sábado, 11 de mayo de 2024

AMOR

 


Hasta el fin del mundo Viggo Mortensen

Me encantan los westerns, los clásicos, los de toda la vida. John Ford, Howard Hawks, Henry Hathaway. Me gustan las praderas, las montañas, los ríos de los westerns. Es un paisaje tan unido a mi educación de cine, (es decir sentimental) que provoca en mí un sentimiento de reconocimiento. Da igual que sea una película que he visto muchas veces Río Rojo, Pasión de los fuertes, o algo recién fabricado, Yellowstone, por ejemplo. En las primeras imágenes ya me siento en casa. Con Hasta el fin del mundo me pasó algo parecido. Desde la primera secuencia en ese pueblo tan conocido, donde se produce un tiroteo casi abstracto, minimalista y banal en su estupidez, me siento dentro del film. He leído en una entrevista que durante un rodaje en Australia, Viggo Mortensen se dedicó a ver westerns todos los días, se empapó del género y cuando tuvo ocasión de dirigir una segunda película decidió que eso es lo que quería hacer. Un western. Pero Viggo Mortensen es un actor a la europea (aunque sea americano) y Viggo Mortensen es un hombre de ahora mismo. Las dos cosas se notan en este magnífico western de guerra. Lo primero, en el tono reflexivo de su mirada sobre una sociedad violenta y en formación, no tan alejada de la de ahora mismo como nos gustaría pensar; lo segundo en que el protagonismo bascula del héroe a la heroína, del hombre a la mujer. No es que las mujeres de Ford o Hawks o Hathaway no fueran fuertes y libres. Pero la Vivienne de Vicky Krieps es algo que va un poco más allá. Es independiente. Y el hombre digno que viene de Europa y lucha por un país mejor es, en cambio, dependiente. Ella es independiente, porque tiene muy claro que debe forjarse el camino sola; él es dependiente de sus principios, su compromiso, que le obliga a dejar su casa y embarcarse en una guerra que en realidad no es la suya. La película empieza con un cruel y banal acto de estupidez, la película acaba con un inesperado acto de inteligencia. En medio, una historia de amor, una historia de flores y rosas y árboles floreciendo en un árido espacio. Como ese amor entre Vivienne y Olsen que florece donde menos se podría esperar. Muy bonita.

 


Marisol, llámame Pepa, Blanca Torres

No tengo ningún rubor en confesarlo: yo fui una fan de Marisol. Quizás debería decir que soy una fan de Marisol. De Marisol, no de Pepa, aunque respeto las decisión de Pepa de dejar atrás a Marisol. Supongo que todo tiene que ver con la edad. Descubrí a Marisol en México con 10 años en Un rayo de luz, cuando se estrenó en el DF. Me llevó a verla mi madre. A las dos nos gustó mucho. A mi madre, porque salía Madrid y pasaba en esa España a la que ella soñaba con volver; yo, porque me sentí fascinada por aquella niña que no se parecía a mí más que en los ojos azules, pero de la que me sentía muy cerca. No en lo que le pasaba, yo tenía una familia estupenda, ni en los lugares donde pasaba, México no se parecía en nada a una villa italiana. Pero si en un sentimiento de niñez, por llamarlo de alguna manera. Cuando vinimos a España uno de los pocos discos que salvé del terremoto del traslado fue el de Un rayo de luz, con Marisol  y su flor azul en el pelo rubio. Ya en Barcelona, seguí viendo sus películas, pero ya no era lo mismo. Ella crecía y yo crecía más deprisa que ella. Pero siempre me gustó como cantaba, y como bailaba aunque sus películas fueran cada vez mas tontas (la última que recuerdo disfrutar fue Marisol rumbo a río). En fin, todo este rollo para explicar porque me interesaba ver el documental de Blanca Torres, y porque no me ha gustado el documental de Blanca Torres. Me interesa el trabajo de recuperación de su instrumentalización como niña del franquismo, pero no me gusta esa voz en off que intenta imitarla en su infancia. Me interesa como cuenta su tristeza y melancolía de adolescente, pero no me gusta la gente que habla de ella. Me interesa la reflexión sobre su transición a mujer comprometida, pero no me gusta que no explique cómo Gades la instrumentalizó de otra manera. Me muevo entre una cosa y otra todo el tiempo. Y al final, me doy cuenta de que lo que pasa es que yo querría ver a Pepa hablando de Marisol y de su vida, pero me cansa un poco ver a otros hablando de Marisol y de su vida. Como Pepa ha desaparecido,  y tiene todo el derecho del mundo, yo me quedo con Marisol y la aíslo de su contexto para mantenerla en mi memoria como parte de mi propia historia.

 


EL RINCÓN DE LAS SERIES

Autodefensa, de Berta Prieto, Belén Barenys, Miguel Ángel Blanca. Filmin

Hace unos días se publicó en El País una columna de Berta Prieto que trajo mucha cola. Aunque no leo nunca El País, éste artículo si lo vi y me sorprendió como se atrevía a decir lo del emperador desnudo pero sobre temas más candentes. No sé si estoy de acuerdo o no con sus juicios de valor, pero si estoy de acuerdo con el sentido de su texto, en concreto con este párrafo: “Me haría el esnob y les respondería que Flaubert decía que "con buenos sentimientos, se hace mala literatura". Y está claro que estamos en la era de los “buenos sentimientos”, así que supongo que es por eso que nuestra cartelera está llena de obras que apuestan por la verdad, hechas con muy buena intención y con una voluntad reparadora, pero absolutamente alejadas del hecho artístico. Intuyo que éste es uno de los motivos por los que la crítica cultural es prácticamente inexistente: nadie quiere ofender a nadie.” No puedo menos que afirmar rotundamente que tiene razón: los buenos sentimientos, las buenas intenciones, no hacen buenas películas ni buenas novelas. Tiene que haber un plus por encima del mensaje, de la función didáctica, de la denuncia. Un plus que no suele tenerse en cuenta. No conozco a Berta Prieto por eso busqué quién era. Y me encontré con una serie en Filmin creada, interpretada y dirigida por ella en colaboración con Belén Barenys. Se llama Autodefensa., La primera temporada se estrenó hace un tiempo y hace poco se ha estrenado la segunda. Pensé que valía la pena verla a ver si ella misma se había aplicado su lección o caía en lo mismo que denunciaba. Hay que reconocerlo: gana por goleada. Autodefensa es una serie de 10 capítulos de duraciones variables entre 5 y 20 minutos, divididas en dos temporadas. El primer capítulo de la primera temporada, Sentirse deseada, no es el mejor, pero sí el más programático. En este episodio conocemos a Berta y a Belén, dos amigas veinteañeras que viven juntas, una mañana de resaca después de una fiesta salvaje. Y asistimos a su conversación, real como la vida misma, pero no la vida misma. En lo que se cuentan mientras comen una hamburguesa, están todas sus ideas sobre el mundo que las rodea. A partir de aquí, los otros cuatro capítulos plantean un problema, un tema, un dilema diferente. Como diferentes son las maneras de contarlos en un trabajo cinematográfico brillante (como el capítulo Brilla, brillante), o angustioso (como el capítulo Ansiedad), o fantasioso (como el capítulo Fantasía) o abstracto y conceptual (como el capítulo Ser un concepto). La primera temporada la vi de un tirón, menos salvaje de lo que parece a pesar de su lenguaje y sus actos, Autodefensa nos deja ver dos chicas de ahora mismo en una Barcelona de ahora mismo, pero no son dos chicas que te cruces por la calle, no son la realidad, son una ficción de la realidad. En fin me ha divertido mucho y me ha parecido eso Brillante. Veré la segunda temporada a ver si mantiene el mismo tono.

