miércoles, 25 de octubre de 2017

LUCES DE TODO TIPO


(no puedo evitar poner una imagen poco conocida de uno de los films Lumière)

Primera luz: ¡Lumière! Comienza la aventura
La semana pasada se estrenó la que para mí es la mejor película del año (y a lo mejor de todos los años). Se llama ¡Lumière!. Aparece como una película de Thierry Frémaux., pero para ser justos debería decir de los Hermanos Lumière, Auguste y Louis, y de todos los camarógrafos que mandaron a recorrer el mundo en los cruciales años de 1895 a 1905.  Creo que la forma mas adecuada sería decir que ¡Lumiere!  no es "de", sino que existe “gracias a" Thierry Frémaux. Y no solo por este film magnifico e imprescindible,  sino por el excelente trabajo que el director artístico de Cannes realiza en Lyon al frente de la casa museo que alberga el Instituto Lumière donde se recupera, restaura, conserva y da nueva vida a la ingente obra que dejaron estos creadores del lenguaje del cine. Frémaux ha seleccionado 108 de los más de 1400 films de menos de un minuto que se conservan y los ha organizado por temas de manera que mientras los ves te vas empapando de cómo vivía la gentes de esa época: la familia, los obreros, la ciudad,  y poco a poco vas descubriendo el horizonte más lejano en las películas que enviaban los operadores desde los lugares más remotos: México, Vietnam, Barcelona… Ver estas pequeñas joyas en un blanco y negro perfecto, nos permite disfrutar a muchos niveles. Para mí el primero ha sido el del placer de ver la vida discurrir ante los ojos. Pero hay más sorpresas. Como la de acabar con el tópico de que los Lumière filmaban la realidad y Méliès filmaba la fantasía. No  es cierto. Estos film demuestras que los que filmaban estos cortos eran ya directores de cine. Sabían donde poner la cámara, como iluminar para conseguir un efecto dramático, buscaban el encuadre justo y lo que es más importante, tenían una puesta en escena muy elaborada con una clara dirección de actores. Es decir, hacían CINE, con mayúsculas y hacían ficciones sobre la realidad. Poesía y belleza, risas y dramas, todo aparece en esta película-río-historia que Frémaux va narrando con humor y con inteligencia, mostrándonos como un detective los detalles que  se escapan a un simple espectador. No me cabe duda: es la mejor película del año.


(Volker Schlondörff recibe el premio Mirada Internacional del 26 Festival de Cine de Madrid)

Segunda luz: Schlondörff
El fin de semana pasado estuve en Madrid, invitada por la Plataforma de Nuevos Realizadores que organiza el Festival de Cine de Madrid. En concreto me invitaron para que participara en un homenaje al director Volker Schlondörff al que se le entregaba el premio Mirada Internacional. Fue un placer encontrarme con este director alemán que lleva nada menos que 51 años haciendo cine. Su primera película, absolutamente moderna en todos los sentidos, fue El joven Torless realizada en 1966 cuando tenía 25 años y desde entonces, Schlondörff ha hecho 43 mas hasta la última, estrenada hace apenas unos meses. Esto solo ya hacía apetecible la invitación a conocerle y tener un coloquio con él y con el público. Pero resultó mucho mejor cuando me encontré con un hombre de un sentido del humor inacabable, que habla cinco idiomas cambiando de uno a otro sin problemas, que conoció a Billy Wilder, a Fritz Lang, que trabajó con Louis Malle o Jean Pierre Melville, que fue contemporáneo de la nouvelle vague y del nuevo cine alemán y que, y eso es lo mejor, sigue reflejando su tiempo como lo ha hecho siempre a través de sus películas.
Schlondorff es un director europeo nacido en Alemania, formado en Francia, que ha trabajado en Inglaterra y Estados Unidos, ha vivido en Italia, conoce bien Polonia y es feliz en cualquier lugar donde exista la tolerancia y la curiosidad. Es un hombre sin fronteras que entiende el valor de mezclarse con otras culturas, con otras gentes. Un soplo de aire fresco en medio de este ambiente viciado en el que vivimos. Fue muy divertido escucharle hablar de cómo en los cuatro días que había estado en Madrid había estado viviendo en una especie de tsunami de emociones y de recuerdos, pasando de una película hecha hace cincuenta años, a otra de hace veinticinco o de una de hace cuatro años a otra de hace treinta, saltando de una a otra con todos los recuerdos que las acompañaban. Un montón de fantasmas del pasado y del presente se agolpaban en su memoria y los compartía con nosotros. Pero no solo el pasado. Schlondörff no es una persona nostálgica. Vive su tiempo como lo ha hecho siempre y por eso es un hombre preocupado por la deriva populista y nacionalista, xenófoba y reaccionaria que se extiende por Europa, por España, por Catalunya.
Agradezco a la Plataforma y al Festival esta oportunidad de conocer a Schlöndorff y desde aquí quiero reconocer el inmenso trabajo que hacen por dar a conocer a nuevas voces, semillas del futuro.


