sábado, 24 de octubre de 2020

VOCES


En esta semana extraña, de calor y bares cerrados (al menos en Barcelona), con el bicho extendiéndose como una mancha de aceite, acercándose cada vez más a cada uno de nosotros y con un estado de alarma muy próximo. Esta semana absurda en la que hemos visto una moción de censura que convirtió el Congreso en una nave marciana, completamente aislada de la realidad (aunque hay que reconocer que algún marciano nos sorprendió con un discurso bien construido y coherente, cosa poco habitual entre los marcianos que se mueven habitualmente por ese edificio). Esta semana en la que hemos visto al Papa advertir a Todos, de los peligros de una involución. Esta semana rara entre las raras, me apetece hablar de una película hermosa, libre, diferente. La voz humana de Pedro Almodóvar. 

29 minutos le bastan y sobran a Almodóvar para hacer una de sus mejores películas. La voz humana tiene la virtud de no perderse en esas historias paralelas que a veces entorpecen sus relatos, Aquí todo es claro, directo, afilado y brillante como un puñal pulido. Siempre he dicho que desde mi punto de vista, La ley del deseo y Mujeres al borde de un ataque de nervios son las dos mejores películas de Almodóvar. A ellas habrá que sumar esta voz humana que en realidad es una especie de spin off de las otras dos, o mejor aún, una revisión de ambas treinta años después. 

La obra de Jean Cocteau aparecía en La ley del deseo, donde Tina, el personaje de Carmen Maura, la representaba en un teatro dirigida por Pablo Quintero, su hermano. En el libro que hice con Almodóvar en el lejano 1988, el director me explicaba por qué había escogido esa obra de teatro:

La voz humana tiene la misma función que las canciones. No es solo porque me gusta y es un texto muy apropiado. La voz humana forma parte del diálogo de la película. He robado diálogos y los he puesto ahí, formando parte del guión. La voz humana es el grito desesperado de una mujer abandonada. Eso describe a Tina, que no es solo una mujer abandonada, sino que va de mujer abandonada. Si tuviera que poner su nombre y apellidos en el carnet diría: mujer abandonada por todos. Es algo que ella ha convertido en sus señas de identidad, y lejos de querer olvidarlas, quiere que la identifiquen. La obra también me sirve para explicar el personaje de la niña que es otra mujer abandonada por su madre. Además, a mí como narrador me sirve para que esas dos mujeres digan ¡no me dejes! en el momento en que aparece la que las ha abandonado.”


En ese mismo texto, Almodóvar definía a Tina como una mujer que está desesperada de los nervios. En la mezcla explosiva de La voz humana y los nervios desesperados, está el origen de Mujeres al borde de un ataque de nervios que no deja de ser una versión manchega de la obra de Cocteau:

 “Un monólogo femenino en una situación única y límite resuelta a base de imaginación. Pensaba en una mujer sola, en una situación límite y en un decorado único llevándolo todo al punto más experimental posible, como un reto. El origen era La voz humana de Cocteau tal como la hacía Carmen Maura en La ley del deseo que me gusta mucho. Adaptando el texto me salían casi treinta minutos, por tanto tenía que hacer algo para ampliarlo. Creo que es realmente una versión de La voz humana, sin que se parezca y sin ser tributaria, porque no hay ni una sola frase de la obra. Sin embargo, estoy convencido de que si Cocteau la hubiera podido ver o leer el guión, habría pensado que era absolutamente fiel a su idea de la obra y de la soledad de esta mujer abandonada… Es curioso el proceso. Partiendo de La voz humana, ya no hay ni voz humana, ni monólogo,  ni nada. Eso sí, hay una larga espera llena de cosas y el teléfono como elemento determinante… Tiene que quedar muy claro esa angustia de estar esperando que te llamen y que no suene el teléfono, estar esperando en vano, eso es horroroso.”


Todo lo que es La voz humana que se acaba de estrenar, está ya en estas líneas de 1988. En ese sentido el tiempo ha jugado a favor de Pedro y ahora se atreve a hacer una película experimental de 30 minutos, hablada en inglés, con una única protagonista tan abandonada como Tina y como Pepa, encerrada en un decorado que recuerda el de la obra en La ley del deseo, pero en realidad es una evocación del de Mujeres, con su terraza y sus plantas. Una puesta al día valiente y de una belleza deslumbrante en la que el papel de la niña de La ley lo asume un perro fiel y tan abandonado como la mujer de rojo, la mujer de azul, la mujer multicolor a la que da cuerpo élfico una hermosa Tilda Swinton que al final, como hacia Tina, destroza con un hacha el recuerdo de ese hombre que nunca vendrá y como hacia Pepa, le prende fuego al pasado del que resurge liberada. Un regalo que nos demuestra que Pedro Almodóvar es, cuando está en estado de gracia, un gran creador. 


La semana que viene, hablaré de estrenos on line o estrenos normales o series. Esta, prefiero centrarme en esta pieza única y absolutamente recomendable y rescatar una película que tenía que estrenarse el 13 de marzo y que, por razones que todos recordamos, no llegó a las salas. Se trata de Antología de un pueblo fantasma. Recupero el texto que escribí en el blog el 14 de marzo:

“Antología de un pueblo fantasma, de Denis Coté, pasa en un pueblo de 215 habitantes perdido en los paisajes nevados y helados de los bosques de Quebec, un ejemplo del Canadá vaciado y olvidado, como lo es la España vaciada y olvidada, donde seguro que el bicho no hará estragos a no ser que la invadan los urbanitas insolidarios que llevarán hasta allí el contagio. En este lugar escondido, se produce una tragedia inesperada que conmociona al pueblo entero. Un joven de 20 años, se mata en un accidente de coche. Todo apunta a un suicidio. Nadie, ni sus padres, ni su hermano, ni sus amigos o la alcaldesa, saben cómo enfrentarse a esa pérdida. El duelo colectivo se extiende como un manto de dolor sobre el manto de la nieve y el silencio se impone en esa comunidad callada. El tiempo se detiene, la gente intenta seguir con su vida, pero algo se lo impide. Empiezan a pasar cosas extrañas, unos niños enmascarados juegan en los campos, se produce un milagro, aparecen seres fantasmales, siluetas recortadas en el horizonte que no hacen nada, no dicen nada, solo miran, observan. Nadie sabe quiénes son, nadie se extraña de verlos, nadie reacciona. Están paralizados. La película roza la ciencia ficción, pero tiene muchas más lecturas interesantes. Se puede ver como una muestra del miedo a los extranjeros, los distintos, los otros; se puede entender como la muerte de una forma de cultura, de vida, propia del mundo rural; se puede pensar como la aceptación de lo extraño incorporado a nuestra cotidianidad. Como si el virus se hubiera instalado entre ellos y ellos estuvieran aprendiendo a vivir con él. Todas son válidas, todas funcionan en este film irregular que en su título original se llama Antología de las ciudades desaparecidas, lo que la hace más globalizadora. Porque el fenómeno de la despoblación ocurre en todos los países, donde las grandes concentraciones urbanas están dejando deshabitados muchos pueblos y ciudades pequeñas. Pero también se puede ver simplemente como un film fantástico, de ciencia ficción cotidiana. Seguramente esa será la mejor manera de disfrutarla." 

El regalo de la semana es una mujer que espera, aunque quizás no haya sido abandonada.

 


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