sábado, 21 de agosto de 2010

DE MARGARITAS Y LIBROS


(este dibujo de Ramón podría ser una miniatura de Kells que le habría gustado a Margueritte)
Se han estrenado este viernes dos películas que me interesan por distintos motivos.
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La primera es Mis tardes con Margueritte, con dos tt. Es un film de Jean Becker, protagonizado por Gérard Depardieu y la veterana actriz Gisèle Casadesus. Es una película bonita, dulce, tranquila, de buenas personas y buenas intenciones. Pero lo que me interesa de esta película no es tanto su plácida historia de amor y amistad entre un hombre simple y gordo y una mujer anciana e inteligente, sino el recuerdo que me despertó de otras tardes con Marguerite, con una sola t. Marguerite Duras con quien Gérard Depardieu trabajó en tres ocasiones en los años 70. Y sobre todo me ha hecho pensar en Le Camion, una película del año 77 donde un joven y muy guapo Depardieu se pasaba toda la película hablando con Marguerite sobre una película que nunca se llegó a hacer. Le Camion es uno de los films más minimalistas de la Duras. Una experiencia que lleva al límite la paciencia del espectador que, si entra en su juego se puede dejar mecer por su belleza, la de la palabra y la de la imagen, pero si no, acaba por odiar al mundo y al cine.
Hace 33 años Marguerite Duras estuvo en la Filmoteca Española en Barcelona. Acababa de rodar Le Camion. Un grupo de críticos compartimos con ella una interesante mesa redonda donde habló mucho de esta película. En el otro blog, reproduzco esa parte de la entrevista para quien quiera recuperar las palabras de la escritora. Releyéndolas ahora, me doy cuenta de que en realidad Mis tardes con Margueritte es una especie de puesta al día de Le Camion. Los dos films se construyen en torno a la relación de un hombre mas joven con una mujer muy mayor; los dos tienen a la palabra como elemento vertebrador y si en uno se “habla” de una mujer que sube a un camión, en el otro “vemos” a una mujer subida en un camión. Curioso.
De todos modos he de reconocer que ahora y aquí, viendo a Depardieu con esta otra Margueritte, me pregunto cual de las dos experiencias del actor con ancianas inteligentes me gusta más. Y a pesar de la simplicidad que hay en la película de Becker, frente al potente concepto intelectual de Le Camion, creo que, al menos yo, en estos momentos, prefiero las tardes con la Margueritte que lee a Camus mas que las tardes de la Marguerite que habla de un film que nunca existió.

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La segunda película es The Secrets of Kells, un film de dibujos animados. Escribo dibujos animados y no animación, porque The Secrets of Kells tiene una clara vocación evocadora: de las miniaturas medievales que iluminan el precioso Libro de Kells, del siglo VIII; y de los largometrajes de animación europeos de los años sesenta. Todo ello teñido de un aire new age que es lo peor de la aventura, pero a lo que se sobrepone la belleza y lo inesperado del proyecto . Es una de esas rarezas que recomiendo que vean. Una pequeña sorpresa veraniega.

sábado, 14 de agosto de 2010

OZON Y EL MAR


Ozon es un director ecléctico. Se mueve en varios terrenos: comedia (Sitcom), melodrama (Le temps qui reste), musical (8 mujeres), adaptaciones teatrales (Gotas de agua sobre piedras calientes), cine de época (Ángel), cine fantástico (Ricky)… Y sin embargo todo su cine es reconocible. Tiene un estilo inconfundible y desde las primeras imágenes sabes que estás delante de un film de François Ozon. Pero hay otra cosa que suele aparecer en sus películas, algo de lo que parece que quiera escapar pero a lo que vuelve una y otra vez. El mar. La primera película que ví de él fue Regarde la mer (1997), en San Sebastián. Era un cortometraje desasosegante en el que una mujer que vive feliz con su hija en la playa ve alterada su vida por la presencia de una chica extraña. El mar volvía a ser protagonista importante en Sous les sables, del 2001. En este film, Charlotte Rampling perdía a su marido Bruno Cremer en el mar. El se iba a nadar y nunca volvía: ni vivo ni muerto, dejando a la mujer sumida en el desconcierto. En Swimming Pool (2003) no era precisamente el mar el protagonista sino una preciosa piscina en la que dos mujeres, una escritora en crisis y la hija de su editor, viven una historia que nunca se sabe si es verdad o mentira. Ozon dejó de lado el mar durante dos películas extrañas: Ángel, un film entre Visconti y Rivette y Ricky, un fallido experimento fantástico con niño alado. Pero ha vuelto al mar con Mi refugio, su penúltimo film (el último, Potiche se presenta en Venecia este año). Un refugio, el que sea. Eso es lo que busca Mousse, su protagonista, un refugio para vivir su embarazo. ¿Y que es un embarazo sino vivir en un refugio en el agua durante nueve meses?

