sábado, 1 de agosto de 2020

JUAN MARSÉ




El 18 de julio de este año murió Juan Marsé y los periódicos se llenaron de artículos sobre él y su obra, unos mejores que otros. Se lo merecía. Fue y será siempre, uno de los mejores escritores en lengua castellana, seguramente el mejor cronista de la Barcelona del siglo XX. Sus libros se leerán siempre, como los clásicos. Yo no llegué a conocerle, pero sus novelas me acompañaron desde los 16 años, a veces me gustaban mucho, otras me gustaban menos, luego me volvían a gustar. Pero no era un problema del libro, la que cambiaba era yo y mi percepción del mundo y su literatura. Vivo en el Guinardó y conozco los paisajes del Pijoaparte de primera mano. He visto como cambiaba el Carmelo, el Parc dels Tres Turons, el parque del Guinardó. Su geografía es un poco la mía. La de Gracia no tanto. No he sido nunca una fan del barrio de la Festa Major. Pero reconozco la Barcelona de Teresa, la de Montse, la de Rabos de lagartija. Es también mi Barcelona.
Se ha escrito mucho estos días sobre Juan Marsé. Ha habido de todo, artículos buenos, malos, sinceros, banales, importantes, envidiosos, dolidos. De todo lo que he leído me quedo con dos artículos, el de Joan de Sagarra en La Vanguardia, porque es de una sinceridad emocionante; el de Antonio Muñoz Molina en Babelia, porque se acerca a su obra desde la admiración del que sabe lo difícil que es escribir.

Joan de Sagarra. La Vanguardia, 26 de julio del 2020
“Se murió, se nos murió Juan Marsé, el enorme fabulador, “el último clásico de nuestra novela”, como leíamos en la portada del ABC, pero, para mí, además del enorme fabulador, del último clásico, se me ha muerto mi mejor amigo, Joan Marsé i Carbó. ¿Amigo? Marsé lo veía así: “Lo que sí recuerdo de Joan” (es decir, de mí), escribió hace más de treinta años, “es su espontánea predisposición a la amistad, o por mejor decir, a la complicidad. De hecho, durante muchos años, lo que ha marcado nuestra relación ha sido, en no pocos aspectos, la complicidad. Hemos sido cómplices de la madrugada y de sus ritos, cómplices en la alegre transgresión social de los sesenta y setenta (alguna bien sonada, como recordará el propio Joan), en el copeo y en las discusiones con amigos, y en las filias y en las fobias, yendo al cine o al teatro, pasándonos libros y discos y alcoholes varios, cómplices en la adoración a la Piaf y a Chéjov, a Simenon y a Simone Simon, a Pla y a Camus, a Sinatra y a Gloria Graham, a Arletty y a Pépé ­Le­ Moko…”.”

Antonio Muñoz Molina. Babelia, 25 de julio
“El espíritu de la novela es la mirada ácida y asombrada que Juan Marsé mantuvo siempre: no dejar nunca de disfrutar de la belleza de las fábulas de la literatura o del cine, y salir luego a la calle y fijarse en todo lo que pasa para poder contarlo tal como es, o convertirlo en materia de una novela. No ha habido nadie como él.”

