Tenia pendiente hablar de Gran Hotel Budapest, sin duda el
estreno estrella de estas dos semanas. La vi hace unos días, en una sesión de
tarde abarrotada (cosa que por un lado me hizo sentir feliz y por otro,
acostumbrada a ir al cine con muy poca gente, me agobió un poco). La verdad es
que es una película espectacular. Los decorados son fantásticos, el desfile de
cameos impresionante, todo el episodio de la cárcel y la chaplinesca huida, es
perfecto. El paisaje de la
vieja Europa de entreguerras del Imperio Austrohúngaro es recreado
a partir de una imaginería brillante. Arrastrada por su riqueza visual no me di
cuenta de que mientras la veía, pensaba que me recordaba a algo. Al salir de la
sala busqué que era. Primero en el cine: Lubitsch, (citado por Anderson en mas
de una ocasión); Ophüls, sin duda; el Chaplin mas mordaz. Pero no era solo eso.
Luego pensé en literatura y en Stefan Zweig, al que remite la historia que se
declara un homenaje al gran escritor austriaco; o Dickens del que, según el
director, beben los dos malvados de la historia; o Tin Tin, al que la pareja Gustave /Zero, recuerda en sus peripecias. Cine, literatura, cómic. Todo eso está muy
presente. Sin embargo, seguía rondándome por la cabeza otro referente.
Y al final lo encontré. La película me recordaba un inmenso
recortable. Esa cualidad de imagen plana e irreal, remite a los juegos de
figuras recortables con los que se componían (especialmente en los años 30 y 40
del siglo pasado) mundos imaginarios poblados de personajes fantásticos. Y fue
a partir de esa figura de juguete con muchas piezas cuando me di cuenta que era
lo que no me gustaba de Gran Hotel
Budapest. Porque algo no me gustaba. Lo que me molestaba era la acumulación
de situaciones innecesarias y personajes/cameo no justificados. Es como si
Anderson tuviera delante muchas piezas para montar y no hubiera sabido
renunciar a algunas en beneficio del todo. Esto no quita que siga pensando que
Anderson es un director que crece en una dirección personal y única. Pero
debería aprender a controlar sus materiales. Si realmente quiere homenajear a Zweig tendría que fijarse en la
economía narrativa de este autor que compone historias cortas, directas, llenas
de poesía, sin una línea que sobre (Carta
a una desconocida o 24 horas de la
vida de una mujer, son novelas cortas e intensas). Si quiere mirar a Tin Tin, debería ver como la línea clara
del dibujo muestra únicamente lo que hace falta. Y si lo que quiere es un
barroquismo visual espectacular (cosa que me parece estupenda porque consigue
imágenes únicas) no debería cargarlas con un barroquismo narrativo de
personajes.
Me gusta Anderson, siempre me ha gustado, y estoy segura que
encontrará ese equilibrio en sus próximas películas.
Ayer empezó el Atlántida
Film Fest en su cuarta edición. La peculiaridad única de este certamen
es que no tiene sede física. Se celebra on line accediendo a su página web o a
través de Filmin. La programación es super atractiva, con títulos inéditos o películas
difíciles de ver en lugares que no sean las grandes ciudades.
Iré hablando de algunas de sus estrenos en estas páginas. De
momento unas líneas sobre El desconocido
del lago, de Alain Giraudie que inauguró el festival. Algo hipnótico tiene
este film sobre encuentros homosexuales en la orilla de un lago francés. Nunca
salimos de ese escenario: el aparcamiento donde un día y otro llega el coche de
Frank; la orilla en la que se sienta Henry, el personaje mas interesante y
triste de la historia; el agua limpia y plácida del lago, espacio de amor y de
muerte; y ese bosque de matorral en el que las figuras se mueven como fantasmas
o almas en pena buscando encuentros nada furtivos. Pocos personajes, cuatro,
una historia minimalista, un paisaje monótono y sin embargo, la película ejerce
una fascinación que va mas allá del sexo explícito, para entrar en el terreno
del sueño, mejor dicho, de la ensoñación.
Este es el enlace para acceder al festival: https://www.filmin.es/atlantida-film-fest
Dura un mes, del 27 de marzo al 27 de abril. Hay tres
secciones:
El Ciclo Reflejos, con documentales que tratan distintos aspectos
de la industria del cine.
Un lujo para cualquiera que quiera disfrutar de eso tan
especial que es un Festival de Cine.
GRAND HOTEL...,ES UNA BONA PELI,PERO JO HAGUES PREFERIT UNA MIQUETA MES DE L'ESTIL ZWEIG.
ResponderEliminarRECOMANO "GUILLAUME"UN COP D'AIRE FRESC,