sábado, 29 de diciembre de 2018

ULTIMA ENTRADA DEL AÑO



(En esta última entrada del 2018 he decidido utilizar dibujos de Ramon del libro Flores en la Frontera para compensar lo que nos espera en el 2019. Quiero que sus acuarelas nos sirvan de contrapunto para un año que se anuncia casi tan oscuro y lluvioso como el de Blade Runner. Feliz 2019 a pesar de todo)

Entre los estrenos de la semana hay una película importante. Se trata de La decisión, de Mohamed Al Daradji, uno de los pocos films iraquís que ha conseguido traspasar sus fronteras. Toda la historia sucede el 30 de diciembre del año 2006, cuando Bagdad celebra la reapertura de la Estación Central de Ferrocarriles en un ambiente de fiesta. Una adolescente entra en la estación. Duda, mira, escucha, poco a poco descubrimos que es una terrorista suicida. Pero la vida da muchas vueltas y en esas horas que van de la mañana a la noche, Sara, la joven, deberá tomar una decisión. Sara es un poco todos. ¿Hacemos lo que nos han dicho que hagamos sin cuestionarlo o debemos preguntarnos porque tenemos que hacer lo que nos han dicho que hagamos? Una película muy interesante y que sabe mantener el suspense y las emociones sin caer nunca en extremismos.


 Acabo el año leyendo un libro importante, imprescindible diría yo. Lo descubrí gracias a un artículo de Llatzer Moix en La Vanguardia. Se llama El camino hacia la No libertad y su autor es Timothy Snyder. Ha sido una sorpresa encontrar en sus páginas la confirmación de algo que vengo diciendo hace mucho tiempo sin tener argumentos, solo por intuición: el auténtico impulsor y mayor beneficiado de los problemas en la Unión Europea es la Rusia de Putin que está detrás de todos los movimientos desestabilizadores de los países europeos. Snyder me ha dado los argumentos. Se trata de un riguroso estudio cronológico de los años que van del 2010 al 2017, años de la consolidación del neofascismo de Putin en Rusia, de su sueño de destruir las decadentes democracias occidentales, auténtico enemigo de su totalitarismo y construir un inmenso imperio Euroasiático que vaya desde el Atlántico hasta el Pacífico, controlado por una élite/mafia moscovita; años del triunfo indiscutible de lo que Snyder llama “la política de la eternidad”, la que no cree en el futuro, solo en un eterno presente de agravios. Snyder analiza con hechos, y eso es lo más significativo, no son opiniones ni ideas, son hechos comprobables y reales, como Putin emprendió el camino de acabar con Europa reivindicando figuras del pensamiento nazi ruso de los años 30 y apoyándose en nuevos pensadores neonazis que cada día son más influyentes en Moscú. En este contexto se entienden muchas de las cosas que han pasado estos años: la invasión de Ucrania y la anexión de Crimea, la guerra de Siria, el Brexit, las elecciones americanas y el triunfo de Trump y el auge de todos los movimientos nacionalistas/populistas de ultra derecha en muchos países europeos, incluido el nuestro, y no solo por la irrupción de VOX. Porque uno de los efectos colaterales de la lectura de este libro es descubrir las enormes similitudes y, comportamientos paralelos, las situaciones y actitudes tan parecidas, entre lo que el autor describe en la Rusia de Putin y lo que vivimos cada día en la Catalunya de los últimos siete años. Da miedo y da rabia. Pero sobre todo, clarifica de donde y adonde nos llevan. Recomiendo mucho la lectura de este libro de historia y de periodismo que está dedicado a “los periodistas, los héroes de nuestro tiempo”. Los periodistas, los políticos y los ciudadanos, tenemos derecho a saber lo que hacen con nosotros. Con hechos, no con opiniones.
Como muestra un par de frases del Prólogo del libro y una del Epílogo:
“Cuando están en el poder, los políticos de la eternidad fabrican crisis y manipulan las emociones provocadas por ellas. Con el fin de distraer la atención de su falta de capacidad o de voluntad para hacer reformas, los políticos de la eternidad ordenan a sus ciudadanos que sientan entusiasmo e indignación de forma intermitente, con lo que ahogan el futuro en el presente…Utilizan la tecnología para transmitir ficciones políticas, tanto en su país como en el extranjero, niegan la verdad y pretenden reducir la vida al espectáculo y el sentimiento.” (p.17)
“Los políticos de la eternidad saltan de un instante a otro, a décadas o siglos de distancia, para construir un mito de inocencia y peligro. Imaginan ciclos de amenazas en el pasado y construyen una pauta imaginaria que plasman en el presente con la fabricación de crisis artificiales y dramas cotidianos.” (p.18)
“El fascismo es la mentira de que el enemigo escogido por un dirigente debe ser el enemigo de todos, la política parte de la emoción y la mentira. La paz se vuelve impensable, puesto que, para tener el control interno, es necesario que haya hostilidad fuera de las fronteras. Un fascista dice “el pueblo” o “la gente” y se refiere a “alguna gente” a la que favorece en ese momento.” (p.266)
Frases reveladoras (en el sentido de hacer ver lo que no se ve o no se quiere ver). Hay muchas más en el libro.


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Como regalo de fin de año, Ramon Herreros ha colgado en su blog la serie de acuarelas de limones que se pueden ver  durante unos días en la Librería Jaimes de Barcelona, calle Valencia 318. 
Este es el enlace: 



