viernes, 10 de marzo de 2023

MEMORIAS

 

Esta semana hay dos estrenos interesantes, La belleza y el dolor, el documental de Laura Poitras que puede ganar un Oscar este domingo, y El caftán azul, la delicada historia de amor a tres bandas en un entorno intimo que ha dirigido la directora marroquí Maryam Touzani. Las dos valen la pena por distintas razones, aunque las dos padecen del mismo problema. Son largas. El documental de Poitras, alarga demasiado la parte dedicada al activismo de la fotógrafa Nan Goldin contra una farmacéutica en detrimento de la revisión de su interesante trabajo y su propia vida. El caftán azul, alarga su metraje de forma innecesaria para contar lo que quiere contar, ralentizando a veces la historia en detrimento de las emociones que sus tres protagonistas despiertan en el espectador.

Pero hoy quiero hablar de dos libros de memorias.



Memoria 1. No me acuerdo de nada, Nora Ephron

Traducción de Catalina Martínez Muñoz. Libros del Asteroide 2022

“Hace años que las cosas se me olvidan”. Contradiciendo a la propia autora olvidadiza, empiezo este texto con una cita de ella, que llevó a rajatabla la norma de no empezar nunca un artículo con una cita. Ella es Nora Ephron, y la cita es la primera frase de su último libro No me acuerdo de nada, una especie de memorias, diario, testamento, arreglo de cuentas con su vida y su trabajo. Escrito dos años antes de morir, cuando solo ella sabía que estaba enferma, leerlo ahora, once años después de su muerte, produce una sensación extraña de afinidad, cercanía y nostalgia. Y sonrisas. Muchas sonrisas. Porque no en balde Nora Ephron fue una de las mejores guionistas de comedias románticas que están en la memoria de todos, Cuando Harry encontró a Sally y su famosa escena del restaurante, o Tienes un e-mail. Historias que surgían de su propia vida y que, como Se acabó el pastel, libro y película, le servían para reírse de sus resbalones en la piel de plátano de la vida. Organizado en capítulos autónomos pero que de alguna manera siguen un hilo narrativo cronológico, No me acuerdo de nada es la prueba de que Nora se acordaba de todo. De la difícil vida con unos padres conflictivos y famosos, de sus principios como escritora en revistas como The New Yorker, de sus guiones y el origen de sus historias, de sus matrimonios y divorcios, de sus hijos, de sus hermanas, de las tartas y los regalos, de la sopa de pollo y la cena de Navidad, de cine y de literatura. Divertidas, ágiles, fáciles de leer y de compartir –¿acaso no nos acordamos de nada y al mismo tiempo de todo, cada uno con su nada y su todo?–, este libro se lee de un tirón y se disfruta como una buena tarde de té y pasteles con una amiga a la que hace tiempo no has visto.

 


Memoria 2. Mi guerra ajena, Marina Colasanti

Traducción de Beatriz Peña Trujillo, Babel Libros, Bogotá 2013

Una buena amiga, que sabe cuánto me gustan los libros de memorias, nos regaló hace un tiempo un libro que he tardado un poco en leer. Mal hecho, porque Mi guerra ajena es un texto que de alguna manera tiene mucho que ver conmigo. A ver, no porque la vida de Marina Colasanti, escritora y poeta italiana nacida en Abisinia en 1937, tenga nada que ver con la mía. Pero un poco sí, porque ambas compartimos el desarraigo en la infancia y el traslado a otro país forzadas por circunstancias ajenas a nosotras. La guerra ajena de Colasanti es la Segunda Guerra Mundial. Una guerra que condicionó su vida de niña nómada. Nacida en Absisinia, en la Eritrea italiana donde vivía por la militancia fascista de su padre, las memorias de Colasanti abarcan los diez años que van de 1937 a 1948. Su primera infancia en las exóticas ciudades africanas, el viaje a Italia y la primeras experiencias bajo las bombas en el lago de Como, último refugio del fascismo cuando poco a poco Italia fue liberada, la Roma de la primera posguerra y finalmente el avión que la llevaba a un nuevo mundo con poco más de diez años. Marina recuerda esta época con la inocencia de una niña, la felicidad de la vida y los juegos infinitos. El miedo se trasluce en muchos momentos, pero nunca hay una verdadera conciencia de peligro. Ella y su hermano construyen un mundo propio en el que refugiarse y protegerse de una realidad demasiado dolorosa e incomprensible para dos niños. A través de los distintos capítulos descubrimos tres realidades que se superponen: la de los niños y su vida regida por la playa, la nieve, las lecturas, el colegio, la ausencia del padre, la presencia de los abuelos; la de la guerra que se va desarrollando en paralelo a ellos, sin tocarlos directamente pero si como una realidad ineludible; y la del presente en el que una Marina adulta vuelve a los lugares de su niñez y los reconoce con la memoria y no los reconoce en la realidad. Mi guerra ajena es un libro muy bonito, una ventana a una vida que generosamente se nos regala. Y además, tiene un aliciente extra. Es un texto de una italiana que escribe en portugués y está traducido en el español de Colombia. Los tres idiomas se van revelando en el lenguaje y en las construcciones gramaticales, enriqueciéndolo de una manera inesperada. 

El regalo de esta semana es una lectora atenta, quién sabe si de libros de memorias.



 

 

 

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