sábado, 28 de octubre de 2023

901

 

Esta es la entrada 901 del blog, son un montón, catorce años de cine, toda una vida. Estoy contenta de seguir al pie del ordenador cada semana, me hace sentir bien saber que dejó constancia de algunas películas, libros, cosas que me gustan. Y que dejo el recuerdo de muchos amigos que se han ido en estos años. Para celebrar la entrada 901 recupero una película que debía estar en la entrada 900: Los asesinos de la luna, de Martin Scorsese.

 

(el paisaje que fue la perdición de los indios Osage)

Los asesinos de la luna, Martín Scorsese

Por fin he visto Los asesinos de la luna. Y menos mal que la he visto, porque hacía mucho tiempo que no veía una película de Scorsese que me gustara de verdad. La película dura mucho, pero es un mucho que se hace corto. Pienso ¿por qué  se me ha hecho corta una película de 3 horas y 25 minutos? La única respuesta que encuentro es, porque me he dejado sumergir en el ritmo y la cadencia de sus imágenes, de sus silencios, de sus palabras cantadas y habladas en un idioma que desconozco. Se ha hablado mucho de la historia en las críticas y crónicas sobre el film: la sistemática eliminación de los indios Osage en su reserva de Oklahoma cuando se descubrió que sus tierras eran enormes y ricos yacimientos de petróleo. A los indios se les eliminaba por cualquier cosa en el primitivo país en construcción del siglo XIX. Pero que eso siguiera sucediendo en los años veinte del siglo XX es algo menos conocido. Quizás por eso, Scorsese cuenta este asesinato colectivo de la luna y el sol de una manera callada, escondida, sin que se note. Estamos muy lejos del ritmo frenético de sus films sobre la mafia, muy lejos de la violencia coreográfica de Casino o Uno de los nuestros. Aquí se mata en silencio, de uno en uno, sin que lo veamos o lo veamos en plano general, de lejos Porque lo que cuenta, lo que importa es esa mujer que es el centro de la película y de la historia, Molly, es decir Lily Gladstone. Molly es el puente entre los asesinos y los indios, ella es la única capaz de resistir a esa barbarie soterrada gracias a su amor incondicional por Ernest, un ser desvalido y sin personalidad al que un Leonardo di Caprio, mayor, cansado, envejecido, presta una presencia cargada de remordimientos. Porque Molly y Ernest se quieren de verdad. Pero la figura de William Hale, The King Robert de Niro, los controla y los manipula, a él siempre, a ella, menos. Todo sucede en unos paisajes horizontales donde las torres de petróleo rompen la armonía de unas tierras que fueron la perdición de la nación Osage. Scorsese ha hecho un film rio, un anti western crepuscular, una película que puede ser su testamento aunque aun haga otras. Scorsese tiene 80 años, es más lento, es más reflexivo, es más cauto. Pero también es más sabio al canalizar esa lentitud esa reflexión y esa cautela en una historia que contada por él hace treinta años, habría sido de una violencia insoportable. Los asesinos de la luna ha llegado en el momento justo de su vida. Perfecto.


La contadora de películas, de Lone Scherfig

¿Cómo contaría María Margarita la película de Scorsese? Me habría gustado escucharla en sus palabras, en sus evocaciones. ¿Cómo contaría esa historia de amor entre Molly y Ernest corrompida por la maldad de William Hale? Supongo que sería tan apasionante como las que cuenta en esta curiosa y bonita película. Curiosa porque La contadora de películas es la suma de una serie de elementos que, a priori, podríamos pensar que no encajan. Una novela chilena de Hernán Rivera Letelier, publicada en el 2009; un guión escrito o compartido entre Walter Salles, Isabel Coixet y Rafa Russo; una directora danesa de trayectoria internacional y sensibilidad para otras culturas, Lone Scherfig; una productora española, A Contracorriente, como motor de una coproducción entre Francia, España y Chile; un elenco de actores variado que reúne a Bérénice Bejo con Antonio de la Torre y Daniel Brühl, a los que hay que sumar dos excelentes actrices chilenas, Sara Becker y Alondra Valenzuela. ¿Podía salir algo de este americoeuropudding? Pues sí, ha salido un cuento muy chileno, arraigado en la zona salitrera y minera del desierto de Atacama muy combativa en los años sesenta y setenta del siglo pasado y ahora prácticamente una ruina turística. Es en este lugar donde vive la familia de Medardo, un minero condenado a una silla de ruedas tras un accidente, con su mujer, la hermosa María Magnolia y sus cinco hijos, entre los que está María Margarita, la contadora de películas. Sin olvidarse de las pinceladas necesarias para entender las luchas mineras y la represión pinochetista, pero sin caer en ningún miserabilismo ni militancia de ninguna clase, el film transcurre entre películas que va contando María Margarita a un público entregado que las disfruta tanto o más que viéndolas en el cine. Son estas películas, cuidadosamente seleccionadas, las que van puntuando la historia, acompañándola en cierto modo. Musicales, westerns,  melodramas, cine épico. María Margarita se atreve con todo. Y Lone Scherfig también.

