domingo, 24 de febrero de 2013

TRES ESTRENOS





El Atlas de las nubes
Las nubes nos permiten imaginar figuras, historias, paisajes. Las nubes nos hacen soñar. Quizás por eso David Mitchell le puso el título de Atlas de las nubes a un libro que juega con el tiempo, con el mito del eterno retorno, con el karma y la idea de que nada de lo que hacemos es inocente. Lo que nos suecde hoy puede ser consecuencia de lo que hicieron otros hace tiempo y , a su vez,  puede condicionar lo que otros sentirán dentro de mucho tiempo. La conexión cósmica. Esta idea es la que planea sobre esta película de dirección tricéfala en la que se entrelazan seis historias de distintos tiempos, cuatro reconocibles, dos imaginados, protagonizados por los mismos actores en diferentes personajes para dar mayor énfasis a la relación. Irregular por su desmesurada duración, pero fascinante por algunas de sus imágenes; dispersa en algunas historias, pero envolvente en otras. El Atlas de las nubes es una de esas películas río para ver con calma, con tiempo por delante. Para disfrutarla y guardarla en algún rincón de la memoria. Es un film para volver a ver al cabo del tiempo, porque seguramente, en cada nuevo visionado, nos identificaremos mas con uno u otro personaje.

Siete psicópatas
Escribir un guión es un trabajo solitario y muchas veces ingrato. Sobre todo cuando no se te ocurre nada. Claro que todo es mas fácil si tienes un amigo un poco loco que se dedica a robar perros. Y otro amigo más loco aun que se dedica a devolver esos perros. Y si los dos consiguen meterte en un lío espantoso cuando uno de eso perros es propiedad  de un poderoso mafioso. Con estructura de cajas chinas, diálogos absurdos, paisajes extraños y aun más extrañas relaciones, Siete psicópatas es una película divertida, inteligente, sorprendente, amoral que tiene a su favor un trío de actores absolutamente adorables.

Blue Valentine
El amor es un tema recurrente en el cine y la literatura. El desamor también. Blue Valentine habla de amor y desamor. De un amor que nace condenado al fracaso y del desamor que duele y hace daño cuando ese fracaso es un hecho. Dos actores en estado de gracia, Ryan Gosling y Michelle Williams, dan vida a una pareja que se crea y se desintegra en dos momentos que alternan temporalmente en un relato dual: el de su encuentro y el de la separación, seis años después. Con un momento particularmente duro: el intento de reconciliación en el espacio hostil de una habitación de hotel. Demasiado indie, quizás; demasiado convencional; quizás. Pero hermosa y triste. Como la vida misma.

viernes, 22 de febrero de 2013

ANEXOS




Anexo 1. Al post Isabel y la crisis
Varias personas me han preguntado si no me había gustado la película de Isabel Coixet, ya que no hacía ningún comentario en la entrada donde hablé de ella. No escribí más porque siempre me sabe mal decir cosas de películas que no se pueden ver de forma inmediata. Pero me parece que tengo que aclarar que la película de Isabel, Ayer no termina nunca, me gustó mucho, casi tanto como me dolió.
La misma noche que la vi, le escribí un mail a Isabel,. Estas son algunas de las cosas que le decía.
-Creo que es lo mas personal y arriesgado que has hecho nunca. Se te reconoce en todo, y en cambio es completamente distinta.
-Me parece que por primera vez en tu vida has hecho una película de ciencia-ficción. Y no por situarla en un futuro cercano y perfectamente reconocible, sino porque esos dos personajes son como astronautas perdidos en el espacio, lanzados a un planeta lejano y vacío, el de los sentimientos, la soledad, el dolor y también, la redención y la reconciliación. Cuando vuelven de ese viaje, después de atravesar la caverna, lo mas profundo, lo mas oculto del subconsciente, donde se liberan de sus miedos, estos personajes son distintos: pueden llorar y pueden abrazarse.
-También creo que has hecho una película de suspense. Primero te preguntas, ¿qué les pasa? Después, ¿cuándo nos lo contarán? Y al final ¿cómo lo resolverán?
-Pero sobretodo has hecho una película de AMOR, con mayúsculas. Ese amor que se queda dentro, que se esconde detrás de otras cosas, pero que nunca desaparece, ese amor que une a dos personas a pesar de estar completamente separadas. Un amor eterno.
-Con todo y ser una película triste y dolorosa hay una cosa que me parece lo mas importante. No es descorazonadora. No sales del cine con el estómago encogido. Sales con una sensación de dolor luminoso. Hay luz en ese plano de Cámara llorando y Candela abrazándole. Y aprovecho aquí para decirte que los dos están magníficos.





