sábado, 25 de marzo de 2017

ARMENIA


El territorio armenio se extiende por muchos paises diferentes.
Robert Guediguian
Hace unos días estuvo en Barcelona el director francés Robert Guediguian para presentar su última película, Una historia de locos. Tuve ocasión de entrevistarle para el programa La Cartellera de BTV, dirigido por Marta Armengou, en el que colaboro desde principios de año. Fue una entrevista larga, más de media hora, que por fuerza tuvo que quedar reducida en la pieza que se montó para el programa. Pero fue muy interesante y he pensado que valía la pena compartirla a través del blog. Es la primera vez que lo hago, pero a lo mejor no es la última.
De  todo lo que hablamos, me quedo sobre todo con una idea que me gusta mucho. Guediaguian contrapone a la idea de Patria (Fatherland) la idea de Hogar (Heimat). La palabra Patria siempre me ha resultado odiosa. Implica banderas, himnos, separaciones, conquistas, ser mejor que los otros. En cambio Heimat me gusta mucho, es algo humano, cercano, lo que se siente, lo que te importa, incluso lo que se comparte. Uno puede tener un Heimat con gentes muy lejanas en el espacio y en cambio no sentirse nada vinculado a la Patria que tiene encima.
Hay más cosas en la entrevista, espero que sea interesante para todos.

El genocidio armenio
El hecho de que se cumpliera el centenario del genocidio armenio, tuvo un papel en la decisión de hacer la película. Hacía mucho tiempo que yo quería trabajar sobre el genocidio y sobre sus consecuencias. No sobre el mismo genocidio, sino como este se perpetuaba de generación en generación porque no ha habido nunca un reconocimiento del genocidio por parte de Turquía. El duelo es imposible. Era eso sobre lo que yo quería trabajar. Aunque la palabra no es querer, me he sentido obligado a trabajar sobre esa cuestión. Es responsabilidad de todos los cineastas en todo el mundo  hablar de su pueblo, hablar de las grandes cuestiones que preocupan a su pueblo. Yo soy de origen armenio, no podía dejar de enfrentarme a esta cuestión, no hablar de ella.

La historia
Para mi es el prologo del film el que explica no tanto la moral del film, sino de que va hablar la película. Si aun se habla ahora de esto y si hago una película sobre esta cuestión quiere decir que esta historia no se ha acabado porque me sigue preocupando y si me sigue preocupando es porque me lo han transmitido, no en el colegio sino en mi habitación, en la cocina, me lo ha transmitido la familia. Es por eso que digo que la historia pasa mucho más en las cocinas, las habitaciones de los niños o los dormitorios. Más que en los campos de batalla, los parlamentos o las antecámaras del rey. Y es precisamente por eso por lo que la historia no se para nunca, salvo cuando se pide perdón y alguien da ese perdón. En ese momento puede haber gestos de reconciliación y empezar, no a olvidar, sino simplemente a poder vivir.

Turquía
La situación en Turquía es peor, eso seguro. Erdogan está cada vez más loco. Es un dirigente electo democráticamente, pero podemos empezara a hablar de ciertas democraturas, porque es cierto que hay una elección libre pero son autenticas dictaduras. Erdogan es un dictador que reutiliza cada vez mas y de la forma más violenta, el término de nación, el nacional-islamismo. Por eso la cuestión de los armenios es una cuestión política de ahora mismo. No hay ninguna esperanza de que Turquía reconozca el genocidio armenio.

Inmigración
La actitud de los inmigrantes hoy es distinta de la de sus padres, ha cambiado mucho. En primer lugar desde el punto de vista del trabajo, de la posibilidad de alimentarse, de educar a los niños, llevarlos al colegio, era más fácil para las generaciones de inmigrantes  de antes. En la crisis que vive Francia, los inmigrantes son las primeras víctimas de un paro crónico y masivo. La crisis afecta a todos los franceses pero aun mas a los inmigrantes. Es cierto que estos inmigrantes tienen el sentimiento, justificado, de que Francia no los acoge, no les da trabajo, no les permite ir a la escuela. Se respeta un modelo que te respeta y ellos tienen el sentimiento de que Francia no les respeta. Y  no se equivocan. Yo estoy de acuerdo con ellos. Basta con ver lo que pasa con la violencia policial. Es cierto que la policía francesa no respeta a la gente igual si son negros que si son blancos. Eso está claro y hay que decirlo. Y eso no pasaba en las generaciones precedentes. No quiere decir que fueran acogidos con los brazos abiertos, también había dificultades, Pero tenían trabajo y podían alimentar a sus hijos y prosperar. Eso es imposible hoy y no es culpa de los inmigrantes que llegan. Es Francia la que ha cambiado.

