viernes, 18 de julio de 2025

COMEDIAS NEGRAS

 

Esta semana de puro verano, el cine parece aletargarse un poco. Pero siempre hay algo para degustar, pequeños (o grandes) films que se salen de las normas y las convenciones. Dos estrenos de este viernes son de este tipo, Los domingos mueren más personas y Bon voyage Marie, una argentina, otra francesa. Las dos hablan de acompañar al que quiere morir, y aunque las dos son comedias (negras) son muy distintas en todo.

 


Los domingos mueren más personas, Iair Said

Laura Maña, directora de Las irresponsables, una comedia también un poco negra que se estrena la semana que viene, me dijo hace poco en una entrevista: “Los personajes tienen que vivir un drama; la comedia ya la pongo yo”. Me pareció una definición perfecta del cine clásico de la comedia, de Billy Wilder y Howard Hawks,  personajes sumidos en un drama que el director convierte en comedia. Esto es lo que sucede en esta película argentina, dirigida e interpretada por Iais Said. David es un hombre judío, corpulento, homosexual, lleno de miedos. Vive en Europa, pero la muerte de un tío le obliga a volver a Buenos Aires a pesar de su miedo a volar. Cuando llega, se reencuentra con su familia: su hermana, su madre y su padre. Bueno con su padre no, porque hace tiempo que está ingresado en un hospital con respiración asistida. David no quiere verlo, pero no puede negarse a convivir con su madre en la casa familiar. Y mientras busca llenar su soledad y su inseguridad con escarceos fortuitos, intenta que su madre no desconecte a su padre para acabar de una vez con su agonía. No es muy divertido el argumento, pero si es una comedia. Y lo es gracias a las hieráticas y tiernas interpretaciones de un grupo de actores extraordinario que hablan poco (raro en una película argentina) y dejan pasar el tiempo lentamente, muy lentamente. Dura solo 77 minutos, pero valen la pena.

 


Bon voyage, Marie, Enya Baroux

El drama de esta comedia más azul que negra, es el de una mujer de ochenta años, enferma de cáncer, que quiere morir. Y para eso organiza un viaje a Suiza. Marie, aun tiene fuerzas para pensar y decidir. Y ha decidido que quiere pedir una eutanasia en Suiza. Pero no se atreve a decírselo ni a su grande y un poco ingenuo hijo Bruno, ni a su inteligente nieta Anna. En cambio, se lo cuenta enseguida a Rudy, un irresponsable cuidador de gente mayor que por casualidad acude a su casa cuando tiene un pequeño percance. Con la colaboración (involuntaria) de Rudy traza un plan: le dice a su hijo y a su nieta que tienen que ir a Suiza a cobrar una inesperada herencia. Y ahí se van los cuatro en una vieja autocaravana del abuelo, conducidos por Rudy, con Anna viviendo un momento particularmente complicado de la adolescencia, Bruno soñando con el dinero y Marie, Marie intentando encontrar el momento de decirles la verdad. Tampoco contado así, parece la alegría de la huerta. Pero es una comedia dulce y cargada de emociones, con algunos momentos de humor divertidos, sobre todo a cargo de Rudy, interpretado por Pierre Lottin que repite un poco el personaje que hacía en  Cuando cae el otoño de François Ozon.  Una road movie entre Pequeña Miss Sunshine (el viaje que los cambiará a todos) y Polvo serán sin música y sin drama. Un film producto de la pandemia, como tantos que ha habido en este último año.