sábado, 22 de diciembre de 2018

CAMINOS



Camino 1
Esta semana hay una película que me apetece destacar y recomendar, Un asunto de familia, la última obra de Hirokazu Kore-eda. A riesgo de repetirme, ya que lo escribo cada vez que se estrena un film de japonés, tengo que decir que es sin duda uno de los grandes directores del cine contemporáneo mundial. Y lo es con historias humanas, cercanas, muy orientales, muy japonesas, pero entendibles desde cualquier latitud. La familia, siempre la familia en el centro de lo que cuenta. Pero una familia muy especial. Una familia que busca caminos particulares para construirse al margen de los políticamente correctos y los convencionalmente establecidos. Ladrones de tiendas (ese es su título original) es el retrato neorrealista (pero amable) de una parte de la sociedad que cuando aparece en el cine lo hace siempre con tremendismo, con miserabilismo, con cargas de denuncia social, con fealdad. Kore-eda en cambio no cae en ninguno de estos adjetivos. Ni es tremenda, ni es miserable, ni es una denuncia, ni es fea. Y no será porque lo que pasa no sea tremendo, porque la miseria no aceche en cada rincón de esa vivienda abigarrada, ni porque la denuncia se entienda sin necesidad de subrayarla. Pero sobre todo, sin que ese espacio minúsculo, esas calles heladas, esas gentes que sobreviven como pueden, que en manos de otros serian feos y desagradables, en manos de Kore-eda son figuras llenas de ternura y de empatía. Me doy cuenta mientras escribo estas líneas que es muy adecuado estrenar este film ahora, víspera de Navidad, porque el japonés ha hecho un precioso cuento de Navidad en el que se afirma que la familia no siempre es la que tienes más cerca por la sangre, sino la que te buscas para sentirte confortado, protegido y también seguro en una economía solidaria donde todos aportan lo que saben y lo que pueden. Puede ser una buena reflexión para estos días.


Camino 2
La semana pasada se celebró en Barcelona el 30 aniversario de la fundación de la ACCEC, la Associació Catalana de la Crítica i l’Escriptura Cinematogràfica. ¡Treinta años ya! Aun me acuerdo cuando empezamos con esta aventura. La iniciativa fue de José Luis Guarner que fue elegido por unanimidad primer presidente de la Asociación. Éramos muy pocos, yo era la única chica. Era el año 1988 y la idea que la  impulsó fue la de “dignificar” la profesión, sacarla del limbo de los gacetilleros y reconocer a los críticos la categoría de periodistas especializados. Fue un hecho importante al que no se le prestó demasiada atención sumidos como estábamos en la vorágine de los ochenta. Para conmemorar estos treinta años, la Junta Directiva de la ACCEC organizó una jornada con tres mesas redondas y la proyección en la Filmoteca de la película Wanda.  Yo asistí a las dos primeras mesas. En la primera se reunieron tres de los seis presidentes que ha tenido la Junta de la ACCEC más la actual presidenta, Marta Armengou. Fue una mesa interesante que permitió recorrer estos treinta años viendo como los cambios en la sociedad y en el lenguaje habían ido marcando los ritmos y los tiempos de la crítica. Si esta mesa miraba hacia atrás para ver de dónde venimos, la segunda mesa redonda en cambio quería mirar hacia el futuro. En ella se reunieron cinco críticos de distintos medios que eran apenas unos niños hace treinta años. Para mí, esta mesa fue más útil y reveladora que la primera. En definitiva, la historia no me la tenían que contar: la viví. Pero en cambio el futuro sí, el futuro me interesa, me preocupa, me estimula. De las intervenciones de los que estaban allí debatiendo me quedo con dos ideas importantes. La primera: no vale la pena ir de víctimas. Eso me encantó, no lloraron/lloramos (y no será que no hay motivos más que suficientes) pero no podemos ni debemos perder el tiempo lamentándonos de lo mal pagados que estamos y de la falta de respeto de los medios en los que trabajamos. Este año ha habido ejemplos muy claros: Fotogramas en julio y ahora mismo La Cartellera de BTV que pende de un hilo. Pero son cosas que ya sabemos, así que me pareció inteligente dedicar esa mesa a ver dónde estamos y que podemos aportar y recibir de un mundo donde el consumo del cine y de la crítica ha cambiado de forma radical. Y entonces surgió la segunda idea que se desprendía de esa mesa: el reto de la ACCEC en 2019 vuelve a ser el mismo que movió a Guarner y al pequeño grupo de críticos en 1988: dignificar la profesión.  Dignificar significa un reconocimiento profesional en medio de la avalancha de informaciones que circulan por las redes sociales; dignificar  significa una profesionalidad que solo se podrá alcanzar con una remuneración económica que permita vivir de la crítica, de la escritura, de todo lo que hay alrededor; dignificar de nuevo una tarea que sigue siendo necesaria y quizás mas que nunca, porque en el inmenso y enmarañado bosque de informaciones múltiples, de estrenos acumulados, de movimientos efímeros, es imprescindible gente que haga de correa de transmisión entre los creadores y el público y de guía que abra caminos que sirvan para que esa transmisión sea útil. Me gustó mucho que no hubiera lamentos y si conciencia de que hay una tarea por hacer y debemos hacerla. O deben hacerla, porque el futuro es de ellos.

sábado, 15 de diciembre de 2018

D DE DANZA, D DE DIBUJOS



D de danza
No soy muy aficionada a la danza, lo que no quiere decir que no sepa apreciar un buen ballet clásico o contemporáneo. Tampoco me gustan demasiado los biopics de personajes que aun viven y pueden haber influido en la manera más o menos complaciente de mostrarlos en la pantalla. Estas dos cosas juntas me preocupaban al ir a ver la película de Iciar Bollain Yuli, sobre la vida del bailarín cubano Carlos Acosta. Pero tengo que reconocer que al acabar de verla respiré tranquila: la danza era espectacular; el biopic era sincero, pero sobre todo y eso era lo más importante para mí, me di cuenta de que Iciar y supongo que Paul Laverty desde el guión, habían sabido contar una vida con dos lenguajes distintos. La combinación entre el humanismo naturalista de la vida del niño Yuli y sus sacrificios para llegar a ser Carlos Acosta, las dudas del joven Yuli para asumir que ya era Carlos Acosta; y la madurez del bailarín consagrado al asumir que representa una isla, pero no debe cargar con el peso de lo que esa isla representa, se cuentan en paralelo con coreografías de una gran belleza que van ilustrando como cuadros bailados los episodios que vamos viendo. Todo junto le da cuerpo a un film que si solo fuera el biopic podríamos calificar de convencional y bien intencionado y si solo fuera el ballet podríamos decir que era demasiado abstracto y artificial. Juntos los dos lenguajes producen una película mucho mas interesante en la que resalta una figura por encima incluso del propio Carlos Acosta, su padre, heredero de las tradiciones africanas, un hombre que por su machismo y autoritarismo debía estar en contra de la idea de tener un hijo bailarín y que sin embargo, supo ver el potencia que aquel niño de once años tenía dentro. El que sea el propio Carlos Acosta el que asuma el rol del padre en los ballets que está montando, es un claro homenaje al hombre que con su tozudez le ayudó a ser quién es. Enmarcado todo, el antes y el ahora, en la Cuba de los Castro, presente pero no obsesivamente, con los problemas que genera en la gente normal la falta de libertad, la falta de medios, la falta de todo, pero sin cargar las tintas en ningún sentido. Yuli no es una historia de la Cuba revolucionaria, es la historia de un niño que hizo su propia revolución para convertirse en un artista indiscutible. Quizás por eso me sobra una de las piezas de baile a la que se le concede demasiado protagonismo. El ballet antiimperialista que aparece como un bolet (como una seta) en medio del bosque del relato y que no pinta nada en la historia. Pinta tan poco, que incluso una de las bailarinas le pregunta a Carlos que hace ese ballet ahí, en su espectáculo, Carlos parece no saber qué contestar y al final le dice, piénsalo tú misma. Yo lo he pensado y he llegado a la conclusión de que, a lo mejor, al darse cuenta el guionista que la historia no era política sino humana o artística, sintió la necesidad de dejar clara cuál era su postura (no sé si la de Carlos, a lo mejor si la de Iciar) respecto al imperialismo yanqui. Y colocó el ballet. Si somos capaces de abstraerlo del conjunto, como baile autónomo, es realmente bueno; en el contexto de la historia me molesta un poco porque me saca del tono que tiene todo el film. Un tono que me gusta, vuelvo a decirlo.




