sábado, 16 de diciembre de 2017

MUJERES


Alanis
No me gusta utilizar carteles de películas para ilustrar los post de este blog, pero en esta ocasión no puedo evitarlo. El cartel es la película. Una mujer ocupa prácticamente toda la superficie. Está sentada, con las piernas abiertas, desafiante, segura. Lleva un niño en los brazos que mama de uno de sus pechos descubierto. Los tonos son rojizos, como es rojo su vestido, aunque la mujer está flanqueda de una sombra amenazante de color violeta. Su mirada es dulce pero no sumisa. Esta mujer sabe lo que quiere. La mujer es la actriz Sofía Gala Castiglione, o lo que es lo mismo, Alanis, una puta de Buenos Aires, que lleva a su hijo en brazos. Pero Alanis no es la típica puta de película de denuncia social. Alanis no es una mujer explotada ni obligada por nadie mas que ella misma a ejercer la prostitución. Vive en un piso con una compañera de profesión que la ayuda a cuidar al bebe. Cuando el estado, la sociedad, en forma de policía y asistentes sociales, irrumpe en su vida, Alanis tendrá que sobrevivir durante tres días hasta encontrar otro espacio donde trabajar sin problemas en lo que ella quiere, en lo que ha elegido. Esta es la gran lección del film de Anahi Berneri, multipremiado en San Sebastián. Su capacidad de provocar reacciones de incomprensión en buena parte del público. Cuesta aceptar que no haya miseria, ni menos aun miserabilismo, que no haya explotación y abusos, que en cambio se vea la solidaridad entre las putas que comparten piso, aunque no la de las que se buscan la vida en las calles. Cuesta creer que esta mujer, guapa, inteligente, con recursos, prefiera su vida a la que una sociedad hipócrita y reaccionaria quiere imponerle. Durante toda la película vemos a Alanis siempre a través de algún obstáculo que la aparta, la margina. También la vemos constantemente reflejada en un espejo que devuelve su imagen en esos días de desconcierto. Alanis no forma parte de ese mundo que la rodea como la sombra violeta en el cartel. Hace su trabajo de forma profesional, sin emociones, sin implicarse. Conserva siempre su dignidad. Y al final, consigue lo que quiere. Solo en la última secuencia, cuando ha vuelto a encontrar un espacio de equilibrio, la vemos sin sombra, sin obstáculos que nos la oculten en todo su esplendor. Vuelvo al cartel porque me sigue impresionando la imagen de madonna renacentista, de virgen dando de mamar, de mujer fuerte. Bravo por las tres: la directora, la actriz y el personaje.



(en este caso no puedo resistir poner una foto de Julita en sus reinos)

Julita
Muchos hijos, un mono y un castillo, es un ejercicio de memoria familiar y colectiva que cuenta la vida de una mujer sin miedo a ser políticamente incorrecta, a ser excepcional. Julita Salmerón tuvo tres deseos de pequeña: tener muchos hijos, tener un mono y tener un castillo. La vida le permitió cumplir los tres. Ahora Julita tiene 82 años, tiene muchos hijo, ya no tiene mono y ha perdido el castillo por culpa de la crisis. Julita es la protagonista del hilarante, inesperado y muy recomendable documental de Gustavo Salmerón. Julita no tiene ningún pudor en decir y hacer lo que quiere delante de la cámara de su hijo. Igual que no lo tuvo para llenar el castillo heredado de miles de objetos, muebles y pinturas que merecerían estar en un museo de los horrores. Durante catorce años, el actor se dedicó a filmar a su madre, su padre, sus hermanos, los gallos y las gallinas, el cerdo, el burro, el belén, el caos de una familia muy poco convencional. La inverosímil y muy berlanguiana búsqueda de unas vertebras de la bisabuela asesinada por los rojos es el macguffin de una historia que tiene muchos otros momentos azconianos: la muerte vestida de monja, el belén regado en julio, el diente en el café con leche… . Entre la carcajada y la melancolía, entre la tragicomedia y el esperpento, Julita, como la Carmina de Paco León, despierta un sentimiento de complicidad con el espectador. Quizás eso explique que ante el asombro de Julita Salmeron este film privado y familiar sea no solo entendido, sino disfrutado, premiado y compartido por públicos de todo el mundo.


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