sábado, 5 de septiembre de 2015

CUESTIÓN DE EDAD


(Friedel Brüggemann y George Becker en el año 1994. Nosotros aprendimos mucho de ellos. Quiero creer que ellos también aprendieron de nosotros)
Cuestión de edad. Una de las mejores cosas que te pueden pasar en la vida es tener amigos. Pero aun es mejor tener amigos en vertical tanto como en horizontal. Me explico. Tener amigos de tu misma generación, con una historia parecida, una formación intelectual y sentimental basada en los mismos elementos, es algo necesario. Ese tipo de amistades son sólidas, seguras, confortables. Pero tener amigos de distintas generaciones es algo muy diferente. Son gente que viene de otro momento histórico, con otro background, con otras necesidades y otras perspectivas. Estas amistades son sólidas también si se consolidan, pero no son confortables. Son estimulantes, te obligan a estar muy atento, a escuchar, a colocarte en otro punto del paisaje para ver lo mismo desde otra perspectiva. Son muy enriquecedoras. Pero ojo, nunca hay que confundir amistad con imitación. Ni cuando tus amigos son mayores que tú, ni mucho menos cuando son más jóvenes. Cada edad tiene su riqueza y es esa la que puedes ofrecer y compartir. Si pretendes renunciar a eso para parecerte al otro, caes irremediablemente en el patetismo y condenas la amistad al fracaso.
Todo esto viene a cuento de la última película de Noah Baumbach, Mientras seamos jóvenes. Ben Stiller y Naomi Watts son una pareja de más de cuarenta años, Adam Driver y Amanda Seyfried, son una pareja de veinticinco años. Ambas caen en el error de la imitación, del querer ser como los otros (bueno, caen ellos, las chicas parecen un poco más lúcidas) y eso impide que lo que se podían aportar unos a otros tenga un resultado satisfactorio para todos. Baumbach se enfrenta a este tema con sencillez narrativa, apoyado en la solvencia de sus actores, y con una inteligencia y sensibilidad que no solo salvan el film, salvan también la historia y los personajes. Menos un final que parece añadido a posteriori y que no responde del todo al discurrir lógico de la narración.




(las escaleras pueden llegar a ser un problema, pero no el más importante)
Cuestión de edad es también el tema de otra película americana que se ha estrenado esta semana Ático sin ascensor. Esta es la historia de una pareja, Morgan Freeman y Diane Keaton,  que lleva cuarenta años juntos. Se conocen, se quieren, se ayudan. No hay sorpresas, no hay sobresaltos, hay una tranquila solidez que nace del saber que el otro sabe. Viven en un ático precioso en Brooklyn, pero las escaleras pesan y empiezan a pensar en cambiarse de casa. La anécdota no va mucho más allá. Lo que es interesante de esta agridulce comedia es lo que pasa alrededor: la paranoia desatada por un posible atentado terrorista que les acompaña desde la televisión los dos días de locura que viven mientras enseñan su piso y visitan otros apartamentos para comprar; la enfermedad de su perrita, que les obliga dejarla en una cara clínica veterinaria. Son estos dos temas marginales, los que consiguen darle a la historia un sentido y acaban por hacerla un retrato del aquí y el ahora. Lástima que unos vergonzantes flashbacks lastren el conjunto de una película que sin ser nada especial, sería mucho mejor sin ellos.



Anacleto, agente secreto. Pues sí, también esta película es cuestión de edad. La divertida comedia disparatada de Javier Ruiz Caldera, tiene mucho que ver con la edad. La edad de un Anacleto mayor, Imanol Arias, elegante, brillante, pero que, como se encarga de repetir varias veces en la película, “ya está viejo para esto”. La edad de los lectores del Anacleto inicial creado por Vázquez a principio de los años sesenta  que son ahora adultos con hijos adolescentes que no estoy segura que sepan quién es Anacleto. La edad de esos hijos que descubrirán a Anacleto a partir de la película y quién sabe, quizás salten a los tebeos a partir de ella. Al margen de esta consideración generacional, Anacleto es un divertimento lleno de diálogos brillantes e ingeniosos, con una clara vocación de homenaje al cine de espías y al de aventuras; tiene un malo de película y una pareja protagonista con una química perfecta. Los secundarios roban las escenas que les toca robar y las secuencias de acción son espectaculares.  No quiero acabar estas líneas sin hablar de una de las cosas que más me han gustado de este comic/film: las localizaciones. Llámenlo deformación profesional debido al año que llevo sumergida en este tema con el libro y la exposición sobre localizaciones, pero el hecho es que pocas veces he visto un uso tan potente y tan variado de las localizaciones. A Ruiz Caldera le gusta rodar cerca de casa, ya lo hizo en Tres bodas de más donde el mar era el marco de la historia. Ahora se adentra en el paisaje de una Catalunya rural, y se atreve con escenarios urbanos muy poco habituales en el cine. Anacleto nunca falla, los lectores del Anacleto inicial, los que lo descubrieron cuando tenían diez años, los que no lo han descubierto aun: vayan a ver a Imanol Arias y Quim Gutiérrez y pidan por favor que haya una segunda parte. Aunque tenga que ser con un fantasma.

1 comentario:

  1. hola nuria, gracias por tu referencia a las localizaciones, fue un buen trabajo muy bien guiado por javi ruiz caldera y el dtor de arte balter gallart, que huyen de convencionalismos trillados. es un reto y un placer trabajar con ellos
    un beso

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