 


Un apunte necesario: L’amour fou de Jacques Rivette

Se ha estrenado, mejor dicho se ha recuperado y estrenado por primera vez en una sala comercial, uno de los films emblemáticos de Jacques Rivette, L’amour fou con Bulle Ogier y Jean-Pierre Kalfon, dos de sus actores favoritos. No la he vuelto a ver desde hace muchos, demasiados años. Supongo que se aguanta igual que entonces, espero que siga siendo fascinante. Dura 255 minutos, es decir más de cuatro horas. Hace falta voluntad y ganas de sumergirse en el amor loco de los protagonistas enmarcado en otro amor loco, el del teatro. La estrenan en pocos cines en España. Si tienen tiempo y curiosidad, no se la pierdan. En todo caso, en homenaje a L’amour fou he titulado esta entrada Amor.

El regalo de esta semana son dos chicas menos provocadoras que Berta y Belén.



 

sábado, 4 de mayo de 2024

NARANJAS Y LIMONES

 


Ramon ha hecho una foto que es un bodegón, casi un cuadro. Es una fuente de fruta, de naranjas y limones. Tan necesarios y tan buenos unas, las naranjas, como otros, los limones. Me gusta mucho esta foto y la he tomado como guía para los cuatro títulos de esta semana. Tres estrenos y una serie. Me encantan las naranjas, pero no puedo vivir sin limones.

 


Naranja japonesa. El mal no existe, Ryûsuke Hamaguchi

El mal no existe… o si. El mal no existe mientras seamos capaces de mantener el equilibrio con la naturaleza, la integridad personal, el respeto a lo que nos rodea. Cuando alguna de estas tres cosas se pierde o se olvida, el mal si existe. La preciosa narración del director de la inolvidable Drive my car, nos traslada en una larga secuencia de arboles recortados en el cielo diurno a un bosque encantado, pero cotidiano. Un bosque con una caperucita azul, una abuelita sabia y acogedora encarnada en un padre cariñoso y un lobo que viene de fuera amenazando el equilibrio en el que viven en este pequeño pueblo no lejos de Tokio. Porque no hace falta irse a la otra punta del mundo para encontrar la armonía, pero si hace falta venir de la otra parte del mundo para romperla. El mal no existe es música e imagen durante mucho rato, música maravillosa que acompaña a Takumi, el hombre que corta leña, el hombre que conoce los animales, el hombre que recoge agua, y a su hija Hana, la caperucita que camina por el bosque con la confianza de saber que el bosque la entiende y la protege. Este mundo no idílico, pero si ordenado, se ve roto por la irrupción de lobo urbanita que quiere construir un glamping (horrible palabra que une dos conceptos antagónicos: lujo y camping) en la parte alta del rio, donde nacen las aguas limpias y cristalinas que son el orgullo de sus habitantes. La comunidad siente que esa intrusión de los poderosos ajenos a su mundo, acabará por destruir lo que precisamente los ha atraído allí (eso es algo que sabemos muy bien en nuestro país). De una manera callada, con más respeto hacia los lobos con piel de cordero del que tienen con ellos, los aldeanos intentan parar ese proceso de degradación. La película discurre lentamente, avanza como paseando por el bosque poblado de ciervos. Y solo en su última parte, se adentra en la zona oscura, en el peligro, en la incertidumbre, para acabar con otro plano de arboles recortados en el cielo, pero esta vez, de noche. El mal no existe, nos deja pensando que pasará después. Y ahí entra la manera de ver el mundo de cada espectador.

 


Limón alemán. Música, Ángela Schanelec

En la crónica del D’A Fil Festival hablé de esta película. Entonces escribí: “Hay algo musical en este film de la directora alemana. El título no está puesto porque sí. Y no solo porque la música barroca, Vivaldi, Monteverdi, Bach, jueguen un papel importante en la historia, sobre todo porque es la música la que al final salvará al héroe. Estamos ante la recreación de un mito: el Edipo de Sófocles. Claro que no hace ninguna falta saber esto para disfrutar de las imágenes y el ritmo de este film musical. Pero si lo sabes, puedes llenar los vacíos de las grandes elipsis que usa como si fueran movimientos de una misma composición. Primer movimiento, un bebé es abandonado en una cueva donde lo encuentra un pescador. Segundo movimiento, un adolescente con heridas en los pies, mata sin querer a un hombre en las rocas. Tercer movimiento, el joven herido, entra en la cárcel donde conoce a una funcionaria y se enamoran. Cuarto movimiento, al salir de la cárcel encuentra a la funcionaria, se van a vivir juntos y nace una hija. Quinto movimiento, la mujer hace una llamada telefónica y descubre un secreto. Ya no cuento más, pero aun hay un sexto movimiento. Siempre con la música barroca como contrapunto del paisaje seco y rocoso de las costas griegas. Cuando se estrene volveré sobre Música para recordarles que no la dejen pasar.” Pues ya se estrena, así que vuelvo solo para confirmar lo que escribí y añadir que el film gana en el recuerdo y se ilumina bajo la capa de un romanticismo trágico.