(el por qué de estas vasijas de Ramon, lo sabrán si ven la película de Kore-eda)

Tercera luz (o mas bien sombra): El tercer asesinato
Hay luz en esta película oscura. Hay una extraña luz que se cuela por la ventana de una celda de prisión. Es una luz que ilumina apenas una película sombría. O mejor que sombría, una película metafísica. No se asusten. En realidad es un film que habla de un crimen, del acusado del crimen y del abogado que lo defiende. Pero tratándose de Kore-eda, nada es tan sencillo como en una serie de  televisión de juicios. Hay un muerto, si. Pero ¿por qué lo mató el asesino confeso? ¿lo mató en realidad, si o no? El film discurre ante nuestros ojos a través de conversaciones entre el abogado, el asesino, la familia de la víctima.  Y poco a poco nos va sumergiendo en un universo de padres e hijas, la familia siempre importante en Kore-eda, aunque no unos padres y unas hijas convencionales. Hay dos hijas adolescentes y una hija ausente. Hay un doble conflicto, Hay un asesinato anterior, cometido por el mismo hombre treinta años atrás. Y hay un tercer asesinato. Sí, lo hay aunque no lo veamos. Es una película que cansa en algunos momentos, que invita a desconectar, pero si se tiene paciencia, hay una secuencia al final, espléndidamente rodada, magnífica en su contenido, que justifica todo el film. Y lo explica. Una luz teñida de sombras.



(esta vez era muy claro que lo que hacía falta era un ciervo de las acuarelas de Ramon)

Cuarta luz. En cuerpo y alma
Esta es una luz onírica, de sueño. Un sueño soñado a dos. Un sueño de amor en el bosque: el amor de un ciervo imponente y una dulce cierva. Es una luz de invierno, acuática y blanca que contrasta con la luz de verano, fría y azul de un espacio completamente inhóspito: un matadero donde los animales miran por los tablones antes de ser sacrificados. Es aquí donde se encuentran dos almas perdidas que no tienen cuerpo. Un hombre solitario y callado, una mujer joven con un profundo miedo al contacto, al mundo. Sin saberlo, los dos están conectados y a través de sus sueños llegaran a conquistar el cuerpo que les falta. Hay dos partes muy claras en esta película. Mejor dicho tres: el sueño, precioso y silencioso, siempre en alerta, pero nunca en peligro; la vida en el matadero, más que cruel, indiferente a la muerte que les rodea; el mundo de María y Endre, que poco a poco les aleja del matadero y los lleva hacia sus nidos respectivos. La nueva película de la húngara Ildikó Enyedi ganó el Oso de Oro de Berlín este año.  Si se dejan llevar por la sugerente relación de los ciervos entenderán porque se lo merecía.

sábado, 14 de octubre de 2017

FANTÁSTICA (S)





(no suelo poner fotos de película, pero esta me gusta mucho y además es una imagen perfecta de esta mujer fantástica)
Esta semana quiero hablar de dos mujeres fantásticas. Una en la pantalla, la otra en la vida real.
La primera es Marina Vidal, es decir Daniela Vega, la protagonista de Una mujer fantástica de Sebastián Lelio. Marina es una mujer estupenda, mucho más mujer que muchas mujeres. Marina tiene una dignidad y un dolor dentro que la actriz sabe transmitir de una manera sutil, sin aspavientos, sin esfuerzo. Esta es una película que no se puede contar. No porque no quiera explicar de qué va (que no quiero) sino porque si se cuenta, se reduce su historia a un mero (melo)drama. Y no lo es, es mucho más. Es un retrato de una sociedad hipócrita, pero sin poner el acento en su maldad, comprendiéndola; es el relato de una pérdida, pero sin caer nunca en el sentimentalismo; es la mirada sobre un ser desvalido que se crece frente a una adversidad inesperada; es la forja de una dignidad que el film respeta incluso en su puesta en escena, sobria y distanciada. Y es una gran historia de amor fantástica. El amor de Marina la llevará hasta poder despedirse de Orlando siguiendo la sombra de su fantasma. Y solo después de decirle adiós, podrá cantar dos  hermosísimas arias: Sposa son disprezzata, de Vivaldi y Ombra mai fu, de Handel, con una voz espectacular. No en balde Daniela Vega es una de las mejores cantantes líricas chilenas y una mujer fantástica sin duda.