El momento actual en Europa
Es un momento tremendamente peligroso. Es algo que no podíamos llegar a imaginar que pasara No pensábamos que pudieran resurgir los fascismos, o eso que los teóricos llaman el post fascismo, porque no es exactamente lo mismo, pero la matriz es la misma, no es exactamente un neofascismo sino un post fascismo. Pensábamos que eso había desaparecido y en cambio ha resurgido y ha seducido a las clases populares. Las izquierdas de todos los países tienen que despertar, reconstruirse, volver a ser poderosas como  izquierdas alternativas que propongan cosas, no una izquierda que imite a la derecha. Yo creo que tenemos extrema derecha hoy porque no hay una verdadera izquierda en todos los países europeos.

Patria/Nacionalismo
Desconfío cada vez más de todas las reivindicaciones nacionales. Incluso la idea de patria es una idea que no me gusta. En Francia está muy mal visto decir esto, pero es una idea que encuentro cada vez más sospechosa. Hay una palabra, una de las más hermosas de la lengua alemana, que quiere decir lo mismo, pero no es lo mismo. Heimat es el hogar que se crea entorno a la madre, a lo cercano. En cambio Fatherland, la patria, el país del padre, es casi siempre el pretexto de una conquista, una imposición sobre los otros. Por eso creo cada vez menos en la idea de patria.


( si quieren ver la entrevista y el programa entero hay que entrar en la web de beteve, buscar Programes y allí La Cartellera)




sábado, 18 de marzo de 2017

BESTIAS


La Bella y la Bestia
Se ha estrenado esta semana la versión life del musidibu que Diseny lanzó hace exactamente 25 años de La Bella y la Bestia. A mi me gusta (una perversión la tiene cualquiera) porque me gusta el musical, porque me gusta Emma Watson y porque me gusta el cuento. Eso no quiere decir que no reconozca que esta Bella y esta Bestia del 2016 son francamente viejas, o viejunas, que es una palabra que le gusta mucho a mi amigo Juan Francia. Es una versión viejuna no solo por la historia, lo es sobre todo por la puesta en escena. Y ahí llegamos a un tema que lleva de cabeza a la crítica desde que el cine existe. ¿Una película es reaccionaria, conservadora o progresista por su historia o por la forma en que se cuenta? Viejo (no viejuno) debate que sigue en el aire y que esta nueva versión del cuento de Gabrielle-Suzanne Barbot, publicado nada menos que en 1740, nos permite estudiar. El cuento es el que es: Bella es una hermosa niña que por salvar a su padre se sacrifica y acepta ser prisionera de la Bestia de la que acaba enamorándose a pesar de su aspecto y a la que libera de la maldición. Punto. Pero con este argumento se pueden hacer muchas cosas. Por ejemplo, lo que hizo Jean Cocteau en 1945, hace ¡72años! en una película que no es ni vieja, ni viejuna, sino tremendamente moderna. Por su puesta en escena desde luego, pero también por la mirada sobre Bella y sobre la Bestia y por la forma como resuelve su historia de amor. Bella salva a la Bestia que se convierte en un apuesto caballero y juntos emprenden un viaje hacia el infinito, hacia la aventura. No como la pobre Bella de Disney que acaba en brazos de un melifluo y blandengue príncipe azul, bailando en un castillo de mona de pascua, rodeada de estúpidos cortesanos. Pobre Bella, ¡menudo destino! Bill Condon ha perdido la oportunidad de hacer una Bella del siglo XXI. O a lo mejor no, y esta Bella acomodaticia y cursilona es la que corresponde a los tiempos de regresión política y social que corren en este principio de siglo.