Además de estos artículos he tenido la suerte de leer una larga entrevista inédita que el periodista y novelista Quim Aranda le hizo al escritor en el año 2000. Es una lección de literatura en toda regla. Un diálogo de escritor a escritor que Aranda enmarca perfectamente cuando dice:
 “Ens vam trobar a la seva casa de Calafell el juny de l'any 2000. L'excusa era la publicació de Rabos de lagartija. Però en realitat, el que jo volia era robar-li els seus secrets Sobretot, el secret de la recepta de l'escalivada. No en vaig treure l'entrellat i ara hauré d'esperar a què s'obri la caixa que va deixar a la Biblioteca Nacional quan va rebre el Premio Cervantes.”
De la entrevista titulada Al final, tot va a l’oblit , Juan Marsé, entrevista inèdita vint anys després, extraigo dos respuestas muy lúcidas:
No. No em desanimo fàcilment. Sóc molt pacient i estic segur i convençut que al final aconseguiré, més o menys, el que vull. Dic més o menys perquè mai acaba de ser... Per a mi, tota novel·la implica un fracàs, en el sentit que la idea inicial que tens acaba convertint-se en una ombra bastant pàl·lida...
Vist objectivament, un pensa: “Si el llibre no s’aguanta ni deu anys, o cinc anys, malament”. La prova de foc per a un llibre és el temps. I sí, molts llibres van a parar a l’oblit. Però jo em referia a què tot ha d’acabar en l’oblit perquè tot acabarà, fatalment, en l’oblit. Però preservar de l’oblit determinades coses que tenen que veure amb la vida d’un, amb la vida d’una ciutat, d’una comunitat... Home, hi ha alguna cosa d’això.”
 “En realitat, això toca el fons de la qüestió el tema de la ficció literària. És poc important que el que hi hagi al fons d’una novel·la correspongui a un fet real. Poc important. L’important és que sigui creïble, que sigui veritat quan un ho llegeix. No que hagi passat.”
https://www.quimaranda.com/        




La muerte de Marsé me hizo recordar un estupendo documental de Augusto Martínez Torres del año 2012 que se puede ver en Filmin. Se llama Juan Marsé habla sobre Juan Marsé. Cuando lo vi en los desaparecidos Cines Méliès de Barcelona, escribí en el blog un texto que recupero ahora:
27 de enero del 2013
Me encantan las entrevistas. Me gusta muchísimo hacerlas y me gusta muchísimo escucharlas o verlas. Pero detesto esa moda de hacer entrevistas en televisión con una cámara enloquecida que no para de moverse, de hacer encuadres imposibles, de mostrar el cogote del entrevistado. O la manía de ilustrar a toda costa la entrevista con imágenes que a veces vienen a cuento y otras no. También me parece horrible el uso que se hace de músicas enlatadas que casi nunca tienen sentido. Hace un tiempo, propuse a diversas televisiones un programa de entrevistas a directores de cine en los que no se utilizarían secuencias de películas. Solo la entrevista, dejarlos hablar, expresarse con el cuerpo, la mirada, los silencios. No lo aceptaron, naturalmente. Augusto Martínez Torres ha conseguido hacerlo y lo enseña en cines, no en la tele. Lo ha hecho con una entrevista a Juan Marsé realizada durante ocho horas  durante dos jornadas. Una entrevista en plano fijo que es puro cine por el encuadre, el suspense (el tiempo que va marcando el reloj de pulsera del escritor) y el uso del sonido y los silencios. No voy a hablar aquí de lo que cuenta Marsé, suficientemente conocido ya. El documental se puede ver en Barcelona en los cines Méliès y espero que se pueda ver en otras ciudades dentro de poco. Solo voy a destacar una cosa. Casi al principio de la entrevista Marsé hace referencia a una película que le gusta mucho, Encadenados (Notorius) de Alfred Hitchcock. Cita en concreto un diálogo del principio del film que dice:
I.B. ¿Por qué debería hacerlo?
C.G. Patriotismo
I.B. Esa palabra me hace daño. No gracias, no me interesa el patriotismo, ni los patriotas. Llevan la bandera en una mano y te roban con la otra.
No recordaba ese diálogo escrito por Ben Hecht y la verdad es que me impresionó que en una película americana de 1946 se hiciera un  diagnóstico tan certero de lo que está pasando ahora mismo a nuestro alrededor. Da igual que las banderas tengan tres o cinco barras, estrellas o águilas, casi todos la enarbolan en una mano y con la otra se llenan los bolsillos.”
El documental de Augusto adquiere con la muerte del escritor un valor añadido, se convierte en memoria. Vale la pena verlo y escucharle desgranar su vida y sus libros con una naturalidad desarmante. Es un placer.



