sábado, 30 de septiembre de 2023

DE FESTIVALES, OJOS Y MONTAÑAS


Esta entrada debería estar centrada en el Festival de San Sebastián pero el estreno de los ojos cerrados de Erice y el casi clandestino estreno de una pequeña película, me han hecho que el resumen del festival sea un poco más corto de lo que debería y la entrada un poco más larga de lo que me gustaría.

 


Festival de San Sebastián, los ojos abiertos

Robo el título de la película de Erice para afirmar que en este Festival de San Sebastián que acabó ayer, no he cerrado los ojos ni un solo día viendo películas y viendo personas, porque un festival son las pelis, pero sobre todo son las gentes que encuentras allí y solo allí. A modo de pequeño resumen solo citaré aquí algunas, de las que más me han interesado entre las que he podido ver.

ALEMANIA, María Zanetti

Las historias en las que aparentemente no pasa nada, me gustan mucho. Cuando descubres que debajo de esa nada hay todo un mundo de turbulencias. Como las que rodean a Lola, una adolescente de 16 años, un verano en el que surge la posibilidad de ir a estudiar a Alemania. Esa es la superficie de la nada, lo que hay debajo es toda la incertidumbre y la inestabilidad que provoca en su familia la enfermedad mental de su hermana Julia.

BLONDI, Dolores Fonzi

Un cruce de Las chicas (chico en este caso) Gilmore, y El soplo en el corazón. Con un gran sentido del humor, una capacidad de reírse de las situaciones más trágicas y dos actores, la propia Fonzi y Toto Rovito, en estado de gracia. Un debut que anuncia que Dolores Fonzi es mucho más que una gran actriz.

EL CIELO ROJO, Christian Petzold

El cielo rojo es el de los incendios que están quemando los bosques de una hermosa zona en la costa alemana. También es rojo el vestido de Nadia, una llamarada de vitalidad y ternura en esa casa donde cuatro amigos coinciden un verano muy caluroso. Pero el rojo más potente es el de la prepotencia y la estupidez de uno de sus protagonistas, León, un escritor en crisis. Lo mejor de este film romántico es la brutal descripción de un intelectual que se cree por encima de los demás y como se da de bruces con la realidad, la tragedia y la vergüenza. Un film muy interesante que deberían ver muchos escritores, cineastas…

EL ECO Tatiana Huezo

Un documental que parece una ficción. Tatiana sigue la vida de cuatro familias de una comunidad en el valle de Puebla durante un año bajo el ritmo de los ciclos de la naturaleza, las relaciones entre los miembros de la familia. Las niñas y los niños con sus miradas son los auténticos guías de este viaje que se va tejiendo con alegría, con dolor, con ternura y con realismo. Un documental que va mucho más allá de lo documentado.

LA ESTRELLA AZUL, Javier Macipe

Biopic anómalo de un cantante más anómalo aún. Macipe uno de los raros directores aragoneses, recupera la historia de un rockero de los 90 que busca recuperar su vida en un viaje por el norte de Argentina donde conoce a un viejo musco chacarero que le devuelve no solo la energía y las ganas de vivir, sino la música. Pero una cosa es la pampa y otra la Zaragoza de los 90. Música, vida, alegría, tristeza. “No vamos hacia la muerte, la muerte viene hacia nosotros”. Con humor. Una delicia.

LOS IMPACTADOS, Lucía Puenzo

Cuando te alcanza un rayo y no te mueres, te conviertes en un impactado. Un yonqui de la electricidad. Eso es lo que le pasa a Ada, una mujer con una herida interna que el rayo saca a la luz en medio de tormentas eléctricas y tormentas emocionales. Un film de ciencia ficción contemporánea o lo que la directora llama realismo futurista. Inquietante.

O CORNO Jaione Camborda

Historia ancestral en el paisaje físico y espiritual de la Galicia profunda de los años 70 del siglo pasado. Un principio impactante y arriesgado, una segunda parte lirica y trágica y una tercera parte que narra un viaje de huida, de descubrimiento, de pérdida y de sororidad que no es lo mismo que la solidaridad. Una gran primera película.

QUITTER LA NUIT, Delphine Girard

Una mujer llama a la policía, se siente en peligro. Una mujer recibe la llamada siente ese peligro. Un hombre genera ese peligro. Entre los tres se teje una red invisible que los une en el laberinto de una justicia demasiado lenta, demasiado fría, demasiado formal. Ali intenta seguir con su vida, Anna  intenta entender y ayudar, Dari intenta olvidar lo que no puede negar que sucedió. Interesante y envolvente mirada nada convencional sobre un tema comprometido.

THE ROYAL HOTEL Kitti Green

Western contemporáneo en la Australia más oculta seca y amenazadora. Dos amigas llegan a ese lejano austral para trabajar en un salón, un bar, un refugio. Todo anuncia la tragedia, todo conduce al miedo, pero al final la tragedia y el miedo serán otros. Un film desconcertante y románticamente violento.

TOTEM, Lila Avilés

Un día entero, una casa familiar, una niña que observa. Mujeres que preparan una fiesta, un hombre enfermo, la vida discurriendo entre risas y tristezas. La preparación de la fiesta de cumpleaños de su joven padre enfermo lleva a la pequeña Sol a fijarse en todo lo que sus tías hacen. La fiesta la lleva a fijarse en todo lo que su padre significa. Una película donde México se cuela por las grietas de esa casa familiar.

