Esta semana hay tres películas
que me gustan (bueno, hay alguna mas, pero solo voy a hablar de tres). Las tres
son muy diferentes entre sí, no encuentro un nexo común entre ellas, el único
nexo es que me parecen apuestas importantes que vale la pena no dejar escapar.
(cuatro de las cinco
directoras de Un sol radiant)
Apuesta
1: Un sol radiant, Ariadna Fortuny,
Mónica Cambra
Aparecen como directoras de
esta ópera prima, Ariadna Fortuny y Mónica Cambra, pero en realidad Un sol radiant es un film colectivo
firmado por cinco estudiantes de la UPF que en 2019 emprendieron juntas un
proyecto de fin de carrera. El guión lo firman Ariadna Fortuny y Claudia García
de Dios, el montaje lo hacen Mónica Cambra y Lucía Herrera Pérez y Mónica Tort
se encarga de la música y el sonido. Cada una es responsable de una parte de un
todo en el que las cinco están implicadas. Pero ¿qué tiene Un sol radiant que la distinga de otros proyectos de fin de carrera
de la UPF, o de otras universidades, para hacer de ella una apuesta que no debe
pasar desapercibida? Lo que ha hace única es el tono. Alicia y sus dos hijas,
Ingrid de quince años y Mila de once, viven con el abuelo en una casita en la
linde de un bosque cerca de un pueblo. La semana empieza como cualquier otra,
Mila se levanta y va la cama a despertar a su hermana, con ese gesto se muestra
el cariño y la complicidad entre ellas. Los cuatro desayunan juntos en el
porche, es verano, luego cada uno se va a sus cosas. Pero algo pasa ya en esa
primera escena. Algo que no tarda en develarse: ese es el primero de los
últimos cinco días antes del fin del mundo. ¿Qué hacer cuando solo quedan cinco
días de vida? Esa es la pregunta a la que poco a poco va respondiendo el film
sin perder nunca de vista el punto de vista de Mila, la niña que quiere hacer
una fiesta de despedida del mundo. Una atmósfera de magia se cuela en el bosque
con sus luces y sus sombras, en las balsas del rio, en los silencios llenos de
sonidos que se instalan entre ellos. ¿Qué puede hacer una madre que quiere
proteger a sus hijas y no puede? ¿Cómo puede advertirles de los peligros del
futuro cuando no hay futuro? ¿Qué hace una adolescente para vivir al máximo
esos momentos? ¿Y Mila, qué puede hacer Mila, la niña que nunca crecerá? La
delicadeza del film va calando sobre la tristeza y una esperanza, la de estar
juntas cuando llegue ese final. Viendo Un
sol radiant te puedes hacer dos preguntas muy privadas: ¿Qué harías tú, si
solo te quedaran cinco días de vida antes del fin del mundo? La otra es un poco
diferente: ¿cuántos cinco últimos días has vivido antes de que algo fundamental
en tu vida acabara? El fin del mundo no es necesariamente la muerte del mundo,
muy bien puede ser el fin de tu mundo y eso, por desgracia, nos ha pasado a
todos en uno u otro momento. Un sol
radiant es eso, radiante.
Apuesta
2: La caja de cristal de Asli Özge
¿Qué pasaría si de pronto una
mañana no nos dejaran salir de casa? Bueno, eso ya lo sabemos. Lo vivimos hace
cuatro años durante la pandemia que parecía el fin del mundo (quizás lo fue).
Pero me refiero a otra cosa, me refiero a la situación que vive un grupo de
inquilinos de una céntrica y vieja casa de Berlín. Todo empieza una mañana en
la que una misteriosa caja de cristal desciende sobre el patio del inmueble
como si fuera un platillo volante. Los extraterrestres que llegan son solo uno,
y en realidad es muy terrestre: se trata del representante de la inmobiliaria
que ha comprado el inmueble con el fin de rehabilitarlo para vender los pisos
mucho más caros. ¿Les suena? Seguro que sí, todos conocemos a alguien que ha
tenido que irse de su casa por culpa de eso que se llama la gentrificación. Pero
en ese viejo edificio lleno de humedades y amenaza de ruina, pasan más cosas
esa extraña mañana. Cuando todos se disponen a ir a sus trabajos, la policía
rodea la casa y prohíbe la salida o la entrada de nadie. Están encerrados como
si el ángel exterminador se hubiera materializado en forma de policía que les
impide acceder a la calle. En ese ambiente, ya enrarecido por rencillas
personales, envidias y recelos, los vecinos poco a poco van perdiendo la careta
de humanidad y van aflorando los miedos, el racismo, la violencia, la sospecha,
la delación. El imperio del capitalismo más salvaje arrasa con los pocos restos
de dignidad de estos vecinos que pueden ser los nuestros, o nosotros mismos. En
definitiva un microcosmos del propio mundo en el que todos vivimos encerrados
de alguna manera. La inteligencia de la directora alemana de origen turco es la
de hacer una película de gran carga política, de denuncia de una situación
colectiva y reconocible en cualquier ciudad europea, sin perder nunca de vista
al espectador al que no quiere dar una lección moral, sino una prueba de que se
puede entretener con un tema social. Aunque sí hay una lección: no te fíes del
alien que habita la caja de cristal desde la que orquesta todo el tinglado. En
esa comunidad hay pisos que no son suyos y tiene que apoderarse de ellos. Como
lo haga es lo de menos, si al final consigue lo que quiere (y se alegre
hablando en ruso).