(el libro de AMT en buena copañía)


Marsé, libros, cine y salas de cine, todo me ha llevado a recuperar un libro de Augusto Martínez Torres del que todavía no había hablado en el blog. Es un libro de historia del cine, pero también de memoria personal y sobre todo es una ficción que se alimenta de la verdad del autor. Se llama El cine de las sábanas blancas, publicado el año pasado por Huerga&Fierro editores. El pequeño resumen de presentación dice: “A lo largo del tiempo y el espacio, en un deambular por Madrid de un cine a otro, intentando recordar locales de otro siglo, restos de un pasado desaparecido, el narrador entremezcla historias del cine, memoria de algunas películas,  anécdotas vividas en ellos, las chicas que lo acompañaron en sus correrías, antes de llegar al cine de las sábanas blancas, entre verdades, que parecen mentiras, y mentiras, que intentan parecer verdades.” Hay que reconocer que llamarse Augusto y tener un hermano que se llama Luis, era toda una declaración de principios para que los dos niños que crecieron en la España de los años 40 y 50 que encontraran en los cines de barrio de Madrid un refugio para soñar y cuando  crecieron, en el caso de Augusto, para convertirse en su profesión como crítico, guionista y director de cine. Cuando leí el libro le escribí a Augusto un e-mail escrito con toda la sinceridad del mundo:
“Ayer acabé de leer El cine de las sábanas blancas. Me ha costado un poco, tengo que reconocerlo. La verdad es que no sé si me gusta o no. Es un libro desconcertante, esperas encontrar una crónica de los cine de Madrid, y te tropiezas con una crónica sentimental de tus andanzas eróticas (reales o inventadas, da lo mismo). Esperas encontrar unas memorias personales sobre tu relación con las salas de cine  y te encuentras con una minuciosa descripción de los edificios y de su historia. Esperas encontrar una historia del cine y te salta una especie de mirada transversal a través de las películas. Las tres líneas narrativas se mezclan sin fronteras entre sí creando un texto extraño, ambiguo, raro, al que tu peculiar escritura, con una gramática absolutamente libre de cualquier traba, no se si ayuda o complementa la rareza. Hay ratos que he disfrutado, otros me he sentido un poco agredida, la mayor parte del tiempo visualizaba los espacios y los imaginaba. Ha sido una lectura especial, difícil de definir. Como es difícil de definir el género del libro al que no dudo en calificar de “augustiano”. Me asombra que hayas encontrado editor para un texto tan heterodoxo pero me alegro que existan aún editoriales capaces de arriesgarse con libros como éste que no se parece a nada.” No sé si Marsé llegó a leer el libro de Augusto, pero estoy segura que le habría gustado. En el fondo y desde otra manera de escribir, hablan de lo mismo, la infancia, los cines, el descubrimiento del mundo, la vida…


ATLÀNTIDA FILM FEST
Seguimos sin estrenos y con muy pocas salas abiertas (al menos en Barcelona), así que los que buscamos cine tenemos que refugiarnos en las plataformas donde por suerte si se van estrenando películas o se programan festivales. Como el que ha comenzado esta semana en Filmin. Desde el pasado 27 de julio hasta el 27 de agosto, se puede ver en Filmin toda la programación del Atlàntida Film Fest. Son películas muy nuevas, de directores la mayoría desconocidos. Es difícil recomendar ninguna en particular. Vale la pena arriesgarse, dejarse llevar por lo que sugieren los textos que las apoyan y disfrutar de sorpresas inesperadas que seguro que hay muchas.
Leer o releer a Marsé, descubrir pelis en la Atlàntida, pueden ser dos ayudas en este agosto extraño de mascarillas, calor  y desconcierto.


El regalo de esta semana está dedicado a Juan Marsé. Marsé tenía “un bosque de jilgueros metidos en los oídos” es decir acúfenos. Para él es esta sugerente oreja  de una serie muy desconocida de dibujos de Ramon.



















1 comentario:

  1. Genial la referencia a las banderas, todo lo que unen también lo separan. Deberían desaparecer.
    Y los que las enarbolan. Qué fea está la política! Necesita un restyling.
    Me gustaría saber tu opinión sobre “el viento se llevó lo que”.
    Viva Ramón!!!!

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