UN AMOR, Isabel Coixet

Film físico y de paisaje, una historia de amor imposible, desequilibrada, dolorosa. Una mujer se esconde en pueblo perdido, busca un equilibrio que no tiene. Traduce libros, traduce sentimientos. Un hombre frio y seco, indiferente, animal. Cuando se encuentran solo pueden acabar de una manera. Isabel de la mano de Laia Costa, lleva la novela de Sara Mesa a su terreno.

UN SILENCIO, Joachim Lafosse

Cuantas cosas ocultan los silencios, cuantas cosas oscuras pasan sin que las veamos. Lafosse nos adentra en una historia turbia con raíces en el pasado, sin juzgar a sus personajes, sin odiarlos. Siempre hay zonas de grises, aunque esos grises acaben por ser tan densos y espesos que no te dejan respirar.

 

(esto también es San Sebastián)

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Cerrar los ojos, de Víctor Erice

Y ahora, si, ahora toca hablar de Erice que ha recibido uno de los Premios Donostia poco antes de la proyección de Cierra los ojos, el único film del festival en el que he cerrado los ojos.

Lo siento pero disiento de la opinión generalizada. Lo siento, pero no me parece que la película de Víctor Erice sea la maravilla que afirman casi todas las críticas y artículos. Creo que a Cerrar los ojos le pasa lo mismo que a El sol del membrillo: es muy larga y se pierde en cosas que no hacen falta. Durante la primera hora, hice la prueba, cerré los ojos y solo escuché durante un rato. Me enteré de todo. Porque todo lo explican con palabras, no con imágenes. Nunca con imágenes. Hay cineastas a los que les encanta que sus personajes hablen sin parar, Rohmer, por ejemplo. Pero sus criaturas hacen mil cosas mientras hablan, cosas que nos dan mucha más información de lo que está pasando que los diálogos que mantienen. En el caso de Erice, los personajes hablan entre ellos de dos en dos, casi siempre, en un plano, contraplano clásico y sobre todo cansino.

Quizás sea porque estoy leyendo el estupendo libro de Piti Español sobre  cómo escribir diálogos (1), pero el film de Erice, en su primera hora y media, se alarga en monólogos entre dos personas que no se escuchan entre sí y recitan mecánicamente discursos para el espectador que en general ya ha desconectado de ellos. Copio una frase del libro que cita Piti,. Es una frase de Aristóteles nada menos y nada más: “El dialogo es explicativo cuando los personajes lo utilizan ostensiblemente para comunicar información al público, más que para hablar entre ellos, cuando este dialogo no está en situación, no está vivo, no es plausible, solo corresponde  a la comodidad del dramaturgo”. A la comodidad y a la pereza para encontrar soluciones visuales. Y al ensimismamiento en la escritura y sobre todo, a que no haya alguien que ya desde el guion diga “Esto no, esto fuera.” En Cerrar los ojos eché mucho de menos a Querejeta que fue parte fundamental de que El sur fuera tan buena película. Pensé que si Querejeta o alguien como él,  hubiera sido capaz de decirle a Erice, “quita eso, hazlo de otra manera”, su preciosa historia, porque es preciosa, habría salido ganando como cine y no solo como relato.

Lo más importante de la historia de Miguel Garay, el director de cine que hace Manolo Solo y Julio Arenas, el actor desaparecido que encarna José Coronado es el dolor de su separación y su pérdida y el dolor y el placer de su reencuentro. Pero eso tarda mucho en llegar toda la primera parte debería ser mucho más corta para poder llegar a la emoción del reencuentro imposible con el ánimo preparado y no agotado. En Cerrar los ojos, la amistad y sus consecuencias dolorosas se pierde en meandros de  diálogos gratuitos y pesados.

Eso no quita para que haya varios momentos que me emocionaron mucho. El principio de la película, esa historia inmortal que cuenta un José María Pou travestido de Orson Welles en un film de Roger Corman, es perfecta en su clasicismo; la canción de Rio Bravo que Manolo Solo canta en la casita de la playa, es un momento de amor al cine, de amor a la vida, de amor a la gente; el tango que Coronado y Solo cantan a dúo delante de la cabaña del viejo Gardel., un Caminito que es metáfora de toda su historia común; y el único y perfecto momento autoreferencial “Soy Ana”, dice Ana Torrent como decía la pequeña Ana en El espíritu de la colmena. Esos momentos elevan el film, pero no son suficientes para que me alinee entre los que ven en Cerrar los ojos una obra maestra. Yo diría que hay en ella el embrión, el núcleo de lo que habría podidos ser una obra maestra. Pero no lo es.