 

(Azar Nafisi cuando estuvo en Barcelona el año 2010)

Un estreno del 25 de julio. Leer Lolita en Teherán, de Eran Riklis

La semana que viene no estaré, así que aprovecho esta entrada para hablar de una película muy interesante que se estrena el 25. No es una comedia, ni negra ni de ningún color. Es un testimonio de cómo defraudan las revoluciones, como se pervierten rápidamente y como la literatura puede ser una tabla de salvación. Está basada en una novela autobiográfica de la escritora iraní Azar Nafisi. En 1979, Azar y Bigan, su marido,  deciden volver a Teherán llenos de ilusión por el triunfo de la revolución del ayatola Jomeini que acaba de derrocar al Sha. Ella viene con la idea de dar clases de literatura inglesa en la universidad. La ciudad bulle de alegría, aunque ya hay indicios de que no todo es tan feliz. La película se estructura en cuatro partes, cada una dominada por un libro. En la primera, El gran Gatsby, ambientada en 1980, vemos que aunque ni Azar ni sus alumnas llevan velo, ya hay voces críticas entre los hombres y cuestionamiento de porque se lee un libro como ese. Esa parte acaba con la violenta represión de los movimientos estudiantiles. La segunda parte, Lolita, pasa en 1995, en un Teherán negro y represivo. Azar ya no da clases en la universidad, pero ha organizado unas clases clandestinas, solo para mujeres, donde están leyendo Lolita. Es en este fragmento del film donde Azar dice la frase que más me ha impresionado del film por lo que tiene de universal: “No tienen nada que recordar”. Es verdad, cuando una dictadura, o un régimen populista, se instaura durante años, sus jóvenes no tienen nada que recordar de cómo era la vida antes, de lo que pasaba y como se vivía, lo que han perdido y lo que han ganado respecto al punto de partida, solo recuerdan lo que  ellos han vivido. Pero volvamos a Irán, a Azar y a sus alumnas. En la tercera parte, Daisy Miller, retrocedemos a 1988. Azar, ya tapada con el yijab negro obligatorio, aun da clases en la Universidad, pero cada vez tiene más problemas. Debe dejarla aunque le guste mucho. En la cuarta en 1996, Orgullo y prejuicio, Azar continua con sus clases, pero tiene menos alumnas. El miedo y la represión han hecho su trabajo. Algunas emigran, otras dejan de ir. La propia Azar ahora madre de dos niños, quiere irse de ese país que ya no es el suyo. Es una película bonita, un fresco histórico de un fracaso contado desde la mirada de esta mujer inteligente que sabe que la religión no debería controlar el Estado. La religión es un compromiso privado de cada individuo, el Estado es la idea de lo colectivo al servicio de todos. Lástima que esto no se entienda en tantas partes del mundo. Y así estamos como estamos: sentados en un polvorín.

 El regalo de esta semana es una chica que  se dispone a leer.



 

sábado, 12 de julio de 2025

DEJARSE LLEVAR

 


En la corriente Hong Sang-soo

La entrada de esta semana es por fuerza una entrada sangsooniana. El estreno de su última película, En la corriente, más el estreno en Filmin de las dos anteriores Nuestro día y In Water, es lo que yo llamo un chute de Sang-soo en toda regla. Recupero aquí las palabras que escribí cuando el estreno de  In Water y Nuestro día: “Advierto de entrada que mi recomendación (y devoción) por Sang-soo, no es en absoluto exportable. El director coreano gusta o no gusta. Pero nada de lo que se diga hará cambiar de opinión a los que lo adoran y a los que lo odian. A mí siempre me ha gustado. Y en estas dos películas me convenzo de que soy una adepta a la secta sangsooniana. Su cine no es minimal, es mínimo. Y sin embargo, es de una pureza y una transparencia que te acaricia. Creo que eso es lo que más me gusta de este director único”. Con su última película confirmo mi adhesión. Nos encontramos con viejos amigos Kim Min-hee, su colaboradora más fiel y Kwon Hae-hyo, su alter ego desde hace años. Sigue habiendo comida y bebida en torno a una mesa donde reina la conversación tranquila. Pero hay algunas novedades. En esta ocasión, Kim Min-hee es Jeonim, una profesora de arte que pasa horas dibujando acuarelas en la orilla de un límpido arroyo. Jeonim tiene un problema: en la escuela donde está montando una obra de teatro ha habido una acusación de abusos (esto es nuevo en Hong Sang-soo) y Jeonim recurre a su tío Sieon, evidentemente Kwon Hae-hyo, actor y director de teatro, para que la ayude a montar el espectáculo. La pequeña diferencia con otros films de Hong Sang-soo es que las jóvenes actrices de la obra tienen un protagonismo importante y sobre todo hay un personaje nuevo, la amiga de Jeonim, la profesora Jeong, con la que Sieon establece una relación. En la corriente es como sentarse en un banco en el parque con un grupo de viejos amigos, mientras ves como pasa la gente y los patos nadan en un lago. Es un refugio climático de tranquilidad en momentos en que la realidad te expulsa cada vez más hacia lo íntimo y lo cercano. Recupero algún fragmento de la entrada de hace justo un año, el 13 de julio del 2024, donde hablaba de Nuestro día y de In Water.