 

EL RINCÓN DE LAS SERIES


Un asunto privado, Amazon Prime Video

Vuelvo a mi Rincón de las series para rescatar una serie estrenada el año pasado en Amazon Prime, Un asunto privado. No es una serie importante, no es una serie con mensaje de ningún tipo, no es una serie memorable, pero si es una serie muy divertida, entretenida, vital y llena de humor y despropósitos. Mas que una serie es un comic en imagen, un comic de súper heroína imposible, Marina Quiroga, una rica y coqueta joven de la alta sociedad gallega en los años cuarenta del siglo pasado, metida a detective con la impecable e imprescindible ayuda de su fiel mayordomo francés Héctor. Juntos, Marina y Héctor, desentrañaran una tenebrosa cadena de asesinatos perpetrados por el misterioso Asesino de la Flor de Lis. Entre sustos, acrobacias, escapadas inverosímiles, bueno todo es inverosímil, apariciones fulgurantes de Ángela Molina como una madre ligeramente alcoholizada y dos galanes que se complementan en su torpeza y en su devoción por Marina, la serie transcurre alegremente de salto en salto, de disfraz en disfraz, de situaciones absurdas en situaciones absurdas, tramadas por una Aura Garrido graciosa y divertida y un Jean Reno perfecto como el observador mayordomo Héctor. Y cuando se acaban los 8 episodios, te dices, “bueno, he pasado un rato muy agradable” y tal como está el mundo, créanme que esto, ya es mucho. Por cierto, no querría olvidarme de uno de los mayores atractivos de la serie; sus títulos de crédito, pequeñas piezas de animación, diferentes en cada episodio, que resumen lo que va a pasar de una manera gráfica y muy bonita. Son obra de Monografo Estudio y de verdad que vale la pena fijarse en ellos y verlos con detenimiento. Creo que con este tintinesco dibujo de línea clara y colorida, este estudio podría  arriesgarse a hacer un largo de animación con estos mismos personajes.  Dan mucho juego.

(este es el enlace a las presentaciones de la serie en la página web del estudio:

https://monografoestudio.com/un-asunto-privado) 

El regalo de la semana podría ser una contadora de películas.



sábado, 21 de octubre de 2023

INCIDENTES TECNOLÓGICOS

 


(una mañana miré al cielo y vi este espectáculo, me quedé embobada, pero poco después supe que una extraña fricción del aire había hecho que durante unos minutos se pudieran ver todas las estelas que dejan los aviones en el cielo al volar, y entonces la belleza se me congeló: todos esos aviones habían pasado en pocos minutos sobre mi cabeza sin verlos ¿se imaginan todo lo que pasa sin que lo veamos?)