 


Naranja valenciana. La casa, Álex Montoya

Una casa es un hogar, una casa es un mundo, una casa puede ser el nudo que une a sus habitantes, una casa puede ser la causa de su ruptura. Pero, sobre todo, una casa es la vida que se ha vivido allí. Basada en la novela gráfica de Paco Roca, el film de Álex Montoya no sale prácticamente nunca de esa única localización. Una pequeña casa en la huerta valenciana, con jardín, piscina y recuerdos. Muchos recuerdos que los tres hermanos reunidos tras la muerte de su padre para decidir qué hacer con esa casa familiar, enfrentan de muy distinta manera. Como distintas han sido sus vidas. El tiempo es el gran protagonista de este film de viñetas animadas. El tiempo de esos tres días en los que cada hermano y su familia tiene que dar un paso adelante; el tiempo de la memoria de un padre que añoran y lamentan no haber cuidado más; el tiempo de lo que les queda por vivir ¿en la casa o sin la casa? La película se mueve en un tono de comedia luminosa y feliz, pero dejando entrar zonas de sombra, como si una nube tapara el sol de vez en cuando. Y en esas zonas de sombra aparecen los fantasmas del pasado, (rencillas, enfados, malos entendidos) los fantasmas del presente, (bloqueo del escritor, crisis del hermano empresario, agobio de la hermana) y los fantasmas del futuro (tener o no tener hijos, cambiar de vida, asumir la responsabilidad). Todo en un ambiente de comidas, risas, arreglos de la casa. Pero lo mejor de esta película en la que nos podemos reconocer casi todos, es la presencia espléndida de María Romanillos en el papel de Ema, la adolescente que conecta con el abuelo muerto y es la única que tiene un futuro en esa casa que es de todos y no es de nadie. La casa es una película familiar, de todas las familias.

 

EL RINCÓN DE LAS SERIES



Limón malvado Ripley, Steven Zaillian, Netflix

En realidad toda la literatura de Patricia Highsmith es un limón ácido refractario a cualquier endulzamiento. Pero dentro de su obra, las cinco novelas del ciclo Tom Ripley, son sin duda las más ácidas y malvadas de todas. Soy fan de Patricia Highsmith, pero sobre todo soy fan de Tom Ripley (mejor con el rostro de Alain Delon). Por eso empecé a ver la serie de Netflix con cierta reticencia. El primer capítulo, además, me irritó mucho. El blanco y negro me pareció impostado, la recreación de una película indi de los sesenta, forzada y Ripley en el rostro inexpresivo de Andrew Scott, no me gustó nada. Sin embargo, algo me impulsó a seguir viéndola. Y poco a poco, me fui sumergiendo en ese mundo ripliano que Steven Zaillian había captado perfectamente. Mundo de engaños, mentiras, asesinatos y maldad en un paisaje idílico de un pueblo italiano, o en la Roma más oscura y la Venecia más brillante. Tres espacios para los tres grandes momentos de Ripley en su increíble transformación. El blanco y negro cogió sentido en las sombras y luces, la ambientación indi dio paso a un cine europeo muy clásico y el rostro inexpresivo de Andrew Scott acabó por hacerme olvidar a Alain Delon. Pero la serie me enganchó definitivamente cuando apareció el gato, único testigo del crimen romano de Tom, al que le gustaría poder decir lo que ha visto, en especial al implacable inspector Ravini que busca un asesino que no existe. Como efecto colateral me ha provocado las ganas de volver a leer las novelas de Patricia Highsmith. 

El regalo de esta semana es un gato que nunca ha presenciado un asesinato



sábado, 27 de abril de 2024

TRES ESTRENOS Y UNA SERIE

 

Seguimos con el disparate de los estrenos: esta semana quince películas nuevas llegan a los cines, desalojando otras quince que quizás solo han durado unos días. Es imposible verlo todo y seguro que me pierdo, y se pierden, muchas cosas interesantes. Y además en Barcelona el BCN Film Festival que este año he podido seguir mucho menos de lo que me habría gustado. Es una situación insostenible para todos y alguien debería replantearse esta política de quemar películas sin ton ni son. Entre los estrenos que me he perdido hay dos que intentaré recuperar en cuanto pueda: Rivales, de Luca Guadagnino, y Ryuichi Sakamoto/Opus de Neo Sora. Los demás, ya se verá. De las que he visto hay por lo menos tres que vale la pena destacar en el maremágnum de la semana.

 


El estreno más bonito: Ama Gloria, de Marie Amachoukeli-Barsacq

Las películas pequeñas son a veces las más grandes. Esta es una de esas películas pequeñas que se hace grande gracias a la presencia de una niña pequeña. Porque toda la película se concentra en la mirada de Cléo, escondida tras unas gafitas. Cléo es la increíble Louise Mauroy-Panzani, una niña de seis años que adora a su tata, Ama Gloria. Cléo perdió a su madre cuando era un bebé, Ama Gloria ha sido desde siempre su único referente, su único amor. Hay un padre que no entra en esta ecuación de dependencia mutua. Viven en París, pero un día Gloria recibe una noticia, su madre ha muerto en la isla, su madre cuidaba a los hijos de Gloria, Gloria debe ir a la isla a cuidar de sus hijos. Catástrofe para Cléo que consigue arrancarles, al padre y a Gloria, la promesa de que irá a verla en verano. La historia propiamente dicha empieza cuando Cléo llega a Cabo Verde. En un ambiente muy distinto, de cierta libertad y de indiferencia, la pequeña Cléo tiene que aprender a compartir a Gloria con otras personas, pero también los hijos de Gloria tienen que aprender a vivir con una madre que no conocen y Gloria tiene que aprender a no depender de Cléo y centrarse más en sus hijos. Todo esto, contado con ligereza y emoción, sin caer jamás en el sentimentalismo, sin dar un solo traspiés. Quieres a Cléo, entiendes a Gloria y te siente cercana a sus hijos. Ama Gloria es un film luminoso, de sol y aguas cristalinas (y peligrosas), de dolor y de risas. Cuando la veía pensé en la cercanía de que había entre la Frida de Verano de 1993 y la Cléo de Ama Gloria, ambas son niñas heridas que consiguen salir adelante. La (im)posible relación de la directora francesa con Carla Simón, se hizo posible gracias a una información  de Lluís Salgado: Marie Amachoukeli-Barsacq vivió un tiempo en Badalona, ¿y si conoció a Carla? ¿Y si se contaron sus historias personales, sobre las que se basan las dos películas? Si no es cierto, da igual. Ama Gloria sigue siendo una auténtica pequeña gran delicia.

