sábado, 24 de noviembre de 2018

CINE DE NUEVO¡¡¡



(Behnaf Jaffari, una de las caras de este film)
Tres caras
Se estrena una nueva entrega de la crónica personal/colectiva que está realizando Jafar Panahi en Irán. Ya lo he dicho otras veces, me asombra la capacidad de este hombre de convertir su castigo, no poder salir de su casa, no poder salir del país, en un elemento estimulante para construir una obra inclasificable y además divertida. Panahi, a pesar de todo lo que le pasa, nunca pierde el sentido del humor. El último capítulo de este extraño y apasionante diario, empieza con una filmación de teléfono móvil donde vemos a una adolescente que anuncia su suicidio porque no aguanta la prohibición de su familia a su deseo de convertirse en actriz. El mensaje está dirigido a una famosa actriz y directora y se lo han mandado a Jafar Panahi. La actriz, una de las mas importantes y bellas del cine iraní, y el director, parten juntos en busca de la chica para intentar averiguar que le ha sucedido. No voy a desvelar más de la trama, solo decir que en su investigación acaban en un remoto pueblecito de la frontera donde encuentran una actriz famosa antes de la revolución islámica que vive aislada y marginada después de haber sido perseguida. Estas tres mujeres son las tres caras de la película: la chica que sueña con ser actriz y no la dejan; la actriz/directora adulada y venerada; la vieja actriz olvidada a la que nunca vemos el rostro. Con diálogos inteligentes encuentros inesperados, situaciones absurdas y un excelente uso del paisaje y las montañas, Panahi nos hace un dibujo de su tiempo mucho más vivo que muchos artículos o denuncias explicitas sobre la realidad de las mujeres (y de él mismo) en un país que se empeña en seguir viviendo en el atraso más absoluto . Tres caras es una película cristalina que permite ver a través de ella.


(esta joya, uno de los objetos robados en el Museo, es la que aparece en mi novela 
La piedra negra)
Museo
La noche de Navidad de 1985, se cometió un espectacular robo en el Museo Nacional de Antropología de ciudad de México. Museo es la crónica de este robo que sucedió realmente conmocionando a todo el país por el valor incalculable de las piezas robadas. Sus autores fueron identificados y detenidos, se recuperaron varias piezas, entre otras una preciosa máscara de jade verde. Pero lo que nunca se supo fue ni el cómo ni el porqué y sobre todo que pasó después del robo. Alonso Ruizpalacios, un director estupendo al que descubrimos con Güeros, imagina lo que pudieron hacer los dos estudiantes de veterinaria que robaron el museo los días posteriores al robo durante su viaje de huida intentando colocar las piezas entre los traficantes de objetos robados. Trabajo casi imposible dada la dificultad de ocultar esos valiosos tesoros que les lleva en cambio, a descubrir los lazos de su amistad. La película se plantea como un thriller pero acaba siendo una comedia negra sobre la insatisfacción y el deseo de hacer algo que los saque de la rutina de una vida mediocre. Este film me gusta especialmente porque pasa en México, porque sale un museo donde he pasado muchas horas en mi infancia y porque cuenta un robo que utilicé como elemento en un capítulo de La piedra negra. Tres cosas por las que le tengo cariño.


La balada de Buster Scruggs
Los hermanos Coen han reunido un espléndido conjunto de actores (casi todos masculinos, el oeste fue cosa de hombres) en su nuevo trabajo La balada de Buster Scruggs. Es una gran noticia que esta película se haya estrenado en Netflix. Lo es porque eso quiere decir que la podrá ver muchísima más gente, en versión original con subtítulos en cualquier parte del mundo. A veces tendemos a pensar desde una postura urbanocéntrica muy limitada y nos gustaría que las películas solo se vieran en las pantallas de cine. Pero olvidamos que solo viviendo en una gran ciudad podemos verlas en una buena pantalla y en versión original, el resto del mundo, es decir casi toda la población en el caso de España, se tiene que conformar con verlas dobladas o nunca. En cambio, Netflix y cualquier otra plataforma, acerca el buen cine al último rincón del mundo siempre y cuando haya internet, claro. Bueno, dicho esto, solo me queda decir que La balada de Buster Scruggs me ha gustado mucho. Soy muy fan del western, de todo, el clásico, el moderno, el posmoderno, el spaguetti, incluso el malo. La revisión del mundo del oeste que han hecho los Coen es especialmente buena. Son seis historias que debían presentarse en forma de serie. Pero los Coen prefirieron no encorsetarse en el formato serie y han hecho una película libre en todos los sentidos. Las historias duran lo que tienen que durar, unas más que otras, los espacios son los que tienen que ser, todos ellos escogidos con un cuidado exquisito para ser el escenario de lo que se cuenta. No hay nostalgia, no hay final feliz, hay historias que tocan todos los géneros: western musical, western realista, western poético, western de aventuras, western romántico, western fantástico. Historias crueles casi todas, divertidas a veces, siempre de supervivencia. Una sola imagen de este film llena la pantalla de sentido (me dijo Ramon mientras la veíamos) y tiene razón, porque el cine no es solo lo que nos cuenta, es la capacidad de evocar sensaciones y emociones con un árbol, un río, una caravana, un hombre sin brazos… Los Coen, como muchos otros directores, han acabado con el lugar común de que el cine es distinto a la televisión. Ya no es cierto, se puede hacer gran cine para una pantalla de ordenador o de televisión. Lo único que importa es tener algo que contar y contarlo bien. Y ellos lo han hecho.

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La noche de los doce años
Hay una tercera película en los cines de la que no he hablado. No me apetecía demasiado, y por eso la dejé fuera del post. Tener que explicar a un buen amigo porque no la había puesto me ha llevado a reflexionar sobre ella y por eso añado estas líneas que me parecen que cuentan mejor que nada cual es mi sentimiento hacía un film que me parece importante sin duda.
La película de Brechner es un ejercicio muy interesante sobre el paso del tiempo y el peso de la soledad y el aislamiento. Me gusta que no ponga acentos tremendistas en las secuencias de tortura o de castigo y que muestre los espacios donde se los confina de una manera tan realista y al mismo tiempo abstracta. Las celdas, las ventanas, las rejas, se convierten en dibujos de un paisaje mental para los tres protagonistas. Los tres personajes están muy bien definidos en sus distintos caracteres.  Y la forma en que interactúan prácticamente sin estar nunca en el mismo plano es increíble. Aclaro que los tres personajes son tres prisioneros políticos de la dictadura de Uruguay que permanecieron detenidos y aislados entre 1973 y 1985. No son tres detenidos cualquiera: se trata de José Mugica, Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro. La canción de Silvia Pérez Cruz es muy bonita y hay que oírla hasta el final. Lo que no me gusta son las evocaciones, sé que son necesarias, pero me sacan un poco del  estado de ánimo que me crea el encierro.
Una última reflexión, la de las vueltas que da el mundo. Nunca hay que desesperar. Por mas que la situación en la que estemos sea horrible y parezca no tener final, siempre hay un camino de salida. El tiempo ayuda a colocar las cosas en su sitio. Por eso es importante resistir y no caer ni en la desesperación ni en la locura y mucho menos en la tentación del suicidio. Vivir es superar esos terribles retos y la vida, si uno es fiel a si mismo, acaba por recompensarte.











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