(1) Com escriure diàlegs que funcionin per a cinema i televisió. Piti Español. Laertes 2023

 


Estols de Xavi Moreno

Con este film independiente, inclasificable, radical y al mismo tiempo envolvente e hipnótico, no he cerrado los ojos, porque todo lo cuenta con sus imágenes, no con las palabras. El encuadre, el paisaje, el caminar, el viento en las hojas, la lluvia que cae, nos van dando toda la información sobre un relato que a modo de cuento podemos decir que es el de un viaje, una huida, un exilio. El de una joven que huye de una ciudad asediada, da igual cual, da igual cuando, todas las ciudades asediadas se parecen, y encuentra en el bosque un hada que con su paraguas azul la guía y la lleva hasta el otro lado de la frontera. La añoranza de las montañas, es quizás la más fuerte de las sensaciones que me produce esta película. También la inutilidad de las fronteras que en realidad no separan, sino solo delimitan y en medio de la naturaleza, ni siquiera eso. La belleza de los paisajes románticos y el viaje de Walter Benjamin por los Pirineos en una travesía que pudo ser como ésta, son evocaciones que flotan como las nubes mientras veo la película. Conecto con la idea del exilio y del desarraigo, entiendo los cuentos y los recuerdos, la extrañeza de los tiempos, Sensualidad  y realismo se confunden en una sinfonía de cuerpos en movimiento, de bosques susurrantes. Todo junto me deja en la memoria el aroma del campo después de la lluvia. Y al final, cuando la película se ha acabado llega una explicación que de repente hace que todo cuaje como una fotografía que de pronto se enfoca, o un puzle que con la última pieza deja de ser una abstracción para ser una representación. Se puede hablar de muchas maneras del drama de los refugiados que huyen de la violencia. Esta película escoge una forma de hacerlo armoniosa y física, muy física. Caminar, sentir, transformarse poco a poco. Estols se estrena casi clandestinamente en algunos cines, pero confío que se pueda ver en una plataforma en algún momento.

El regalo de esta semana es para Víctor y Ana



sábado, 23 de septiembre de 2023

FLORES LAGOS Y JARDINES

 

 


(dos pequeñas flores perdidas)

Las flores perdidas de Alice Hart. Prime Video

Me ha gustado mucho esta serie. Pero no toda. Por usar una metáfora floral diría que es como los girasoles que se abren de día y se cierran de noche, hermosos  con la luz, secos a la sombra. O mejor aún, esta serie se parece a la planta de la Dama de Noche. Para quién no la conozca, la Dama de Noche es una planta de flores pequeñas que se abren al anochecer y dejan un dulce perfume envolvente y ensoñador, pero dura poco, cuando se hace noche del todo y durante el día, las flores permanecen ocultas y sin aroma. Pues bien, la serie basada en el libro de Holly Ringland, es un poco así. Sus dos primeros capítulos son como los atardeceres de la dama, perfumados, suaves y al mismo tiempo dolorosos y cargados de misterios sin resolver. Luego hay dos más en los que el aroma se mantiene, pero se va perdiendo ligeramente. Los dos siguientes, son oscuros, turbios, cerrados y sin aire y el último, son siete en total, vuelve a tener todo el encanto de los dos primeros, no porque se expliquen las cosas, en realidad no se cuenta mucho, pero si porque de repente todas las flores que han aparecido en este relato encuentran su sitio y sus justificaciones. En fin, no sé si se entiende mucho lo que quiero decir. Pero en esencia es muy sencillo, Las flores perdidas de Alice Hart cuenta la historia de Alice, una niña de 9 años que vive con sus padres en una remota casa de la costa más salvaje de Australia. Lo que parece una vida feliz, esconde una realidad de tortura constante que acaba trágicamente. Huérfana y sola, Alice se va a vivir con su abuela June en una escondida y segura granja de flores, donde no solo se cultivan las plantas más hermosas, también se cultiva a las mujeres dañadas y abandonadas, pero sobre todo, se cultivan los secretos. Secretos que persiguen a la pequeña Alice y a la adolescente Alice y a la joven Alice, que un día decide escapar de ese lugar paradisiaco y de su abuela a la que no logra entender. Nosotros, los espectadores, tampoco. ¿Por qué se comporta así June, un papel bordado por Sigourney Weaber? ¿Por qué tantos misterios y secretos y ocultaciones y mentiras? Alice huye y se refugia en un pueblo en medio de  un paisaje espectacular. Curiosamente los dos capítulos que pasan en ese lugar magnifico, son los menos interesantes o, en todo caso, los más obvios. Hasta que Alice, toma una decisión y encuentra por fin las flores perdidas que dan titulo a la novela y a la serie. Ya ven, no es redonda, tiene sus baches, sus espinas, quizás por eso me gusta más. Hay que seguirla y dejarse envolver por la atmósfera y el perfume de esos campos de flores y esos herbarios y ese mar y ese desierto…



(A June y a Alice les habría gustado el Herbario de Ramon Flores en la frontera)

 