 


El estreno más interesante: Siempre nos quedará mañana, de Paola Cortellesi

¿Por qué pienso que este film italiano es el más interesante? Hay varias razones. La primera es su directora, una conocida actriz italiana que ha decidido dar el paso a la dirección (aunque esto solo no lo haría interesante, son muchas las actrices y actores que dirigen). La segunda es el tipo de película que ha escogido Paola Cortellesi para dar este salto, una película en blanco y negro, ambientada en el año 1946, en plena posguerra y en pleno neorrealismo. La tercera es que este homenaje y evocación neorrealista no es nada nostálgico, al contrario, le sirve a la directora y guionista para contar una historia tan contemporánea entonces, como ahora. Y cuarto, unos actores magníficos, capaces de pasar del ridículo a la tragedia, de la violencia al baile. El título queda plenamente justificado en el film, porque efectivamente hay un mañana gracias al que, en cierto modo, existe un hoy.

 


El estreno más valiente: Mamífera de Liliana Torres

La directora catalana se atreve con un tema incómodo, poco estudiado y sobre todo muy poco representado. Las mujeres que no quieren tener hijos, que no sienten el instinto maternal, sin que por eso dejen de ser sensibles, cariñosas, cuidadoras e incluso gustarles los niños. Liliana nos coloca frente a un dilema. Lola y Bruno no quieren tener hijos, los dos llevan mucho tiempo viviendo juntos y están bien. Ya tienen una edad. Pero, sorpresa inesperada, Lola se queda embarazada y se plantea qué hacer. Durante los tres días que imponía la ley española antes de un aborto, Lola y Bruno se ven obligados a replantearse su vida. Sin ninguna intención moralizante, sin ánimo de afirmar que es lo bueno y que es lo malo, Mamífera nos obliga a mirar de frente una situación cada vez más común. Y lo hace con humor, de forma luminosa, resaltando el respeto entre Lola y Bruno, y el cariño de un grupo de amigas en las que Lola encuentra apoyo, aunque todas ellas tengan hijos. Porque Mamífera habla de Lola, pero también de otras maternidades, y de las distintas maneras de afrontar la vida. Lo mejor del film de Liliana Torres es el tono suave con que trata este tema tan duro junto con las preciosas ensoñaciones que puntúan con collages los sueños de Lola durante estos tres días. Mamífera es un film que te obliga a pensar.

 

EL RINCÓN DE LAS SERIES



Bellas Artes de Gastón Duprat, Mariano Cohn y Andrés Duprat Movistar+

Hacía tiempo que no me reía tan a gusto con una serie, hacía tiempo que no veía una representación tan palpable de la estupidez humana, hacía tiempo, mucho, que nadie se atrevía a poner en imágenes al emperador desnudo; el del arte contemporáneo, el de la corrección política, el de los ismos de todo tipo, el del conservadurismo más feroz disfrazado de modernidad. Cuando el pedante Antonio Dumas se presenta a un concurso para dirigir un museo de arte moderno en Madrid, sabe que no lo escogerán porque “soy viejo, soy hombre, soy blanco, soy de origen europeo y lo peor soy heterosexual”. Contra todo pronóstico Dumas es seleccionado y ahí empieza su cruzada contra la estupidez, auténtico macguffin de la serie, representada en la estatua de un famoso escultor continuamente vandalizada por su supuesto machismo en un pasado remoto. Dumas convive como puede con su ultramoderno programador que cada vez le propone cosas más absurdas, establece una complicidad con su estupenda secretaria y se enfrenta una y otra vez a una ministra de cultura analfabeta, pero muy correcta políticamente, mientras mira compulsivamente videos de gatitos en el móvil. Son seis capítulos muy cortos, de menos de 30 minutos, que vale la pena ver seguidos. Al final te das cuenta de que en realidad todos los personajes, menos Marisa, la secretaria, son odiosos. Empezando por Antonio Dumas, un estupendo Oscar Martínez que repite con los hermanos Duprat en un personaje que parece un hermano gemelo del insufrible escritor de El ciudadano ilustre y el amargado director de Competencia oficial. Si quieren divertirse un rato desmontando falsos dogmas de modernidad, no dejen de verla. 

El regalo de esta semana es un cuadro que  no sé si le gustaría a Antonio Dumas.



viernes, 19 de abril de 2024

MUCHO CINE


Los críticos llevamos unas semanas un poco desquiciadas entre festivales en casa (los más difíciles de seguir porque la vida cotidiana se impone sobre la vida festivalera) y estrenos a punta pala, dicho rápidamente. Esta semana once estrenos, algunos muy gordos como Civil War, de Alex Garland, que no he podido ver pero aun sin verla pone los pelos de punta por lo que se de ella: una distopía casi real ahora mismo. Otros son pequeñitos y modestos, pero huelen a interesantes, como Hate Songs de Alejo Levis, un experimento en un solo espacio y con tres actores, que nos recuerda el horror de un auténtico genocidio, el que  se vivió en Ruanda en 1994 cuando el grupo étnico Hutu asesinó en tan solo 100 días a 800.000 personas de la minoría Tutsi. El film es la recreación de una recreación. Hate Songs cuenta como veinte años después, es decir en 2014, se recreó en un estudio de radio, un programa que en los días de la matanza incitaba al odio con sus canciones y sus consignas. Lo mejor de esta película, pequeña, que no habla de una guerra civil sino de un exterminio civil, es que me ha hecho mirar a la Ruanda de ahora mismo y me he quedado asombrada al descubrir que es un país, tranquilo, próspero, donde la memoria histórica no se ha olvidado, pero no se usa como arma arrojadiza para crear más división y odio, sino para integrarse en un proyecto común. Ruanda, escondida en el corazón de África, es un ejemplo en muchos sentidos.

