y en realidad es muy terrestre: se trata del representante de la inmobiliaria que ha comprado el inmueble con el fin de rehabilitarlo para vender los pisos mucho más caros. ¿Les suena? Seguro que sí, todos conocemos a alguien que ha tenido que irse de su casa por culpa de eso que se llama la gentrificación. Pero en ese viejo edificio lleno de humedades y amenaza de ruina, pasan más cosas esa extraña mañana. Cuando todos se disponen a ir a sus trabajos, la policía rodea la casa y prohíbe la salida o la entrada de nadie. Están encerrados como si el ángel exterminador se hubiera materializado en forma de policía que les impide acceder a la calle. En ese ambiente, ya enrarecido por rencillas personales, envidias y recelos, los vecinos poco a poco van perdiendo la careta de humanidad y van aflorando los miedos, el racismo, la violencia, la sospecha, la delación. El imperio del capitalismo más salvaje arrasa con los pocos restos de dignidad de estos vecinos que pueden ser los nuestros, o nosotros mismos. En definitiva un microcosmos del propio mundo en el que todos vivimos encerrados de alguna manera. La inteligencia de la directora alemana de origen turco es la de hacer una película de gran carga política, de denuncia de una situación colectiva y reconocible en cualquier ciudad europea, sin perder nunca de vista al espectador al que no quiere dar una lección moral, sino una prueba de que se puede entretener con un tema social. Aunque sí hay una lección: no te fíes del alien que habita la caja de cristal desde la que orquesta todo el tinglado. En esa comunidad hay pisos que no son suyos y tiene que apoderarse de ellos. Como lo haga es lo de menos, si al final consigue lo que quiere (y se alegre hablando en ruso).

 


Apuesta 3: Calladita, de Miguel Faus

Esta es una apuesta diferente y con muchos referentes. Se me vienen a la cabeza La ceremonia de Claude Chabrol, o Libertad, de Clara Roquet, para citar tan solo dos de las películas con las que Calladita tiene mucho que ver. En otro registro podíamos pensar en Parásitos, pero Calladita tiene más de la mala leche de Chabrol, y menos de la mala conciencia de Roquet, pero nada de la malignidad de Parásitos. Con todo esto, ya sabrán que estamos hablando de una película protagonizada por una criada, una limpiadora del hogar. Ana es colombiana, lleva tres meses en España, trabaja para una familia de altos vuelos y pocas luces, formada por Andrea, su marido y sus dos hijos, un chico y una chica jóvenes zánganos en una colmena donde la única abeja es ella. Pero las abejas pican y Ana sabe cómo defenderse de los maltratos disfrazados de sonrisas de esos cuatro personajes odiosos. Todo pasa en una gran casa de verano en la Costa Brava, con piscina y jardín y cuadros horribles. En ese mes de agosto, Ana aprenderá muchas cosas, entre ellas que no vale la pena tener muchos escrúpulos con quién no los tiene contigo. Pasa volando, como las vacaciones.


EL RINCÓN DE LOS FESTIVALES


32 MIFDB Mostra Internacional de Films de Dones de Barcelona

La semana que viene, concretamente el martes 21, empieza en Barcelona la 32 MIFDB, Mostra Internacional de Films de Dones de Barcelona Hasta el domingo 26 se podrán ver en la Filmoteca de Catalunya las once películas que integran Persistencias Fílmicas, la primera parte de esta Mostra que dura tres semanas. La Mostra se inaugura con Antuca, un film peruano de 1992, restaurado recientemente en la Zine Eskola Elías Querejeta de San Sebastián, que es una declaración de principios. Dirigida por Maria Barea, está interpretada por actrices no profesionales, miembros del movimiento Warmi Cine y Video. Antuca es el nombre de una joven indígena que vive en Lima trabajando como limpiadora en una casa de la alta burguesía limeña. Antuca proviene de una comunidad en el altiplano a la que sueña con volver. Hace diez años que la mandaron a la capital para servir  y desde entonces ha pasado por varias casas en las que ha tenido que soportar racismo, abusos de poder y sobre todo desdén. Cuando la conocemos, Antuca sabe leer y escribir y forma parte de un colectivo de limpiadoras, pero quiere volver a su pueblo, a su comunidad. Quiere ver a su hermano y a su abuelo y sobre todo, quiere ver a Anselmo, el niño que la acompañaba cuando eran chicos. Pero volver no es siempre fácil y aunque Antuca disfruta de la fiesta de su gente, baila y canta y encuentra cariño entre los suyos, se da cuenta de que ya no puede vivir allí. Ni allí ni aquí, ¿Dónde está el lugar de Antuca? Ver esta película me hizo pensar en La teta asustada de Claudia Llosa, un film peruano que le debe mucho a Antuca (aunque no sé si Claudia lo conocía, tan solo tenía quince años cuando se rodó). Fausta, como Antuca, trabaja como limpiadora en una casa limeña, Fausta, como Antuca, sueña con volver a su espacio original, Fausta, como Antuca, sufre la marginación y el clasismo. Y además, ambos films encuentran en la música un refugio. Es curioso que se presente la historia de esta Antuca peruana al mismo tiempo que se estrena la Calladita colombiana. Ana podría ser la hija de Antuca. En pleno siglo XXI, 30 años después, la explotación sigue siendo la misma de la Lima de los noventa en la Catalunya del 2024, pero Ana ya no es Antuca. Han pasado demasiadas cosas entre una y otra. Es un buen ejercicio verlas juntas. 

