Se
estrenan esta semana dos películas de las que he visto en el Festival de San
Sebastián. Los destellos de Pilar
Palomero le permitió ganar a su protagonista Patricia López Arnaiz la Concha de
Plata a la Mejor Interpretación; Los
domingos mueren más personas, del argentino Iar Said, fue una de las
sorpresas de Horizontes Latinos. Las dos tratan del tema central del festival:
acompañar a los que se van, pero una lo hace desde la ternura y la emoción y la
otra lo hace desde la ironía y el humor negro.
Los
destellos, Pilar Palomero
“Destello: Resplandor vivo y efímero, ráfaga de luz que se enciende y amengua o apaga
casi instantáneamente.” (de los diccionarios)
Hay
películas luminosas, hay películas oscuras. Hay películas olvidables pero que
tienen un momento especial, hay películas memorables que sin embargo no tienen
ningún momento único. Un destello es algo que surge de repente, ilumina el
cielo, o la película, y desaparece.
En Los destellos de Pilar Palomero hay
varios de estos momentos. Puntos de luz en una historia profundamente triste,
cercana, reconocible. Un momento en concreto se me ha quedado en la memoria:
Isabel, la madre, ayudando a Ramón, su ex marido enfermo, a ponerse los
calcetines. En esa secuencia comprendemos que Isabel va a estar al lado de
Ramón a pesar de lo que pudo pasar entre ellos. La humanidad aflora sobre el
resquemor. Los destellos es una de
las películas que en San Sebastián hablaban de la muerte, de acompañar a
alguien que muere. Basado en un cuento de la escritora vasca Eider Rodríguez, publicado en el 2019 y quizás
escrito mucho antes, Pilar Palomero ha sabido conectar esta triste y bonita
historia con la preocupación latente en la sociedad de estar cerca de los que
acaban su vida. Isabel, interpretada por Patricia López Arnaiz, transita en el
film de la dureza y la indiferencia hacía la comprensión y la ternura cuando ve
la fragilidad de Ramón, un inmenso Antonio de la Torre. El puente entre ambos, el auténtico destello
del film y de la historia, es su hija Madalen, Marina Guerola, una adolescente
que en cierto modo también hace de puente entre la tercera película de Pilar
Palomero y sus dos anteriores trabajos. Si en Las niñas, Pilar recreaba su
infancia en una ciudad de provincias y en La
maternal se acercaba a las madres adolescentes, con este film adulto y
sensible, Palomero realiza su mejor trabajo hasta ahora. Un destello sin duda
en su filmografía, un resplandor en la mirada de una Patricia que se va
iluminando por dentro a medida que se abre a la armonía de la mano de su hija y
la complicidad de su pareja. Los
destellos brilla como brillan los paisajes físicos donde se inscribe este
paisaje emocional. Horta de San Juan en
la Terra Alta es el escenario perfecto para captar los efímeros reflejos de la
luz entre las hojas.
Los
domingos mueren más personas, Iar Said
Este
título tiene algo de inquietante. Los domingos no tienen buena prensa. Suele
ser un día como vacío, sin objetivos, gris. Yo siempre intento adjetivar los
domingos con algo bonito, pero reconozco
que los domingos no son mi día preferido. Por eso me gustaba este título antes
de ver la película del director argentino Iar Said. Luego, tras verla, me di
cuenta de que lo que me había gustado era el tono absurdo y distanciado de un
film que habla de la visión de la muerte en una familia judía sin darle
importancia, sin enfatizar nada, casi
como un Kaurismaki porteño. El protagonista, el propio Iar Said con toda su
inmensa humanidad, es un homosexual de casi cuarenta años que empieza la
película volviendo a Buenos Aires para el entierro de un tío suyo, y se
encuentra con que su madre quiere desconectar a su padre del respirador
artificial y dejarlo morir. Elemento importante de la historia es el contexto
judío de David y la familia, en ese sentido, Los domingos… es casi un documental de los ritos y costumbres judías respecto a la muerte.
Pero el humor y la ironía distanciada lo presiden todo. David hace años que no
vive en Argentina y no entiende lo que está pasando en ese país en permanente
crisis económica. Intenta conectar con desconocidos para tener algo de sexo,
sin gran éxito y sobre todo, quiere evitar encontrarse frente a su padre. Me
doy cuenta de que la historia contada así suena terrible, pero la verdad es que
la película es divertida, casi digna de Rafael Azcona. Pensando en ella después
de ver la reivindicación del cine argentino, me di cuenta de que, sin quererlo,
Said ha hecho un film metafórico de la situación del cine argentino: David son
los cineastas, la madre es Milei y el padre a punto de ser desconectado, el
cine argentino. No es para reírse.
El
regalo de esta semana es un cuadro lleno de destellos