Falcon Lake, de Charlotte Le Bon

Normalmente escribo primero del estreno y luego de la serie, pero esta vez lo voy a hacer al revés. No por nada, simplemente porque me apetece. El estreno de esta semana en la que comienza el Festival de San Sebastián y hay nada más y nada menos que dieciséis películas nuevas en la cartelera, Falcon Lake es la película más interesante de las que yo he podido ver. Podría pensar que no hay nada en común con las flores de Alice, pero en realidad si hay algo que las une: las dos son historias de crecimiento, un momento crucial en el paso hacia el mundo adulto, enmarcadas en unos paisajes espectaculares. En el caso de la canadiense, todo pasa un cálido verano en un idílico lago donde Bastien, el adolescente francés de 13 años, está pasando unas vacaciones. Bastien conoce en ese lago a Chloé (una especie de Alice, solitaria y fantasiosa) un poco mayor que él. Bastien se enamora de Chloé y ella le abre a un mundo de fantasmas, de misterios en los que el descubrimiento del sexo se confunde con el deseo de entender y el miedo a lo desconocido. Yo creo que el encanto de esta historia, tan poco original en su argumento, está en la armoniosa realización de Charlotte Le Bon, una actriz canadiense formada en Francia como modelo y pintora. Charlotte debuta en la dirección con esta ópera prima, basada en una novela gráfica de Bastien Vivès, en la que da la impresión de que ha puesto mucho de su propia experiencia. Lejos del naturalismo habitual en los comig of age, lejos también de la rapidez e inmediatez propias del cine contemporáneo y lejos de la violencia y el tremendismo de algunos films recientes de jóvenes directoras francófonas, Falcon Lake juega a lo no real, a lo imaginado, con un ritmo pausado, casi lento, envolvente e hipnótico y deja la violencia en un espacio of. Falcon Lake diluye las fronteras entre la vida y la muerte, lo que soñamos y lo que vemos, lo que sucede y lo que nos gustaría que sucediera. Un film turbador, melancólico y fantástico en todos los sentidos.

 


Jardines, Los verdaderos y los otros, Umberto Pasti y Pierre Le-Tan

Fue Ramon el que descubrió este libro en un artículo de Manuel Hidalgo en El Cultural. Le llamó la atención lo que Hidalgo decía, lo buscó y fue un pequeño gran regalo. El botánico italiano Umberto Pasti describe los distintos jardines que se pueden encontrar en un entorno urbano acompañado de elegantes dibujos del francés Pierre Le-Tan. Con un gran sentido del humor, sin caer nunca en el desprecio, pero sin piedad ninguna, Pasti nos va describiendo los jardines sin alma que se ha encontrado en sus distintos viajes: los jardines de coleccionistas que como todos los coleccionistas no disfrutan con lo que coleccionan sino con el hecho de coleccionarlo; los jardines a la moda de los snobs, exquisitos pero muertos; los jardines de los nuevos ricos que los lucen como lucen sus joyas, sin saber lo que tienen. No escapan a su aguda mirada los jardines públicos construidos contra natura (de esos hay ejemplos muy cercanos) o las horribles rotondas ajardinadas que llenan nuestras carreteras. Sin querer y sobre todo sin hablar nunca de la sociedad, Pasti describe un mundo donde la naturaleza no se tiene en cuenta. Los jardineros de moda y los urbanistas de las nuevas ciudades, imponen su gusto, su criterio, sobre lo que la tierra ofrece de forma natural. Y así surgen auténticos planticidios en aras de lo que el que paga cree que quiere. Por suerte hay otros jardines que le gustan mucho a Pasti, los que se forman de manera espontanea al lado de un bar o de una gasolinera, el huerto junto a la casita de campo, los espacios, pequeños muchas veces, donde las plantas conviven en libertad y en armonía respetando los tiempos y los ritmos de la naturaleza. Este pequeño libro es una delicia que nos hace entender los jardines y si tienes la suerte de tener uno, una terraza con plantas o un simple balcón, hace que lo mires de otra manera. Un regalo, si.

 


(un rincón de nuestro jardín fotografiado esta misma semana)

 El regalo de esta semana es un dibujo de otro rincón de nuestro jardín



sábado, 16 de septiembre de 2023

FUTURO(S)

 

El sol del futuro, de Nanni Moretti

Tal como está el mundo la verdad es que el futuro no me apetece mucho, tampoco el presente, si he de ser sincera. Pero el futuro se presenta muy sombrío. Supongo que en algún momento de los años cincuenta, también debían pensar que era oscuro, y aquí estamos ¿no? Pero no sé si las cosas estaban tan complicadas y enredadas como ahora. La tecnología ha venido a hacernos la vida más fácil, aunque en realidad nos la ha puesto muy difícil. y la confusión en las ideas es generalizada en el mundo. Por suerte hay gente como Nanni Moretti que aun piensa que en el futuro puede haber un sol, El sol del futuro.

Mi relación con Moretti es de amor/odio. Él, como persona, me resulta insufrible y creo que no soy la única. Incluso creo que él lo sabe y por eso no duda en ponerse en primera persona en sus muchos films autoreferenciales como un ser imposible de soportar. Pero su cine, muchas veces, no todas, me gusta mucho. Me gusta cuando se coloca en primer plano. Se podría escribir su biografía usando cuatro de sus películas más emblemáticas: Palombella Rossa de 1989, siempre le gusto mucho nadar; la magnífica Caro diario, de 1993, a la que homenaje sin pudor cambiando la Vespa por un patinete eléctrico que maneja con gran soltura por la noche romana; Aprile, de 1998, donde escribe con la cámara un diario con todas sus filias y sus fobias y este Sol del futuro en el que travestido de lo que realmente es, un director de cine neurótico, obsesivo, insufrible pero lleno de talento, nos regala un retrato de la Italia de los cincuenta y de la Italia de ahora mismo. El sol del futuro es un film de ideas: de planificación, de guión, ideológicas...