Apuesta
3: Calladita, de Miguel Faus
Esta es una apuesta diferente
y con muchos referentes. Se me vienen a la cabeza La ceremonia de Claude Chabrol, o Libertad, de Clara Roquet, para citar tan solo dos de las películas
con las que Calladita tiene mucho que
ver. En otro registro podíamos pensar en Parásitos,
pero Calladita tiene más de la mala
leche de Chabrol, y menos de la mala conciencia de Roquet, pero nada de la
malignidad de Parásitos. Con todo
esto, ya sabrán que estamos hablando de una película protagonizada por una
criada, una limpiadora del hogar. Ana es colombiana, lleva tres meses en
España, trabaja para una familia de altos vuelos y pocas luces, formada por
Andrea, su marido y sus dos hijos, un chico y una chica jóvenes zánganos en una
colmena donde la única abeja es ella. Pero las abejas pican y Ana sabe cómo
defenderse de los maltratos disfrazados de sonrisas de esos cuatro personajes
odiosos. Todo pasa en una gran casa de verano en la Costa Brava, con piscina y
jardín y cuadros horribles. En ese mes de agosto, Ana aprenderá muchas cosas,
entre ellas que no vale la pena tener muchos escrúpulos con quién no los tiene
contigo. Pasa volando, como las vacaciones.
EL
RINCÓN DE LOS FESTIVALES
32
MIFDB Mostra
Internacional de Films de Dones de Barcelona
La semana que viene, concretamente el martes 21, empieza en Barcelona la 32 MIFDB, Mostra Internacional de Films de Dones de Barcelona Hasta el domingo 26 se podrán ver en la Filmoteca de Catalunya las once películas que integran Persistencias Fílmicas, la primera parte de esta Mostra que dura tres semanas. La Mostra se inaugura con Antuca, un film peruano de 1992, restaurado recientemente en la Zine Eskola Elías Querejeta de San Sebastián, que es una declaración de principios. Dirigida por Maria Barea, está interpretada por actrices no profesionales, miembros del movimiento Warmi Cine y Video. Antuca es el nombre de una joven indígena que vive en Lima trabajando como limpiadora en una casa de la alta burguesía limeña. Antuca proviene de una comunidad en el altiplano a la que sueña con volver. Hace diez años que la mandaron a la capital para servir y desde entonces ha pasado por varias casas en las que ha tenido que soportar racismo, abusos de poder y sobre todo desdén. Cuando la conocemos, Antuca sabe leer y escribir y forma parte de un colectivo de limpiadoras, pero quiere volver a su pueblo, a su comunidad. Quiere ver a su hermano y a su abuelo y sobre todo, quiere ver a Anselmo, el niño que la acompañaba cuando eran chicos. Pero volver no es siempre fácil y aunque Antuca disfruta de la fiesta de su gente, baila y canta y encuentra cariño entre los suyos, se da cuenta de que ya no puede vivir allí. Ni allí ni aquí, ¿Dónde está el lugar de Antuca? Ver esta película me hizo pensar en La teta asustada de Claudia Llosa, un film peruano que le debe mucho a Antuca (aunque no sé si Claudia lo conocía, tan solo tenía quince años cuando se rodó). Fausta, como Antuca, trabaja como limpiadora en una casa limeña, Fausta, como Antuca, sueña con volver a su espacio original, Fausta, como Antuca, sufre la marginación y el clasismo. Y además, ambos films encuentran en la música un refugio. Es curioso que se presente la historia de esta Antuca peruana al mismo tiempo que se estrena la Calladita colombiana. Ana podría ser la hija de Antuca. En pleno siglo XXI, 30 años después, la explotación sigue siendo la misma de la Lima de los noventa en la Catalunya del 2024, pero Ana ya no es Antuca. Han pasado demasiadas cosas entre una y otra. Es un buen ejercicio verlas juntas.
El regalo de esta semana es una
foto de un bosque misterioso con un sol radiante
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