sábado, 15 de abril de 2023

TRES PELÍCULAS FRANCESAS


El cine francés puede ser irritante, convencional, independiente, atrevido, comercial, innovador. Vaya, como cualquier otro cine europeo. La prueba la tenemos en tres films franceses que se estrenan esta semana: una espectacular adaptación literaria, una bonita película, un thriller político.

 


La adaptación literaria. Los tres mosqueteros: D’Artagnan de Martin Bourboulon.

Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas, es uno de esos libros que identifico con  mi infancia. Lo leí en México antes de cumplir los 12 años. Me gustó muchísimo, me encantaban las aventuras del gascón deslenguado D’Artagnan, su amor por Constance, la lealtad del Todos para uno y Uno para todos, la maldad de Milady de Winter, la traición del Cardenal Richelieu, el rey, la reina, los palacios. Todo era bonito y sin referentes para mi que era incapaz de imaginar un palacio o una reina como no podía imaginar que el castillo de Cenicienta existiera de verdad. La historia europea quedaba muy lejos en ese México de los primeros sesenta. De pronto, un día, en la televisión, todos esos personajes y lugares adquirieron caras en una película musical inolvidable Los tres mosqueteros de George Sidney con Gene Kelly bailando espada en mano enamorado de June Allyson y la rubia y malvada milady que hacía Lana Turner. Desde entonces he visto más dartagnanes, mas miladys y mas constances, pero esa primera película musical es para mí la mejor de todas. Hasta ahora. Al empezar a escribir sobre esta versión de la eterna novela de Alejandro Dumas, me he dado cuenta de que siendo un libro tan profundamente francés, y siendo los franceses tan aficionados a adaptar sus clásicos, no hay en el cine francés ninguna película recordable sobre los mosqueteros del rey. Hay varias versiones americanas o inglesas mas o menso fieles, más o menos interesantes (la de Richard Lester es quizás la mejor), pero ninguna francesa. No le encuentro explicación. Por eso, quizá, me ha gustado tanto esta aproximación al libro. Empezando por el casting, en especial el papel del rey al que Louis Garrel le da toda su ironía y humor y al que se nota que está disfrutando con el disfraz de monarca absoluto. Disfrutar, esa es la palabra clave de esta película. Disfrutan los actores haciéndola, Vincent Cassel taciturno y callado como un atormentado Athos, Romain Douris, un libertino, elegante y contradictorio Aramis, Pio Marmai, un Porthos humano, cercano y leal y D’Artagnan, encarnado en una versión de Gene Kelly menos saltarina por François Civil. Sin olvidarnos de la misteriosa y conspiradora Milady de Winter en el cuerpo y la mirada de Eva Green. Todos se divierten en las peleas, en los bailes. Cada generación tiene su Mujercitas y cada generación tiene sus Mosqueteros, podríamos decir. Y ésta, siendo fuel en la historia, en las localizaciones, en el vestuario, en todo, (los franceses juegan con ventaja, tienen el Louvre) es también un reflejo de nuestro tiempo. He dicho muchas veces que las películas tienen dos tiempos: el tiempo que retrata la historia que se cuenta; el tiempo de cuando se ha hecho la película. Por eso los mosqueteros de Kelly son felices y saltarines, y estos de ahora mismo, en cambio, son más abiertamente políticos. No recuerdo si en la novela tenía tanta importancia las guerras de religión entre católicos y protestantes, cuando la leía no tenía ni idea de que hubiera católicos y protestantes. Pero ahora esta conspiración política, casi un golpe de estado, se cuela en la película de una manera orgánica haciendo que la aventura de recuperar el collar de la reina para salvar su reputación, sea algo mas que un simple folletín. Yo también he disfrutado y estoy deseando ver la segunda parte de este díptico aventurero.

 


La bonita película: Scarlet de Pietro Marcello

No conozco la novela en la que se basa este precioso film, obra de un escritor neoromántico ruso, Alexsander Grin, del que no había oído hablar y al que me han entrado ganas de conocer. La novela se llama El velero rojo. La película Scarlet. Rojo de las velas en este caso de un avión, rojo del vestido de Juliette. Pietro Marcello tiene una manera de filmar inconfundible. Utiliza como nadie el material de archivo manipulado, coloreado, como fondo de sus historias. Ya lo hizo en la estupenda Martin Eden y lo vuelve a hacer ahora en Scarlet. La historia comienza al final de la primera guerra mundial, cuando Raphael, un soldado francés, vuelve a su pueblo para descubrir que su mujer ha muerto y tiene una hija pequeña, Juliette. Raphael se instala en la granja de  Madame Adeline y empieza a trabajar de carpintero. Porque Raphael tiene un don en las manos. Viendo la película pensaba si Marcello habría hecho un casting de manos y de ojos azules mientras buscaba a su Raphael, porque tanto las manos como los ojos son fundamentales en el personaje. El actor escogido se llama Raphael Théry, y Julliette se llama Juliette Jouan, una desconocida adolescente de largas piernas y voz envolvente, convencida de que las velas rojas la sacarán de ese pueblo donde ha crecido. Delicada y poética, musical en el mejor sentido de la palabra, ( a Jacques Demy le habría gustado mucho) Scarlet es un cuento de hadas moderno con príncipe azul que llega del cielo y un ligero pero importante sesgo reivindicativo de las mujeres: la soñadora y rebelde Juliette, la fuerte y cálida Madame Adeline, la inquietante maga del bosque. De todo lo que se ha publicado sobre este film me quedo con una frase de Variety : “No llega a ser un cuento de hadas pero, ciertamente, a veces lo parece. Es más pequeña, dulce y sensible que los trabajos previos de Marcello”. Lo dicho, es bonita.

 



El thriller político: Novembre de Cédric Giménez

El noviembre del título es el de los atentados en París la noche del 13 de noviembre del 2015. Se puede decir que es el contraplano de Un año, una noche de Isaki Lacuesta. Allí eran las victimas las que contaban su historia, aquí son las fuerzas de seguridad de la lucha antiterrorista metidos en una incansable búsqueda de los responsables del atentado. Durante cinco días seguimos a Fred, Heloise, Inés y los muchos policías que se entregaron en cuerpo y alma a llegar hasta el corazón de los yihadistas que dejaron más de 130 víctimas en una noche de terror.  No hay misterio ni hay intriga en este trhiller de acción más americano que francés. No hay espacio para la empatía, no hay lugar para la reflexión, hay acción y decisiones equivocadas y acertadas, dudas, decepciones, intuiciones y urgencia. Tiene pulso y tiene fuerza para mantenerte sentado en la butaca. Y al acabar de verla, te permite recordar tanto el emocionante film de Lacuesta, como el impresionante documental de Gedeon Naudet 13 de noviembre. Atentados en París. Los tres films juntos componen un retrato estremecedor de uno de los atentados más trágicos del siglo XXI. 

El regalo de esta semana es especial. Es una acuarela de nuestra gata, La Negrita, no tiene nada que ver con nada, pero me gusta mucho.



 

 


 

 

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