Esta semana he tenido dos episodios más de tecnología rebelde que de Black Mirror, con muy poco terror, aunque sí muchas molestias. El primero sucedió el lunes pasado. Estábamos convocados a un pase de prensa de la película de Scorsese Los asesinos de la luna. El pase era a las 10, la película dura tres horas y veinte minutos. A las 10, la peli no empezaba, a las 10 y algo nos avisaron de que el enlace no había llegado, que lo habían reclamado. Casi a las 11 nos dijeron que se suspendía: no había manera de que llegara el enlace. Me quedé un rato hablando con los compañeros. La sensación era de extrañeza y perplejidad. Pero tenía una explicación: la máquina que mandaba el enlace para ver la película desde Los Ángeles, programada con el tiempo justo para evitar piraterías, lo había mandado a un mail que no existe: resultado, nunca llegó al cine. Todos los intentos para contactar con el emisor en Los Ángeles y pedir que lo mandara bien, fueron en vano; allí eran las dos de la madrugada. Lógicamente, dada la hora, no había ningún ser humano al tanto de la máquina expendedora de pelis y la maquina decía que ya lo había mandado a donde le habían dicho. La película de Scorsese debía estar navegando en eso que se llama la nube, donde debe haber un tráfico que no me quiero llegar a imaginar. Lo que se trasmite por las ondas invisibles del aire (wifi, internet, enlaces… etc) es algo que me supera. No tengo ni idea como funciona. Pero de todo este episodio, me queda la sensación de que con el aire que respiramos, respiramos miles y miles de informaciones invisibles. Y eso si es de Black Mirror. No sé si me dará tiempo a ver la película de Scorsese antes de mandar este blog, si no me da tiempo, hablaré la semana que viene.

El segundo episodio de tecnología desesperante sucedió el miércoles pasado. El martes fui a Bilbao para dar una charla sobre Alice Guy y las pioneras del cine dentro de las actividades de Zinemakumeak Gara! Muestra de cine dirigido por mujeres. El miércoles por la mañana volvía a casa. Bien. Llego al aeropuerto de Bilbao, paso todo lo que hay que pasar y espero. Mi vuelo salía a las 11.40 y estaba previsto que la puerta de embarque apareciera a las 11, en 17 minutos. Bien. Pasaron los 17 minutos y en lugar de puerta de embarque  apareció un cuadrado negro. Nada más. Intenté averiguar qué pasaba, pregunté por información. En el aeropuerto de Bilbao, no hay ni un solo puesto de información humana. Yo no había sacado mi billete así que tuve que pedir a los que me lo habían sacado que me mandaran el mail de Vueling con la información. Por fin la tuve y empezaron a salir avisos de hora prevista, avisos que cambiaban cada poco tiempo. Al final se fijó en las cuatro de la tarde, cinco horas después de la hora de embarque de mi vuelo. Mi queja Black mirror no es que pasen estas cosas, me temo que tenemos que acostumbrarnos a que cada vez mas haya episodios de retrasos. Lo que me quejo es de que no hubiera ni un solo ser humano al que preguntarle qué pasaba, qué podíamos hacer, había gente con conexiones de aviones en Barcelona manipulando el móvil como locos, intentado averiguar qué pasaba con sus vuelos. Todo electrónico, todo por ese aire que respiramos, todo era una máquina que nos iba dando instrucciones sin alma. Tuve mucho tiempo para preguntarme ¿y si no tengo móvil, me lo he dejado en casa o me lo han robado? ¿Y si no tengo mail en el móvil? Me quedo a oscuras. Perdida sin una idea de qué ha pasado. Lo que había pasado lo supimos ya en el vuelo de las cuatro, cuando el piloto nos pidió disculpas y dijo que había sido por un problema del avión en Londres. O sea, que un problema de un avión en Londres repercute en que yo no pueda ir de Bilbao a Barcelona y encima no hay nadie que me mire a los ojos y me diga lo que pasa. Me dio un ligero escalofrío. Al final llegue a casa, cansada, y un poco harta de todo. 

Dos películas

Para compensar que no puedo hablar de Scorsese, voy a recomendar dos películas aun sabiendo que frente al coloso italo americano  poco tienen  que hacer. Las dos están dirigidas por mujeres, las dos hablan de odio.


 

El Legado, de Lisa Mulcahy

Terror gótico, mansión fría y poco acogedora (sin fantasmas), época victoriana en la Irlanda del siglo XIX. Una joven heredera, huérfana pero dueña de una gran casa y de una pequeña fortuna, deberá aceptar las imposiciones de una sociedad que ha decidido que por ser mujer y menor de edad no tiene derecho a tomar sus propias decisiones. La joven Maud tendrá que aceptar la presencia de su detestable tío Silas, su odiosa prima Emily, su cobarde primo Edward y la dominante institutriz francesa. Estos extraños se van apoderando poco a poco de la casa y de la vida de Maud, presa en una tela de araña invisible. Formada en la escuela de las prestigiosas series de la BBC, Lisa Mulcahy dirige esta adaptación de la novela gótica de J.S. Le Fanu, con un clasicismo impecable. No se arriesga ni con efectos especiales, ni con sustos innecesarios. Avanza poco a poco de la mano de Maud y su progresiva toma de conciencia y revuelta contra ese dominante tío Silas y contra una sociedad que no le deja aire para respirar. Oscura, pero no tenebrosa, la figura de Maud emerge como una luz, aunque siempre vaya vestida de negro, gracias a Agnes O’Casey una actriz de corta trayectoria pero fuerte presencia. El legado, o El tío Silas o Lies We Tell, título original, no es una gran película de género fantástico pero, como ha dicho Oti Rodríguez Marchante, “sugiere maldad, angustia y brutalidad”.