De los once estrenos de la semana, cuatro estaban dirigidos por mujeres. No está mal. De los cuatro, solo he visto dos y es de esos dos de los que quiero hablar en esta entrada.

 

                                        (la auténtica Clémentine Delait)

Rosalie, de Stéphanie Di Giusto

Me gusta mucho esta película. Es muy clásica en su forma, incluso un poco demasiado académica. Pero creo que es una buena elección de la directora francesa. Si lo que cuentas es bizarro y extraño, si lo que pones en imágenes es una historia que se sale de los cauces habituales, quizás lo mejor es que la manera cómo la cuentas sea la mas sencilla posible. Y la historia de Rosalie es extraña, sin duda. Todo pasa en un pequeño pueblo francés el año 1870. Rosalie (estupenda Nadia Tereszkiewicz), es una joven tímida y  bella que llega al pueblo para casarse con Abel (estupendo Benoît Magimel). Pero Rosalie no es una mujer como las demás, Rosalie tiene un secreto que intenta ocultar a todos: Rosalie es una mujer barbuda, peluda. Lo que Marco Ferreri en una de sus películas más salvajes, La donna scimmia, convertía en un cruel cuento de explotación de un fenómeno de feria, ahora es una historia de amor. Rosalie, inspirada en el personaje real de Clémentine Delait, es una preciosa historia de amor entre dos personas profundamente heridas. El film tiene tres partes muy claras, la primera es el rechazo de Rosalie, avergonzada de su barba; la segunda es la autoafirmación de Rosalie, orgullosa de su barba; la tercera es la hipocresía respecto a la barba de Rosalie. Con una cuidada ambientación y personajes muy bien dibujados, la hermosa y no convencional Rosalie nos enseña algunas cosas: hay que aprende a quererse a si mismo; hay que aprender a aceptar la diferencia; hay que aprender a vivir de una manera libre. Bonita y barbuda.

 


La quimera, de Alice Rohrwacher

Hacer una película después de Lázaro feliz, era francamente un reto. La directora italiana tenía el listón tan alto, que corría el riesgo de decepcionar. La quimera no decepciona, ni mucho menos, pero si tengo que reconocer, que, al menos para mí, no llega a la altura de Lázaro feliz. Eso no quiere decir que no sea una propuesta absolutamente recomendable: los cuentos siempre son bonitos. Y La quimera es un cuento etrusco. Hay un príncipe melancólico y sumido en la tristeza. Arthur, Josh O’Connor más cerca de Lawrence Durrell que de Carlos de Inglaterra, es un arqueólogo que poco tiene que ver con Indiana Jones. Arthur tiene un don, sabe encontrar los tesoros escondidos en las profundidades de esa tierra donde la historia fluye. Arthur no busca la riqueza, eso se lo deja a los siete enanitos Tombarelli (ladrones de tumbas) que le siguen por todas partes. Arthur quiere encontrar a su Bella Durmiente, su Blanca Nieves, la hermosa Benjamina, perdida en la bruma de los fantasmas y los muertos. Que la música que acompaña a Arthur sea el Orfeo y Eurídice de Monteverdi, da la clave argumental de este film, pero no la de la película. Alex Gorina me dio la definición más precisa de lo que es La Quimera, una película sobre la Ruina, con mayúscula. Una ruina materializada en esas piezas rotas y sucias que Arthur descubre; una ruina representada en ese viejo palacio donde viven una mujer que es quizás la ruina más valiosa, Isabella Rossellini, la madre de la perdida Benjamina y sus crueles hermanas. Una ruina. Si la pienso bajo esta idea, La quimera me gana en muchos sentidos. Porque lo que me parecía una debilidad del film, su dispersión, su falta de encaje entre algunos fragmentos del relato, de repente, se convierte en una ventaja. La quimera es un tesoro roto en distintos pedazos que debemos unir nosotros como hacen los restauradores con las piezas que recuperan de las excavaciones. Y como ellos, hacer que las verdaderas, las importantes, no se confundan con las nuevas que usamos para intentar darle forma. Para mí, la pieza fundamental de esta ruina etrusca es el personaje de Italia, Carol Duarte, la mujer tierra que salva a Arthur de las quimeras perdidas. 

El regalo de esta semana es una mujer (posible) etrusca


 

 

 

 

 

sábado, 13 de abril de 2024

DESCUBRIMIENTOS (DE TIERRAS Y DE CINE)

 

 

Hispanoamérica, José Luis López Linares

Siempre me ha interesado el cine documental que hace José Luis  López Linares. A veces conecto más con sus temas, otras me siento más lejos, pero siempre tienen algo que me despierta ideas o me remueve pensamientos. Con Hispanoamérica, su último trabajo sobre la memoria, me ha pasado algo muy especial, he visto y escuchado conceptos sobre la presencia española en el nuevo continente que tienen mucho que ver con lo que yo misma llevo pensando y defendiendo desde hace tiempo, todo hay que decirlo, sin demasiado éxito: no hubo una conquista de México porque México no existía. Hubo una conquista del imperio azteca en la que participaron los pueblos indígenas sometidos a un imperio, el mexica, de una crueldad y tiranía absoluta. No hubo una colonización en el sentido clásico del término, hubo un mestizaje y un sincretismo de culturas. No hubo una destrucción de una forma de vida, hubo una simbiosis de formas de vida. Los trescientos años de virreinatos, no colonias, –los virreinatos tenían la misma consideración y derechos que las provincias españolas, por precarios que fueran en uno y otro lado del mar–, son los más ricos de la historia americana. En América Latina no se destruyó, se construyó. Hubo una mezcla que dio origen a los que hoy son los pueblos criollos. Y esa riqueza es algo que desde las nuevas corrientes indigenistas y anticolonialistas, no solo se combate, sino que se niega y se intenta manipular en nombre de una idea disgregadora en lugar de una idea integradora. El documental de López Linares da la voz a historiadores, músicos, artistas, políticos de distintos países para que sean ellos los que reivindiquen la historia común, .no sólo con palabras, sobre todo con hechos, con documentos, monumentos, iglesias, colegios, hospitales y ciudades, porque España creó ciudades donde convivían las culturas. Lo de común es importante, porque antes de la llegada de los españoles, había reinos, imperios poderosos, pero aislados unos de otros. Fue la presencia española la que dio sentido a la idea de Hispanoamérica. Este trabajo debería verse en las escuelas de toda América Latina y en las escuelas de España. A ver si se empieza a tener una idea menos maniquea y manipulada de una realidad que está muy viva y muy presente. Aparte de esto, el documental es de una gran belleza en sus imágenes barrocas y de una gran riqueza en su reivindicación musical, quizás la forma más bonita de mostrar la integración de los dos mundos. Un pequeño apunte personal. Cuando yo estudiaba en México, en el Colegio Madrid se celebraba una fiesta de fin de curso cada año. Hasta tercero de primaria, es decir entre los 6 y los 9 años, los bailes que hacíamos las niñas eran mexicanos, la bamba, el jarabe tapatío, las guajiras michoacanas, eran bailes con vestidos largos, llenos de colores y volantes y con los brazos hacia abajo. En cuarto hacíamos una tabla gimnástica. Y a partir de quinto, sexto y la secundaria, los bailes eran españoles, con vestidos mas monocromos, rojos o azules, muñeiras, jotas, sardanas, lagarteranas y con los brazos hacia arriba. Siempre me llamó la atención esto de los brazos. Y me gustaría que alguien me lo explicara. Es curioso.