El regalo de esta semana es una foto de un bosque misterioso con un sol radiante



sábado, 11 de mayo de 2024

AMOR

 


Hasta el fin del mundo Viggo Mortensen

Me encantan los westerns, los clásicos, los de toda la vida. John Ford, Howard Hawks, Henry Hathaway. Me gustan las praderas, las montañas, los ríos de los westerns. Es un paisaje tan unido a mi educación de cine, (es decir sentimental) que provoca en mí un sentimiento de reconocimiento. Da igual que sea una película que he visto muchas veces Río Rojo, Pasión de los fuertes, o algo recién fabricado, Yellowstone, por ejemplo. En las primeras imágenes ya me siento en casa. Con Hasta el fin del mundo me pasó algo parecido. Desde la primera secuencia en ese pueblo tan conocido, donde se produce un tiroteo casi abstracto, minimalista y banal en su estupidez, me siento dentro del film. He leído en una entrevista que durante un rodaje en Australia, Viggo Mortensen se dedicó a ver westerns todos los días, se empapó del género y cuando tuvo ocasión de dirigir una segunda película decidió que eso es lo que quería hacer. Un western. Pero Viggo Mortensen es un actor a la europea (aunque sea americano) y Viggo Mortensen es un hombre de ahora mismo. Las dos cosas se notan en este magnífico western de guerra. Lo primero, en el tono reflexivo de su mirada sobre una sociedad violenta y en formación, no tan alejada de la de ahora mismo como nos gustaría pensar; lo segundo en que el protagonismo bascula del héroe a la heroína, del hombre a la mujer. No es que las mujeres de Ford o Hawks o Hathaway no fueran fuertes y libres. Pero la Vivienne de Vicky Krieps es algo que va un poco más allá. Es independiente. Y el hombre digno que viene de Europa y lucha por un país mejor es, en cambio, dependiente. Ella es independiente, porque tiene muy claro que debe forjarse el camino sola; él es dependiente de sus principios, su compromiso, que le obliga a dejar su casa y embarcarse en una guerra que en realidad no es la suya. La película empieza con un cruel y banal acto de estupidez, la película acaba con un inesperado acto de inteligencia. En medio, una historia de amor, una historia de flores y rosas y árboles floreciendo en un árido espacio. Como ese amor entre Vivienne y Olsen que florece donde menos se podría esperar. Muy bonita.

 