D de los dibujos de Nuria Díaz para el precioso libro El Gran Hotel Wes Anderson. Hay muchas maneras de acercarse a la obra y la vida de un director que te (nos) gusta. La joven dibujante gallega lo ha hecho de una forma original que seguro le encantará al autor de películas inolvidables como Los Tennenbaums, Moonrise Kingdom o Fantastico Mr. Fox- Diaz ha construído un hotel de muñecas con distintas habitaciones en las que se aloja Anderson, su familia, sus amigos, sus personajes, sus manías, sus objetos, todo lo que uno se pueda imaginar. No es una imitación ni es un homenaje, se puede decir que es la traducción de las imágenes de cine de un director melancólico, entrañable y absurdo a las imágenes dibujadas de una andersoniana convencida tan melancólicas, entrañables y absurdas como él mismo. Un regalo para todos los que adoran a Wes Anderson y para cualquiera que disfrute con un libro/hotel donde no me importaría pasar las Navidades.


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D de los dibujos de Karishma Chugani Nankai, en otro libro, una joyita escondida que hay que buscar para disfrutarla. Se titula Las visitas de Nani, lo ha publicado Ediciones Ekaré y cuenta la vida de una familia india, de la India, que extiende sus ramas por los cinco continentes. Nani es la abuela de la autora, tiene 91 años y “ha viajado por el mundo viviendo una vida de mudanzas y aventuras”. La autora, su nieta, la utiliza como hilo conductor para hacer un viaje que es una versión imaginada, dibujada y soñada de la vida de Nani. Cada página del libro requiere ser mirada con mucho cuidado para no perder ninguno de los pequeños detalles de los pequeños dibujos, una palmera, un pájaro o los ingredientes indispensables para hacer las recetas de Nani. Porque éste es, también, un libro de recetas de postres tradicionales que Nani ha transmitido a sus hijos y a sus nietos. Las visitas de Nani es un libro muy especial, único, diferente, hermoso que despierta en mi el deseo de contarle a Karishma mi propia vida para que me la dibuje con el mismo amor. Búsquenlo, es un regalo precioso.



sábado, 8 de diciembre de 2018

ROMA Y OTROS BARRIOS



(tengo pocas fotos de México, pero a esta le tengo especial cariño, 
mi hermana y yo en nuestra calle, unas Navidades antes de las que viven los niños de Roma)
Desde que se empezó a hablar de Roma tenía ganas de verla. Eran muchas las cosas que me apetecían de la nueva película de Cuarón: pasaba en México, en una colonia (los barrios en DF se llaman colonias) muy parecida a Narvarte, donde yo nací y viví hasta los doce años; pasaba en el año 1970, solo ocho años después de que yo me fuera de México para venir a vivir a Barcelona; era en blanco y negro (tengo debilidad por el blanco y negro desde siempre); y además, estaba producida por Netflix, lo que significaba que millones de personas (si querían, claro) la podrían ver y disfrutar. Así que en cuanto la estrenaron hace unos días en solo cinco salas de cine de toda España fui a verla. 
Roma me gustó mucho. Y voy a explicar porqué.
Es una historia de mujeres. Aunque está claro que es un homenaje a Livo, la Cleo de la película, esa joven indígena entregada a los niños de la casa a la que todos adoran, hay en la narración dos mujeres más que me parecen muy interesantes: la madre de los niños, la señora de la casa que reacciona de una manera inteligente a una situación personal que en otros contextos provocaría un melodrama y que mantiene con Cleo, la nana, la criada, una relación de amistad y respeto que no es habitual encontrar en el cine, aunque si en la realidad de la vida cotidiana. La otra mujer es la abuela, siempre presente aunque al mismo tiempo marginal. Estas tres mujeres rodean a los cuatro niños, les construyen el paisaje, les ofrecen seguridad.
Es una historia de las calles del DF. Los travelings horizontales que siguen a los personajes cuando caminan por México retratan espacios que puedo identificar: las tiendas, los cines, la calle. Me vuelve a la memoria el aroma de las tortas, de las frutas. No hace falta que Cleo y Adela entren en ninguna tienda para sentir su olor y su color. Están dentro de mí.
Es una historia de un momento de la historia. Después de la Matanza de la Plaza de Tlaltelolco del 2 de octubre de 1968 (yo ya vivía en España, pero mi hermana y toda su familia estuvieron allí, en primera persona) México sufrió varios momentos más de confusión y enfrentamientos violentos. Uno de ellos es el que se cuenta en esta película, pero Cuarón no hace de él un tema, sino un contexto. No es eso lo que le preocupa, él quiere contar la aventura de Cleo y de su familia.
Me parece muy interesante que haya momentos en los que se roza la tragedia, el fuego, el parto, el mar, pero nunca se llega a ella, porque en la vida, rozamos muchas veces las grandes desgracias, pero casi siempre (por suerte) se solucionan sin dramatismos. Me gusta mucho que nunca se caiga en el sentimentalismo y mucho menos en el miserabilismo que a veces planea en este tipo de historias. Agradezco las pinceladas de humor que subyace, sobre todo, en la relación con el enorme coche, el Galaxy, que se convierte en metáfora del padre y marido desaparecido, al que se maltrata impunemente por mediación del maltrato al coche. Me gusta mucho Roma.
Y sobre todo Roma, me ha provocado una contradicción. Pensaba que sería un film que me emocionaría, que me llevaría incluso a la congoja del recuerdo. Y me encontré con un fragmento de vida que podía ser la mía (o parecida, aunque en mi casa nunca hubo criadas y mucho menos nanas) o aun mejor, la de mi hermana que en 1970 vivía muy cerca de la Colonia Roma y tenía dos niños como Toño y Pepe. No me emocionó, pero eso es lo mejor de todo. No necesito emocionarme para acordarme de mi casa, mi familia, el colegio, la calle, los troles las tolvaneras, el temblor… Eso lo tengo dentro de mí y me acompaña siempre. Por eso le agradezco a Cuarón que no me haga emocionarme con sus recuerdos sino volver a los míos. Es una sensación muy potente. Ver y recordar, superponer mis imágenes a las suyas. Es un regalo.
Una última nota. Voy a volver a ver la película en Netfix cuando se estrene el próximo 14 de diciembre. Y la voy a ver para disfrutarla del todo. Porque Cuarón es muy inteligente y ha construido toda la película pensando donde se va a ver, cuidando que el centro concentre y expanda la imagen de forma que en el cine se pueden perder cosas, pero en una pantalla de televisión o de ordenador se pueden ver mucho mejor. Si no pueden ir a uno de los cinco cines que la hacen, no se preocupen. Véanla en la plataforma. Sobre todo eso: véanla.


