sábado, 25 de noviembre de 2023

DOS DE DOS

 

Primera de Dos: Teresa y Napoleón

He juntado dos películas que en realidad solo tienen en común una cosa: son historias de personajes reales, a partir de ahí, nada.

 


Teresa, de Paula Ortiz

El acercamiento de Paula Ortiz a la figura de Santa Teresa parte de una obra teatral de Juan Mayorga, La lengua en pedazos. Este título ya nos da una primera pista: se trata de lengua, de lenguaje, de dialogo. Un dialogo imposible entre Teresa y un Inquisidor, entre Blanca Portillo y Asier Etxeandia. El lenguaje barroco de la que sabe y el lenguaje prosaico del que no entiende. Intentar seguir toda la complejidad poética y mística del pensamiento de Teresa es muy difícil, sobre todo para un espectador contemporáneo. Por eso Paula Ortiz ofrece recursos para refugiarse y dejarse llevar por ese torrente de palabras convertidas casi en una cantata recitada, prodigiosa Blanca en este sentido, y enmarcarla en la belleza infinita de sus espacios, sus encuadres, sus luces y sombras. Al salir de ver la película me vino a la cabeza una definición: la Teresa de Paula Ortiz es materialismo espiritual. Una mirada fascinada a una mujer avanzada a su tiempo, una representación barroca y pictórica, Caravaggio y José Ribera se dan la mano en esos claustros y cocinas, frente a una experiencia mística profundamente espiritual (y física). Teresa es un espectáculo de dos personajes. No hace falta más.

 


Napoleón, de Ridley Scott

Todo lo contrario del Napoleón jockeriano de Scott y Phoenix del que prefiero no hablar mucho, (ya se ha dicho casi todo). Tan solo dejar constancia de que me aburrí muchísimo, que eché de menos al Scott épico de 1492 y que me parece una lástima que alguien que ha hecho films memorables que están en la historia del cine, se haya dejado seducir por esta grandilocuencia vacía. Un Jocker enloquecido travestido en Napoléon autista. Una pena.

 

Segunda de Dos El amor de Andrea y Scrapper

¿Qué une estas dos películas tan diferentes?: el padre.

 


El amor de Andrea, de Manuel Martín Cuenca

Un padre ausente al que Andrea busca y necesita. Andrea es Lupe Mateo Barredo (un descubrimiento). Andrea vive con su madre y sus dos hermanos pequeños en un Cádiz luminoso, blanco, radiante. Pero Andrea tiene una nube. Su padre los abandonó y ella quiere saber porque. Necesita encontrarlo y hablarle, entender. El argumento es sencillo, la puesta en escena es fría, los personajes complejos. Martin Cuenca no cae nunca en sentimentalismos, ni lamentaciones. Andrea se traza un plan y lo sigue, y el director la sigue a ella sin abandonarla nunca. Cádiz, Sanlúcar, el río, las playas, los parques, ponen la luz, Andrea pone la melancolía y la tenacidad. Y Martin Cuenca lo sobrevuela todo en un film que te va entrando poco a poco.

 


Scrapper, de Charlotte Regan

Aquí el padre ausente aparece cuando nadie le espera. Ni le necesita. Ni siquiera pensaba que existiera. Georgie es Lola Campbell, Georgie tiene doce años, su madre ha muerto y ella ha decidido vivir sola. Imaginativa, inteligente, encuentra la manera de engañar a los servicios sociales y la forma de ganarse la vida, mientras construye en secreto una torre para llegar al cielo donde está su madre. Georgie solo tiene un amigo, Ali. Y de pronto, en ese mundo estable y controlado de colores pastel y espacios acotados, irrumpe un padre casi adolescente que surge de la nada. Jason no es aun un adulto, Jason es irresponsable como un Peter Pan de treinta años, Jason quiere a esa hija que nunca conoció. Georgie es unaWendy organizada y metódica, Georgie aprenderá a querer a ese padre que nunca conoció. Este argumento, casi de telenovela, se convierte en manos de la joven directora inglesa Charlotte Regan (tenía 27 años cuando rodó la película) en una fábula, un cuento bonito y tranquilo, sin trampas escondidas, limpio y cristalino. No hay malos ni buenos, hay vida en este suburbio de casitas pintadas de colores. 

