(este árbol de Ramon tiene mucho que ver con 1917)
1917
1917 es una
película de guerra. No, perdón, es una gran película de guerra, de la llamada
Gran Guerra. Un clásico de ahora mismo que tiene sus raíces en Howard Hawks (El sargento York), Stanley Kubrick (Senderos de gloria) o Steven Spielberg (Caballo de batalla). Sam Mendes suma a
esta lista un nuevo eslabón en el cine bélico. Y lo hace, además, con un reto
al lenguaje cinematográfico filmando la historia en un único plano secuencia.
Que en realidad sean varios planos secuencia unidos para dar sensación de
continuidad, no es más que la prueba del gran trabajo del director de
fotografía Roger Deakins y el montador Lee Smith. Aparte, claro, del enorme
tour de force para el actor George MacKay, en pantalla toda, absolutamente toda,
la película. Pero este alarde técnico se quedaría en una anécdota tecnológica
(tampoco es la primera vez que se filma en plano secuencia continuado) si no
fuera porque la historia que nos cuenta, casi en tiempo real, es apasionante,
tiene suspense, miedo, valor, estupidez, coherencia y mucho de homenaje a esos
soldados que Tolkien retrató con el personaje de Sam en El Señor de los anillos. Los cabos y soldados que murieron en una
guerra cruenta y terrible donde se los utilizaba como carne de cañón. El cabo
Schofield sabe que tiene que cumplir su misión no por deber, sino por
convicción y solidaridad. No será fácil, tendrá dudas, perderá amigos, sufrirá
heridas, pero ese día de abril de 1917, un sólo día, mejor dicho unas cuantas
horas de ese día, el cabo Schofield se habrá ganado un lugar en la historia.
Esa que le contaba su abuelo al pequeño Sam Mendes y que él resume en una
frase. “La Gran Guerra fue la guerra en la que se perdió la inocencia”.
La inocencia
Y esa frase de Sam Mendes me da pie
para hablar de otra película muy diferente en todo. Española, ópera prima,
dirigida por una chica valenciana, historia de adolescentes y de crecimiento.
Se llama La inocencia y es uno de los
debuts mas interesantes de los últimos tiempos. Antes de seguir dos cosas: no
es una película redonda –flaco favor le hacen las óperas primas que se
consideran obras maestras a sus directores–; no es una película políticamente
correcta, su sencillo optimismo ya la hace incorrecta. La inocencia la dirige Lucía Alemany, está ambientada (y rodada) en
un pequeño pueblo del interior de Castellón durante las fiestas patronales del
verano. Su protagonista es Lis, Alicia, la joven Carmen Arrufat, una chica de
quince años. Junto a ella hay dos mujeres adultas. Su madre, Laia Marull, el
personaje mas interesante por su recorrido absolutamente imprevisible, desde
unas convenciones que beben en los años cincuenta, hasta un futuro que mira
hacia adelante. Y Remedios, la bruja, la distinta, la mujer sabia y equilibrada
con el rostro de Sonia Almarcha, una actriz que trabaja menos de lo que a mi me
gustaría. Estas tres mujeres son el núcleo duro de La inocencia en la que hay dos personajes masculinos importantes,
pero peor dibujados. El padre, Sergi López, monolítico, sin matices, completamente
superado por las mujeres de la casa. Y el novio con el rostro ambiguo de Joel
Bosqued, uno de los que menos responden a los estereotipos. Lo que parece que
es (o será), se ve contrarrestado por lo que de verdad es, un chico enamorado.
Y en medio, el pueblo, el circo, la inocencia que no se pierde, el deseo de
tener un futuro y la conquista de una libertad que no es imposible. La inocencia es una película inocente
llena de algo que de verdad se agradece: luz y ganas de vivir.
EL
RINCÓN DE LAS SERIES
Creedme
Esta serie de Netflix no tiene nada
de inocente, pero no sé por qué me ha venido a la cabeza cuando escribía de la
película de Lucía Alemany. De verdad que está en las antípodas, aunque en
realidad, quizá no, porque aún siendo terrible y dura y desalentadora, tiene un
punto de luz, de salida del túnel, que la emparenta con la valenciana. Creedme es una serie americana basada en
un caso real que recogía el artículo An
Unbelievable Story of Rape de Ken Armstrong y T. Christian Miller,
publicado en diciembre del 2015 con el que ambos ganaron el Premio Pulitzer en
el año 2016. En el año 2008, una adolescente de 18 años, Marie Adler, fue
acusada de denunciar falsamente una violación. Su vida se convirtió en una
pesadilla. Tres años después de que su caso se cerrara, las detectives Grace
Rasmussen y Karen Duvall, inician una investigación sobre violaciones que
acabará por descubrir la verdad sobre Marie Adler. El primer capítulo de Creedme, es el más duro y el que
justifica el título. Marie denuncia una violación, pero nadie la cree, ni la
policía, ni siquiera su entorno más cercano, sumiéndola en el dolor, el
aislamiento absoluto y la frustración ante un acoso continuado. A partir del
segundo capítulo y hasta el final, la serie sigue dos líneas narrativas en
paralelo: la del calvario judicial y personal de Marie en el estado de
Washington y la investigación de las dos detectives en Colorado. Hay muchas
cosas interesantes en esta serie imprescindible. Una de ellas es la manera como
enfoca la violencia de las violaciones desde el punto de vista de las mujeres
que son víctimas, pero no pierden nunca ni la dignidad ni la entereza tras los
arbitrarios ataques que sufren. Otra de las cosas más importantes es la
relación entre ambas policías y como pasan de una cierta distancia entre ellas
a una solidaridad frente a la indiferencia del sistema. En este sentido las dos
actrices elegidas, Toni Collette y Merritt Wever, funcionan
muy bien en su contraste tanto físico como emocional. Kaitlyn Dever, lo tiene
más difícil ya que la mayor parte del tiempo Marie está completamente sola.
Incluso acompañada, su personaje está solo y desamparado. Creedme es de esas series, o películas, que ayudan a pensar, a
reflexionar cómo la sociedad se enfrenta a los problemas, cómo se puede
manipular y tergiversar la verdad para hacerla coincidir con las premisas que le
conviene explotar. En ese sentido, ahora me doy cuenta de que con quién tiene
una estrecha relación esta estupenda serie es con la entrada de la semana pasada,
la que hablaba de Dreyfus y Richard Jewell.
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