(excelente evocación del cine negro de los cincuenta)
Otro barrio (que no colonia)
Un apunte para un película que es un apunte. El nuevo trabajo de Leon Siminiani, Apuntes para una película de atracos, es un producto (¿ficción, documental, reportaje, diario, crónica?) absolutamente recomendable. El entramado de la vida personal del director con la del Robin Hodd de Vallecas a lo largo de casi seis años, produce este film sobre atracos que de un lado enlaza con una tradición muy importante en el cine español de los cincuenta y sesenta y por otro se hermana con el trabajo de Isaki Lacuesta y su Entre dos aguas. Hay que dejarse llevar por el relato, a veces se pierde, otras veces te atrapa sin dejarte respirar. Siempre te entretiene y acabas compartiendo con el director y este enmascarado de Vallecas una amistad que se abre a nuevas propuestas. Una rareza.

viernes, 30 de noviembre de 2018

ENTRE DOS PELIS



(me gusta mucho el paisaje de entre dos aguas, el Guadalquivir entre el rio y el mar)

Entre dos aguas
Este es un film entre… Entre el documental y la ficción, entre el pasado y el presente, entre las dos orillas de  un rio, entre dos vidas paralelas, entre un hombre y una mujer y entre dos amigos. Documental, porque parte de personajes que existen y vidas que son reales (sobre todo la del bebé que vemos nacer al principio de la película); ficción, porque con esos personajes y esas vidas se construye una historia inventada que nada tiene que ver con la realidad pero es completamente real. Pasado, porque nace hace doce años, cuando Isaki Lacuesta y su compañera Isa Campo, rodaron en la Isla de San Fernando La leyenda del tiempo donde conocieron a Isra y a su hermano Cheíto entonces niños casi adolescentes y a los que recuperan ahora convertidos en hombres y con su propia familia. Las dos orillas del rio son las del Guadalquivir unido por ese puente desde el que se tiran peligrosamente al agua, paisaje único e inconfundible de las dos vidas paralelas de Isra y Cheito. Entre un hombre, Isaki y una mujer Isa, que juntos integran una figura creativa única donde no se sabe bien donde acaba uno y empieza otra. Entre dos amigos, Isaki /Isra, unidos ya en una amistad cimentada en el cine. Si Entre dos aguas solo fuera todo esto ya sería importante, pero hay más en este film desconcertante y sorprendente en el que los finos hilos de la historia se tejen como algas en el agua del rio. La belleza de sus paisajes, la riqueza de la música, los insólitos escenarios donde se ha rodado (el hospital, la cárcel, el barco), y sobre todo la alegría triste que desprende todo el film, son elementos indispensables del placer de verla. No es una película convencional, no se parece a nada, Entre dos aguas, es uno de eso films que no se olvidan.


(una de las ultimas fotos que me envío Chema, me gusta mucho la paz que se respira, como si Bertolucci mirara al horizonte sin ningún miedo)

Bernardo Bertolucci   
La noticia de la muerte de Bernardo Bertolucci no me cogió desprevenida. Llevaba mucho tiempo enfermo y estaba muy cansado. Que no me sorprendiera, no quiere decir que no lo haya sentido. Le conocía muy poco, alguna cena en Berlín, una tarde preciosa en Estoril, pero aunque no de una forma directa, si que sabia cosas de él. Bernardo era uno de los mejores y más antiguos amigos de Chema Prado (el ex director de Filmoteca Española) y Chema es uno de mis mejores y más antiguos amigos. Era él el que me contaba cómo estaba Bertolucci, me mandaba fotos de sus encuentros y me comentaba sobre sus proyectos. Por eso me ha dolido su muerte. Porque sé que Chema debe estar muy triste y lo siento por él. Esta situación me ha hecho pensar como una noticia que aparentemente no nos afecta de forma directa nos puede conmover porque sí afecta a alguien que queremos. Yo quiero a Chema y a Marisa (Paredes) y por ellos siento que Bertolucci haya muerto. También porque con él se  acaba una época del cine italiano y europeo. Una época que no volverá.


