Un
amigo: Hilari M. Pellicer
A veces encuentras amigos donde menos te lo
esperas. Nada nos permitía pensar hace poco más de veinte años, que el
informático donde comprábamos los cartuchos para la impresora se iba a convertir
en un amigo, y algo más, en un aliado. Hilari era informático, pero tenía una
curiosidad infinita y unas enormes ganas de aprender y de hacer. Fue eso lo que
le llevó a querer conocer la obra de ese pintor, Ramon Herreros, que iba a su
tienda regularmente. Le gustaron tanto sus cuadros, que acabó consiguiendo uno:
un gran árbol. Poco después, Hilari dejó la tienda, quería hacer cine, quería
escribir, quería crear. Y lo consiguió. Fue el gran árbol que estaba en su casa
lo que le llevó a pensar en hacer un documental con Ramon, sobre Ramon. Una
idea descabellada que él hizo realidad en una pieza que se llama Stupor Mundi, una película que es
memoria de una época, el año 2011, un lugar, el estudio de Ramon en la calle Coímbra,
una obra, un cuadro que nace en paralelo a la filmación. Pero sobre todo un
documento de una amistad entre Ramon y
él, entre los amigos y los cuadros. Stupor
Mundi nos acercó mucho. Lo presentamos en el estudio en una sesión
memorable y más tarde, en el cine Girona y en la Seminici. Stupor Mundi sigue estando disponible en Filmin. Verlo ahora es
recuperar un poco a Hilari, el narrador, el motor, el que busca un árbol y
encuentra un amigo. Hilari ya no paró. Pasolini fue su siguiente objetivo:
Pasolini y Barcelona. Lector insaciable, viajero siempre con un motivo,
orgulloso mitómano de sus propios mitos. Lo veíamos mucho, a él y a Laura y a
su hijo Sergi. Hasta que llegó la pandemia, maldita pandemia que trajo entre
sus funestas consecuencias la de alejarnos unos de otros. Seguimos en contacto,
eso sí, ya fuera en su casa de Alella, ya fuera en Barcelona, él seguía con
proyectos y con ideas. Pero hace poco más de un año que la maldita enfermedad
lo acabó de aislar de todos. Ramon hablaba con él, yo le mandaba mails, pero ya
no lo veíamos. Hilari aguantó mucho, sus ganas de vivir y de hacer le daban
fuerzas, hasta que no pudo más. Con él muere un amigo y una parte de nuestra
vida, la que está ligada a Stupor Mundi.
Un estupor del mundo ante la injusticia de que alguien con tantas ganas de
vivir, con tantos proyectos, con tanta energía, ya no pueda hacerlos. Por
suerte nos queda el documental y en documental su voz. Gracias Hilari.
Se estrenan 14 películas esta
semana, a eso hay que añadir las cinco de la saga Crepúsculo que se reestrenan, no sé bien porqué. De todas ellas me
quedo con una, una tragicomedia de amor y de bancos que me ha regalado dos
horas de felicidad (a pesar de su melancolía).
Siempre es invierno, David Trueba
Cuando era pequeña en México
no había parques, bueno no los había en mi vida. El parque de Chapultepec era
un inmenso bosque lleno de peligros y la idea de ir al parque, no existía en mi
pequeño mundo. Cuando llegué a España descubrí, entre otras muchas cosas, los
parques, el parque. Mi instituto estaba en medio del Parque de la Ciudadela donde
aprendí a pasear y sentarme en un banco tomando el sol. Desde entonces, me he
convertido en una parqueadicta, cerca de casa hay varios parques muy bonitos para
pasear, sentarse a leer, observar la gente, mirar el horizonte, o no hacer
nada. No hacer nada durante tres minutos es una de las grandes ideas de esta
película. Un banco (me encantan los bancos en la calle, en los parques, donde
sea) y un reloj de arena que dura tres minutos, es la invitación que nos hace
Miguel, el protagonista de esta melancólica comedia que empieza en enero en
Lieja (Bélgica) y acaba en diciembre en Mallorca. Siempre en invierno porque es
en invierno cuando Miguel, el arquitecto paisajista que adora los bancos, vive
sus dos rayos, dos Blitz, titulo de
la novela de Trueba escritor que Trueba director ha convertido en película. Invierno
de ruptura y de renacimiento en brazos de una mujer invernal y cálida como una
manta amorosa, invierno de decisiones que transforman tu vida. Siempre es invierno es una película
tranquila que invita a pasear de la mano de este Miguel desnortado al que David
Verdaguer le da una autenticidad inesperada. Cuando sales de verla, lo primero
que te apetece es buscar un parque, un banco, y sentarte con la mente en
blanco. O llena de este film, una de las más bonitas historias de amor.
El regalo de esta semana es un
banco que Ramon ha dibujado, un regalo especial para Hilari y para David.



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