El regalo de esta semana es un cuadro de Ramon inspirado en el Monasterio de Sant Jeroni de la Murtra donde se rodó buena parte de la Teresa de Paula Ortiz



 

 

sábado, 18 de noviembre de 2023

PASADO Y PRESENTE

  


Pasado

Este domingo 19 de noviembre se cumplen ¡cuarenta años! nada más y nada menos, de la publicación de mi primer artículo en La Vanguardia, una crítica que sin que yo lo supiera era el principio de una vida dedicada a la escritura de cine. Me ha hecho gracias recuperar esa crítica un tanto naif, y reproducirla sin cambiar nada. Todos debemos asumir nuestro pasado, aunque solo sea para darnos cuenta de que, en el fondo, no hemos cambiado tanto.

La crítica era de una película ruso-americana absolutamente delirante, una rareza aun ahora. ¡Desde luego, no me lo pusieron fácil! Esta es la crítica y si alguien tiene curiosidad por ver una auténtica marcianada de hace cuarenta años, Cielo liquido está en ese pozo sin fondo que es Filmin.

Cielo líquido es un rara película, mezcla de historia de amor, cuento de hadas, narración de ciencia ficción, musical punk y cine negro, lleno de sentido del humor. Planteada como modelo de una nueva estética que se supone dominará a lo largo de la década de los ochenta y cuya principal características es la presencia obsesiva del andrógino representado en el filme por la figura de Margaret-Jimmy, interpretada por Anne Carlisle, Cielo líquido es una película que absorbe casi tanto como el propio marciano absorbe a sus víctimas en situaciones límite. Y absorbe principalmente por su música dura, urbana, obsesiva, que se convierte a lo largo del filme en un protagonista más de la película, quizá el protagonista, como queda de manifiesto en la canción que Adrián (Paula E. Sherppard) canta durante su actuación en el club; pero también por la riqueza de sus imágenes, iluminadas fantasmagóricamente por neones de colores de luz fría y despiadada que pone de manifiesto la dureza de los rostros pintados y la cortante confección de los modelos utilizados por Margaret-Jimmy. Es lástima que la fuerza de las imágenes se pierda en el momento de expresar el punto de vista del marciano, recurriendo a una fotografía psicodélica un tanto anticuada. La película habría ganado si no hubiera presentado el ojo del alienígena. El misterio habría sido mejor que la evidencia. Cielo liquido se podría presentar como un film sobre la droga y sin embargo, aunque la droga está presente a lo largo de toda la historia, no se puede definir como una historia de drogadictos, sino más bien de ciencia ficción puesto que el principal yonki es el extraterrestre que ha llegado a Manhattan en busca de su alimento favorito. Podría decirse también que Cielo liquido es un retrato del cielo y el infierno en el que los papeles están trastocados: la normalidad representada por el investigador de alienígenas, empeñado en eliminar al pobre marciano, es el autentico infierno; mientras que la marginación en cualquiera de sus manifestaciones es el cielo, un cielo liquido, camino más rápido para ascender hasta el cielo real simbolizado por el platillo volante. Lo que hace de Cielo liquido una película insólita es que siendo un supuesto retrato de América, concretamente de Manhattan, es lo más alejado de un film americano que se pueda realizar. No solo por lo que se ve en la pantalla sino por la forma de mostrarlo. La sensación de desconcierto que produce la planificación de la película se entiende cuando sabemos que Slava Tsukerman es un ruso formado bajo las órdenes de Lev Kulechov en el Instituto de Cine de Moscú, afincado en Estados Unidos desde 1976. Conocer este dato explica muchas cosas de las que suceden en la película, entre otras, el porqué la secuencia más importante del film, la de las fotografías en casa de Margaret, falla estrepitosamente puesto que no controla ni los personajes ni la situación. Cielo liquido no es un gran film, pero si es un producto curioso y atractivo y un posible ejemplo de una manera de entender el cine y el arte en los próximos años. N.V.”

