sábado, 26 de agosto de 2023

LAS CHICAS ESTÁN BIEN


Si, las chicas están bien en muchos sentidos. Las chicas estamos bien y lo celebramos de muchas maneras con estas tres propuestas de finales de agosto. 

 


 (este es uno de los momentos más bonitos de la película)

Las chicas están bien, Itsaso Arana

Las chicas de esta hermosa, suave y veraniega película son cinco: cuatro actrices y una directora/actriz que se desdobla haciendo lo mismo delante y detrás de la cámara. Itsaso Arana, rostro habitual del cine de Jonás Trueba, pero también inolvidable protagonista en algunos títulos de Daniel Sánchez Arévalo, es aquí Itsaso, una escritora y directora de teatro que reúne en una casa en el campo a cuatro actrices para ensayar una obra de teatro durante una semana de verano. Ellas, las chicas, son Bárbara (Lennie), Irene (Escolar), Itziar (Manero) y Helena (Ezquerro). Son actrices, cada una con sus características y trayectoria, son amigas, son compañeras, son mujeres. Porque este film que bebe sin esconderse en Renoir y en modelos rohmerianos, es profundamente femenino en el mejor sentido de esta palabra, un poco pasada de moda últimamente. Lo femenino es una cualidad específica hecha de una suavidad  y delicadeza no exenta de fuerza y de potencia. Suavidad que flota en las relaciones y las complicidades de estas cinco mujeres; delicadeza en las conversaciones, en la manera de mostrarlas, en los detalles; fuerza en los temas que se atreven a plantear: la muerte, el duelo, el amor, el sexo, los hijos, el cine, ser actriz; potencia para proyectar todo esto en un cuento de hadas con sapos, príncipes, duendes y mujeres sabias. Las chicas están bien es un regalo, al menos lo ha sido para mí. Ver una película que habla de amistad entre mujeres con total naturalidad, es algo que agradezco, que reconozco. Como agradezco la reivindicación de los cuentos de princesas del guisante transgrediéndolos desde dentro, con un príncipe/objeto que acompaña a estas princesas felices y nada durmientes. En Las chicas están bien las conversaciones fluyen como pequeños arroyos cantarines,  como  un soplo de aire fresco una calurosa tarde de verano. Itsaso Arana hace un film documento con una ficción que habla, de cine, de teatro, de vida, de amistad, de ser actriz, de verano, de noches estrelladas y habitaciones compartidas. Rodado en dos semanas, con una ligereza que demuestra una gran preparación, Las chicas están bien, como dice la embarazada Bárbara Lennie, es una carta de amor al futuro.

 


En lo alto, Hong Sang-soo

Las chicas de Hong Sang-soo siempre están bien, aunque lloren mucho, y sobre todo, hablen mucho. En su nuevo trabajo, el director coreano es aun más minimalista si eso es posible. En lo alto, pasa toda en un estrecho edificio de cuatro plantas sin ascensor, propiedad de una joven diseñadora de interiores a la que el alter ego habitual de Sang-soo, Kwon Hae-hyo el eterno director protagonista de casi todas sus películas, visita acompañado de su hija adolescente. Son la hija, la diseñadora y algunas vecinas, las chicas que están bien en este film personal como todos los suyos, donde Sang-soo asume la fotografía en un precioso blanco y negro y compone la música. Filmada en vertical, lo que le da una perspectiva inhabitual, punteada por las habituales e imprescindibles comidas del coreano, En lo alto, es un paseo por una casa en la que cada estancia, cada piso, es una oportunidad de sentir una nueva experiencia. Primero se sube, luego se baja, o al revés, da igual. Lo que cuenta es lo que las conversaciones van destilando sobre la amistad, el trabajo, el placer de vivir, incluso el placer de dormir y ver a Dios. Una auténtica delicatesen para los que nos gusta Sang-soo y su cine austero y juguetón.  

 


Una y otra vez, serie de Filmin

Aquí hay tres chicas que están bien. Kate Atkinson, escritora de la novela, Bash Doran, creadora de la serie, y Thomasin McKenzie, su protagonista. La unión de estas tres mujeres tiene como resultado una miniserie de cuatro capítulos sorprendente en muchos sentidos. Pero vamos por partes: las chicas. La primera, Kate Atkinson, una novelista inglesa de 73 años, que empezó a escribir en 1981. Sus libros se han adaptado varias veces, pero ha sido Una y otra vez, novela publicada en el 2013, la que me la ha descubierto. La segunda, y muy importante, Bathsheba Doran, más conocida como Bash Doran, es una dramaturga inglesa que aparece en los créditos de algunos capítulos de la inmensa Boardwalk Empire de Scorsese, (HBO), pero también en Masters of sex, (Amazon Prime Video) Traidores (Netflix) o The Looming Tower, (Amazon Prime Video). Esta filmografía ya es una garantía de que cualquier producto con Bash Doran dentro estará bien. La tercera es una joven actriz neozelandesa de 23 años, Thomasin McKenzie a la que recuerdo, por su físico particular y su personal trabajo en Jojo Rabbit y en Última noche en el Soho, un film que quizás fue la pista para ofrecerle el papel de Úrsula Todd en Una y otra vez. Si nos ceñimos a la historia, deberíamos hablar en singular y decir que la chica está bien, Úrsula está bien, aunque no siempre ha estado bien. La historia transcurre entre 1910, cuando nace y muere y renace la pequeña Úrsula y 1945, al final de la segunda guerra mundial. En esos 35 años, Úrsula morirá y renacerá varias veces y vivirá varias vidas y aprenderá de todas ellas. Fantástica y soñadora, la serie dirigida por John Crowley, un chico que también está bien, tiene su hilo conductor en una voz narradora que nos va contando las distintas vidas de Úrsula y su familia, y sus amantes y sus… Una y otra vez se acerca al tema de los multimundos, pero lo hace desde una atmósfera fantástica y una belleza de tonos pasteles y delicados. Me ha gustado mucho, como me está gustando Traidores, una serie de espionaje en la Inglaterra posbélica de los cuarenta, que no he terminado de ver.

El regalo de esta semana es una chica viendo a otras chicas



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