jueves, 12 de agosto de 2010

ALAIN TANNER


(una calle de Lisboa, la ciudad que mas le gustaba a Tanner, junto con Barcelona)
He visto estos días que el Festival de Locarno le ha dado un Premio de Honor a Alain Tanner, el suizo menos suizo de todos los suizos, pero suizo al fin y al cabo. Porque Tanner, aunque no le guste, es un auténtico suizo. Eso y además un señor de 80 años lúcido e inteligente con una filmografía impresionante. Mi historia con Tanner se remonta casi veinte años atrás, cuando en 1991 vino a España a rodar en Almería El hombre que perdió su sombra, un film producido por Gerardo Herrero, con Paco Rabal y Ángela Molina. En realidad Tanner ya me gustaba antes: desde que decidí cortarme el pelo casi al cero después de ver Messidor, o quizás antes, cuando descubrí la Lisboa de En la ciudad blanca. En todo caso, el rodaje en Almería de la película “española de Tanner” me permitió conocerle en persona, verle trabajar y vivir con su equipo durante casi una semana. Fruto de esos días fue una larga entrevista que publiqué en El Observador y que cuelgo en el otro blog por si alguien tiene interés en leerla.
Después, le ví muchas mas veces ya que su relación con Barcelona se consolidó a través de la productora Messidor de Marta Esteban. Con ellos Tanner rodó un film inclasificable El diario de Lady M y el contacto con la ciudad se mantuvo a través de Myriam Meziers y la propia Marta que le produjo Flores de sangre en el año 2002. Hace unos seis años, fuimos Marta y yo a verle a Ginebra con la intención de hacer una larga entrevista para un documental. La entrevista la hice yo, el documental, no. Desde entonces no le he vuelto a ver. Me he alegrado mucho de que fuera en Locarno precisamente donde se le diera este premio que reconoce su aportación con títulos fundamentales del cine del último tercio del siglo XX: La salamandra, Jonás que tendrá 25 años en el año 2000, Una llama en mi corazón, Fourbi o la que fue su despedida, Paul, s’en va, Paul, su eterno Paul. Si tienen curiosidad, busquen sus películas y véanlas. Descubrirán un director que se avanzó al desencanto que domina el mundo en esta primera década del siglo XXI. Un director que fue posmoderno antes de que esa dichosa palabra existiera.

viernes, 6 de agosto de 2010

IDEAS


(este cuadro de Ramon tiene tambien varios niveles)
Hoy se estrena Origen, la última película de Christopher Nolan. Origen es una película complicada, compleja y, como dice Sergi Sánchez, cobarde. Es cierto. Es cobarde y confusa. Pero a pesar de esto, es también uno de los films mas estimulantes del año. Una película que intenta ir mas allá, aunque no acabe de conseguirlo. Visualmente es espectacular y fascinante en los espacios arquitectónicos que inventa; la secuencia de Paris ya justifica ir a verla aunque el resto del film no te interese. Pero lo que me ha provocado mas inquietud es lo que cuenta: la idea de la idea. IDEA. Ese es el gran tema de esta historia. Y también la gran novedad. Si en lo que a imagen se refiere, el film de Nolan es un pastiche de cosas aunque sublimadas hasta lo exquisito, la historia es algo que, al menos a mi, me deja pensando mucho rato. La idea de sembrar una idea. La inception del título original o como hacer que alguien piense que ha tenido una idea cuando en realidad se la han implantado desde fuera. En realidad eso es lo que hacen los políticos y los medios de comunicación sin necesidad de recurrir al sueño. Implantan en el cerebro de la gente las ideas que quieren para manipularnos a su antojo. El que en este film la implantación se convierta en un tour de force por cinco niveles distintos del subconsciente de un hombre dormido, dilatando el tiempo de diez horas a cien años a medida que profundizan en el inconsciente, es solo el vestido del emperador, lujoso y espléndido, que envuelve una verdad cotidiana de la que no somos conscientes: Nos implantan las ideas todos los días y encima, pensamos que son nuestras. Que risa¡¡¡