Hasta aquí la curiosidad del pasado.

 


Presente

Mi presente en estos momentos está dominado por un nuevo proyecto. Hace casi dos años me despidieron de BTV. El ayuntamiento de Ada Colau decidió que la cultura era muy cara y cerró de golpe tres programas culturales de la televisión municipal BTV. Fue de repente, sin previo aviso. El jueves tenía trabajo, el viernes estaba en la calle. Yo colaboraba en La Cartellera de BTV dirigida por Marta Armengou. En ese momento las dos nos quedamos en shock. Pero poco a poco nos dimos cuenta de que teníamos dos opciones, quedarnos lamiéndonos las heridas o hacer un proyecto personal. Decidimos poner en marcha una idea que teníamos desde hace mucho tiempo. Algo especializado en el cine hecho por mujeres. Pensamos en un Podcast, en un blog… Pero Marta tenía muy claro que lo que había que hacer era algo más sólido, más serio. Y a ello hemos dedicado este año y medio. Más ella que yo, tengo que reconocerlo. Pero las dos con ganas de que salga adelante. El proyecto ya se ha concretado en algo real. Se llama Fimtopia, porque es una utopía de cine que queremos hacer realidad. Hablar del cine hecho por mujeres, pero no solo de directoras, de todas las mujeres que trabajan en esta industria que es también un arte: productoras, guionistas, directoras de foto, montadoras, directoras de casting, scripts, críticas…. Todas tienen cabida en Filmtopia. Pero también nos interesa y mucho, explorar el pasado para reivindicar y dar a conocer a tantas y tantas mujeres que han contribuido al cine desde sus inicios. Nombres olvidados, borrados o simplemente ignorados a los que queremos devolver su lugar en la historia. Sin dejar por eso de mirar al futuro, de apostar por nuevas generaciones y nuevos formatos y nuevas maneras de enfrentarse al mundo y al cine. Filmtopia es ambiciosa, pero realista. Por eso hemos ido poco a poco y por eso queríamos salir con garantías de continuidad.

Ese momento ha llegado, Filmtopia es ya una realidad con nueve Newsletter publicadas desde junio de este año, con un canal en Youtube donde se puede ver todas las entrevistas que hemos hecho. Y esperamos que desde enero con una web en pleno funcionamiento. Para ayudar a que esta web sea una realidad hemos puesto en marcha una campaña de crowfunding, un Verkami en el que ofrecemos suscripciones a Filmtopia a precios muy asequibles. Queremos llegar a un público muy amplio, no solo a las mujeres que les gusta el cine, queremos que nos lean y nos conozcan todos los públicos, mujeres y hombres, chicas y chicos, gente de cine y gente de todas partes.

Estamos ilusionadas con ver nacer algo nuevo con voluntad de duración, y con mucho respeto a los colaboradores, estamos hartas de la precariedad de nuestros medios. Pero para eso necesitamos mucho apoyo.

Este es el enlace para ver lo que hemos hecho hasta ahora.

https://linktr.ee/filmtopia_net

Si os gusta el proyecto, si os parece interesante, distinto, arriesgado, este es enlace a la campaña de Verkami.

https://www.verkami.com/locale/ca/projects/35099-plataforma-online-de-continguts-sobre-cinema-fet-per-dones

La web, las news y la campaña están en catalán y en castellano.