Aprovecho esta oportunidad para rescatar un texto que escribí hace un tiempo y que tiene mucho que ver con este documental:

“Nunca entendí el significado ideológico del 12 de octubre. Lo justo habría sido contar el encuentro entre dos mundos, dos civilizaciones, crueles las dos, violentas las dos, pero cada una con muchas cosas buenas para enriquecer la convivencia. Los españoles trajeron un idioma común y una organización territorial y política que ha dejado una huella imborrable en toda Latinoamérica; los pueblos indígenas aportaban su visión del mundo. Ni una ni otra eran perfectas, pero juntas crearon un mundo mejor. Los tres siglos de conquista española dejaron una herencia enorme que los dos siglos de independencia no han hecho más que dilapidar llevando al continente a la práctica ruina económica y moral en la que vive actualmente.” El documental Hispanoamérica, me da un poco la razón.

 

Seis películas para un festival. D’A 2024

Se pude decir que destacar solo seis películas en un festival que ha propuesto 120 títulos es más bien poco. Quizás si, pero es evidente que es imposible verlas todas; es evidente que entre lo que ves te puedes encontrar con sorpresas y decepciones; es evidente que tienes que escoger en función de tus gustos, pero también de tus necesidades profesionales. No es lo mismo ir a un festival para ver cine y disfrutarlo, que ir para cubrirlo para un medio que te condiciona de alguna manera. Teniendo en cuenta todo esto, me parece que puedo estar contenta de que este D’A 2024, en el que he visto más de veinte películas, seis se me hayan quedado en la memoria.


(portada del disco Una semana en el motor de un autobús donde está la canción 

Segundo premio de Los Planetas)

Segundo Premio, Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez

Tenía muchas ganas de ver la última película de Isaki, realizada esta vez en colaboración con Pol Rodríguez, otro director que me gusta mucho. Sabía que era una especie de biopic de un grupo de música de los noventa, Los Planetas, que la verdad, no conocía de nada. Pero lo que no sabía es que me iba a encontrar con una película Romántica y Melancólica a partes iguales. Un film que habla de la existencia y la autodestrucción, de la amistad y la creación. Una película que pasa en Granada, una ciudad misteriosa, una combinación de mar y nieve, de hielo y vapor, de árabe y cristiano, de agua y fuego. Agua que corre por arriba, fuego que circula escondido. Es impresionante como se puede reflejar un estado de ánimo con una mirada, un gesto, una canción. Segundo premio es un premio gordo. Y el inicio de una nueva etapa en el cine de Lacuesta. Felicidades.

 


Tríptico, de Daniel Grandes, María Martín-Maestro, Albert Olivé

Este film lo firman tres directores, pero lo habrían podido firmar los seis alumnos de la UPF que lo han concebido como un trabajo colectivo que viene a demostrar que sin una productora detrás y sin subvenciones, se puede hacer una película. Una gran película. Lo que hace falta es ganas, antes que nada, imaginación, colaboración y saber lo que quieres contar. Las cuatro cosas se conjugan en este film sorpresa de la sección que lidera Carlos Losilla, Un impulso colectivo. ¿Cómo hacer una película con muy poco? Un solo escenario, en este caso un enorme piso de techos altos y grandes estancias que uno de los personajes hereda inesperadamente. Dos personajes, un chico y una chica que empiezan a vivir en ese piso. Una situación externa: la pandemia que justifica que nunca salgan de ahí. Una situación interna: están rodando una película en la que ellos son y no son los protagonistas. Y tres cuadros misteriosos: uno feliz, uno trágico, uno en blanco. Con estos elementos se construye un film de suspense, de terror en algunos momentos, de amor, de reflexión sobre la representación. Y pasa volando y llega el final y dices, ¿qué pasará ahora? Espero que lo que pase es que todos ellos, los de delante y los de detrás de la cámara sigan adelante. Son el futuro.

 


Camping du lac de ÉlèonoreSaintagnan

¿Se han encontrado alguna vez tirados en medio de la nada porque el coche se ha estropeado donde menos te lo esperas? Este es el punto de partida de este cuento moderno narrado en primera persona por la propia directora. Cuando su coche se avería en una carretera de la Bretaña francesa, ella, debe pasar unos días en un camping cerca de un lago. Estamos fuera de temporada, pero hay algunos habitantes permanentes que viven todo el año en ese camping atraídos por una leyenda medieval, en el lago hay un pez monstruosamente grande que nadie ha visto nunca y que ellos intenta pescar, o al menos ver. Mientras espera pacientemente que arreglen su coche, ella se dedica a recoger relatos diferentes, a escuchar canciones de otro tiempo, a recorrer las orillas gravando sonidos de pájaros y de animales. Y descubre un mundo tranquilo y sereno como tranquilo y sereno es el film que hace esta joven realizadora francesa. Un cuento en el que te gustaría vivir, aunque el final sea un toque de atención sobre los peligros del cambio climático. La sequia no solo deja al descubierto ruinas de pueblos abandonados; puede dejar al descubierto peces monstruosos a los que hay que salvar.