Safari
Las bestias de Safari son diferentes. Y no me refiero a los pobres animales muertos arbitrariamente en  los parques temáticos. Las bestias son gordas, sebosas y viejas (también hay delgadas y jóvenes, todo hay que decirlo). Son esas bestias que Ulrich Seidl ha puesto delante de su cámara desde que empezó a hacer cine hace ya casi treinta años. Austríacos de clase media, pequeños burgueses sin ningún interés que en este caso disfrazan de aventura lo que no es más que un cobarde y aburrido paseo por un parque temático con animales muertos. No hay nada de épica, no hay nada de peligro. Solo hay unos perezosos humanos que arrastran su aburrimiento por una sabana seca y árida dejando que sean otros, los guías y sobre todo los silenciosos nativos, los que les hagan todo el trabajo. Ellos solo disparan cuando les dicen que lo hagan y, eso si, se hacen unas tremendas fotos junto a los cadáveres convenientemente colocados ¡esas cabezas que no quieren quedar altas e insisten en caerse a un lado porque están muertas! La gracia de Seidl, desde sus orígenes, es que no juzga a estos seres estúpidos, solo los retrata y ellos se prestan. Muchas veces me he preguntado ¿por qué aceptan salir en sus películas? ¿Es que no las ven? Pero por lo visto, a la clase media austriaca ya le parece bien que enseñen sus vergüenzas. Por algo son la clase superior, esa de la que surgió Hitler y que veía en él su mejor representante. A favor de Safari tengo que decir que Ulrich Seidl, aun siendo fiel a sus planos frontales y estáticos de composiciones barrocas y fascinantes, sale al aire libre para seguir a sus cazadores cámara al hombro y, sobre todo, entra en las viviendas y los almacenes de los nativos a los que contempla con una mirada más respetuosa que a sus depredadores y a los que enfoca descuartizando animales en una secuencia que parece un cuadro de Francis Bacon animado.





viernes, 10 de marzo de 2017

PATRIAS


(en las playas cerca de casa no hay minas, pero si ¡cosas muy raras!)
Bajo la arena. Quizás no les suene este título ya que la película se ha estrenado como Land of Mine. Algo así como Tierra de minas o Mi tierra. Las dos traducciones son válidas para este film que encierra la muerte bajo la arena. Es danés, pasa en 1945, cuenta como los prisioneros de guerra alemanes, la mayoría adolescentes reclutados en el último año de la guerra, fueron obligados a desactivar las dos mil minas que los nazis plantaron en las costas del mar del norte. Murieron mas de la mitad. Tenían menos de 18 años. Es un episodio poco conocido y bastante bochornoso de la historia de la segunda guerra mundial. Los daneses lo intentaron ocultar durante mucho tiempo. Ahora un director joven lo saca a la luz. El film es inteligente, seco, de una belleza deslumbrante en sus paisajes, en su luz, sus encuadres. Una belleza que te remueve por dentro. Y no por lo que les obligan a hacer a estos chicos en las playas de arenas blancas, cosas más terribles se perpetraron durante esos años oscuros para el mundo. Lo que te revuelve por dentro es el odio que destilan los daneses contra los alemanes. Un odio tan grande que les impide darles lo mínimo indispensable, un odio profundamente arraigado.