Gracias por vuestro apoyo¡¡

 

De pasado y presente hablan también las dos películas más interesantes de la semana, La imatge permanent, de Laura Ferrés y El sueño de la sultana de Isabel Herguera

 


La imatge permanent de Laura Ferrés

El pasado de esta historia se sitúa hace cincuenta años, en un pueblo del sur peninsular. Antonia es una madre adolescente que un día desaparece dejando su bebé en manos de una amiga. El presente es ahora mismo, en el Prat del Llobregat. Carmen trabaja en una agencia de publicidad buscando rostros para las campañas. Un día, Carmen encuentra a Antonia en la calle y a partir de ahí… Hay muchas cosas estimulantes en esta primera película que se ha alzado con la Espiga de Oro de la Seminci vallisoletana. Una de ellas, y no menor, es el espacio, Ferrés conoce muy bien el Prat de Llobregat y sabe sacarle partido a lugares que nunca aparecen en el cine. La densidad de sus imágenes y el uso de la cámara acercan su cine al de Ulrich Seidl, pero sin la carga de morbosidad que siempre tiene el austriaco. El segundo atractivo inesperado esta en sus dos personajes, interpretados por actrices no profesionales a las que Laura dirige como lo habría hecho Aki Kaurismaki. No son malas referencias Seidl y Kaurismaki, sobre todo porque la directora no se limita a hacer un cine mimético de estos creadores, por el contrario, los utiliza para hacer una película absolutamente personal.

 


(un dibujo de la exposición en Tabakalera de San Sebastián con los diseños para la película)

El sueño de la sultana de Isabel Herguera

El pasado de este sueño es el del libro El sueño de la sultana, una utopía feminista, escrito en 1905 por Begum Rokeya Hussein, un cuento maravilloso que habla de un país y  una sociedad gobernada por las mujeres. El presente es el de Inés, una joven vasca de viaje en la India, que descubre el libro y fascinada por la historia de ese país soñado, decide ir en busca de la figura de Rokeya.  Isabel Herguera lleva años dedicada al cine de animación en cortos con los que ha experimentado distintas técnicas. El sueño de la sultana es su primera incursión en el largo y para hacerlo se ha inspirado en su propio conocimiento de la India y en el trabajo de los talleres de animación y dibujo que monta con jóvenes bengalíes. Igual que le sucede a Inés en la ficción, cuando Isabel descubrió el libro de Rokeya decidió que quería convertirlo en cine. En el film hay tres tipos de animación muy distinta que corresponden a los tres niveles narrativos que se combinan en la historia: contar la vida de Rokeya, poner en imágenes el cuento y el presente de Inés en su búsqueda de la autora. Para la vida de Rokeya, Herguera eligió usar un teatro de sombras recortables que recuerdan el cine de Lotte Reinger; para ilustrar el cuento, básicamente uso las técnicas del tatuaje temporal con gena por su valor simbólico y tradicional; y para el viaje iniciático de Inés por la India, utilizó acuarelas y una animación en 2D. El conjunto es un film de una belleza enorme, un prodigio de animación que hace de El sueño de la sultana uno de los trabajos más complejos y ambiciosos, además de hermoso, del cine español.

Solo una cosa más. En el año 1906, casi al mismo tiempo que Rokeya escribía su cuento en la India, Alice Guy rodó un film de siete minutos que se llamó Las consecuencias del feminismo donde ponía en imágenes un mundo al revés. Las mujeres trabajaban y mandaban y los hombres se ocupaban de la casa y de los niños. Curioso. Este es el link al corto por si lo queréis ver:

https://www.youtube.com/watch?v=-Hmu7MZWukw

El regalo de esta semana es el primer cuadro que me regaló Ramon casi al mismo tiempo que empezaba a publicar en la La Vanguardia.

 


 

 

 

 

viernes, 10 de noviembre de 2023

 