Marisol, llámame Pepa, Blanca Torres

No tengo ningún rubor en confesarlo: yo fui una fan de Marisol. Quizás debería decir que soy una fan de Marisol. De Marisol, no de Pepa, aunque respeto las decisión de Pepa de dejar atrás a Marisol. Supongo que todo tiene que ver con la edad. Descubrí a Marisol en México con 10 años en Un rayo de luz, cuando se estrenó en el DF. Me llevó a verla mi madre. A las dos nos gustó mucho. A mi madre, porque salía Madrid y pasaba en esa España a la que ella soñaba con volver; yo, porque me sentí fascinada por aquella niña que no se parecía a mí más que en los ojos azules, pero de la que me sentía muy cerca. No en lo que le pasaba, yo tenía una familia estupenda, ni en los lugares donde pasaba, México no se parecía en nada a una villa italiana. Pero si en un sentimiento de niñez, por llamarlo de alguna manera. Cuando vinimos a España uno de los pocos discos que salvé del terremoto del traslado fue el de Un rayo de luz, con Marisol  y su flor azul en el pelo rubio. Ya en Barcelona, seguí viendo sus películas, pero ya no era lo mismo. Ella crecía y yo crecía más deprisa que ella. Pero siempre me gustó como cantaba, y como bailaba aunque sus películas fueran cada vez mas tontas (la última que recuerdo disfrutar fue Marisol rumbo a río). En fin, todo este rollo para explicar porque me interesaba ver el documental de Blanca Torres, y porque no me ha gustado el documental de Blanca Torres. Me interesa el trabajo de recuperación de su instrumentalización como niña del franquismo, pero no me gusta esa voz en off que intenta imitarla en su infancia. Me interesa como cuenta su tristeza y melancolía de adolescente, pero no me gusta la gente que habla de ella. Me interesa la reflexión sobre su transición a mujer comprometida, pero no me gusta que no explique cómo Gades la instrumentalizó de otra manera. Me muevo entre una cosa y otra todo el tiempo. Y al final, me doy cuenta de que lo que pasa es que yo querría ver a Pepa hablando de Marisol y de su vida, pero me cansa un poco ver a otros hablando de Marisol y de su vida. Como Pepa ha desaparecido,  y tiene todo el derecho del mundo, yo me quedo con Marisol y la aíslo de su contexto para mantenerla en mi memoria como parte de mi propia historia.

 


EL RINCÓN DE LAS SERIES

Autodefensa, de Berta Prieto, Belén Barenys, Miguel Ángel Blanca. Filmin

Hace unos días se publicó en El País una columna de Berta Prieto que trajo mucha cola. Aunque no leo nunca El País, éste artículo si lo vi y me sorprendió como se atrevía a decir lo del emperador desnudo pero sobre temas más candentes. No sé si estoy de acuerdo o no con sus juicios de valor, pero si estoy de acuerdo con el sentido de su texto, en concreto con este párrafo: “Me haría el esnob y les respondería que Flaubert decía que "con buenos sentimientos, se hace mala literatura". Y está claro que estamos en la era de los “buenos sentimientos”, así que supongo que es por eso que nuestra cartelera está llena de obras que apuestan por la verdad, hechas con muy buena intención y con una voluntad reparadora, pero absolutamente alejadas del hecho artístico. Intuyo que éste es uno de los motivos por los que la crítica cultural es prácticamente inexistente: nadie quiere ofender a nadie.” No puedo menos que afirmar rotundamente que tiene razón: los buenos sentimientos, las buenas intenciones, no hacen buenas películas ni buenas novelas. Tiene que haber un plus por encima del mensaje, de la función didáctica, de la denuncia. Un plus que no suele tenerse en cuenta. No conozco a Berta Prieto por eso busqué quién era. Y me encontré con una serie en Filmin creada, interpretada y dirigida por ella en colaboración con Belén Barenys. Se llama Autodefensa., La primera temporada se estrenó hace un tiempo y hace poco se ha estrenado la segunda. Pensé que valía la pena verla a ver si ella misma se había aplicado su lección o caía en lo mismo que denunciaba. Hay que reconocerlo: gana por goleada. Autodefensa es una serie de 10 capítulos de duraciones variables entre 5 y 20 minutos, divididas en dos temporadas. El primer capítulo de la primera temporada, Sentirse deseada, no es el mejor, pero sí el más programático. En este episodio conocemos a Berta y a Belén, dos amigas veinteañeras que viven juntas, una mañana de resaca después de una fiesta salvaje. Y asistimos a su conversación, real como la vida misma, pero no la vida misma. En lo que se cuentan mientras comen una hamburguesa, están todas sus ideas sobre el mundo que las rodea. A partir de aquí, los otros cuatro capítulos plantean un problema, un tema, un dilema diferente. Como diferentes son las maneras de contarlos en un trabajo cinematográfico brillante (como el capítulo Brilla, brillante), o angustioso (como el capítulo Ansiedad), o fantasioso (como el capítulo Fantasía) o abstracto y conceptual (como el capítulo Ser un concepto). La primera temporada la vi de un tirón, menos salvaje de lo que parece a pesar de su lenguaje y sus actos, Autodefensa nos deja ver dos chicas de ahora mismo en una Barcelona de ahora mismo, pero no son dos chicas que te cruces por la calle, no son la realidad, son una ficción de la realidad. En fin me ha divertido mucho y me ha parecido eso Brillante. Veré la segunda temporada a ver si mantiene el mismo tono.