miércoles, 20 de febrero de 2013

GOYAS



Se ha destacado en todas las crónicas de la ceremonia de los Premios Goya, el carácter reivindicativo que tuvo la ceremonia y se ha hablado mucho del discurso de Candela Peña. No me parece mal, aunque me habría gustado que también hubiera hecho alguna referencia a la película por la que le premiaban. Habría agradecido que hiciera alguna alusión a Una pistola en cada mano, sobre todo, después de haber sido completamente marginada en las nominaciones.

Y eso me lleva a dos reflexiones entorno a estos Goya 2013.
Una es el sistema de nominaciones. En un año en el que el cine español ha demostrado una vitalidad enorme, una variedad notable y en el que ha habido varias películas destacadas, reducir prácticamente todas las nominaciones a cuatro títulos, me parece injusto. No es solo el caso de Una pistola en cada mano, hay mas películas que no estaban entre las nominadas, o lo estaban con pequeñas candidaturas.

No quiero decir con esto que no esté de acuerdo en que las cuatro películas que centraron la atención no sean estupendas. Cada una en su estilo lo son y desde aquí felicito a todos los que han ganado un premio con ellas. Pero había mas y los Goya las han olvidado.

La otra la tomo de las palabras de Jota Bayona en su discurso de aceptación del Goya.  Palabras que me parecen importantes y significativas. Palabras que demuestran que algo, de verdad, está cambiando en nuestro cine.
Está bien hacer películas grandes, hacer película grandes no significa ser arrogantes. Igual que hacer películas pequeñas no significa ser pobre. El cine español necesita películas grandes, medianas y pequeñas.

Ya veremos si el año que viene tenemos películas grandes, medianas y pequeñas donde escoger.



domingo, 17 de febrero de 2013

EL ESPECTACULO ESTA EN LA CALLE



(Ramón también pinta meteoritos)

El cine se ha retirado de la primera línea de interés. Hay estrenos, si, pero no son lo mas importante. Sigue en pantalla a horas extrañas y en Filmin a la hora que uno quiera, una película sobre un posible modelo distinto de educación: Entre maestros, de Pablo Usón; se puede ver el film chileno NO, de Pablo Larraín que nos recuerda que el pasado no está tan lejos y que la mejor arma contra la mediocridad y la estupidez del poder es la imaginación; esta semana se estrena una comedia tontorrona pero entretenida, Un plan perfecto, que hace un buen programa doble con el documental Marina Abramovic: que fácil es dar gato por liebre con el cuento ese del “arte” (moderno, falso, o las dos cosas).


Como si los cines supieran que el gran espectáculo no está en la sala oscura sino en la calle, esta semana la realidad nos ha deparado actuaciones memorables.

Lunes: un melodrama inesperado con rayo divino. El papa anuncia, en latín, su renuncia en un acto histórico de consecuencias imprevistas y esa misma noche, cae un rayo en la cúpula del Vaticano en una de las imágenes mas impresionantes del siglo. No hay guión que supere ese encadenado de acciones: el cielo parece demostrar su cólera porque el papa ha osado desobedecerle y marcharse andando en lugar de con los pies por delante.

Viernes: ciencia ficción al alcance de la mano. Cae un meteorito en Rusia. Ni la mas espectacular de las películas de ciencia ficción podría imaginar una imagen tan impactante como la que tuvimos el honor, si honor, de ver casi en directo. Una bola de fuego impactando con la tierra, produciendo esa luz que los efectos especiales siempre añaden a una explosión y que resultó ser real, muy real. Y esa misma noche, el asteroide que casi se nos lleva por delante, rozando la atmósfera de esta tierra que empieza a estar harta del género humano.

Entre lunes y viernes en España siguió desarrollándose tragi-comedia de la corrupción y sus infinitas variedades, con espionaje incluido, como si la pantera rosa hubiera decidido que quería un papel protagonista: todos espiados, o mejor, como diría Berlanga, TODOS A LA CARCEL, todos, pero todos.