Un amor de Isabel Coixet

Cuando Isabel hace cine con las tripas le salen películas incomodas pero muy interesantes, imprescindibles incluso. Hay varias de esas en su filmografía. No quiere decir que las otras no estén hechas con ganas y con entusiasmo, pero tengo la sensación que no le salen de las tripas como pasa por ejemplo con La vida secreta de las palabras, Mapa de los sonidos de Tokio, Ayer no termina nuca, Nieva en Benidorm o esta última, Un amor. No siempre son guiones originales, pueden ser adaptaciones, como el caso de Un amor que parte de la novela de Sara Mesa, pero siempre son muy personales. ¿Qué tienen estas películas en común? Solo se me ocurre una cosa y me parece importante: personajes femeninos no complacientes, no previsibles, incomodas con el mundo. Mujeres que no responden a lo que se espera de ellas, mujeres heridas. Sí, pero Isabel tiene otras muchas protagonistas mujeres, me digo a mi misma. Y es verdad, pero son más comprensibles menos duras. Nat, la traductora en crisis que se retira a un pueblo perdido donde no solo no encuentra la paz, sino que descubre que su incomodidad se incrementa en un medio hostil que la rechaza, viene a sumarse a la Hanna de La vida secreta de las palabras, a la asesina a sueldo japonesa, la callada Ryu, la madre dolida que hace Candela Peña en Ayer no termina nunca o la ambigua Alex de Nieva en Benidorm. Todas estas mujeres son imperfectas, son extrañas, hacen ruido en su contexto. Por eso son tan interesantes. No sé que le llamó la atención a Isabel de la novela de Sara Mesa, pero apuesto que una de las cosas fue reconocer en Nat un personaje propio. Isabel no solo ha traducido las palabras en imágenes, las ha vuelto a construir en el rostro y el cuerpo de Laia Costa, una actriz que cada película que vemos está aun mejor que en la anterior. Difícilmente podremos imaginar otra Nat que no sea ella.

 


(en mi colegio de México también teníamos nuestro periódico)

El maestro que prometió el mar, de Patricia Font

Laia Costa también está en esta película, pero el protagonista casi absoluto es Enric Auquer metido en la piel de un maestro republicano en 1935-36 en un pequeño pueblo de la provincia de Burgos. Un personaje real, documentado y estudiado en un libro de Francesc Escribano. Hay muchas cosas en esta película que conectan conmigo y con mi historia. De entrada el mar. Cuando Antonio Benaiges les promete a sus alumnos que los llevará a ver el mar, sentí que entendía la emoción que pueden tener estos niños de meseta castellana que nunca han visto el mar. Lo sentí porque yo, nacida en medio de un altiplano en México DF, a centenares de kilómetros del mar, no lo vi conscientemente hasta que tuve cinco o seis años. La impresión que produce descubrir el mar es difícil  de explicar. Por eso la promesa del maestro no es solo la de ver un mar azul infinito, es la promesa de alcanzar un horizonte abierto, luminoso, lleno de posibilidades. La otra cosa que me conecta con lo que cuenta este film es el tipo de enseñanza que imparte Antonio Benaiges, un maestro contemporáneo de los que me daban clase en México, formados en el Instituto Escuela Republicano, que impartían la enseñanza con métodos parecidos a los de este maestro rural. El guión de Albert Val le ha permitido a Patricia hacer una película que traza un hilo entre el ayer con el ahora mismo a través de la figura de Ariadna, Laia Costa, una mujer que intenta encontrar la huella de su bisabuelo y sin quererlo descubre la historia del maestro catalán que prometió el mar. Hay una frase que suele decir  la directora para explicar el sentido profundo de su película: heredar el olvido. Todos tenemos derecho a no dejarnos dominar por esta herencia. No hay que olvidar nada, pero no podemos vivir permanentemente en la añoranza.

 


(este álbum de cromos de cine, uno de los pocos que conservo, le gustaría mucho a Fernando)

