(la película de Chema Rodríguez tiene los colores de este dibujo de Ramon)
Anochece en la India
es la historia de un viejo hippie condenado a vivir en una silla de ruedas. Dispuesto
a morir con las botas puestas, Ricardo emprende un viaje a la India acompañado
de Dana, una mujer rumana, callada y dura, gravemente herida por la vida. Desde Una
historia verdadera a Nebraska,
hay un largo recorrido de películas de últimos viajes que tienen en Harry and Tonto uno de sus títulos
fundadores.
Juan Diego explica que cuando leyó el guión de Anochece en la India supo que tenía que
hacer ese papel. Y yo, viéndola, comprendí muy bien porque lo decía. Lo
comprendí porque recordaba una larga entrevista que le hice hace más de veinte
años (en 1991), cuando rodaba Jamón,
jamón en Barcelona. En aquella larga charla, Juan Diego me dijo algunas cosas que permiten entender porqué se
sintió tan cerca del personaje de Ricardo:
1. De mí no hay nada
lejos. Mi teoría es que un actor tiene dentro todo cuanto existe en el mundo de
bueno o de malo. Desde el violador al místico, del artista al obrero. Todos están
dentro de mí. El trabajo del actor es saber encontrar lo que conviene a cada
personaje e intentar sacarlo fuera. Encontrar la gota del personaje y anegarse
en el río que se crea. Unas veces se consigue y otras no.
Esta vez Juan Diego lo ha conseguido, la gota del personaje
de Ricardo se ha desbordado en una interpretación sobria, contenida y callada.
2. ¿Recuerdas aquella
película El viaje a ninguna parte?
Los cómicos nunca saben adónde van, como máximo van a quedarse colgados de una
estrella. Por eso, lo que me horroriza es la seguridad con la que todo el mundo
parece saber adónde va.
También Ricardo viaja a ninguna parte y se queda colgado de
una estrella. Porque ¿qué es Dana, en el fondo, sino una estrella de la que colgarse en medio del desierto?
3. Tengo todo el
optimismo del mundo porque creo que contra los últimos mohicanos nunca podrán.
Es el momento de resistir dentro de la cultura. Es el momento de reconocer que soy un
antiguo, un clásico. No quiero ser moderno. Puede ser que de la falta de modelos,
de la crisis del comunismo y del capitalismo pueda salir algo importante
siempre que mantengamos como punto de referencia la cultura. Recuperar
la máxima del Renacimiento: “Nada por encima de la medida del hombre”. Si
mantenemos esa dimensión, sí que encontraremos otra manera de coexistir. No sé
si buena o mala. Si tenemos como referencia la búsqueda del espíritu del
hombre, independientemente de lo que crea, o de su identificación ideológica,
el espíritu del hombre como individuo diferenciado, eso sí es esperanzador. El
comunismo ya no sirve, pero tampoco sirve la idea del capitalismo clásico. Hay
una especie de poder económico órfico que no sabemos dónde localizar porque
está muy repartido. No tiene cara, es una tecnología anónima. Esta nueva situación
es muy peligrosa porque te crea la ilusión de que puedes conseguirlo todo,
siempre y cuando seas un fiel servidor del orden establecido. En ese sentido,
el dinero se parece a la
Iglesia tradicional. Se trata de alienar a la gente, no
dejarla actuar como individuos, acabar con las diferencias, homogeneizar a los
servidores a cambio de la ilusión de poder tener dinero. Se está produciendo un
terrible atentado a lo más íntimo del ser humano, nos están haciendo una
lobotomía general.
Estas palabras proféticas de Juan Diego en 1991, las podía
repetir una a una el Ricardo desencantado del 2014.
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