La lectura del guión de la película ambientada en 1956 en un barrio popular romano, es una muestra de lo mal que se enseña la historia reciente, lo poco que se conoce del pasado de dónde venimos. Los más jóvenes no saben que en Italia hubo un Partido Comunista poderoso que llegó a tener miles y miles de afiliados, no saben quién era Stalin. No saben nada de nada. Moretti lo cuenta en una secuencia llena de humor, y con una economía de diálogos envidiable. Una sola frase “¿En Italia había comunistas, pero los comunistas no vivían solo en Rusia?”, y un gesto de Moretti tapándose la cara con desespero, lo dicen todo. El sol del futuro es una película plena de guiños cinéfilos a películas clásicas del cine italiano, a él mismo y mucho a Fellini. Es su 8 y medio, pero en clave de humor y musical. Porque, por fin, Moretti ha podido hacer un musical. Su musical, y soltarse a bailar y cantar y ponerse en ridículo. Y destrozarle la vida a su resignada esposa, la siempre impecable Margarita Buy, que ya no puede más. 

Todo el film es referencial, pero hay tres secuencias que lo sitúan en nuestro tiempo: la conversación con los directivos de Netflix, hilarante y al mismo tiempo estremecedora; la larga secuencia en el rodaje de un film de acción de un director de moda que quiere rodar el último plano y Nanni se interpone una y otra vez; y la tercera, la que pasa en el decorado de la sede del PCI en 1956 donde hay una foto de Stalin. Moretti, indignado, la arranca de la pared, aunque sabe y los demás saben, que en esa época el retrato de Stalin estaba en todas las sedes del PCI. Moretti reescribe la historia y borra a Stalin como Stalin borraba a los que le molestaban. Eso, lo de borrar de la foto a los que no te siguen la corriente, empieza a ser de una enorme actualidad en nuestro país. En fin, son estas tres secuencias las que me cargan de razones para que no me guste el futuro que nos espera. Menos mal que hay soles que nos iluminan y nos ponen a bailar de vez en cuando.



The Architect de Kerren Lumer-Klabbers, Filmin

Siempre intento encontrar relaciones entre los temas que escojo para el blog, pero nunca me lo habían puesto tan fácil como esta semana en la que el sol del futuro de Moretti encuentra su perfecta representación en el sol de mentiras de esta serie. Para Julie, arquitecta con trabajo, pero tan precario que se ve obligada a vivir en un aparcamiento vacío que alquila los espacios donde antes estaban los coches, para la gente que no puede pagarse un apartamento, el sol no es otra cosa que una luz difusa detrás de un cristal que le permite tener la ilusión de que la esta iluminando y calentando. Un sol falso, un sol del presente. Porque la realidad de Julie no es la del futuro, es la de ahora mismo. En mi barrio, cantidad de tiendas se han convertido en viviendas si luz directa, con soles falsos, la precariedad nos ha llevado hasta este punto en el que la antigua farmacia es ahora una casa donde vive una familia. Julie lo sabe de primera mano y por eso, cuando se presenta a un concurso de arquitectura, convocado por una gran empresa inmobiliaria que quiere construir 1000 apartamentos en el centro de Oslo, lo tiene fácil. Solo tiene que proyectar a gran escala el habitáculo donde ella vive. Los cuatro episodios de 20 minutos se ven de un tirón como una película corta. Y se disfrutan aunque te ponga los pelos de punta ese mundo de máquinas sin alma y esas futuras casas sin luz. Julie es una gran arquitecta pero no es una gran persona. Ella sabe que su proyecto volverá a expulsar a los expulsados que ya no podrán pagar sus min espacios en un parking. Un retrato absolutamente cruel y brutal de ese presente que anuncia un futuro que no me gusta Ya lo decía al principio.

El regalo de esta semana es un cuadro romano por donde podría circular Moretti con su patinete.



sábado, 9 de septiembre de 2023

CRIATURAS

Semana de mujeres fuertes en dos películas y una serie.



Mila, en Creatura, de Elena Martín

Mila es sin duda una mujer fuerte en su fragilidad, en su dolor, en su represión, en su incapacidad para superar el bloqueo sexual que la tiene atenazada. Mila es la creatura de Elena Martin, una mujer que son muchas mujeres, porque el problema de Mila no es solo de ella. La sexualidad, como vivirla, como aceptarla y como superar los tabúes y prejuicios que nos acompañan desde que nacemos, es algo transversal. No es un tema de una clase social o de un tipo de sociedad. Afecta a todos. Pero Elena ha escogido para contar  la historia de Mila, un entorno muy reconocible: el de una familia de la burguesía catalana, clase media acomodada, progresista, de izquierdas, liberal, pero tan incapaz como cualquier otra de gestionar la sexualidad de su hija. Conocemos a Mila con 30 años, recién instalada en una casa en el Ampurdán donde pasó los veranos de su infancia y adolescencia. Mila vive con su pareja, Marcel. Vive, pero no consigue hacer el amor con él. Porque Mila tiene una relación con el sexo difícil, compleja. Una relación que se manifiesta físicamente en una alergia cutánea que la tiene desasosegada y emocionalmente en una incapacidad de que su pareja entienda que es lo que necesita. Sin caer nunca en lecturas freudianas, Creatura indaga en los tres momentos en que la sexualidad es fundamental en el crecimiento de una mujer: la infancia (y aquí Martín se arriesga mucho mostrando a una niña de cinco años con deseos sexuales inocentes que provocan la incomodidad de su padre); la adolescencia (y aquí trasgrede los clichés al reconocer que no siempre una adolescente tiene ganas de que le metan mano) y sobre todo la edad adulta, cuando afloran en Mila, a sus treinta años, todas las represiones que ha ido acumulando. Creatura es una película incómoda, pero muy valiente, en la que la propia Elena, asumiendo el papel de Mila adulta, se arriesga emocionalmente y se expone físicamente. Creatura es una de esas películas que van creciendo dentro porque ahondan en sentimientos y experiencias que muchas mujeres pueden reconocer. Le agradezco mucho a Elena que con este tema, estas premisas y este planteamiento descarnado y sin hipocresías, nunca caiga en la morbosidad ni en los tópicos. Sus personajes son muy humanos, los dos hombres que aparecen son seres desubicados, inseguros frente a un comportamiento que no entienden; la madre es un personaje marginado, olvidado, incluso despreciado por Mila, hasta que reconoce que ella también tuvo un papel y muy importante en su despertar sexual. Creatura me hizo pensar en Repulsión de Polanski, pero Elena reconoce como influencia más directa el Titane de Julia Ducornau. Creo que hay un poco de las dos y de muchas otras influencias y lecturas que Elena Martín ha incorporado con coherencia y con inteligencia. No es una película fácil, pero es una película necesaria.  