Entre ese lunes y ese viernes también siguió proyectándose el drama neorrealista y terrible de los desahucios con esos héroes nada anónimos que han conseguido que sus señorías se tomen en serio uno de los dramas nacionales mas hirientes y dolorosos.

Y lejos, en el frío Berlín, el festival fue ofreciendo sus dosis de realidad en la pantalla, una realidad que siempre, siempre, acaba por ser superada por el mundo. Una realidad que, si hemos de hacer caso de las crónicas que nos han llegado, siempre tan parciales, tan limitadas a una sola sección y a unos pocos films, ha puesto su mirada en demostrar las miserias morales y sociales del mundo que nos rodea. Esto, siendo como es importante, no es ni mucho menos lo único que debe hacer el cine. Para saber en que mundo vivimos no necesitamos el cine, basta con salir a la calle. Cuesta hacer entender que el cine de denuncia, el cine político, acaba por ser olvidado, mientras que las miradas lúcidas que dejan ver lo que sucede sin poner el acento, suelen permanecer en la memoria privada y colectiva. La pornomiseria es rentable de forma inmediata, pero a la larga, se pierde en la nada.

Y esta noche los Premios Goya con su anunciado desfile reivindicativo.

En fin, lo dicho, el espectáculo está en la calle.

domingo, 10 de febrero de 2013

ISABEL Y LA CRISIS




(este cuadro es una buena ilustración de la película de Isabel Coixet)
Este año no he ido a Berlín. Lo sigo cada día a través de la web del festival y leyendo algunas crónicas en Internet. No he ido, pero si he visto la película de Isabel Coixet que se ha presentado esta mañana en la Berlinale: Ayer no termina nunca. Tardará aun un buen tiempo en estrenarse, por eso no quiero hablar ahora de ella, y prefiero esperar a que esté al alcance de todos.
Pero si quiero aprovechar  la película para hablar de LA CRISIS.
La historia esta ambientada dentro de cinco años, en ese cercano 2017.  No es gratuito que Isabel haya escogido esa fecha. Si la historia pasara ahora mismo, no habría sido igual. Ahora, en este presente que es su pasado, la sensación de tristeza colectiva, de desesperación compartida, el abandono de cualquier esperanza, de decepción en definitiva, contribuye más incluso que los propios recortes a que el dolor de esos personajes sea aun mas terrible. Hace cinco años, en el 2007, la pareja protagonista habría tenido mas recursos para resistir el golpe que les destroza. Ahora, sencillamente, no los tiene.

Ayer no termina nunca me da pie para plantear una pregunta que desde hace días me hago, mejor dicho, nos hacemos. ¿A quién beneficia lo que está pasando estos días en España? ¿Quién saca provecho de que se conozca, ahora y aquí, toda esa inmensa corrupción que como una marea negra nos desborda y amenaza con ahogarnos? Esa misma corrupción existía hace un año, hace dos… y nadie la denunciaba, nadie la sacaba a la luz. ¿Por qué ahora y con tanta saña? ¿Por qué ese empeño en demostrar que todo es mierda y nada funciona? desde la monarquía hasta el deporte, del alcalde, al presidente del gobierno, del gestor cultural al gran banquero. ¿Por qué esa insistencia en que el sistema ya no sirve? Que la democracia basada en los partidos políticos tradicionales está agotada y que es necesaria una regeneración total, es algo en lo que todos estamos de acuerdo. La cuestión es ¿cómo lo hacemos?  Por eso me pregunto, ¿A quién beneficia esta situación, este estado de ánimo? Y se me ponen los pelos de punta cuando pienso que se empiezan a oír voces reclamando un  “Salvador de la Patria” (la que sea), un caudillo que ponga orden en este caos democrático y monárquico y nos devuelva a tiempos que preferiría que no se repitieran jamás. Y no pienso solo y exclusivamente en clave española, sino en periodos de la historia colectiva mas oscuros. Recuerden  la Alemania de los años 30 que desembocó en el nazismo; recuerden la Italia de los años 90 y el populismo del bufón Berlusconi. Solo de imaginarlo, me estremezco.