Nuestro día es un díptico protagonizado por tres personajes cada uno: en uno, encontramos a una actriz que ha vuelto a Seúl y vive en casa de una amiga suya y su hermoso y gordo gato. El tercer personaje es su prima, una joven que quiere ser actriz y va a verla a la casa. En el segundo fragmento, un viejo poeta comparte con una joven cineasta su día a día en un documental que ella está filmando en su casa. El tercer personaje en este caso es un joven que viene a visitar al poeta porque le quiere preguntar algo importante. Alrededor de estas dos situaciones, sin salir nunca de los espacios interiores, sentados casi siempre entorno a una mesa de comida y bebida, los protagonistas hablan de la vida, de la muerte, del arte, de la responsabilidad, del amor, de la sinceridad. En la primera, el gato es el centro emocional; en la segunda, una guitarra es el objeto que canaliza las relaciones.

    In Water, es un poco distinta. Primero es más corta, apenas 61 minutos. Segundo, los protagonistas son dos chicos y una chica. Están en un pueblo de la costa, en la paradisiaca isla de Jeou, preparando el rodaje de un corto. Uno de los chicos es el director, el otro el cámara, ella es la actriz. Los tres hablan, comen, beben y se pasean. El futuro director busca la inspiración mientras los otros le siguen dócilmente. Su bloqueo creativo se rompe cuando ve a una mujer en la playa. Esa imagen y el recuerdo de una canción que compuso hace años, provocan que el corto se haga realidad.”

Tres amigas, de Emmanuel Mouret

Me gusta mucho Emmanuel Mouret. Me gusta que sea tan francés, en el buen sentido de la palabra, que busque en los clásicos las bases de sus historias, que no solo lea a Montaigne o a Diderot, que también sepa leer el cine de los que construyeron el nuevo lenguaje. En su caso, más Truffaut y Rohmer, que Godard. Y me gusta que hable de amistad, de mujeres, de relaciones de pareja sin prejuicios y con una sencillez desbordante. Eso es lo que hacen estas tres amigas del título, Joan, Alice y Rebecca. Tres mujeres adultas que viven un momento delicado en sus relaciones. Sin dejar de querer a sus parejas, Joan ya no está enamorada de Víctor y Alice nunca ha estado enamorada de Eric. Rebecca si está enamorada, precisamente de Eric el marido de Alice. Las tres viven sus conflictos de distinta manera, Joan, con culpabilidad, Alice con serenidad, Rebecca con pasión. Pero las afinidades electivas de Goethe existen y van haciendo que estas tres amigas fluctúen en sus sentimientos en un film inteligente que no deja de ser una comedia dulce a pesar de hablar de separaciones y fantasmas. Joan, interpretada por India Hair, es quizás la que tiene más protagonismo, sería el primer violín de un orquesta que no podría sonar sin el acompañamiento de Alice, Camille Cottin, y de Rebecca, Sara Forestier. No es la primera vez que un director masculino es capaz de retratar con tanta claridad y al mismo tiempo ternura, el mundo femenino y sus conflictos. En ese sentido, relacionarlo con Truffaut y Rohmer es más que evidente, pero también responde a una tendencia muy contemporánea en la que las parejas, incluso las familias, tienen roles muy distintos a los que tradicionalmente se han venido representando.