 


Hors Saisson Stèphane Brizé

Fuera de temporada. Eso es lo que quiere decir este título y es lo que cuenta este film que rápidamente definiría como un cruce entre una película de Hong Sang-so y Claude Lelouch. Tiene tanto de los films invernales y de hoteles vacíos del director coreano, sin comida ni bebida, como del edulcorado Un hombre y una mujer, pero sin música. El resultado es una historia de amor truncada en el pasado, recuperada en el presente en ese balneario donde se refugia un actor en crisis después de abandonar el que debería ser su primer trabajo en el teatro. En la atmósfera azul y blanca del balneario, el actor no recuperará la serenidad, pero si encontrará un viejo amor con el que revivir momentos de melancolía más que de otra cosa. Podría ser un poco más corta, podría no tener varios falsos finales, pero a pesar de eso no me olvido de ella y del rostro desconcertado de Guillaume Canet o los ojos entornados de Alba Rohrwacher. Por eso la dejó aquí entre las cinco del D’A.

 


Música de Angela Schanelec

Hay algo musical en este film de la directora alemana. El título no está puesto porque sí. Y no solo porque la música barroca, Vivaldi, Monteverdi, Bach, jueguen un papel importante en la historia, sobre todo porque es la música la que al final salvará al héroe de este mito. Estamos ante la recreación de un mito: el Edipo de Sófocles. Claro que no hace ninguna falta saber esto para disfrutar de las imágenes y el ritmo de este film musical. Pero si lo sabes, puedes llenar los vacíos de las grandes elipsis que usa como si fueran movimientos de una misma composición. Primer movimiento, un bebé es abandonado en una cueva donde lo encuentra un pescador. Segundo movimiento, un adolescente con heridas en los pies, mata sin querer a un hombre en las rocas. Tercer movimiento, el joven herido, entra en la cárcel donde conoce a una funcionaria y se enamoran. Cuarto movimiento, al salir de la cárcel encuentra a la funcionaria, se van a vivir juntos y nace una hija. Quinto movimiento, la mujer hace una llamada telefónica y descubre un secreto. Ya no cuento más, pero aun hay un sexto movimiento. Siempre con la música barroca como contrapunto del paisaje seco y rocoso de las costas griegas. Cuando se estrene volveré sobre Música para recordarles que no la dejen pasar.

 


Historia de pastores, Jaime Puertas

La película más rara del festival, de las que yo he visto al menos. Estaba dentro de la sección Un impulso colectivo, donde caben este tipo de rarezas. Historia de pastores pasa en un futuro cercano, el 2027, en el campo granadino que se ha quedado sin agua y donde los cortijos se han convertido en ruinas arqueológicas. Hay un misterio, una extraña piedra caída del cielo, una excavación de un poblado neolítico, una atípica estudiante de geología que busca un cortijo perdido. Y hay dos pastores, uno, José, sufre una extraña erupción cutánea; el otro, Jonás, es el heredero de una saga de pastores que han visto un ángel. Todo pasa en un contexto de cotidianidad pueblerina, de vidas rutinarias, de cielos ardientes y ovejas de cristal. Si son capaces de imaginar todo esto en una película que cuenta cuentos y tiene como estrellas drones que vigilan permanentemente desde el cielo, se harán una idea de lo que es este film inclasificable, lleno de imágenes impactantes, donde la rareza empieza con una becaria de pelo blanco y arrugas y sigue con un hombre iluminado mientras otro hombre atraviesa, literalmente, al otro lado de la realidad. Lo raro en lo más cercano. 

El regalo de esta semana no es un cuadro ni un dibujo, es una foto de mi hermana Flora en una fiesta de fin de año de El Colegio Madrid, con los brazos en alto, como corresponde a la muñeira que supongo bailaría justo después. 


 

 

 

 

 

sábado, 6 de abril de 2024

CARTAS

 


Pequeñas cartas indiscretas, Thea Sharrock

Una entrada corta esta semana en la que ha empezado el D’A y hay pocos estrenos.

Una entrada de cartas indiscretas que  trastornan la hipócrita armonía de una pequeña ciudad costera completamente inventada.

Una película sencilla, no simple, que se apoya en sus dos actrices, Olivia Colman como solterona reprimida y malvada y Jessie Buckley como irlandesa libre y desprejuiciada.

Todo ambientado en los años 20 en una pequeña localidad costera inglesa, cuando el conflicto irlandés estaba en pleno apogeo.

Un argumento que le habría encantado a Agatha Christie, sobre todo en el mejor personaje de la historia, la policía de origen indio (atención a Anjana Vasan) que es la primera mujer policía en el pueblo, con lo que eso significa en racismo y desprecio por parte de sus superiores. Y una vecinas que no dudan en establecer complicidades para llegar al fondo del asunto de esas cartas maliciosas y obscenas que reciben un día si y otro también.

La historia parece escrita para ser una comedia de la Ealing, los estudios ingleses que llenaron de risas inteligentes y en blanco y negro los años 50  con Alec Guinness como estrella principal. Pero también se la puede relacionar con El cuervo, el clásico por excelencia de las cartas envenenadas, dirigido por H. Clouzot en 1943 en la Francia ocupada y plagada de colaboracionistas.

Solo un pequeño apunte, en este tiempo en el que ya no se escriben cartas en papel, las maldades se han multiplicado por mil gracias (o desgracias) a las redes sociales que amparan el anonimato y facilitan la difusión de fake news, secretos de todo tipo y más que otra cosa, lo que buscan es hacer daño. No estoy segura que con el tema de lo que se dice en twit, o como se llame ahora, se pudiera hacer una comedia tranquila como esta.

 

Un pequeño ciclo de cartas

Cartas denunciantes. El cuervo H.G. Clouzot, 1943

Cartas amenazadoras. El cabo del terror, J.Lee Thompson, 1962 y El cabo del miedo, Martin Scorsese, 1991

Cartas de amor. Carta de una desconocida, Max Ophüls, 1948

Cartas vengativas: Expiación, Joe Wright, 2007

Cartas malvadas. Diario de un escándalo, Richard Eyre, 2006

Carta que siembra dudas. Carta a tres esposas, J.L. Mankiewicz, 1949

Cartas emocionantes. Cartas desde Iwo Jima, Clint Eastwood, 2006

Carta para el futuro. Carta a mi madre para mi hijo, Carla Simon, 2022

 

El regalo de esta semana es una chica escribiendo cartas bonitas.



