sábado, 14 de junio de 2025

MAS ALLÁ DE LA CIUDAD


“La ciudad es un lugar donde  no tienes miedo a encontrarte con alguien que no quieres ver. Puedes desaparecer.”, dice un personaje de una serie que estoy viendo estos días. Es verdad, la ciudad es anonimato, es privacidad, todo depende de lo que busques en ella. En ese espacio que llamamos rural, campo, lo de fuera, este anonimato es mucho más difícil de conseguir. De eso hablan tres estrenos de esta semana. Tres películas de muy distintas procedencias: una argentina, una rumana, una francesa, con historias y tonos muy distintos. Pero las tres poniendo el acento en esa falta de privacidad que, a veces, va acompañada de falta de respeto.

 


Miss Carbón, Agustina Macri, Argentina

Parece un escenario de Dickens: la cuenca minera carbonífera de Río Turbio, en la Patagonia argentina. Los personajes podrían ser de Dickens: una joven trans (Dickens no la habría hecho trans, pero, bueno), con un sueño: ser minera. A partir de este deseo, el film se aleja de cualquier aroma dickensiano, ¿quién en su sano juicio quiere meterse en una mina de carbón? Carla Antonella Rodríguez quiere hacerlo. Y no parará hasta conseguirlo en una historia basada en un personaje real, muy real, y ambientada hace dos días,  entre el 2009 y el 2012. Carla, que nació Carlos, se enfrenta a su padre, a su familia, a su pueblo. Y se enfrenta doblemente: primero porque se siente mujer, segundo porque quiere romper la absurda leyenda que prohíbe la entrada a las mujeres en la mina porque “causan derrumbes”. Carlos/Carla, consigue ser contratada en la mina y demuestra que puede ser la mejor en su trabajo; Carla/Carlos, se transforma definitivamente en mujer al mismo tiempo que se transforma definitivamente en minera. Con la ayuda de un grupo de mujeres marginadas, las prostitutas, las mujeres trans que son las únicas que le dan refugio cuando su padre le prohíbe entrar en su casa. Pero no solo con ellas. Contra todo pronóstico (más sabiendo que es una historia real), los mineros, sus compañeros de galería, de oscuridad, de miedo y peligro, la aceptan tal y como es, como uno de los suyos. Y cuando la empresa quiere sacarla de la mina,  es decir cuando Carlos ya es Carla, se ponen a su lado para que sea readmitida. Cosa que no hacen las mujeres que trabajan en las oficinas para las que Carla es una especie de monstruo contaminante. Con el reconocimiento de los derechos de las personas trans en una ley del 2012, Argentina dio un paso para la normalización social de este colectivo. Y con la lucha de Carla, la minería dejó atrás una de las costumbres más obsoletas del país. Por suerte no olvidó otra de las costumbres más arraigadas, la de elegir a Miss Carbón, premio que obtiene Carla en una celebración del cumplimiento de sus sueños. Cuento de hadas minero, basado en hechos reales, esta es una historia de final feliz. Las mujeres pueden ser mineras y el colectivo trans tiene sus derechos reconocidos. Al menos de momento, ya veremos qué pasa si Milei sigue su campaña de regresión moral y social.

 