(el programa de la Filmoteca Nacional de España de marzo de 1978)

Laya Films
Por motivos profesionales he leído hace poco un libro sobre la productora Laya Films, creada por el Comisariado de Propaganda de la Generalitat de Catalunya durante la guerra civil. Laya Films produjo noticiarios y documentales entre 1937 y 1938 que recogían la vida en el frente y en Barcelona. Todo el material rodado por Laya Films fue confiscado al final de la guerra y nunca se volvió a ver. Hasta el año 1978, cuando en el mes de marzo de ese año, la Filmoteca Nacional de España programó un ciclo en Barcelona y Madrid donde se pudo descubrir todo el material que existía de la productora, acompañado por una mesa redonda en la que se reunieron por primera vez los pocos trabajadores supervivientes de Laya Films. Fue un momento importante en el camino de recuperación de la memoria histórica colectiva. Pues bien, en un Epilogo del libro en cuestión, titulado Laya torna a Catalunya (Laya vuelve a Catalunya) el autor no solo no cita en ningún momento este ciclo, esta mesa redonda, este hecho, sino que explica que fue en 1983 cuando la recién traspasada Filmoteca de Catalunya se ocupó de reclamarlos a Madrid como si  nunca se hubiera hablado antes de Laya Films. No es la primera vez que me encuentro con noticias así, textos y discursos que olvidan que en Barcelona hubo una sala de proyección de Filmoteca Nacional de España desde 1972 y que en 1975 Barcelona se convirtió en sede de la Filmoteca con una colaboración muy estrecha con Madrid. Aquí se programaba, se editaban las publicaciones, se comenzó el embrión de un archivo y se empezó a construir una biblioteca. Todo eso mucho antes de que la Filmoteca fuera traspasada a la Generalitat en 1983. Porque si se pudo traspasar algo fue porque había algo construido con el trabajo y la ilusión de mucha gente que la historiografía oficial olvida sistemáticamente. Perdonen este largo texto, pero es que me he sentido muy mal al leer este Epílogo, sobre todo porque no es un ejemplo aislado de desmemoria histórica. A veces tengo la sensación de que en España y sobre todo en Catalunya, se ha instalado una especie de neofranquismo histórico y cultural. Franco decidió que nada de lo que se había hecho antes de que él ganara la guerra existía ni tenía ningún valor. Todo comenzaba con él. La Generalitat hace exactamente lo mismo muchísimas veces: nada de lo que sucedió antes de 1979, sobre todo la transición, pero también lo que se hizo durante el franquismo, merece ser recordado. Hace poco nos enteramos las ex alumnas del Instituto Verdaguer que se estaba haciendo un estudio sobre el Instituto. Y para nuestro asombro, nos dimos cuenta de que se pasaba de la etapa de la República a los años ochenta. Toda nuestra época y la de tantas otras niñas que estudiamos allí, no existía, como si nunca hubiera habido un Instituto en el parque de la Ciudadela. Bueno, no sigo y paso a la segunda película
Una aclaración.
Me ha escrito el autor del libro sobre Laya Films para decirme que en el texto se habla muchas veces del ciclo y la mesa redonda del año 1978. Yo no lo encontré cuando miré el libro, pero le creo y además le agradezco que me lo haya aclarado. Así que reconozco que aunque en el Epilogo no se hable, en el texto general si se cita.  Pero eso no cambia mi sensación de que se extiende un manto de desmemoria histórica sobre muchas cosas que pasaron antes de ... 



(Miriam)
Miriam miente
Miriam es una adolescente de quince años en la República Dominicana. Miriam es mulata, o mejor dicho, es negra. Miriam tiene una madre blanca que se casó con un hombre de color contra los deseos de su familia. Miriam vive en un barrio de clase media acomodada, y sus amigos son todos blancos. Cuando la conocemos, su madre está inmersa en la celebración de su fiesta de quince años, uno de los momentos más importantes en la vida de toda jovencita latinoamericana. Miriam tiene que encontrar un compañero para su baile de quince años, y cree tenerlo en un amigo que ha hecho en internet. Pero… no sigo para que la vean, pero ahí es donde empieza la mentira de Miriam que la llevará a vivir una angustia absoluta al ser incapaz de revelar lo que siente y la verdad de lo que le está pasando, Todo contado con desenfado, con humor, sin acritud. Denunciar los comportamientos racistas en una sociedad que presume de no serlo, no tiene porque ser un drama. Miriam miente es una comedia agridulce que hace pensar en cómo nos comportamos todos en la sociedad. Y lo hace sin tomar partido. En ese sentido, la secuencia de la fiesta es muy clarificadora. Miriam no es la única que miente y se miente, en cierto modo, lo hacemos todos casi sin darnos cuenta.



sábado, 24 de noviembre de 2018

CINE DE NUEVO¡¡¡



(Behnaf Jaffari, una de las caras de este film)
Tres caras
Se estrena una nueva entrega de la crónica personal/colectiva que está realizando Jafar Panahi en Irán. Ya lo he dicho otras veces, me asombra la capacidad de este hombre de convertir su castigo, no poder salir de su casa, no poder salir del país, en un elemento estimulante para construir una obra inclasificable y además divertida. Panahi, a pesar de todo lo que le pasa, nunca pierde el sentido del humor. El último capítulo de este extraño y apasionante diario, empieza con una filmación de teléfono móvil donde vemos a una adolescente que anuncia su suicidio porque no aguanta la prohibición de su familia a su deseo de convertirse en actriz. El mensaje está dirigido a una famosa actriz y directora y se lo han mandado a Jafar Panahi. La actriz, una de las mas importantes y bellas del cine iraní, y el director, parten juntos en busca de la chica para intentar averiguar que le ha sucedido. No voy a desvelar más de la trama, solo decir que en su investigación acaban en un remoto pueblecito de la frontera donde encuentran una actriz famosa antes de la revolución islámica que vive aislada y marginada después de haber sido perseguida. Estas tres mujeres son las tres caras de la película: la chica que sueña con ser actriz y no la dejan; la actriz/directora adulada y venerada; la vieja actriz olvidada a la que nunca vemos el rostro. Con diálogos inteligentes encuentros inesperados, situaciones absurdas y un excelente uso del paisaje y las montañas, Panahi nos hace un dibujo de su tiempo mucho más vivo que muchos artículos o denuncias explicitas sobre la realidad de las mujeres (y de él mismo) en un país que se empeña en seguir viviendo en el atraso más absoluto . Tres caras es una película cristalina que permite ver a través de ella.