La memoria del cine; una película sobre Fernando Méndez-Leite de Moises Salama

Memoria que se impone al olvido. Fernando Méndez Leite es todo memoria y nada olvido. Los que le conocemos sabíamos de su sentido del humor, de su enorme saber cinematográfico, de su capacidad de trabajo. Pero no sabíamos que su pasión por el cine le viene de muy pequeño, que conserva los cuadernos donde apuntaba y dibujaba todas las películas que veía (esos cuadernos le habrían  gustan  a Antonio Benaiges, el maestro), que una de sus distracciones favoritas es programar cines que ya no existen con programas dobles… Fernando no está loco, simplemente es feliz porque el cine le llena por los cuatro costados. Y eso no le impide vivir, al contrario, le hace vivir. Fernando Méndez-Leite no es un nombre muy conocido, no es famoso, no es popular. Y sin embargo, su trabajo si es famoso, si es conocido, si es popular. Fernando ha sido uno de los realizadores de televisión más prolíficos y más interesantes, a pesar de su amor al cine en pantalla grande nunca le dijo que no a la televisión. Pero además de eso, Fernando fue Director General de Cine a mediados de los años ochenta y fue bajo su mandato cuando despegaron Pedro Almodóvar y otros chicos de montón (no chicas , en esa época se contaban con los dedos de una mano). Luego Fernando fue director de la ECAM, la Escuela de Cine de Madrid  por donde han pasado varias generaciones de directores, guionistas, directores de foto…  (chicos y chicas) que recuerdan sus clases y su manera de llevar la escuela como un oasis (también le habría gustado a Antonio Benaiges la manera de entender la enseñanza del cine de Fernando). No contento con esto, cuando había llegado a una edad en la que se merecía descansar y hacer lo que quisiera, Fernando acepto ser candidato a la presidencia de la Academia de Cine y ganó por goleada. Y ahí está, haciendo avanzar la Academia con proyectos, ideas y cambios. El documental no es exactamente hagiográfico, pero no puede evitar que todos los que salen y hablan de él lo hagan elogiosamente. Pero es que es difícil encontrar alguien que no hable bien de Fernando, que no le quiera, que no sepa que algunas de las cosas que ha conseguido en la vida fue gracias a Fernando y su trabajo al frente de la cosa pública. Memoria heredada que no olvida. Un amor.

El regalo de esta semana es un poco para todos, Isabel, Laia, el maestro, el amigo.



sábado, 4 de noviembre de 2023

VIDAS PASADAS

 

Robo el título de esta preciosa película para la entrada de esta semana no solo porque el film de Celine Song me ha gustado mucho, también porque el otro gran estreno de la semana, Saben aquell de David Trueba, habla de vidas pasadas. Pero la auténtica razón quizás sea porque tanto uno como otro me han llevado a pensar en mi vida pasada, sin nostalgia pero sí con la sensación de haber perdido algo en el camino (y haber ganado otras cosas). No hablo de la niñez o la juventud que forman parte de mi de una manera indisoluble, hablo de esas cosas en las que creía y que ya no creo, esas ideas que pensaba inmutables y ya no los son o esos sentimientos que se han ido rompiendo. Por suerte no en lo personal donde conservo intactos el amor y la amistad de gentes que quiero. Pero por desgracia si en el entorno que cada día me parece más hostil, irreconocible y a veces invivible.