 


Un apunte necesario: L’amour fou de Jacques Rivette

Se ha estrenado, mejor dicho se ha recuperado y estrenado por primera vez en una sala comercial, uno de los films emblemáticos de Jacques Rivette, L’amour fou con Bulle Ogier y Jean-Pierre Kalfon, dos de sus actores favoritos. No la he vuelto a ver desde hace muchos, demasiados años. Supongo que se aguanta igual que entonces, espero que siga siendo fascinante. Dura 255 minutos, es decir más de cuatro horas. Hace falta voluntad y ganas de sumergirse en el amor loco de los protagonistas enmarcado en otro amor loco, el del teatro. La estrenan en pocos cines en España. Si tienen tiempo y curiosidad, no se la pierdan. En todo caso, en homenaje a L’amour fou he titulado esta entrada Amor.

El regalo de esta semana son dos chicas menos provocadoras que Berta y Belén.



 

sábado, 4 de mayo de 2024

NARANJAS Y LIMONES

 


Ramon ha hecho una foto que es un bodegón, casi un cuadro. Es una fuente de fruta, de naranjas y limones. Tan necesarios y tan buenos unas, las naranjas, como otros, los limones. Me gusta mucho esta foto y la he tomado como guía para los cuatro títulos de esta semana. Tres estrenos y una serie. Me encantan las naranjas, pero no puedo vivir sin limones.

 


Naranja japonesa. El mal no existe, Ryûsuke Hamaguchi

El mal no existe… o si. El mal no existe mientras seamos capaces de mantener el equilibrio con la naturaleza, la integridad personal, el respeto a lo que nos rodea. Cuando alguna de estas tres cosas se pierde o se olvida, el mal si existe. La preciosa narración del director de la inolvidable Drive my car, nos traslada en una larga secuencia de arboles recortados en el cielo diurno a un bosque encantado, pero cotidiano. Un bosque con una caperucita azul, una abuelita sabia y acogedora encarnada en un padre cariñoso y un lobo que viene de fuera amenazando el equilibrio en el que viven en este pequeño pueblo no lejos de Tokio. Porque no hace falta irse a la otra punta del mundo para encontrar la armonía, pero si hace falta venir de la otra parte del mundo para romperla. El mal no existe es música e imagen durante mucho rato, música maravillosa que acompaña a Takumi, el hombre que corta leña, el hombre que conoce los animales, el hombre que recoge agua, y a su hija Hana, la caperucita que camina por el bosque con la confianza de saber que el bosque la entiende y la protege. Este mundo no idílico, pero si ordenado, se ve roto por la irrupción de lobo urbanita que quiere construir un glamping (horrible palabra que une dos conceptos antagónicos: lujo y camping) en la parte alta del rio, donde nacen las aguas limpias y cristalinas que son el orgullo de sus habitantes. La comunidad siente que esa intrusión de los poderosos ajenos a su mundo, acabará por destruir lo que precisamente los ha atraído allí (eso es algo que sabemos muy bien en nuestro país). De una manera callada, con más respeto hacia los lobos con piel de cordero del que tienen con ellos, los aldeanos intentan parar ese proceso de degradación. La película discurre lentamente, avanza como paseando por el bosque poblado de ciervos. Y solo en su última parte, se adentra en la zona oscura, en el peligro, en la incertidumbre, para acabar con otro plano de arboles recortados en el cielo, pero esta vez, de noche. El mal no existe, nos deja pensando que pasará después. Y ahí entra la manera de ver el mundo de cada espectador.

 