Y este odio me permite enlazar con una novela que acabo de leer y que me ha impresionado mucho. No soy ni la primera ni la única que habla bien de ella. Se trata de Patria de Fernando Aramburu. La novela me gusta por su construcción. Un puzle de distintas piezas que poco a poco van encajando entre si hasta ir dibujando un paisaje de miedo y de odio. Personajes y acciones avanzan y retroceden en el tiempo delimitando los contornos de un mundo que durante años alimentó el huevo de la serpiente de la intolerancia, la supremacía, el desprecio, el odio en definitiva, en nombre de una Patria que había que salvar de los invasores. Odio que viene acompañado del miedo y la cobardía, del mirar a otro lado, del pensar “algo habrá hecho”. La historia pasa en San Sebastián y un pueblo cercano; los años son los que van del 1985 al 2011; los personajes, dos familias vascas cien por cien, una con un asesinado, la otra con un asesino. Lo que me ha impresionado de esta novela es ver reflejada una sociedad que he vivido en primera persona en los años que estuve trabajando en el Festival de San Sebastián y que coinciden con los de la novela. De hecho, la primera manifa y quema de autobuses que viví en Donosti es también la primera que aparece en el libro. Y a partir de ahí, reconocí atentados, momentos, espacios. Y sobre todo actitudes. Quizás lo único que echo en falta en este libro ejemplar es algún apunte sobre el hecho de que también había vascos en contra de ETA, gente que no le tenía miedo. Los he conocido, los he escuchado condenar sus atentados, denunciar una situación emponzoñada. No eran muchos, pero haberlos los había.
Hay dos  ideas que me genera esta novela:
Una: los escritores vascos, con honrosas excepciones (los cineastas se arriesgaban un poco mas), no estuvieron a la altura del clima de odio y venganza que se engendraba en sus calles. Un personaje lo dice en el libro: “Le parecía que, hasta la fecha, a las víctimas del terrorismo se les ha prestado poca atención por parte de los escritores vascos. Interesan más los victimarios, sus problemas de conciencia, su trastienda sentimental y todo eso. Además, el terrorismo de ETA no sirve para atacar a la derecha. Para eso es mucho mejor la guerra civil.”
Dos: el discurso del odio, de la superioridad, del sentirse diferente y por lo tanto con derecho a expulsar del “paraíso de la Patria” a los que no son dignos de disfrutarlo, en Euskadi ha empezado a remitir (aunque el penoso episodio del programa de ETB sobre España y la lamentable reacción de una parte de esa otra Patria, tan intolerante como la primera, dejan claro que los rescoldos siguen ahí). Pero si en Euskadi va a la baja, en Catalunya va al alza. El sentimiento de “yo soy diferente”, del "nosotros" y "los otros", se extiende como una mancha de aceite, lo contamina todo poco a poco y hace crecer ese otro huevo de la serpiente que en Catalunya ha incubado un nacionalismo excluyente y con tintes cada vez más nacional/populistas. Aquí todavía no hay violencia y espero que no la haya nunca, aquí el discurso del miedo no funciona igual, hay mas pluralismo, mas puntos de vista, pero hay un peligro real de que la situación se envenene y acabe por afectarnos a todos. 


(la mujer embarazada dibujada por Ramon no tuvo nunca dudas)
Cambio de tema
Esta semana se estrena una película belga. Se llama 9 meses. Con ella me pasa una cosa muy curiosa, me parece interesante, pero detesto a uno de sus personajes. Es una película sobre un embarazo adolescente. Una chica y un chico de quince años se encuentran con un bebe de camino. ¿Qué hacer? Dudan, es lógico. Toman su decisión juntos, es lógico. Buscan apoyo en los padres, en unos encuentran comprensión, en otros, rechazo. Todo lógico. Pero al final, la chica actúa por su cuenta. Es esa reacción la que me molestó profundamente. Y no solo en la historia que nos cuenta el film. Me molesta porque es algo que se hace (hacemos) muchas veces. Hay un problema provocado por dos partes al 50%. Hay varias soluciones, se barajan, se estudian, y se escoge una entre los dos. Se asumen las consecuencias. Y cuando llega el momento, una de las dos partes toma una decisión sin consultar al otro y sin pensar en lo que puede afectar a todos. Tiene quince años, decían para justificar lo que hace la niña. Yo pienso que no importa la edad para ser responsable de tus actos. 