Vidas pasadas, Celine Song

El primer plano del debut en el cine de esta dramaturga canadiense de origen coreano, me enganchó por completo. Una barra de bar, una mujer joven oriental sentada entre dos hombres, uno oriental como ella, el otro blanco americano. Una voz de alguien que no vemos se pregunta qué relación puede haber entre esas tres personas, entre la pareja oriental que habla con complicidad y el hombre blanco que los observa al parecer sin entenderlos. Desde que era pequeña me ha gustado imaginar la vida de otras gentes, en el autobús, en el tren, en el metro, cuando alguien llama mi atención, me dedicó a fantasear durante unos minutos en cual puede ser su vida. Como hace Celine al presentarnos a este extraño trío. La historia de esos personajes comienza en Seúl , Corea, cuando Nora, que aun no se llama así, tiene doce años y está a punto de abandonar el país para emigrar con sus padres a Canadá. Nora tiene un amigo, Hae Sung, un niño de su edad con el que habla, juega, comparte estudios y expectativas. Nora y Hae Sung son algo más que amigos, son cómplices obligados a separarse. Esa separación en las escaleras que los llevan cada uno a un destino distinto, resonó en mi memoria de niña de doce años obligada a dejar mi México natal para ir a vivir a otro país, la España de los años sesenta. También yo deje en México amigos muy queridos, también me separé de mi niñez de una manera tajante: era una niña en México, no era una niña en España. A partir de aquí Vidas pasadas sigue a Nora en su camino para convertirse en autora teatral. Doce años después, Nora busca a Hae Sung en las redes sociales. El encuentro virtual entre los dos amigos de la infancia, renueva los sentimientos que ambos tenían, pero los dos saben que es imposible mantenerlos con la distancia de un océano entre ellos. Nora y Hae Sung dejan de llamarse. Pasan otros doce años cuando Hae Sung decide hacer un viaje a Nueva York y avisa a Nora. Le gustaría verla. Y aquí dejo que cada uno imagine lo que el plano del principio encierra. Un plano que deja en el aire un claro “que habría pasado si…”. Vidas pasadas pone en imágenes la idea de In-yeon que en coreano significa providencia o destino y sirve para describir los lazos que unen a dos personas a lo largo de sus vidas pasadas. Todos tenemos In-yeon, solo hace falta que nos demos cuenta de ellos. La película de Celine Song es tranquila, suave, adulta y romántica. Pero con el romanticismo de films que me trae a la memoria: Deseando amar de Wong Kar-Wai, la trilogía del Antes de… de Richard Linklater, el cine de Hong Sang-soo o La reconquista de Jonás Trueba…

 


Saben aquel de David Trueba

Jonás me hace de puente para llegar a David y a través de David y de otro David, Verdaguer y una Carolina, Yuste, llegar a Eugenio y su vida pasada. Nunca fui muy fan de Eugenio, aunque claro que sabía quién era. En los años que cuenta este film que no es en esencia un biopic, más bien el relato de una profunda historia de amor, mi vida circulaba por caminos muy alejados de los escenarios donde actuaba Eugenio y la televisión me era bastante ajena, y con todo, la película me evoca lugares y espacios urbanos muy cercanos. La historia empieza en Alicante en 1980, justo antes de una actuación de Eugenio. Conchita le acaricia el pelo y comprueba que todo esté en orden. Eugenio se mira al espejo y … Y Trueba empieza a contar. Como Eugenio conoció a Conchita en 1967 y se enamoró de ella, como formaron un extraño dúo musical, como formaron poco a poco una familia, como una ausencia de ella (¿y si Conchita no se hubiera ido a ver a su madre?) provoca el nacimiento del Eugenio humorista, como entre los dos construyeron el personaje, como entre los dos… es este Entre los Dos lo que le da sentido a ese film que podría explicarse con un sabían aquell qui diu com dos personas tan distintas como Eugenio y Conchita vivieron una de las historias de amor más hermosas que recuerdo haber visto en el cine. Punteada con recreaciones de sus chistes y actuaciones, de momentos de ironía, de reflejos de la época, de música y canciones que todos recordamos, el film te sumerge en su atmósfera gracias a un guión meticuloso de David Trueba y Albert Espinosa sobre luna biografía de Eugenio escrita por su hijo Gerard. David Trueba opta por una dirección invisible (y por tanto perfecta), pero lo mejor sin duda es el carisma y la química que desprenden David Verdaguer transformado en un Eugenio serio y malcarado y Carolina Yuste, una Conchita llena de luz, de serenidad y de armonía. Los dos merecen todos los premios del mundo. Un aviso, ya he dicho que Saben aquell no es un biopic. La película se acaba en 1980 y voluntariamente deja fuera la vida de Eugenio a partir de ese momento. Un tiempo que es precisamente el que recoge un documental del 2018 firmado por Jordi Rovira y Javier Baig que se llama simplemente Eugenio y se puede ver en Filmin. Si lo que quieren es saber más cosas de este personaje único, lo mejor es hacer un programa doble con el film de David y el documental de Rovira y Baig, pero si lo que quieres es ver una preciosa historia de amor de una vida pasada, Saben aquell  llena todas las expectativas.

El regalo de esta semana son dos arboles unidos, con Eugenio y Conchita, como Nora y Hae Sung.