Se han estrenado este viernes dos películas que me gustan mucho. De una escribí en este blog hace mucho tiempo, en abril del año pasado. Recupero ahora el texto para aquellos que no lo leyeron o no lo recuerdan. Se trata de White Material o como se llama ahora Una mujer en África, de Claire Denis.
La otra es el western boliviano y crepuscular de Mateo Gil, Blackthorn. Una película llena de melancolía y de añoranza, donde los paisajes de las montañas son espejos del alma de sus personajes.
Las dos me gustan de verdad y las dos tienen una cualidad común: son historias donde el paisaje es protagonista, historias físicas que no se entienden sin el escenario de un África convulsa como un hormiguero recién pateado donde María Vial intenta mantener la calma (Una mujer en África); o el altiplano andino de amplios horizontes donde tres hombres buscan un destino.
Las dos las recomiendo.
(este dibujo de Ramón resume la esencia de Una mujer en África)
Acabo de ver la última película de Claire Denis, White Material.
Denis es una directora francesa muy poco y mal conocida en España. Pero es sin duda una de las mejores y más potentes realizadoras del momento. Junto con Kathryn Bigelow, es, yo creo, la que mejor sabe retratar el mundo físico en el cine. Sus películas destilan cuerpos, calor, olor, animalidad, peligro.
Claire Denis ha tenido siempre una pasión por África, pero nunca hasta ahora la había retratado de una forma tan cruda teniendo como guía (o pincel) el rostro de una mujer, Isabelle Huppert, que literalmente se desnuda frente a la cámara. No para mostrar su cuerpo, pero si un alma hecha a toda clase de pruebas.
La historia pasa en la actualidad en cualquier país francoafricano sumido en el caos y las múltiples guerras civiles. Maria Vial dirige una plantación de café. Pero los tiempos no son ya los del romanticismo de Memorias de África. Ahora la gente muere y tiene miedo. La barbarie reina por todas partes. Maria intenta no dejarse llevar por el pánico cuando la violencia llega hasta sus puertas. Aunque en realidad la violencia está incubada en su mismo seno, encarnada en Manuel, su hijo, un ser salido directamente del Apocalypse Now de Coppola.
White material, el título hace referencia a esas cosas inútiles que solo usan los blancos y que sirven para que los negros jueguen con ellas; White material, es también los restos de una conciencia colonial que nunca cerró bien las heridas abiertas por una explotación y un abandono sin limites; White material, son esos vestidos amarillos y rosas que las niñas soldado visten apoderándose de su esencia para perturbarla.
Un film que merece ser visto, que debería ser distribuido. (por fin lo ha sido)
Publicado en este blog el27 de abril del 2010)
(una montaña de Ramon que evoca el paisaje boliviano)
Lo primero que piensas al ver esta película es que estas ante un western crepuscular. Luego, cuando la recuerdas, te das cuenta que es muchas mas cosas: es un film sobre la necesidad de la amistad; una profunda reflexión sobre la vejez y la memoria; la historia de una obsesión; la crónica de una reivindicación indigenista. Es todo esto sin duda, pero sobre todo, es la aventura de dos hombres y un paisaje. O mejor aun, de tres hombres. Dos de ellos, los más viejos, tejen una espiral hacia dentro, buscando en lo que fueron la razón de lo que son; el otro, el mas joven, traza una espiral hacia fuera, huyendo de un destino que él mismo se ha marcado. Todo sucede en los años 20 del siglo pasado en el altiplano boliviano. Blackthorn, un viejo cowboy con el rostro cruzado de arrugas de Sam Shepard, intenta recuperar su vida perdida cuando un joven arribista español, Eduardo Noriega, se cruza en su camino. Intimista a pesar de estar rodado en grandes espacios abiertos, este film de Mateo Gil es un buen ejemplo de que el cine europeo puede atreverse con temas aparentemente reservados a Hollywood.
(Publicado en Fotogramas 2012)
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