viernes, 17 de enero de 2014

EL LOBO DE WALL STREET


¡Que gusto reencontrarse con el mejor Scorsese! Con el director sppedico de Uno de los nuestros o Casino, obras hechas con el polvo blanco flotando debajo de la nariz. Que gusto reencontrarse con él y además comprobar que no es igual. Tiene mas humor, mucho mas humor (no entendía por qué en los Globos de Oro le habían puesto en la categoría de comedia hasta que vi esa secuencia antológica  de Leonardo di Caprio arrastrándose por el suelo). Tiene, también, mucha mala baba pero diferente de la del cine de mafiosos. En sus películas “a la italiana” no puedes querer a nadie. Son malos, además de amorales y mezquinos. Pero en estos brokers de medio pelo que acaban haciéndose millonarios a costa de explotar la avaricia de los que quieren ser ricos sin arriesgar nada, hay un poso de comprensión. No son malos, solo son humanos que explotan a otros humanos. Gente sin moral, sin sentido común, sin medida. Y desde luego sin cultura. Ninguna cultura. No solo la que se adquiere estudiando, simplemente la que se consigue respetando a los demás. Y con todo, no puedes menos que sentir simpatía por ese lobo solitario y voraz que se come un bosque de desperdicios y los regurgita en forma de lujo hortera y brutal.
Mi primera impresión fue, “es un remake de Uno de los nuestros con ladrones de bolsa en lugar de asesinos”. Pero luego, pensando en la película, llegué a la conclusión que no. Hay paralelismos: la voz en off que cuenta la ascensión de un joven sin escrúpulos dispuesto a todo con tal de triunfar; la traición como forma de supervivencia; el desprecio a los que no “son nuestros”. Pero también hay diferencias. La vida familiar mas cerca de unos soprano del dinero que de un mafioso de la calle; la amistad masculina y testosterónica que domina las relaciones. Y sobre todo, el policía tan tenaz y decidido como el propio broker. Un lobo frente a otro lobo en una secuencia a estudiar plano a plano: la conversación en el yate de súper lujo.
Un último apunte. El film no es uno mas sobre la crisis económica, la quiebra de los grandes imperios bursátiles, o los vendedores de humo de Wall Street. Curiosamente, en esta historia no se habla de nada de esto. El auge y caída de Jordan/Dicaprio no se produce por la situación económica sino por su propia estupidez, avaricia y falta de escrúpulos. Este “no datar” el film de alguna manera, lo hace mucho mas universal y clásico.  Lo proyecta mas allá de la simple coyuntura económica de finales de la primera década del siglo XXI.

Nota: Normalmente escribo mis críticas y comentarios antes de leer nada sobre la película. Una vez redactado este texto y publicado ayer viernes 17, leí varias criticas  y me di cuenta de dos cosas que no sabía, pero que la película me "decía". Uno, ese lado sopranesco de la vida de Jordan Belfort está completamente explicado cuando me entero que el guionista es Terence Winter, autor de algunos de los capítulos de la famosa serie. Dos, ese no hablar de la crisis se entiende cuando averiguo que la película está basada en un libro autobiográfico de Jordan Belfort, tiburón de pacotilla en la bolsa de los años 90. Bien por Scorsese que cuenta cosas sin que haga falta saberlas.


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