Limón alemán. Música, Ángela Schanelec

En la crónica del D’A Fil Festival hablé de esta película. Entonces escribí: “Hay algo musical en este film de la directora alemana. El título no está puesto porque sí. Y no solo porque la música barroca, Vivaldi, Monteverdi, Bach, jueguen un papel importante en la historia, sobre todo porque es la música la que al final salvará al héroe. Estamos ante la recreación de un mito: el Edipo de Sófocles. Claro que no hace ninguna falta saber esto para disfrutar de las imágenes y el ritmo de este film musical. Pero si lo sabes, puedes llenar los vacíos de las grandes elipsis que usa como si fueran movimientos de una misma composición. Primer movimiento, un bebé es abandonado en una cueva donde lo encuentra un pescador. Segundo movimiento, un adolescente con heridas en los pies, mata sin querer a un hombre en las rocas. Tercer movimiento, el joven herido, entra en la cárcel donde conoce a una funcionaria y se enamoran. Cuarto movimiento, al salir de la cárcel encuentra a la funcionaria, se van a vivir juntos y nace una hija. Quinto movimiento, la mujer hace una llamada telefónica y descubre un secreto. Ya no cuento más, pero aun hay un sexto movimiento. Siempre con la música barroca como contrapunto del paisaje seco y rocoso de las costas griegas. Cuando se estrene volveré sobre Música para recordarles que no la dejen pasar.” Pues ya se estrena, así que vuelvo solo para confirmar lo que escribí y añadir que el film gana en el recuerdo y se ilumina bajo la capa de un romanticismo trágico.

 


Naranja valenciana. La casa, Álex Montoya

Una casa es un hogar, una casa es un mundo, una casa puede ser el nudo que une a sus habitantes, una casa puede ser la causa de su ruptura. Pero, sobre todo, una casa es la vida que se ha vivido allí. Basada en la novela gráfica de Paco Roca, el film de Álex Montoya no sale prácticamente nunca de esa única localización. Una pequeña casa en la huerta valenciana, con jardín, piscina y recuerdos. Muchos recuerdos que los tres hermanos reunidos tras la muerte de su padre para decidir qué hacer con esa casa familiar, enfrentan de muy distinta manera. Como distintas han sido sus vidas. El tiempo es el gran protagonista de este film de viñetas animadas. El tiempo de esos tres días en los que cada hermano y su familia tiene que dar un paso adelante; el tiempo de la memoria de un padre que añoran y lamentan no haber cuidado más; el tiempo de lo que les queda por vivir ¿en la casa o sin la casa? La película se mueve en un tono de comedia luminosa y feliz, pero dejando entrar zonas de sombra, como si una nube tapara el sol de vez en cuando. Y en esas zonas de sombra aparecen los fantasmas del pasado, (rencillas, enfados, malos entendidos) los fantasmas del presente, (bloqueo del escritor, crisis del hermano empresario, agobio de la hermana) y los fantasmas del futuro (tener o no tener hijos, cambiar de vida, asumir la responsabilidad). Todo en un ambiente de comidas, risas, arreglos de la casa. Pero lo mejor de esta película en la que nos podemos reconocer casi todos, es la presencia espléndida de María Romanillos en el papel de Ema, la adolescente que conecta con el abuelo muerto y es la única que tiene un futuro en esa casa que es de todos y no es de nadie. La casa es una película familiar, de todas las familias.

 

EL RINCÓN DE LAS SERIES



Limón malvado Ripley, Steven Zaillian, Netflix

En realidad toda la literatura de Patricia Highsmith es un limón ácido refractario a cualquier endulzamiento. Pero dentro de su obra, las cinco novelas del ciclo Tom Ripley, son sin duda las más ácidas y malvadas de todas. Soy fan de Patricia Highsmith, pero sobre todo soy fan de Tom Ripley (mejor con el rostro de Alain Delon). Por eso empecé a ver la serie de Netflix con cierta reticencia. El primer capítulo, además, me irritó mucho. El blanco y negro me pareció impostado, la recreación de una película indi de los sesenta, forzada y Ripley en el rostro inexpresivo de Andrew Scott, no me gustó nada. Sin embargo, algo me impulsó a seguir viéndola. Y poco a poco, me fui sumergiendo en ese mundo ripliano que Steven Zaillian había captado perfectamente. Mundo de engaños, mentiras, asesinatos y maldad en un paisaje idílico de un pueblo italiano, o en la Roma más oscura y la Venecia más brillante. Tres espacios para los tres grandes momentos de Ripley en su increíble transformación. El blanco y negro cogió sentido en las sombras y luces, la ambientación indi dio paso a un cine europeo muy clásico y el rostro inexpresivo de Andrew Scott acabó por hacerme olvidar a Alain Delon. Pero la serie me enganchó definitivamente cuando apareció el gato, único testigo del crimen romano de Tom, al que le gustaría poder decir lo que ha visto, en especial al implacable inspector Ravini que busca un asesino que no existe. Como efecto colateral me ha provocado las ganas de volver a leer las novelas de Patricia Highsmith. 

El regalo de esta semana es un gato que nunca ha presenciado un asesinato