La segunda mujer fantástica es AnneWiazemsky. En medio del ojo de este estúpido huracán doméstico que estamos viviendo, no nos damos cuenta que ahí fuera pasan muchas cosas. Cosas  buenas, algunas, cosas malas, muchas. Quizás por eso nadie se hizo eco de la muerte de esta estupenda mujer el pasado día 5 de octubre. Yo misma me enteré casi por casualidad. Y me supo mal, muy mal. En primer lugar porque es una mujer de mi generación, Anne W. tenía 70 años, yo tengo 67. Demasiado cerca. En segundo lugar porque aunque ella era miembro de una familia de la aristocracia francesa en el Paris de los años 60 y yo una hija de refugiados en la Barcelona del franquismo, teníamos algo en común: la música que oíamos, los libros que leíamos, las ideas que defendíamos. Aunque eso,  yo entonces, ni siquiera lo sabía. Tardaría unos años en descubrir en un pase en la Filmoteca el año 1973, la película de Bresson Au hasard Balthazar, donde Anne W. deslumbraba con su luz y su mirada baja. Pero al que si conocía era a Godard y también los Cahiers du Cinéma y también los efectos del famoso Mayo  del 68. Sabía que Godard había hecho una película que se llamaba La chinoise y que el director francés reivindicaba el Libro Rojo de Mao como si fuera la Biblia. Sabía, también, que vivía con la protagonista de la película, lo que, en ese momento, me producía mucha envidia.
Más tarde, cuando vi la película, cuando vi lo que Godard había hecho dentro del Grupo Dziga Vertov,  me di cuenta de lo estúpida que era yo, pero sobre todo, de lo estúpido que era ese director ególatra, inseguro y pedante que abandonó el cine para adentrase no se sabe bien en qué. Esta idea me la confirmó la propia Anne W. cuando publicó el divertido libro Un año ajetreado en el que relataba sin ningún pudor y sin miedo su relación con el Temible Godard. Y lo hacía con humor y con ironía y con amor por ese (mal) genio que no supo sobrellevar la ola de rebeldía que cubrió Francia en el año 1968.

La muerte de Anne W. coincide con el estreno de Mal genio, el film que Michel  Hazanavicius ha dedicado a Godard y AnneW, justamente a partir de su libro de recuerdos. Es una película divertida, que nos muestra a Godard, interpretado por Louis Garrel desde el respeto pero no la reverencia, como lo que era: un hombre pedante, muy convencional e incluso reaccionario, pero convencido que era la voz de la revolución.  La mejor impresión del personaje de Godard, a parte de la que ofrece Anne W. en su libro, es la que ha hecho la actriz que la interpreta en la película. Stacy Martin confiesa haberse empapado de la época viendo las películas de François Truffaut, “por la forma en que las personas hablan, la forma en que se mueven, la forma en que se comportan. Las películas de Truffaut me ayudaron a encontrar una textura, un tono. Las películas de Godard están completamente reescritas en la edición, lo que hace difícil obtener inspiración directa sin caer en la caricatura. Necesitaba algo más natural, más cotidiano y las películas de Truffaut fueron muy útiles para esto”. No como las de Godard en esa época. Cine inútil en definitiva del que nadie se acuerda ya. Yo, por mi parte, me quiero acordar aquí de Anne W., una mujer fantástica.

sábado, 7 de octubre de 2017

BLADE RUNNER


(cuando vean la peli sabrán por qué he elegido este árbol de Ramon)
Esta mañana he visto Blade Runner 2049. Me ha gustado mucho. No voy a decir mucho, o más bien nada, de lo que pasa en la película. Cuando he llegado a casa he visto la vieja, la primera, Blade Runner 2019. Esa que hace 35 años nos parecía tan lejana, tan futurista y que ahora está a la vuelta de la esquina. Me ha vuelto a gustar mucho. Mantiene todo su misterio y su nada oculto deseo de encontrar una respuesta a la única pregunta que no la tiene. ¿Cuánto vamos a vivir?  El final del Blade Runner del 2019 nos dejaba con una puerta abierta. ¿Conseguirían Deckard y Rachel escapar de esa ciudad de Los Ángeles, lluviosa y agobiante  y alcanzar la tierra donde vive el unicornio?
La respuesta está en esta película que no es una segunda parte, ni una continuación. Es una prolongación, como lo es la vida que se prolonga de padres a hijos y a nietos y a… Han pasado 30 años, hay replicantes, hay blade runners que los retiran, hay lluvia, hay preguntas. Las eternas preguntas. K, el nuevo Blade Runner, no verá naves ardiendo mas allá de Orión, ni rayos C en las puertas de Tanhauser, pero si verá desiertos secos, ciudades en ruinas, rayos de esperanza en la nieve. Y también verá mujeres, mujeres poderosas. Porque en este paisaje desolado las mujeres son muy importantes. Ya sean proyecciones que alivian la soledad, ya sean justicieras implacables, ya sean preservadoras del futuro, ya sean fabricantes de recuerdos. La semilla de Rachel ha dado muchos frutos. Para descubrirlos tendrán que verla.

Y nada mas esta semana en la que mi intención era no hablar de NADA. Porque la sensación de vacío y de tristeza, de pérdida y de agresión, de desaliento y de miedo lo han dominado todo. No sé si el 2049 será como lo describen en la película. Lo que si sé es que el 2017 se parece mucho a un film de terror en todos los sentidos.