(Esta
foto no es mía. Es de mi hermana Mireia, de un viaje a Islandia. Espero que no
le importe que la ponga)
Recuerdo
perfectamente una fría tarde nevada en el Festival de Rotterdam del 2006. Tenía
un rato de esos que se quedan vacíos en una jornada repleta. El tiempo no
invitaba a pasear, así que me fui a la Videoteca del Festival a ver si podía
recuperar alguna película. Vi un título que me llamó la atención MADEINUSA, todo junto. Pensé, vamos a
verla. Me senté delante de uno de los grandes televisores que el festival ponía
a disposición de los críticos, y me
quedé enganchada. Fue una enorme sorpresa encontrarse con aquel film tan
extraño, tan inusual, tan mágico y a la vez tan tremendamente terrenal. Un sincretismo
perfecto entre religiones que se alimentan y ritos que se mantienen a través de
los siglos. Cuando acabé, me fijé en el nombre de su directora: Claudia Llosa. No
tenía ni idea quién era, no sabía que era una peruana que vivía en Barcelona.
No me imaginaba, entonces, la relación
que íbamos a tener en un futuro muy próximo cuando su segunda película La teta asustada se seleccionara para el
Festival de Berlín. La historia de su pase por Berlín con Oso de Oro incluido,
es de sobras conocida, así que no voy a insistir en ella.
Seguí
viendo a Claudia en muchas ocasiones, proyecciones de sus películas,
conferencias, charlas. En el Festival de Berlín del año 2012 me contó que
acababa de terminar de escribir un guión que le gustaba mucho. Era muy distinto
a lo que había hecho hasta entonces. Y sobre todo era un reto, porque estaba
escrito en inglés, rodado en Canadá y con actores de Hollywood y Gran Bretaña.
Estaba entusiasmada. Supe que en el 2013 rodaba la película que pasó por varios
nombres hasta acabar llamándose Aloft/ No
llores, vuela. Es la que se ha estrenado esta semana. Apoyada en su fiel productor José María
Morales y con la colaboración en este caso de Arcadia Films, Claudia pudo hacer
una película grande. Grande en muchos sentidos: de producción, con rodajes en
el Círculo Polar Ártico, y de ambición.
Y
ahora toca hablar de No llores, vuela. A mí me gusta mucho. No es un film fácil, tampoco
se si es un film redondo. Pero si es una de aquellas películas que no se te
olvidan. Cuenta una historia de madre e hijo. Y de pájaros y naturaleza. Y de
paisajes y cielos. Y de magia y creencias. Y de buscar lo que hay al otro lado
de las cosas. Es una aventura llena de belleza, la de la tierra nevada, la de
los ojos de Nana (Jennifer Connolly), la del vuelo de los halcones. Narrada en
dos tiempos no lineales, la historia de Iván y su madre Nana, es la de una
difícil reconciliación. No llores, vuela, como los halcones que adiestra Iván;
no llores, vuela, como hace Nana encerrada en su particular círculo dentro del
Círculo Polar Ártico. No llores, vuela. Mira más allá, busca. La infancia de
Iván, título de una de las primeras películas de Tarkowski, es dura, complicada.
La vida adulta, no lo es menos. Iván (Cillian Murphy) no encontrará la paz del
vuelo de sus halcones hasta que no acepte a Nana como es. Espero que le guste a mucha gente. Me alegra
ver que Claudia ha dado un salto adelante, ha dejado de llorar y se ha
puesto a volar.
Primer
apunte de la semana.
Solo
unas líneas para recomendar un estreno que no había visto la semana pasada, Whiplash, primera película de un
guionista de 29 años, nominada a la Mejor Película en los Oscar 2015. Se ha
comparado este film con La chaqueta
metálica. Creo que es un error. No tiene nada que ver. Lo que Fletcher hace
con Andrew es otra cosa. Andrew puede ser un gran músico, Fletcher, su maestro,
lo sabe. Pero sabe que no se llega a la perfección si no es con sacrificio. Y
eso es lo que exige hasta hacerle sangrar a ese chico notable que se puede
perder fácilmente entre los halagos. Es
estupenda, incluso para aquellos, que como yo, no sean entusiastas del jazz. Si
además te gusta el jazz, el film es espectacular.
Segundo
apunte de la semana.
El
follón que se ha armado con el pase de Ciutat
Morta en TV3, censurada en cinco minutos, me ha dejado perpleja y me ha
llevado a una reflexión. Este documental lleva un año y medio proyectándose en
todas partes. Yo misma escribí sobre él en una entrada del 8 de junio del 2014.
Está en Filmin para quién la quiera ver. Se está exhibiendo en los Cines Girona
de Barcelona. Ha pasado por montones de festivales. ¿Es que nuestros políticos
no la habían visto? No me lo puedo creer. Pero mientras se moviera en esos
círculos “minoritarios”, no les importaba. El problema se ha producido cuando
la pasan por una tele pública (no ha sido fácil conseguirlo) y de pronto la ven
500.000 personas. Personas que no son indeseables, ni sospechosas. La gente de Convergencia y de Esquerra que es la clientela habitual de TV3. Y saltan las
alarmas. Ya no se puede esconder la
cabeza y hay que hacer frente a la denuncia espeluznante que hace el
documental. Todo esto me ha llevado a
pensar que en la edad de Internet, de los fenómenos virales, de la comunicación
globalizada, el medio más tradicional y convencional, es decir una televisión,
sigue siendo el arma más importante de propaganda. Esto explica
muchas cosas. Como el irresistible ascenso de Podemos, por ejemplo.
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