martes, 5 de febrero de 2013

GAUDIS DE TODOS LOS COLORES



(espectadoras de excepción en el rodaje de Una pistola en cada mano
Por una vez, la foto no es mía, es de Pere Vall)
Me gustó la ceremonia de los Premios Gaudí. No tengo ningún reparo en decirlo. Fue la primera, de las cinco que han hecho, que no solo no me produjo sonrojo y vergüenza ajena, sino que me entretuvo y me divirtió. Seguramente el responsable de eso fuera Buenafuente, pero en el fondo hay que agradecerle a la Academia que pensara en él para encarrilar esta ceremonia que se anunciaba como LA CEREMONIA DE LA CONFUSIÓN.
Lo primero que quiero decir es que el reparto de premios me pareció bien. Se reconoció el valor de algunas de las películas mas interesantes del año y sobre todo, de tres de los títulos que han conectado con el público de una manera entusiasta. Que para conseguirlo se tuviera que recurrir a fórmulas surrealistas, es lo de menos. LO IMPOSIBLE, BLANCANIEVES  y UNA PISTOLA EN CADA MANO, tuvieron su oportunidad de ganar gracias a estar en tres nominaciones distintas. ¡Qué difícil habría sido tener que escoger entre las tres!
Hay dos películas mas que quiero citar. Dos films que se encuentran entre lo mejor del año en este país y que, desgraciadamente, no han tenido el reconocimiento que se merecen. ELS NENS SALVATGES de Patricia Ferreira, aproximación a la adolescencia desde una perspectiva nueva y con un gusto por  paisajes barceloneses inesperados e insólitos, se llevó un premio, el de mejor actor para Alex Monner, en representación del trío protagonista. 
EL BOSC, fue otro título olvidado, con la excepción de su actriz, la estupenda María Molins. Esta extraña y completamente marciana película merecería una segunda oportunidad y sobre todo merecería que la “descubrieran” todos los que piensan que la guerra civil solo da para películas “viejas”. Esta no lo es en absoluto.
En cuanto a la catalanidad o no catalanidad de las películas en función ¿de qué? ¿del idioma? ¿del dinero? ¿del lugar de nacimiento?... Es tal la confusión entre conceptos que no merece la pena seguir asombrándose ante sus incoherencias. Solo apuntar que la nueva directiva de la Academia, debería empezar por aclarar esa cosa tan inaclarable de ¿Qué es cine catalán?

viernes, 1 de febrero de 2013

HITCHCOCK



(una rubia de Ramón que le habría encantado a Hitchcock)
Esta semana hay muy pocos estrenos. MAPA de León Siminiani es uno de los más exóticos. No he visto este film, pero conozco sus trabajos anteriores y si se parece a los cortos, seguro que es interesante, distinto, hermoso y un poco enervante. Una excelente combinación.
La que si he visto es Hitchcock. Y tengo que confesar que… me ha divertido mucho. Normalmente las películas sobre rodaje de películas suelen ser poco estimulantes. No siempre, claro, (el Cazador blanco, corazón negro de Eastwood es una prueba) pero parece que atreverse con personajes reales del propio medio provoque una cobardía a la hora de hablar de ellos. No es el caso de este film que se centra en un año crucial en la vida del gordo Mago del Suspense (¿algún día dejaremos de llamarle así?):  el año 1959. Hitch acaba de rodar Con la muerte en los talones y, como siempre que acaba una película, se siente vacío, perdido. Vértigo ha sido un fracaso comercial y de crítica y los productores no quieren arriesgarse con él. Pero él si quiere arriesgarse, es mas, necesita arriesgarse. Y ese impulso creativo  que le empujaba hacia un abismo desconocido, es el que retrata este film irónico y feliz a partir del momento en que decide adaptar una novela de Robert Bloch que acabará siendo Psicosis. Pero 1959 fue un año importante para AH por otra cosa. Fue el año en que estuvo a punto de perder a Alma Reville, su mujer desde 1924, colaboradora, amiga y sobre todo apoyo en sus inseguridades. Alma es en el film Helen Mirren, una actriz capaz de hacer creíble cualquier personaje. Hitch es Anthony Hopkins y si al principio provoca un cierto rechazo por su caricatura del personaje, acaba por transmitir los sentimientos de duda y los miedos de este director único e irrepetible.