 


Leila en El valle de la esperanza, de Carlos Chaine

La crítica que he escrito para Cinemania empezaba así: “Los tres títulos de esta película libanesa nos ayudan a entenderla. El original francés, La nuit du verre d’eau, La noche del vaso de agua, es una pista sobre la importancia de esa noche y ese vaso de agua; Mothers’Valley, el titulo internacional, es una manera gráfica de situar la historia en ese valle en medio de las montañas; El valle de las esperanza, título castellano, en cambio nos remite no solo al valle donde sucede la historia, también a la esperanza de un país, Líbano en 1958, y una mujer Leila, que en ese verano cálido y tranquilo viven una autentica revuelta que les llevará hacia el futuro.” Es en este contexto donde Leila y sus hermanas se desenvuelven aparentemente felices, hasta que algo viene a perturbar sus vidas: la revuelta de liberación colectiva que llega desde Beirut; la revuelta de liberación de Leila que llega de la mano de un francés y su madre, la estupenda Nathalie Baye. Porque mientras Líbano intenta librarse del dominio colonial, es una mujer francesa la que le abre la puerta a Leila para liberarse del dominio patriarcal. Si en Creatura Elena Martin comprendía a sus hombres, en El valle de la esperanza, Carlos Chahine no tiene reparo en retratarlos en toda su crudeza, aridez y sobre todo poder. Que el padre de Leila y sus hermanas sea un patriarca orgulloso y poderoso, es comprensible; que el matrimonio de Leila sea una farsa con un marido impuesto al que no quiere ni respeta, es lo que pasaba (y pasa) en los países árabes, aunque la familia de Leila sea cristiana. Pero lo que ya es más difícil de aceptar es el rol del hijo de Leila. La crítica acababa con estas palabras: “Lo más doloroso en este film hermoso y lleno de luz, es el papel represor que ejerce un niño de siete años, interpretado por Antoine Merheb Tarb, que ya desde pequeño sabe que forma parte del grupo dominante”. El valle de la esperanza es una película tranquila, serena, quizás porque su director es un hombre de 63 años que no tiene necesidad de cargar las tintas contra nadie. Para cerrar el círculo diré que los tres títulos del film sirven para acercarse a este cuento de verano y de despertar en un paisaje idílico.

 


Molly y Vicka en El manipulador, serie sueca en Filmin

Molly Hartleb y Julia Lindstrom, son las dos mujeres que están detrás de esta serie en la que otra Molly será la primera en atreverse a denunciar al manipulador Tommy Lund. Inspirada en hechos reales, la serie cuenta el caso de un profesor en una escuela de hípica en Heddesta que estuvo abusando de sus alumnas y de sus propias hijas a lo largo de veinte años, sin que sirvieran de nada las denuncias que se hicieron contra él. Manipulador y seductor, Tommy consigue lo que quiere de todas las mujeres que le rodean con engaños o con amenazas. Hasta que llega Molly y no lo aguanta. La estructura de la serie es compleja. Empieza con Molly intentando huir, para a continuación sumergirnos en el relato de otra mujer, Victoria, que desde el presente del 2016, recuerda cómo era la vida en la maravillosa escuela de hípica que dirigían sus padres. El tono es suave, sin estridencias, conocemos a Tommy poco a poco y vamos viendo su lado Jekyll y su lado Hyde. El lado Jekyll es el que muestra al mundo, el lado Hyde es el que reserva para sus víctimas. Pero lo terrible de lo que se cuenta en esta serie no es el comportamiento de un ser despreciable, es la manera cómo reaccionó la sociedad y la justicia ante la evidencia de sus abusos. Y más terrible aun, es la manera como Lotta, su esposa, madre de Vicka y supuesta amiga de Molly, se niega a ver lo evidente. El manipulador es perturbadora por esto, no por ser el retrato de un hombre monstruoso. Lo auténticamente monstruoso es la sociedad que culpabiliza a las victimas sistemáticamente. Todo enmarcado en un lugar idílico, hermoso, con los caballos como convidados de piedra.


