domingo, 21 de junio de 2015

MISCELANEA

Esta semana hay pocos estrenos reseñables. El niño 44 no la he visto, pero parece lo más  interesante. White God, del húngaro Kornél Mundruczó, no es un film que me atreva a recomendar a todo el mundo, aunque tiene algunas imágenes potentes y una idea motriz sobre la discriminación del otro (en este caso los perros como metáfora) que me parece inteligente y necesaria. De todos modos hay muchas películas apetecibles de las semanas pasadas que aun están en cartel, así que por ese lado queda todavía mucho que ver.

Por eso hoy voy a hablar de otras cosas


 Por ejemplo un libro
Clave K, de Margarita Rivière. ¡Qué lástima que Margarita no tuviera tiempo de escribir más novelas como ésta¡ ¡Qué importante habría sido que se hubiera publicado cuando la escribió hace quince años¡ Clave K es una novela política, de humor negro, ácida como un limón, indigesta para el nacionalismo, lúcida en su retrato del president y la corte que creció como una mancha de aceite  a la sombra de sus corrupciones. Muchos de los lodos que nos inundan y nos ahogan ahora mismo vienen de lo que se cuenta en esta divertida sátira que pone el dedo en la llaga del nacionalismo/nostrat, es decir el nacionalismo que sirve para hacer ricos a unos pocos aprovechándose de la credulidad del “poble” y el oportunismo de esa burguesía catalana que tan bien se adapta a cualquier situación: con Franco franquista, con Pujol, pujolista, con Artur Mas, lo que haga falta. La cuestión es seguir controlándolo todo, manipulándolo todo y haciéndose ricos a costa de los demás. Margarita lo retrata muy bien y además te hace reír.



 Por ejemplo un anuncio
El que ha rodado Alejandro Amenábar para Estrella Damm con Dakota Johnson, Quim Gutiérrez y Natalia Tena. Más que un anuncio, es un corto feliz. Y pongo el acento en la palabra feliz porque es lo que se desprende de este pequeño cuento de verano. Ser feliz, disfrutar de cosas pequeñas, una  cerveza, los amigos, la playa, el mundo. Y disfrutarlo además sin necesidad de entenderse con las palabras, sino con los sentimientos, las actitudes, el comportamiento. Este anuncio me deja una sensación de bienestar por esas dos ideas que no sé de quién son pero me parecen estupendas: aprende a disfrutar de lo que tienes cerca; y no le des tanta importancia a la lengua en que te comunicas. Creo que son un leitmotiv en las campañas de Estrella Damm, así que felicito a los creativos que se la inventaron. El idioma es fundamental para convivir, pero no es lo más importante. Solo como aclaración, no me gusta la cerveza pero a lo mejor acabo tomándome una Estrella.



Por ejemplo un twitter
Hay alguna gente que cada vez que me ve insiste en que me abra una cuenta de twitter. Yo me resisto. No quiero entrar en ese juego de respuesta inmediata y sin pensar. Lo que ha sucedido esta semana en Madrid me reafirma en mi idea de no usar nunca ese medio de comunicación. Como muy bien contaba un chiste del Roto de esta semana, la gente se olvida de que las redes sociales son eso, redes. Redes que te atrapan y te aprisionan bajo la apariencia de darte más libertad. Lo que se escribe en twitter o en facebook se queda ahí para siempre. No me pregunten cómo, porque no lo sé, pero es así. Y cualquier barbaridad que se escribió en un momento de calentura, estupidez o arrebato, permanece para oprobio y vergüenza del que lo escribió. Así que, no cuenten conmigo para  twittear.



Por ejemplo un crítico.
Dice Carlos Boyero en su crítica de El niño 44. Bueno, tampoco existía el cine negro en la España franquista. En las dictaduras el mal está ausente, el orden no permite desvaríos, la delincuencia es inexistencia y los crímenes siempre son pasionales, están incontaminadas contra la podredumbre moral, los negocios turbios, el gansterismo activo o subterráneo, los ajustes de cuentas. Que constancia la de las dictaduras para demostrarle a los ciudadanos que están viviendo en el mejor de los mundos posibles.
Me ha sorprendido mucho esta frase. Me ha sorprendido y me ha hecho darme cuenta de la cantidad de lugares comunes que se arrastran y se repiten sin pensarlo dos veces. ¿Qué no hubo cine negro en el franquismo? ¡Vaya! Si mi memoria no me falla y los libros de historia del cine lo corroboran, el cine negro fue uno de los géneros más populares y mas importantes de los años 40, 50 y 60 en España, sobre todo el cine negro que se hacía en  Barcelona. Un cine negro donde se colaba sin que los censores se dieran cuenta (como en la comedia) una ácida crítica social, un retrato de las miserias de una sociedad asustada, reprimida, silenciada. Un cine negro político sin que lo pareciera. Revisar las películas del género negro del cine español depara sorpresas enormes. Por su calidad cinematográfica y sobre todo por su capacidad de subversión.  Películas como A tiro limpio, Brigada criminal, Distrito quinto, Apartado de correos 1001, El cerco, Los atracadores o Crimen de doble filo, para citar solo las que me vienen a la memoria sin necesidad de buscar en los libros o en Internet, son la prueba de que el cine negro en España no solo se hacía sino que se hacía muy bien.


(la foto es de A tiro limpio, de A, Pérez Dolz, 1963)

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