viernes, 30 de junio de 2023

INDIANA


 

(la Anticitera de Arquímedes, auténtico macguffin del nuevo Indiana)

Indiana Jones y el dial del destino. James Mangold

Hace 42 años un amigo irrumpió en mi vida. Indy, Indiana Jones, llegó con un arca perdida y se quedó para siempre. Desde el momento que vi En busca del arca perdida en 1980, supe que Indiana era el personaje que yo habría querido escribir. Cuatro años después, Indiana volvió en un templo maldito. No fue lo mismo, no estaba Marion y el pequeño Short no me acababa de gustar, aunque la primera secuencia con los diamantes en Shanghái era espectacular (como todas las secuencias de los prólogos). En 1989 Indy decidió volver, un poco más desencantado, pero con el mismo humor y sobre todo con un personaje que hacía su última cruzada inolvidable, el Dr Jones, su padre encarnado en Sean Connery que, si no me equivoco debía tener 12 años cuando nació Indiana. Pero que importa eso, el cine de Spielberg es emoción y humor, y sobre todo imaginación y acción. Y de eso había muchísima en esa tercera entrega que se podría pensar sería la última. Pasaron los años, yo revivía los viejos Indiana y añoraba una nueva entrega. Harrison Ford se hacía mayor y Spielberg se ponía serio. Fueron 18 años sin nuevas aventuras. Y entonces volvió con una enemiga a su altura, Cate Blanchett, los dos peleando por una calavera de cristal. Pero algo no funcionaba del todo. Indy era muy mayor para seguir haciendo de Indy y se notaba. Fue un regreso interesante pero un tanto fallido. Una despedida que dejaba un cierto regusto amargo. No se cerraba bien la saga. Faltaba algo. Y ese algo ha llegado este 2022 en el que me he reencontrado con mi amigo mucho más viejo, como yo y como casi todos los que le conocimos hace 42 años, pero igual de sarcástico y de arriesgado y de inteligente. Sin disfraces, (menos en el prólogo en el tren ambientado en 1945 que digitalmente nos devuelve al Indiana del arca perdida). Cuando la historia se retoma en 1969, el profesor Jones es un viejo solitario a punto de jubilarse, no entiende el mundo que le rodea, esos hippies, esa música, y está completamente al margen del gran acontecimiento del año: la llegada del hombre a la Luna. Indiana no vive en el futuro, siempre ha vivido en el pasado. Pero el futuro ya es presente y ahí entra una nueva compañera-amiga, la estupenda Phoebe Walter-Bridge, una mujer de ahora mismo, ambiciosa y libre de hacer lo que quiera. Y lo que quiere es ganar dinero, aunque sea a costa de traficar con lo que Indy más valora: los objetos perdidos del pasado. A partir de su encuentro, se suceden sin tregua las persecuciones a caballo, en metro, en coche, en barco, en avión… en distintas ciudades y en distintos tiempos. El dial del destino es eso, una puerta a otros tiempos. Indiana/Harrison se divierte liberado de tener que ser un símbolo sexual. Liberado, también, de tener que ser el mejor en todo. De la mano de James Mangold, Harrison Ford se dedica a hace guiños de complicidad a los cuatro Indianas anteriores gracias a la brillante compañía de viejos amigos. como Shallah, o de nuevos amigos, como ese Renaldo que hace Antonio Banderas. Y gracias, no hay que olvidarlo, al malo malísimo de turno con el rostro de piedra tallada de Mads Mikkelsen. Todo me gusta en esta quinta aventura que me pasa como un suspiro. Entiendo las reticencias de los puristas de la saga porque Mangold no es Spielberg, es cierto. Pero Indiana si es Indiana y aunque solo sea por ese epilogo en el que se reencuentra, por fin, con Marion y ambos recuerdan una de las mas icónicas escenas de toda la serie, vale la pena verla y disfrutarla. Ahora sí que Indiana/Ford se ha despedido del todo y lo ha hecho por la puerta grande.

 


La Gran Pantalla

El estreno de Indiana Jones y el dial del destino me sirve muy bien de prólogo para hablar de un festival que se celebra en Barcelona entre el 4 y el 9 de julio, en los Cines Girona. Se llama La Gran Pantalla y la referencia a Gran es tanto a las pantallas de cine, como a la Gent Gran, lo que en castellano llamaríamos La Gente Mayor. Es decir, los contemporáneos de Indiana Jones. Los mayores, los viejos, los ancianos, nos pueden llamar como quieran, pero es un  hecho que existen, existimos, y seguimos con ganas de aventuras de todo tipo,  de curiosidad y de estímulos para entender el mundo. Un concurso de cortometrajes es el núcleo de un festival que tiene como peculiaridad el eclecticismo de sus propuestas, de la alegría de vivir de Buena suerte, Leo Grande, a la dureza de Utama en medio de los Andes; de la vitalidad de Francesca y el amor, a la melancolía de Loli Tormenta; de la emoción de Toda una vida, a la dulzura de 20.000 especies de abejas; de la música de Omara a las canciones en las azoteas. Un abanico de ofertas acompañadas de presentaciones, master class, mesas redondas y sobre todo participación. Estoy segura que a Indiana le habría gustado este festival.

Dejo el link para los que quieran saber más de La Gran Pantalla.

https://lagranpantallafestival.com/es/largometrajes-2023/

Ramon también tiene cuadros que parecen puertas del tiempo



 

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