 


Conversaciones sobre el odio, de Vera Fogwill y Diego Martínez

Dos personajes, una localización, una hora y media de tiempo real. ¿Es una obra de teatro? Sí, claro que es una obra de teatro, adaptada por su propia autora, la argentina Vera Fogwill y dirigida a cuatro manos con el director español Diego Martínez. No me cuesta imaginar, sin saberlo, que Diego puso los movimientos de cámara, la cinematografización de la obra, mientras Vera se dedicaba a cuidar y mimar a sus dos protagonistas. Rodada en cinco días en un apartamento madrileño poco antes de la pandemia, el film anuncia en cierto modo el confinamiento. Al menos el confinamiento en el que vive Debora, la enferma y detestable agente de actores en decadencia total que interpreta una irreconocible Cecilia Roth. Debora vive en una casa llena literalmente de porquería, rodeada de gatos que no dejan de maullar, todos con nombres de directores de cine. Porque el cine está muy presente en esa última conversación entre Debora y Deborah, la actriz sin demasiada suerte que acude a verla sin saber que esa será una velada cargada de rencores. Un derroche de palabras y gestualidades por parte de Cecilia Roth contrasta con la contención y austeridad del personaje que interpreta Maricel Álvarez, incómoda, molesta, sin saber muy bien porque ha accedido a ir a ver a esa ruina humana en la que se ha convertido la que fuera su amiga y su protectora. Las conversaciones sobre el odio hablan de amistades traicionadas, maternidades frustradas, profesiones truncadas, con pequeños momentos de esperanza o de luz en esa oscura y siniestra casa. La casa de Debora es como la de Maud, una casa de horrores que se podrían eliminar solo dejando entrar un poco de aire fresco.

Una buena metáfora de nuestros días tan cargados de odios y de podredumbre, tan necesitados de una bocanada de aire fresco.

El regalo de esta semana no es una conversación sobre el odio,pero si es una conversación observada.



sábado, 14 de octubre de 2023

DOS PROPUESTAS OPUESTAS

 

Esta semana rara, de puente largo, guerra olvidada en Ucrania, guerra cruenta en Israel, de calor y cielos bonitos, hay varios estrenos interesantes. De todos ellos, me quedo con dos por ser tan opuestos y al mismo tiempo tan atractivos.

 


 O Corno, de Jaione Camborda

En cuanto vi la primera y potentísima secuencia de este film, supe que iba a ser la Concha de Oro del Festival de San Sebastián. No porque tenga súper poderes o dotes de adivinación, simplemente por lógica. Siendo la presidenta del jurado Claire Denis, una directora conocida por hacer un cine muy físico, era evidente que esta película, tan carnal, tan de la tierra, le iba a encantar. Y le encantó. O Corno ha hecho historia en el festival: primera película de una española que gana la Concha de Oro; primera película en gallego que se presenta en el certamen y encima gana el premio gordo. ¿Pero O Corno se merece este premio? Pues SI, se lo merece. La joven directora vasca con trayectoria gallega ha hecho una película de una gran solidez narrativa y fuerza en sus imágenes. O Corno no se puede enmarcar dentro de esa corriente tan actual de cine rural que ha dado excelentes películas en los últimos años. No, O Corno es un film más hondo. La historia pasa en la isla de Arosa, en la Galicia profunda, en el año 1971, lo que se conoce como tardofranquismo, una de las épocas más negras de todo la dictadura. La política no existe en este contexto rural, ancestral, primitivo. Pero si existe el miedo, si existe el silencio. Vida, el parto de la primera secuencia, filmado como pocas veces se ha visto en el cine, y muerte, el aborto clandestino que acaba mal, centran la primera parte del film con el protagonismo en segundo plano (indispensable) de la partera y abortera María y el papel fundamental del corno, el cornezuelo del centeno que tanto ayuda a vivir como a morir. Cuando María tiene que huir de su isla, de su mundo, el film da un giro para seguir y mirar a esta mujer en sus movimientos, en su caminar, en su pasaje por bosques, rías, ríos y fronteras. Es en ese caminar, una foot movie, donde la actriz Janet Novás, bailarina y coreógrafa, consigue transmitir toda su fuerza física y toda su agilidad. O Corno es una historia de mujeres que paren, abortan, escapan y se ayudan. Una hermandad subterránea que une a María con Ángela, Teresa, Luisa, Anabela… un grupo de resistencia a una sociedad que las margina y las persigue. Sí, estoy de acuerdo con Claire Denis: O Corno se merece la Concha de Oro.