 (una noche en san Sebastián, con Manolo, Giovanna y Charo)

Un adiós. Manolo Pérez Estremera

A veces tengo la impresión de que la vida es un paseo por un paisaje en el que van despareciendo figuras. Es cierto que aparecen otras, pero nunca las sustituyen. Las que se van, se van definitivamente. Aunque queden en nuestra memoria. La última figura de mi paisaje que se ha ido es Manolo Pérez Estremera, “El Buda Feliz”, como le llamaban cariñosamente algunos de sus amigos. Buda, por su figura oronda, su tranquilidad, su capacidad de serenar el entorno con su sola presencia; feliz porque Manolo sabía disfrutar de la vida, de una buena comida, de una copa al atardecer, de una conversación relajada. En los muchos artículos que se han escrito estos días se reconocen todos sus valores como director en TVE, en el ICAA, en Canal Plus, en San Sebastián. Pero yo me quedo con el Manolo que conocí, mejor dicho que no conocía todavía. El Manolo director de Fila 7, el mejor programa de cine en televisión que ha habido nunca. El mejor en muchos sentidos, pero sobre todo por la libertad de creación que Manolo dejaba a sus redactores. En Fila 7 podías ver un reportaje de Álvaro del Amo centrado en un solo plano de un western olvidado; o un análisis exhaustivo de Toni Partearroyo, otra figura borrada de mi paisaje hace poco más de un año; o una crónica imaginativa de Manuel Vidal Estévez sobre un festival. Fila 7 empezó a emitirse en 1983 y se convirtió inmediatamente en una cita indispensable para cualquier cinéfilo o no cinéfilo. Cuando empecé a ir a festivales como crítica en 1984, los conocí a todos personalmente. A los redactores, a su productora, la estupenda Mercedes Juste, y a Manolo, el director. Con ellos compartí entrevistas conjuntas, cenas divertidas, sesiones memorables en Venecia, en Cannes, en Berlín. Manolo y yo seguimos nuestras vidas profesionales, pero nuestros caminos no se separaron mucho. Recuerdo un viaje a México, al festival de Guadalajara, donde estuvimos a punto de perderlo al ser retenido en el aeropuerto de Miami por ser un sospechosos peligroso debido a sus viajes a Cuba; en ese mismo viaje celebramos que no se lo habían quedado con alguna juerga memorable que no nos impedía acudir a las proyecciones, donde no siempre coincidíamos en nuestros gustos. Porque no era necesario estar de acuerdo con Manolo para disfrutar de una discusión de cine con él. Recuerdo lo mucho que le gustó el libro que hicimos Andrea Martini y yo sobre nuestros comunes amigos Arturo Ripstein y Paz Alicia Garciadiego. Recuerdo el papel conciliador y de encaje que tenía en las reuniones del comité de San Sebastián donde él participaba. Y recuerdo las estupendas fiestas de Canal Plus en Sanse, montadas por él. Hacía tiempo que no le veía, pero si sabía que estaba enfermo por amigos que me iban contando como estaba. Su muerte no me ha sorprendido, pero si me ha dejado otro espacio vacío en mi paisaje.

El regalo de esta semana es un viejo dibujo de Ramon, de los años setenta, que no sé porqué, me ha hecho pensar en Manolo.



 

 

 

 

 

sábado, 2 de septiembre de 2023

SALTAR

 

La idea del salto me sirve para encontrar un hilo conductor entre una película de estreno, un documental de Arte y un libro que da varios saltos mortales.

 


(foto de rodaje de !Salta! en el Barrio de las Flores de A Coruña)

La película: ¡Salta! de Olga Osorio

¿Por qué me apetece hablar de una película familiar, con niños, pequeña y aparentemente destinada a un público popular? Pues por eso. Porque es familiar, pero inteligente; porque tiene niños, pero no acabas odiándolos; porque es pequeña, si pero pequeña no quiere decir ni mala ni aburrida; porque está destinada a todos los públicos con ganas de ver una historia entre los Goonies, Regreso al futuro y unas dosis de sorna gallega.

¡Salta! es el primer largo de Olga Osorio, una directora gallega que ya tiene detrás varios cortometrajes en los que hay un tema recurrente: el tiempo. En Restart, su primer corto del 2014, su protagonista, Marta Larralde, estaba atrapada en un bucle temporal; en su segundo corto, Einstein-Rosen, del 2016, aparecían por primera vez los hermanos Teo y Oscar y su aventura con los agujeros de gusano. Mouras, del 2018, era una mirada al universo legendario gallego y en Tinder Time, del 2019, unía las citas de Tinder con un nuevo enfoque del bucle del tiempo. Por eso no sorprende que para su debut en el largo, Olga Osorio haya querido desarrollar el tema de los viajes en el tiempo partiendo de los dos hermanos, Teo y Oscar. Pero esta vez, la cineasta ha contado con la colaboración de la guionista Araceli Gonda en la escritura de una historia que se mueve en tres tiempos, 1989, su presente, 2019, su futuro,  y un salto al pasado en 1949. El resultado es una película divertida y verosímil, en su imposibilidad acabas creyéndote que puedes saltar a otro tiempo en medio de un barrio popular de A Coruña. El protagonista casi absoluto es Teo, un niño de diez años interpretado con una gran frescura y naturalidad por Mario Santos. Teo es el pequeño de los hermanos. Estamos en 1989, su madre los ha abandonado y su hermano Oscar, de trece años, intenta entender porque. Su madre era física y Oscar, convencido de que puede encontrarla en otro tiempo, investiga los agujeros de gusano sin grandes resultados. Pero es Teo, casi sin querer y gracias a una foto, el que encuentra el lugar desde donde podrán saltar a otro tiempo. A partir de ahí, la historia se abre en varias direcciones con Tamar Novas y Marta Nieto en el futuro y Mabel Ribera como la abuela en el presente de Teo. ¡Salta! me ha hecho pasar un buen rato. Ya es mucho.