 

Dos notas sobre dos estrenos


La mercancía más preciosa, de Michel Hazanavicius

Se puede pensar, otra película sobre el holocausto”. Pues sí, otra, y todas las que hagan falta para no olvidarlo nunca. Sobre todo si es como esta, un film que dibuja el horror desde la perspectiva de los que lo dejaron hacer como si no fuera con ellos. Los que pensaban que había seres “sin corazón”, esos que llenaban los trenes que cruzaban Polonia y Checoeslovaquia. La mercancía más preciosa adapta una novela de Jean-Claude Grumberg donde se cuenta la historia de un leñador, su mujer y un regalo, la mercancía más preciosa, que cae de uno de esos trenes de la muerte. Es muy bonita.

 


Köln 75 de Ido Fluk

Este film musical y juvenil, que cuenta una historia real (aunque no lo parezca) podía llamarse Corre, Vera, corre. Porque Vera Brandes, su joven y valiente protagonista se pasa toda la película corriendo para logra su objetivo: un concierto de Keith Jarret en directo en la Opera de Colonia en el año 1975. El único concierto grabado de las improvisaciones de Jarrett, un disco legendario para los que les gusta el jazz. No conozco el disco, pero si reconozco la pasión, el entusiasmo en superar los obstáculos sacando oro de las rocas (un piano desvencijado) con el que este film cuenta esta aventura. Mala Emde, actriz alemana llena de energía, es Vera y con su actuación consigue que la acompañes en sus carreras deseando, a pesar de saber que lo consiguió, que venza todos los problemas que se le plantean en su camino. Un film del que sales con ganas de ponerte a correr para conseguir lo que te apetezca.


El regalo de esta semana son tres amigas




 

 

viernes, 4 de julio de 2025

DIAMANTES

 

Esta semana de un calor insoportable (lo siento, pero no puedo dejar de decirlo) se han estrenado muchas películas que no he visto. Dos de ellas, si puedo, las recuperaré. Una es china, se llama Gou Zhen, traducido sería Perro negro y se ha estrenado, como no, con el título de Black Dog. China me interesa mucho y el cine chino es un buen espejo de sus realidades. La otra es americana, y es un blockbuster total, Jurassic World: El renacer, la séptima entrega de la saga de los dinosaurios que comenzó hace más de treinta años Steven Spielberg. Me imagino que será un horror, pero de vez en cuando me apetece. De las que sí he visto, me quedo con una. Diamanti.

 