(esta joya, uno de los objetos robados en el Museo, es la que aparece en mi novela 
La piedra negra)
Museo
La noche de Navidad de 1985, se cometió un espectacular robo en el Museo Nacional de Antropología de ciudad de México. Museo es la crónica de este robo que sucedió realmente conmocionando a todo el país por el valor incalculable de las piezas robadas. Sus autores fueron identificados y detenidos, se recuperaron varias piezas, entre otras una preciosa máscara de jade verde. Pero lo que nunca se supo fue ni el cómo ni el porqué y sobre todo que pasó después del robo. Alonso Ruizpalacios, un director estupendo al que descubrimos con Güeros, imagina lo que pudieron hacer los dos estudiantes de veterinaria que robaron el museo los días posteriores al robo durante su viaje de huida intentando colocar las piezas entre los traficantes de objetos robados. Trabajo casi imposible dada la dificultad de ocultar esos valiosos tesoros que les lleva en cambio, a descubrir los lazos de su amistad. La película se plantea como un thriller pero acaba siendo una comedia negra sobre la insatisfacción y el deseo de hacer algo que los saque de la rutina de una vida mediocre. Este film me gusta especialmente porque pasa en México, porque sale un museo donde he pasado muchas horas en mi infancia y porque cuenta un robo que utilicé como elemento en un capítulo de La piedra negra. Tres cosas por las que le tengo cariño.


La balada de Buster Scruggs
Los hermanos Coen han reunido un espléndido conjunto de actores (casi todos masculinos, el oeste fue cosa de hombres) en su nuevo trabajo La balada de Buster Scruggs. Es una gran noticia que esta película se haya estrenado en Netflix. Lo es porque eso quiere decir que la podrá ver muchísima más gente, en versión original con subtítulos en cualquier parte del mundo. A veces tendemos a pensar desde una postura urbanocéntrica muy limitada y nos gustaría que las películas solo se vieran en las pantallas de cine. Pero olvidamos que solo viviendo en una gran ciudad podemos verlas en una buena pantalla y en versión original, el resto del mundo, es decir casi toda la población en el caso de España, se tiene que conformar con verlas dobladas o nunca. En cambio, Netflix y cualquier otra plataforma, acerca el buen cine al último rincón del mundo siempre y cuando haya internet, claro. Bueno, dicho esto, solo me queda decir que La balada de Buster Scruggs me ha gustado mucho. Soy muy fan del western, de todo, el clásico, el moderno, el posmoderno, el spaguetti, incluso el malo. La revisión del mundo del oeste que han hecho los Coen es especialmente buena. Son seis historias que debían presentarse en forma de serie. Pero los Coen prefirieron no encorsetarse en el formato serie y han hecho una película libre en todos los sentidos. Las historias duran lo que tienen que durar, unas más que otras, los espacios son los que tienen que ser, todos ellos escogidos con un cuidado exquisito para ser el escenario de lo que se cuenta. No hay nostalgia, no hay final feliz, hay historias que tocan todos los géneros: western musical, western realista, western poético, western de aventuras, western romántico, western fantástico. Historias crueles casi todas, divertidas a veces, siempre de supervivencia. Una sola imagen de este film llena la pantalla de sentido (me dijo Ramon mientras la veíamos) y tiene razón, porque el cine no es solo lo que nos cuenta, es la capacidad de evocar sensaciones y emociones con un árbol, un río, una caravana, un hombre sin brazos… Los Coen, como muchos otros directores, han acabado con el lugar común de que el cine es distinto a la televisión. Ya no es cierto, se puede hacer gran cine para una pantalla de ordenador o de televisión. Lo único que importa es tener algo que contar y contarlo bien. Y ellos lo han hecho.

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La noche de los doce años
Hay una tercera película en los cines de la que no he hablado. No me apetecía demasiado, y por eso la dejé fuera del post. Tener que explicar a un buen amigo porque no la había puesto me ha llevado a reflexionar sobre ella y por eso añado estas líneas que me parecen que cuentan mejor que nada cual es mi sentimiento hacía un film que me parece importante sin duda.
La película de Brechner es un ejercicio muy interesante sobre el paso del tiempo y el peso de la soledad y el aislamiento. Me gusta que no ponga acentos tremendistas en las secuencias de tortura o de castigo y que muestre los espacios donde se los confina de una manera tan realista y al mismo tiempo abstracta. Las celdas, las ventanas, las rejas, se convierten en dibujos de un paisaje mental para los tres protagonistas. Los tres personajes están muy bien definidos en sus distintos caracteres.  Y la forma en que interactúan prácticamente sin estar nunca en el mismo plano es increíble. Aclaro que los tres personajes son tres prisioneros políticos de la dictadura de Uruguay que permanecieron detenidos y aislados entre 1973 y 1985. No son tres detenidos cualquiera: se trata de José Mugica, Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro. La canción de Silvia Pérez Cruz es muy bonita y hay que oírla hasta el final. Lo que no me gusta son las evocaciones, sé que son necesarias, pero me sacan un poco del  estado de ánimo que me crea el encierro.
Una última reflexión, la de las vueltas que da el mundo. Nunca hay que desesperar. Por mas que la situación en la que estemos sea horrible y parezca no tener final, siempre hay un camino de salida. El tiempo ayuda a colocar las cosas en su sitio. Por eso es importante resistir y no caer ni en la desesperación ni en la locura y mucho menos en la tentación del suicidio. Vivir es superar esos terribles retos y la vida, si uno es fiel a si mismo, acaba por recompensarte.











sábado, 17 de noviembre de 2018

ESTE ES UN LIBRO DE…



¡Diecinueve estrenos la semana pasada, quince esta semana! No puedo más. He decidido que voy a hacer una huelga de ojos caídos. Así que en la entrada de hoy, voy a hablar de libros. De dos libros.