Me he hecho viral, Jorge Coira

Una comedia con un guión excelente, donde todo sucede con una lógica hilarante, unos diálogos inteligentes, una fotografía luminosa, y unos intérpretes perfectos en sus roles, es una gran comedia. Me he hecho viral tiene todo eso y además una dirección elegante, fluida, con ritmo y mucho sentido del humor. Empezando por el guión y los diálogos de Araceli Gonda, a la que he citado ya varias veces en este blog por la calidad de sus guiones. En esta ocasión Gonda hilvana secuencia con secuencia, haciendo avanzar el relato de la disparatada aventura de la pobre “Loca del avión”, fotografiada por José Luís Bernal Ibáñez, que ya me deslumbró en Hierro y Rapa; con juegos de contrastes y colores, tan pop como instagramera. Blanca Suárez en un registro que le va como anillo al dedo, disfruta interpretando a Mabel en sus momentos de locura y en sus momentos de debilidad; Enric Auquer se consolida como un auténtico robaplanos, llena la pantalla cada vez que aparece; y Miguel Rellán, sencillamente esta magnífico en su papel de padre desnaturalizado.. Todos ellos orquestados por Jorge Coira, un director que sabe sacar partido tanto de un relato de cine negro como de un drama o una comedia. Me he hecho viral es, además, una sátira feroz contra la idiotez humana de la movilmania y los likes. Un aviso contra la falta de empatía de unos con otros. No ha sido una sorpresa, conozco el cine de Coira desde hace años, pero si puede serlo para muchos espectadores cansados de comedias españolas sin ritmo, sin gracia que tratan al espectador como si fuera tonto. Disfrútenla. 

Este cuadro de Ramon, uno de los más bonitos, podría ser una buena imagen para O Corno, con una María poderosa en su centro.



sábado, 7 de octubre de 2023

DE CASTILLOS Y PRINCESAS

 


(En San Sebastián también hay castillos)

El castillo, de Martín Benchimol

El Premio Horizontes de San Sebastián es casi siempre una sorpresa para muchos críticos que no siguen esta sección, una de las mejores del festival. En este caso, el jurado de Horizontes Latinos premió una película argentina llamada El castillo. No la vi y eso que vi cinco de las doce películas programadas. No la vi, porque no pude, no por falta de ganas. Y esas ganas se incrementaron cuando escuché las razones del jurado para destacarla: “Una fábula documental que invoca la magia del cuento como política cotidiana a partir del retrato encantador de una madre y una hija y su fortaleza en el bosque.” Bueno, pues ya la he visto. Y estoy de acuerdo con el jurado, es una fábula documental que invoca la magia del cuento. El castillo no es una ficción, pero hay en ella materiales no para una, sino para varias ficciones: la relación de Justina con su empleadora en el pasado; la pasión de Alexia por la mecánica y los coches; la historia de cada uno de los animales que conviven con ellas; la familia rica que parece no entender porque ese castillo no es de ellos… Temas para futuras películas contenidos en una historia documental de apenas 78 minutos. Pero vamos por partes. ¿Quién es Justina, quién es Alexia? Justina es la madre, Alexia es la hija. Justina heredó de su antigua señora la propiedad del castillo, con la condición de cuidarlo y no venderlo nunca. Alexia es su hija post adolescente. Ellas son las dos princesas de este castillo y de este cuento. Habitan esa casa encantada en medio del bosque con la compañía de un corderito negro, un cerdito pequeño, varios perros, un gato blanco y unas cuantas vacas. Viven tranquilas. La película empieza en un amanecer y casi se cierra en un anochecer. Entre medio el transcurrir de la vida con sus ritmos lentos, conversaciones, visitas inoportunas, pequeños problemas. Y dignidad, mucha dignidad. Y amor, mucho amor. Y respeto, mucho respeto. Todo filmado con una fotografía preciosa en su iluminación fantástica y en sus encuadres, muchas veces enmarcados en puertas y ventanas que hacen un cuadro dentro del cuadro. La película la dirige Martín Benchimol, un conocido documentalista argentino. Pero si delante del castillo están estas dos mujeres, madre e hija, detrás del castillo hay muchas mujeres, empezando por las productoras que confiaron en la intuición de Benchimol para contar esta historia de dos Rapunzels a las que el director, como el príncipe, vino a liberar de su voluntario encierro. El castillo es uno de esos films con una extraña magia que nace de su interior.