Diamanti, Ferzan Ozpetek

Ozpetek es un director italiano con vínculos turcos que sentó las bases de su cine en su opera prima Hamam, el baño turco, realizada hace casi treinta años. Desde entonces, Ozpetek ha trabajado con muchas actrices en una filmografía larga en la que los cortos ocupan un lugar importante. Diamanti es un homenaje a esas actrices, y de paso a un cine clásico italiano, en el que el director se coloca en primera persona. Todo empieza en una comida en el campo alrededor de una mesa presidida por el propio Ozpetek. Las invitadas, todas mujeres, todas actrices que han colaborado con él, no saben muy bien porque las ha convocado. El director lo revela. Quiere hacer una película con todas ellas. Y es esa película la que iremos viendo, alternando pequeños insertos de vuelta a la mesa donde ellas y él leen el guión. La historia que les propone es por fuerza coral, aunque hay dos primeras figuras. Se trata de contar la vida en una casa de modas dedicada al vestuario de cine y de teatro. La dirigen dos hermanas muy distintas y en ella trabajan un grupo de costureras. Caben todas las actrices convocadas por el director, ya que también hay una diva de la opera, una estrella de cine y una diseñadora de vestuario con un Oscar en su vitrina. Todo pasa a una velocidad tremenda para cumplir los plazos de los rodajes y los estrenos, pero entre corte y confección se cuela la vida de todas esas mujeres. La historia está ambientada en los años 70, cuando el cine italiano vivía una época de esplendor. El tono es de un cine muy popular, melodrama, comedia, algo de musical, amor y un toque de neorrealismo. Y un vestuario espectacular. Porque el vestuario es el gran protagonista para contar el cine desde un punto de vista completamente desconocido. Ahora que en el Festival de Locarno han decidido darle un premio a la trayectoria a la legendaria diseñadora de vestuario Milena Canonero, la mujer detrás de Los padrinos, Drácula o Megalópolis de Coppola (Francis) de María Antonieta de Coppola (Sofia), pero también del cine de Wes Anderson o de Barry Lindon de Kubrick, es un buen momento para empezar a pensar y reconocer el trabajo de esas profesionales que convierten en realidad el vestuario de los sueños. Diamanti quizás no es una gran película, lo que la hace grande son las personas que nos ayuda a conocer y la profesión que retrata.

 

EL RINCÓN DE LAS SERIES


Miss Austen, Aisling Walsh, Movistar

Miss Austen no es Jane Austen, Miss Austen es Cassandra Austen, la hermana mayor de la famosa escritora romántica inglesa. Miss Austen, Cassandra, vive sola en una casita con jardín cuando recibe una carta. Se la manda Isabella Fowley anunciándole que su padre se está muriendo. Miss Austen se pone en marcha enseguida. Llega a tiempo de hablar con el señor Fowley acerca del futuro de su hija Isabella. Pero sobre todo, llega a tiempo de buscar y rescatar las cartas que su hermana Jane estuvo enviando durante años a Eliza, madre de Isabella. Todo esto pasa en los primeros compases de una serie de cuatro episodios en la que iremos conociendo el presente de Cassandra e Isabella, y el pasado de Cassie, Jane y Eliza, sin olvidarnos de Mary, la impertinente cuñada de las hermanas Austen. Miss Austen está basada en una novela de Gill Hornby, con un guión de Andrea Gibb y dirigida por Aisling Walsh. Muchas mujeres para contar una historia de mujeres en pleno romanticismo. Y, sin embargo, a pesar de que hay jóvenes caballeros, en ningún momento esta serie es una historia de amor. Es Jane Austen sin ser Jane Austen. Reconocemos sus paisajes, sus casas, sus relaciones conflictivas entre clases sociales. Respiramos el aroma de sus flores y los hermosos vestidos, en la etapa de juventud, porque en el presente de Cassandra e Isabella, el vestuario es de una gran austeridad. Austeridad es quizás la palabra que mejor cuadra a esta interesante revisitación de una autora mal conocida. Pero nada de todo esto funcionaria si no fuera por las actrices que las encarnan. Keeley Hawes, inolvidable madre de Los Durrell, es una Cassandra inteligente y sensible; Rose Leslie, (la recuerdo como la salvaje de la que se enamora Jon Nieve en Juego de tronos), asume una hermética Isabella. Patsy Ferran se mete en la piel de la joven escritora Jane, mientras que Synnove Karlsen es la alegre Cassie, es decir Cassandra en el pasado. Me encanta Jane Austen, la leí hace muchos años y de vez en cuando la vuelvo a releer. Pero si me gusta la serie Miss Austen es precisamente porque no es una imitación de Jane Austen. Es Miss Austen.

El regalo de esta semana no sé si tiene mucho que ver con las pelis, pero es el que me ha saltado a los ojos cuando buscaba una ilustración. Quizás por el vestido azul, o porque el objeto les podría gustar a las hermanas Austen.