 

 

sábado, 30 de marzo de 2024

CUERPOS

 


El problema de los tres cuerpos. Netflix

Se ha hablado mucho estos días de la serie de Netflix El problema de los tres cuerpos. No he querido leer nada antes de verla y de escribir de ella. Porque quería escribir de ella, eso lo tenía muy claro. Pero quería hacerlo sin estar contaminada de la opinión pública y publicada. Quería acercarme a la serie desde la ilusión de ver como uno de los libros de ciencia ficción que más me han gustado en estos años se convertía en imágenes.

Pero empecemos por el principio. Fue una de mis mejores amigas la que me habló de estos libros hace mucho tiempo, en la era AGP (Antes de la Gran Pandemia). Ella los había leído en inglés y le entusiasmaban. Los busqué en castellano y los encontré. Los tres El problema de los tres cuerpos, El bosque oscuro, El fin de la muerte. Que un chino completamente desconocido para mi, Cixin Liu, hubiera escrito esta inmensa trilogía de Ciencia Ficción, más Ciencia que Ficción, más Política que Ciencia, más Advertencia que Política, me parecía algo muy atractivo. ¿Cómo se escribe ciencia ficción desde un país tan confuciano, es decir tan apegado a la tierra, como es China? ¿Y cómo se escribe un género tan tipificado en la cultura occidental desde unos parámetros completamente distintos? La respuesta la encontré leyendo los libros de un tirón. Aunque tengo que reconocer que a veces me perdía en las definiciones científicas o en los cálculos físicos, pero pronto aprendí a leerlos de otra manera. No se trataba de entenderlos, sino de leerlos como si fueran poemas indispensables para avanzar en la envolvente historia de una traición.

No voy a explicar mucho más del argumento, vale la pena que vean la serie y, si pueden, lean los libros de Cixin Liu. Solo voy a decir que a mí no me ha decepcionado esta adaptación de los creadores de Juego de tronos. Si había alguien que podía meterle mano a la Trilogía de los Cuerpos eran David Benioff y D.B. Weiss. Si habían conseguido explicar en imágenes la saga de Juego de Tronos, podrían transformar en serie la abstracción y al mismo tiempo el mensaje de los cuerpos de Liu. Que hayan occidentalizado a los personajes principales, no me parece mal, entre otras cosas porque no es tan simple su occidentalización. Los cinco científicos discípulos de Vera resumen la humanidad entera: un negro, una china, una latina, y dos blancos muy diferentes. Todos formados bajo el ala de Vera, una científica china y a su vez bajo el ala de Ye Wenjie, la auténtica protagonista. El origen de la historia sigue estando en China, el origen del problema de los tres cuerpos sigue siendo la intolerancia, la represión, el abuso de poder de la llamada Revolución Cultural del presidente Mao en los años sesenta (de la que ya casi nadie se acuerda y que a mí me parece reconocer en algunos comportamientos sectarios y prepotentes en ciertas universidades y colectivos muy actuales). Sin ese detonante, no se entiende la respuesta de Ye que desencadena una historia apasionante. Y atentos al final de la serie (y del primer libro), puede que miremos a los insectos de otra manera.

Dos cosas curiosas. Una de las  amenazas que anuncia la serie es la de una pérdida del control energético que provocaría el caos. El accidente del barco de Baltimore, que ha acabado con uno de los puentes más importantes de Estados Unidos, me hizo pensar en un aviso de lo que puede pasar. El barco venía de China y se dirigía a Sri Lanka y poco después de zarpar se apagaron todas las luces, perdió el rumbo y chocó con el puente. Extraño sin duda. La otra cosa curiosa la puede detectar cualquiera que tenga un móvil y se haya dado cuenta de que si entra en una zapatería, al cabo de media hora empiezan a llegarle anuncios de zapatos. O lo que es peor, te comas un chocolate y empiezan a salirte entradas relacionadas con lo bueno que es el chocolate. Son los algoritmos, dicen. Si ven la serie, descubrirán que propone otra explicación mucho menos tranquilizadora. Por si acaso, espero que este texto les guste (a los lectores de aquí y a los de allí).

 


( la auténtica Diana Nyad)

Nyad, de Elizabeth Chai Vasarhelvi y Jimmy Chin. Netflix

Mi intención era dedicar esta entrada exclusivamente a los tres cuerpos, pero por razones de trabajo he tenido que ver una película que se me perdió en su estreno, Nyad, de Elizabeth Chai Vasarhelvi y Jimmy Chin, un film protagonizado por Jodie Foster y Annette Bening que le valió a esta última una nominación al Oscar como mejor actriz. La relación de este film con la serie no pasa porque sus directores sean de origen chino, sino por el Cuerpo. De los cuerpos celestes de la trilogía, pasamos al cuerpo acuático y atlético de Diana Nyad. Me gusta nadar, aunque no soy muy buena, y me gusta ver competiciones de natación. Pero no sabía nada de la existencia de esta nadadora americana, campeona olímpica, que a los 28 años intentó cruzar de Cuba a Florida a nado y no lo consiguió. Pero si lo logró a los 64 años en una hazaña que los que nos miran habrían aplaudido. Lo que cuenta esta película es precisamente este momento. El día que cumple sesenta años, Diana Nyad se propone cumplir su sueño de ir de Cuba a Cayo Hueso nadando sin parar sesenta horas. Tiene claro el objetivo y aunque le llevará cuatro años y cinco intentos, acabará por conseguirlo. El film sigue a la protagonista y a su amiga y entrenadora Bonnie, Jodie Foster, en este empeño casi imposible. Annette Bening sostiene el personaje en el agua y fuera del agua y el film avanza a brazadas con nosotros en el barco ayudándola. Lo que importa en esta película, difícil de rodar sin duda y todo un reto para la actriz, es lo que dice Diana Nyad cuando llega a la costa de Florida: “Nunca te rindas. No dejes que la edad te impida cumplir tus sueños. No olvides que necesitas un equipo que te acompañe”. Tres lecciones de vida.

El regalo de esta semana es un cuadro con tres cuerpos en el espacio.