FLORES EN LA FRONTERA
Este es un libro muy personal que me afecta directamente. He estado y estoy muy implicada en todo el proceso. Es un libro del que me siento muy orgullosa y feliz de haber colaborado a que exista. Porque Flores en la frontera es un libro inclasificable. Precioso como una pequeña joya. Se trata de un libro de dibujos de Ramon Herreros, un conjunto de delicadas acuarelas de flores y plantas que se pueden encontrar en los alrededores de Arcos de la Frontera. Está editado por La Casa Grande, el hotel de Elena Posa en Arcos. Me gusta mucho como ha quedado, me gustan mucho los dibujos de Ramon, me gusta mucho que existan libros como este. En un texto introductorio, he escrito unas palabras que me parecen cuentan mejor que nada lo que es: “Este es un libro de flores que se pueden encontrar en los alrededores de Arcos de la Frontera. Así que, la primera lectura es clara: La Frontera es un paisaje, una región, un lugar. La palabra frontera sugiere muchas más cosas. En un sentido peyorativo, es sinónimo de separación, de marginación. Pero a mí me gusta más otra manera de leer la palabra. Frontera entre lenguajes, frontera permeable entre las palabras y las acuarelas de Ramón Herreros e incluso frontera sutil y mágica entre una foto tomada una mañana de verano y un precioso dibujo realizado una tarde de invierno. Frontera como unión, no como separación. Las flores están ahí, cerca de nosotros. Solo hace falta saber verlas. Lo que quiere este libro es transformarlas en imágenes únicas que son y no son a la vez las plantas que representan. Libres, hermosas, vivas.”
Presentamos Flores en la frontera el próximo jueves 22 de noviembre a las 19.00 horas en la Librería Jaimes de Barcelona, calle Valencia 318. Ese mismo día se inaugura la exposición de los dibujos originales de Ramon que se pondrán ver durante un tiempo en la librería. Estoy muy contenta de haber llegado hasta aquí. Siento que es un gran regalo.


DEFENSA DE LACREACION
Este es un libro pequeño de tamaña y grande de ideas. Es un ensayo sobre arte, sobre los que lo hacen y los que lo gestionan. Está escrito por José Antonio de Ory. Es un texto que se lee muy rápido, que ¡se entiende todo¡ Da gusto leer un ensayo sobre arte que se entiende, se comprende, que no usa palabras huecas y no necesita un diccionario al lado para seguirlo. Pero sobre todo, da gusto leer un texto en el que reconoces ideas que son tuyas, palabras que has pensado mil veces. Afirmar que no son los gestores culturales los que deben tener el protagonismo del mundo artístico; que los edificios de arquitectos famosos si están vacíos de contenido no sirven para nada; sostener que la política de subvenciones solo crea una corte de los milagros de sucursalistas abonados al régimen de turno; decir con todas sus letras que han secuestrado el concepto Arte Contemporáneo para asignarlo solo a una parte del todo, y no siempre la parte más interesante sino la más interesada, la que se pone al servicio de las tendencias que los gestores y con esto se cierra el círculo, imponen desde sus atalayas de poder. Todo esto son verdades que nadie quiere decir y menos asumir. Pero lo mejor de todo es la reivindicación que hace el libro de la figura del creador, el que pinta, esculpe, escribe, hace música, dirige o escribe un guión. Y lo hace con sus manos y su cabeza. Sin ellos, todos los demás sobran aunque se empeñen en mostrar el vacío de sus edificios y de sus mentes como una gran aportación. Cuantas veces los gestores culturales y los críticos se creen por encima de los que han hecho las obras que gestionan. No se trata de que no haya gestores, hacen falta, son necesarios. Pero deben estar al servicio de los creadores, de los que hacen las cosas, nunca por encima. Una de las reflexiones que me ha sugerido este libro es el hecho de que debe existir un equilibrio entre unos y otros. La figura del artista aislado, trabajando en su taller sin relacionarse no sirve, el artista necesita un hilo que lo conecte con el mundo y ese hilo son los gestores culturales, los críticos, los estudiosos. Pero lo que viene sucediendo en el mundo de la cultura desde hace mucho tiempo es que los que deberían ser ese hilo conductor se han erigido en hilo dominante, pequeños tiranuelos o reyezuelos que deciden qué o quién tiene derecho a existir. Es contra esto que nos alerta el libro de de Ory.
Prometo que la semana que viene, volveré a levantar los ojos hacia las pantallas de cine y hablaré de películas. Mientras tanto, vayan al cine que aun hay muchas cosas por recuperar, lean libros, visiten exposiciones, escuchen música…



sábado, 10 de noviembre de 2018

PELIS, DOCUS, SERIES


!!Esta semana se estrenan 19 películas¡¡ Es un horror. Es completamente imposible verlas todas, hablar de todas, se matan unas a otras. Tantos estrenos es la prueba de que el público es lo de menos. No interesa ya que vaya gente o no a ver un film, lo que cuenta es que burocráticamente se pueda alegar que se ha estrenado en salas para poder acceder a los premios, Goyas, Gaudis, o para iniciar un recorrido en plataformas, o lo que es más triste, para poder cobrar las subvenciones. Es absurdo, deberían cambiarse las leyes y las reglas para impedir que pase esto, un hecho que cuesta mucho dinero y genera mucha frustración. La critica intenta(mos) seguir lo mejor posible todo lo que se estrena, pero no llegamos. Por eso, aun a riesgo de dejarme en el tintero algunos títulos interesantes que no he podido ver, en esta entrada de hoy voy a hablar de cinco películas… y dos series. Dos ficciones italianas, Dogman y Lazzaro feliz; tres documentales: Bergman, su gran año, Farenheit 11/9 y Comandante Arian; y dos series, Oficina de infiltrados y Arde Madrid.

Dogman
De qué va: Un hombre normal, cuidador de perros en un barrio de extrarradio napolitano, es feliz en su inocencia con sus animales, su hija pequeña y sus amigos con los que juega al futbol. Pero hay  un pero muy grande en su vida. Es completamente dependiente de un ex boxeador brutal y dominante que mantiene aterrorizado al barrio y le manipula a su antojo. Marcello aguanta todas las humillaciones de Simone hasta que no puede más y estalla convirtiéndose en un “dogman”.
Porqué se ha de ver: Lo primero de todo, porque nos devuelve el mejor Matteo Garrone, el de Gomorra. Segundo, por el rostro y la mirada del espléndido actor Marcello Fonte. En tercer lugar, por los espacios donde sucede esta historia, un barrio napolitano en decadencia, cercano al mar, donde se respira ruina moral y física. En cuarto lugar porque es una reformulación del neorrealismo más clásico, con un aliento del Pasolini menos dramático. Un film que habla de ética pero que nunca cae en el moralismo.