 


El documental de Arte: Alice Guy, la olvidada pionera del cine.

El salto en este caso es el de la propia Alice Guy. Pero empecemos por el principio, antes de saltar. Estoy preparando una charla sobre Alice Guy, considerada desde hace pocos años la primera directora de la historia del cine y la primera persona, hombre o mujer, que hizo un film completamente de ficción. Digo desde hace pocos años, porque hasta bien entrados los años 90 del siglo pasado, el nombre de Alice Guy no existía en las historias del cine y en las raras en que aparecía, era tan solo como “secretaria de Leon Gaumont”. Han tenido que pasar casi ciento cincuenta años de su nacimiento y 65 de su muerte para que el nombre de Alice Guy brille en todo su esplendor como pionera a la que el cine le debe mucho. Preparando la conferencia me he encontrado con mucha información sobre ella, libros, biografías, su autobiografía, comics, documentales, ensayos. Más o menos todos dicen lo mismo y todos la reivindican como una gran creadora. Pero entre todo lo que he leído y todo lo que he visto, hay un documental de Arte que me parece el mejor de todos, no solo por ella, sino por la forma despreocupada, alegre y risueña como se enfrentan a esta mujer que fue despreocupada, alegre y risueña El documental se titula Alice Guy, la olvidada pionera del cine, y está dirigido por dos documentalistas de larga trayectoria Nathalie Masduraud y Valérie Urrea. La narración de Agnès Jaoui se combina con los recuerdos de la propia Alice Guy en sus dos últimas entrevistas, cuando era una anciana de ojos vivaces, pelo blanquísimo y mente super despierta, y la voz en primera persona, como si fuera la propia Alice la que nos contara su vida, de Maud Wyler. El documental está basado en una idea original de Catel &Bocquet, autores del precioso comic Alice Guy. La propia Catel ha realizado las animaciones que puntean el documental combinando acción real con sus dibujos. Lo más divertido de este trabajo es ver cómo son las propias películas de Alice Guy las que ilustran el relato de su vida. Un relato que voluntariamente se centra en los primeros 10 años de trabajo de esta mujer increíble, los que van de 1896 cuando rueda su primera película, El hada de las coles, hasta 1907, cuando se casa con Herbert-Blaché, deja la Gaumont y abandona Francia para irse a Estados Unidos, a Nueva Jersey donde fue una de las grandes impulsoras del nuevo y aun poco valorado arte del cinematógrafo. Para Catel, Bocquet, Masduraud y Urrea, son estos años los más interesantes, los más brillantes. Es sorprenderte descubrir que una jovencita de 22 años se iba a convertir en la primera directora de cine y una mujer independiente que consiguió consolidar un estudio. Y aun es más sorprendente, o no, ver que Leon Gaumont no tuvo ningún reparo en borrarla de la memoria colectiva cuando en 1930 publicó la historia de su compañía comenzando precisamente en 1907, el año que Alice Guy dejó el estudio de la margarita. La vida y el trabajo de Alice Guy es apasionante, pero este documental es particularmente bonito. Un buen ejemplo de saltos hacia adelante.

Este es el enlace por si alguien quiere verlo

https://www.arte.tv/es/videos/095829-000-A/alice-guy-la-olvidada-pionera-del-cine/

 


El libro: Un amor, de Sara Mesa

Lo confieso, no había leído nada de esta autora madrileña nacida en 1976. Y habría seguido sin leerla, como tantas otras y otros que se pierden en la vorágine de publicaciones, sino fuera por Isabel Coixet que decidió adaptar Un amor para su última película, protagonizada por Laia Costa. Un amor se estrenará en la Sección Oficial de San Sebastián, pero antes de verla, me picó la curiosidad. Isabel no adapta un libro porque si, tiene que encontrar en él algo que la provoque, la haga saltar. Y vaya si hace saltar este libro no muy largo, dividido en tres partes. La protagonista es Nat, una joven traductora que se instala en un pueblo perdido para alejarse de la ciudad, de su trabajo y de su vida. Un personaje perfecto para Laia Costa, una de las pocas actrices que sabe trasmitir sentimientos y emociones con su rostro y su cuerpo sin necesidad casi de utilizar la palabra. Porque este libro introspectivo, narrado desde dentro, está hecho de pensamientos y sensaciones muy difíciles de visualizar, aunque no de sentir. Creo que fue eso lo que impulsó a Isabel a meterse de cabeza en esta historia turbia, oscura, cerrada, sin aire a pesar de estar en pleno campo. Un amor es un libro incomodo pero no puedes dejar de leerlo. A la espera de ver la película de Isabel, no tengo ningún reparo en recomendar que lo lean. Es una experiencia, un salto al vacío. 

El regalo de esta semana es una chica que tampoco tiene miedo de saltar al vacío.