sábado, 24 de octubre de 2015

CONTRASTES

Un día perfecto para volar; una noche perfecta para correr. Pocas veces coinciden en la cartelera  dos estrenos tan antagónicos como el de la última película de Marc Recha y el film/secuencia del alemán Schipper. Y sin embargo, no puedo resistir la idea de compararlos, de enfrentarlos y sobre todo de imaginar lo que podría ser descubrirlos uno detrás de otro. ¿Cuál debería ir primero? No tengo dudas, primero hay que ver el adrenalínico experimento alemán, con ese plano secuencia de 140 minutos nocturnos, urbanos, violentos; luego, para calmar la tensión y tras un pequeño paseo por las calles cercanas al cine y a lo mejor un café, entraría a ver el precioso cuento lleno de aire que es el film de Recha para poder irme a casa con una sensación de serenidad. Las dos películas son como dos caras de la vida, la luminosa e inocente de la mirada del niño Roc; la oscura e inocente de la niña Victoria. Ni uno, Roc, ni otra, Victoria, serán iguales después de sus respectivas aventuras. Los dos crecerán, aunque de forma muy distinta.


(un cuadro perfecto para soñar)
Un dia perfecto para volar es un cuento mágico, con  un gigante vestido de rojo y una cometa amarilla. Roc quiere hacer volar su cometa en medio de un paisaje de verano lleno de aromas de romero y de algarrobo. El gigante le ayuda a desenredarla y le cuenta historias: historias de ausencia, de crecimiento, de pérdida, de encantamientos.  Roc pasa el día con él y cuando aparece su padre, el verdadero, se da cuenta que el gigante de rojo ya no está. Recha rodó esta película con su hijo Roc en cinco días del verano del 2014 en los paisajes cercanos a su casa. El resultado es una sensación física de bienestar, con una fotografía tangible y una música feliz, en la que se huele la naturaleza y se oye el viento a lo largo de los poco mas de 70 minutos que dura.


(dibujo en una pared del barrio de Kreuzberg en Berlín)
Victoria es otra cosa, Victoria sucede en un Berlín nocturno donde la joven Victoria, excelente Laia Costa, se pierde en una espiral incansable durante 140 minutos en los que pasa de ser una joven sin futuro a ser una mujer con un pasado. Por su historia, realmente sencilla y con un guión mas esbozado que escrito, Victoria es un thriller que recuerda algunos de los films que se rodaban en Barcelona en  los años sesenta. Tiene algo de A tiro limpio, algo de un cine negro que ya no se hace. Lo que lo distingue es ese plano secuencia que construye la película sobre un esquema establecido, dejando a los actores improvisar en función de los imprevistos que aparecen en su ruta hacia la destrucción, encajando a veces forzadamente los incidentes que deben conducirlos hacia el final. Porque hay un A y un B, lo incierto en la película es el camino entre esos dos puntos. En una apuesta como esta, no hay posibilidad de cortar lo que sale mal, de eliminar esa secuencia que pesa a la contra, buscar la mejor toma del actor. No hay tiempo de peinar a la actriz que poco a poco se va ensuciando, sudando, perdiendo brillo a medida que la noche pasa de lo divertido a lo tedioso y finalmente a lo violento.
Dos películas insólitas, una mas redonda que otra, la de Marc, pero las dos estimulantes, y atractivas por lo que tienen de riesgo y de apuesta para ir un poco mas allá. Si pueden, véanlas juntas, pero no me hagan responsable si el experimento no les gusta.

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