Tres amigas, tres premiadas, tres princesas

Esta semana estoy muy contenta. Tres amigas han sido o serán premiadas en este mes. Celebrar los premios es una manera de estar a su lado y de compartirlos con ellas. 

 


(Alicia acompañándome cuando me dieron el Premio de la Academia de Cine)

Cronológicamente el primero ha sido para Alicia Luna que el pasado 5 de octubre recibió el XII Premio Mujer de Cine que reconoce su trabajo no solo como guionista, también como docente y formadora de guionistas a través de su Escuela de Guión y sus divertidos libros sobre la sufrida profesión de los que escriben guiones. Alicia es rubia, pequeñita, muy coqueta. A Alicia la conocí en el rodaje de Tierra y libertad de Ken Loach en 1995. Ella llevaba la prensa de la película, todavía no era guionista. Desde entonces hemos sido amigas, Alicia me acoge en su casa cuando voy a Madrid, nos encontramos siempre que podemos, compartimos ideas y deseos y ganas de no perder la ilusión. Alicia es una mujer jacaranda. Se lo decía hace poco. Ligera, flexible y firme. Ganó un Goya por Te doy mis ojos, dirigido por Iciar Bollaín que ha sido la encargada de entregarle el Premio Mujer de Cine.

 


(Cata en los primeros tiempos de la Filmoteca)

La segunda es Catherine Gautier que el próximo 24 de octubre recibirá el Premio  ‘Una trayectoria profesional’, que cada año concede el festival Cine por Mujeres por Madrid. Catherine, Cata, es morena, pequeñita, francesa. Empezó a trabajar en la Filmoteca Nacional de España en 1975, el mismo año que entró Ramon Herreros en Barcelona y unos meses antes de que lo hiciera Chema Prado en Madrid y yo en Barcelona. Durante ocho años, compartimos programación, problemas, risas y algunos disgustos. Después, yo dejé la Filmoteca que ya no era Nacional de España sino de Catalunya y ella siguió en la Filmoteca que ya era Española. Pero nunca perdimos el contacto. Su trabajo en Filmoteca a lo largo de 41 años ha sido notable y varias generaciones deben estarles agradecidas de los ciclos que programó y de las gentes que trajo en la etapa brillante de dirección de Chema Prado.

 


(Silvia en la entrevista que concedió a Filmtopia en la presentación de Las buenas compañías.

 Foto Marta Armengou/Filmtopia)

La tercera es Silvia Munt que ha sido distinguida con el Premio Simone de Beauvoir que entrega en Bilbao el Zinemakumeak Gara¡ Muestra de Cine Dirigido por Mujeres. Silvia es morena, con ojos grandes y mirada tranquila. A Silvia la conocí cuando Paco Betriu rodaba La Plaça del Dimant donde era la inolvidable Colometa. Después hemos seguido en paralelo avanzando en la vida y en la profesión. Nuestros caminos se ha cruzado muchas veces: en Berlín con la película de Pedro Olea Akelarre, en San Sebastián donde ella fue jurado un año de los que yo trabajaba allí. Entrevistas, charlas a lo largo de casi cuarenta años. La última con motivo del estreno de la valiente Las buenas compañías.

¡Felicidades a las tres!

Ramon también dibuja castillos