sábado, 4 de marzo de 2017

CHICAS Y VIAJANTES


(esta chica de Ramon no es desconocida, pero me recuerda mucho a Jenny)
Llevo una semana buscando a La chica desconocida.  Mas que buscando, acompañando a Jenny, la protagonista de la película de los Hermanos Dardenne, en su búsqueda. Llevo una semana a su lado, escuchándola, viéndola, entendiéndola. La razón es muy sencilla. Los Dardenne, Luc y Jean Pierre, han estado en Barcelona para presentar una retrospectiva en la Filmoteca que comenzaba precisamente con su último trabajo: La chica desconocida. Los entrevisté hace unos días después de ver la película. Y eso me ha hecho convertirme durante esta semana en la compañera de Jenny.  Hay muchas cosas interesantes de las que hablar a partir de este film sobre una médico de familia en Lieja que tiene una tremenda sensación de culpa por un acto involuntario. Jenny no mata a la chica desconocida, pero ella se siente culpable. La chica desconocida se apodera de ella, la posee moralmente, hace que esta joven doctora no pare hasta averiguar quién era esa mujer negra, casi adolescente, que una noche llamó a su puerta.
Una de las preguntas que les hice a los Dardenne fue: ¿Jenny es una metáfora de Europa, Jenny nos representa a todos, haciendo oídos sordos a la llamada de los refugiados y los inmigrantes en nuestras puertas? Sí y no. Sí, desde luego, pero los Dardenne son mucho más inteligentes para dejarse llevar por la simple metáfora política y social. Jenny es una mujer cansada de una jornada de trabajo. Y si no abre no es por desprecio o por no dejar entrar en su espacio a esa persona que llama fuera de horario. Es porque no puede más y quiere irse a casa. Pero Jenny, como Europa, tiene conciencia y sabe que hizo mal. Sabe que no se puede mirar a otro lado y que hay que afrontar las consecuencias de sus actos. Las dos chicas desconocidas de la película, Jenny de la que no sabemos nada de su vida y su pasado y la joven negra, dejan de serlo cuando finalmente la doctora de barrio consigue darle un nombre a la inmigrante sin papeles. Un film de los que te hacen pensar.



(valdría la peana releer el texto de la obra de Miller)
 Viajantes, en plural. Porque en El viajante, flamante Oscar a la Mejor Película Extranjera de este año, dirigida por el iraní Asghar Farhadi, hay dos viajantes como en la chica había dos chicas. En el cine iraní ha habido tres directores indispensables hasta ahora: Kiarostami, el poeta, Mahmalbaf, el ensayista, Panahi, el cronista. A esta lista se suma desde hace unos años Farhadi, al que podíamos denominar, el novelista. De los cuatro, Farhadi es el que mejor ha retratado el Irán contemporáneo al centrar sus historias en personajes de clase media, sin graves problemas económicos, matrimonios en crisis por motivos casi siempre ajenos a ellos. La primera película de Farhadi que vi fue en el 2009. Se llamaba A propósito de Ely y era una especie de versión iraní de La aventura de Antonioni. Me gustó mucho y sobre todo me llamó la atención la modernidad de sus personajes. Dos años después Nader y Simir, una separación, confirmó que Farhadi era un director con una sensibilidad especial para retratar conflictos familiares. Ganó un Oscar. El pasado, seguía esta línea, pero el hecho de suceder en Paris, fuera de su espacio, la hacía ser un tanto extraña. Con El viajante, Farhadi vuelve a recuperar el pulso de su sociedad, de su contexto, de su gente. Y vuelve a un matrimonio que se enfrenta a una crisis inesperada al mismo tiempo que ensayan y representan en un teatro La muerte de un viajante de Arthur Miller. El guión del propio Farhadi combina las dos tramas, la del teatro y la de la vida haciendo que entre en el drama un segundo viajante, un hombre viejo y acabado como el Willy Loman de Miller. Mientras escribía esto me he dado cuenta de que Farhadi está escribiendo una especie de Comedia Humana (Tragedia humana) que tiene una continuidad en sus personajes femeninos: la Ely de su primera película, se quiere divorciar con el nombre de Nader, se marcha a Francia para vivir como Marie, pero vuelve a Teherán dispuesta a recomponer su matrimonio convertida en Rana. Tras el incidente que cambia toda su vida ¿qué camino tomará la Protagonista de Farhadi en los rasgos de Penélope Cruz y en España? .