Lazzaro feliz      
De qué va: En un remoto pueblecito aislado del centro de Italia, vive un grupo de campesinos dominados por una marquesa que ha olvidado decirles que en el siglo XXI ya no existe el régimen feudal de sumisión. Lazzaro es un joven inocente del que todos abusan y al que todos piden ayuda, casi un santo dispuesto a cualquier cosa sin plantear nunca preguntas. La liberación de los campesinos del yugo de la marquesa coincide con la muerte de Lazzaro. Cuando Lazzaro resucita, se encuentra en un mundo que nada tiene que ver con el suyo. Su viaje a la ciudad no le hará perder la inocencia y la santidad al encontrarse con sus antiguos amigos convertidos en lumpen de suburbio sin ningún futuro.
Porqué se ha de ver: Primero, por lo insólito de su propuesta, un cine fuera de las modas y fuera del tiempo, casi como su protagonista. Segundo, porque es una puesta al día (como la de Garrone, pero en un tono muy distinto) del neorrealismo más puro, casi un neorrealismo mágico (Milagro en Milán), que además recupera el mejor cine de Ermanno Olmi (El árbol de los zuecos). Tercero, por Lazzaro, un joven actor con unos grandes ojos llenos de luz y de inocencia. Cuarto, por la reflexión profunda que despierta al hacernos tomar conciencia de que la eterna lucha de clases sigue vigente pero transformada en un enfrentamiento desigual campo/ciudad donde los campesinos explotados por la marquesa se han convertido en parias urbanos desarraigados. Pero sobre todo, porque es una película tan antigua como los viejos cuentos y al mismo tiempo tan nueva como algo nunca visto.

Bergman, su gran año
De qué va: Partiendo del año 1957 cuando Ingmar Bergman a sus 38 años vive uno de sus periodos más creativos con el estreno de El séptimo sello, el rodaje de Fresas salvajes y En el umbral de la vida, mas la puesta en escena de tres grandes producciones teatrales, el documental se adentra en la vida de uno de los directores de cine fundamentales del siglo XX, en un retrato no siempre amable del personaje.
Porqué se ha de ver: Porque descubres muchas claves para entender su cine, al mismo tiempo que acabas de confirmar que Bergman era en su vida privada un tipo insoportable.

 Farenheit 11/9
De qué va: Viniendo de Michael Moore nos podemos esperar un film de denuncia sensacionalista que esta vez pone el dedo en el ojo de Donald Trump para demostrar como un personaje de esa calaña logró llegar a la presidencia de Estados Unidos. Pero Moore no desaprovecha la ocasión para meterse con todo lo que no funciona en su país, desde el gobernador de Michigan que envenena a sus ciudadanos con agua contaminada, hasta el Partido Demócrata que es menos demócrata de lo que parece.
Porqué se ha de ver: Porque nos confirma lo que ya sabíamos, Donald Trump es un personaje deleznable y muy peligroso, (la comparación con el ascenso de Hitler que hace el film no es gratuita). Lástima que para hacer su denuncia Moore caiga de nuevo en los típicos excesos de su cine, con una apabullante presencia de él mismo en primer plano. Un curioso efecto colateral de este documental: por un momento, mientras lo ven, cambien los nombres de Donald Trump por los de  personajes muy próximos de nuestro contexto político y verán cómo les resultan cercanos y muy reconocibles algunos de los discursos y algunas de las situaciones.

Comandante Arian
He dejado para el final este documental de Alba Sotorra, espero que hayan tenido la paciencia de llegar hasta aquí porque para mí es la mejor película de las estrenadas esta semana.
De qué va: Retrato de la Comandante Arian, una mujer kurda que forma parte de las YPJ, las Unidades de Defensa de las Mujeres, un cuerpo militar formado exclusivamente por mujeres en el 2012 con el objetivo de combatir al Ejército Islámico y de transformar la sociedad patriarcal en la que viven.
Porqué se ha de ver: Para descubrir y admirar este cuerpo militar insólito que mantiene tres frentes de batalla importantísimos, el primero y más peligroso es el de la guerra propiamente dicha contra el EI en la que se combate y se muere; el segundo es también muy peligroso y sobre todo mucho más largo, es el de la lucha por un reconocimiento como seres humanos iguales en derechos y deberes en una sociedad patriarcal y muy religiosa que relega a las mujeres a un segundo plano; el tercero es el de un enfrentamiento con ellas mismas, con su educación, su pensamiento, su manera de entender el mundo que no les deja espacio para sentirse miembros de pleno derecho de la sociedad. Siguiendo a la comandante Arian en el asedio y conquista de la ciudad de Kobane en el norte de Siria, y sobre todo en la dolorosa recuperación de las múltiples heridas de bala que la alejan del frente, el documental consigue que entendamos un poco mejor que pasa y porque en ese castigado país. Un trabajo indispensable que se debería enseñar en las escuelas y que tendríamos que ver todos.

Oficina de infiltrados
Una de esas coincidencias curiosas y muy interesantes hizo que viera el documental de Alba Sotorra al mismo tiempo que seguía en Movistar una serie de espionaje francés que se llama Oficina de infiltrados y que desde aquí recomiendo con todo entusiasmo. Ambientada en los años más duros de la guerra en Siria, creo que es en la tercera temporada cuando sale un personaje que tiene mucho que ver con el documental de Alba Sotorra, una mujer militar kurda que ayuda a los franceses en Siria precisamente durante el asalto de Kobane. Pero lo más triste de esta coincidencia es descubrir en la ficción el cinismo de los que juegan con el valor de los hombres y mujeres que luchan en esa guerra entre medieval y del futuro, cuando desde los despachos políticos deciden que tal o cual ciudad, tal o cual enclave se abandona o se conquista por puros motivos geoestratégicos. Es una serie muy interesante desde el punto de vista político y muy distinta en su realización a las series americanas. Para entendernos, está más cerca de John Le Carré que de Homeland.

Arde Madrid
Estupenda serie de Paco León, de lo mejor que se puede ver en este momento en cualquier pantalla. Ambientada en los primeros años sesenta, en un Madrid donde Ava Gardner vive su juerga permanente y triste, el film entronca con la mejor tradición de la comedia española, la que viene de Berlanga, Azcona y Fernán Gómez, saltándose a Almodóvar y sus influencias. Clásica en su planteamiento, limpia en su realización, es sin embrago profundamente incorrecta en lo que cuenta al mostrar una España franquista donde la España oficial iba por un lado y la España real por otro. Paco León no necesita mucho más que un único escenario, del que se sale en pocas ocasiones, un grupo de actores perfectos en sus personajes y unos diálogos inteligentes y divertidos para construir una serie indispensable.