La receta perfecta/Vingt Dieux/Holy cow, Louise Courvoisier, Francia

De los tres títulos  que tiene este film francés, el que más me gusta es el inglés. Holy cow/Vaca feliz. No porque las vacas que salen sean particularmente felices como no lo son sus personajes, al menos no al principio. Me gusta porque de alguna manera refleja una mirada a la vida rural desprovista de idealizaciones: las vacas son felices, pero  no es nada fácil vivir en el campo con ellas. El debut de esta chica francesa es una especie de homenaje a toda la gente que vive o sobrevive en los trabajos de agricultura y ganadería. Gente que no quiere irse a la ciudad, que sabe lo duro que puede ser sacar adelante una granja, pero no renuncia a hacerlo. Todo empieza con una muerte: el padre de Totone, fabricante artesano de quesos, muerte repentinamente. A sus 18 años, el inconsciente Totone, debe hacerse cargo de su hermana Claire. Y debe sacar adelante el negocio del queso. Para ello, se propone hacer el mejor queso Comté de la región. Porque estamos en el Jura, en el Franco-Condado, frontera con Suiza, denominación de origen del queso Comté que compramos en las tiendas. Quizás en otras manos, esta historia habría sido un drama social de tintes negros. Pero Louise Courvoisier, que conoce muy bien ese territorio, no quiere ser pesimista. Sin idealizar el bucólico paisaje, sin caer en tópicos urbanitas, sin apelar a la nostalgia o la añoranza, el film es una invitación a intentar vivir y trabajan en el campo. Y si de paso se consigue encontrar una chica estupenda, fabricar un queso digno de Obelix en una marmita casi tan mágica como la de Panoramix, y transitar un duelo que conduce a la vida adulta, mucho mejor. Una buena receta, una gran degustación.

 


Tres kilómetros al fin del mundo, Emanuel Pârbu, Rumania

Tres kilómetros no es una gran distancia, pero tres kilómetros pueden significar vivir o no vivir (no morir, eso es otra cosa). Tres kilómetros de agua separan una pequeña isla en el delta del Danubio de la ciudad más cercana. Pero en realidad, esos tres kilómetros son una franja infranqueable entre la intolerancia y la aceptación del diferente. Adi es un joven que pasa el verano con sus padres en la isla. Su padre es pescador en crisis permanente, su madres es de una religiosidad enfermiza. La isla está dominada por una especie de mafioso que controla el pueblo, como si aun estuvieran en la edad media. O en la época de Ceaucescu, al que este personaje y el policía local echan de menos. En este caldo de cultivo se produce una agresión: Adi recibe una paliza terrible. Lo que sucede a partir de ahí, es una combinación malsana de miedo, fanatismo, intolerancia y violencia. Adi descubrirá quiénes son sus padres  de una manera brutal al mismo tiempo que descubre algo que ni él mismo sabía: su homosexualidad. Con el rigor y la solidez del cine rumano contemporáneo, Pârbu cuenta esta historia luminosa en sus paisajes, oscura en sus odios y rencores, con un ritmo pausado, sin estridencias. Deja que sea la mirada de Adi la que nos  conduzca desde el estupor ante lo que sucede, hasta el desprecio que acaba generando en él. El paraíso socialista se erigió sobre un paraíso arcaico y atrasado. La Rumania profunda, tan lejos de Bucarest, aun arrastra los males que esa doble herencia ha dejado en las heridas del país. 

El regalo de esta semana es una ventana hacia el exterior por la que pueden mirar todos estos personajes.



 

sábado, 7 de junio de 2025

DÍPTICO MÍSTICO

Sirat. Trance en el desierto, Oliver Laxe

“En árabe, Sirat significa "el camino" o "la ruta," algo que sugiere una dirección, un destino o una vía espiritual. Puede designar igualmente la conducta o el comportamiento. En el Islam, la palabra sirat se utiliza para designar el Puente Sirat, un puente sobre el infierno que los creyentes deben cruzar para entrar al Paraíso”. 

“Yo lo veo de otra manera: la vida es solo ese momento en el que el pez está fuera del agua, antes de volver a casa. La muerte es la vuelta a casa, la puerta a trascendernos y emanciparnos.” (Oliver Laxe) 

“Yo también he experimentado la muerte mucho tiempo, ¿Cuándo? Antes de nacer. La muerte es el dejar de ser. Después de mi, será como antes de mí. Nos equivocamos cuando pensamos que la muerte sigue a la vida, cuando en realidad la precedió y la sigue.” (Séneca)

 


Tres citas para empezar a entender Sirat. Para disfrutarla como experiencia artística de belleza desértica, no hace falta saber nada. Simplemente dejarse llevar por las imágenes de la espléndida fotografía de Mauro Herce, por el calor, por la música totémica de la Rave compuesta por Kangding Ray, sumergirse en el trance que es ese viaje hacia el fondo de la vida. Pero si se quiere ir un poco más allá para intentar comprender el sentido profundo de esta historia escrita por Oliver Laxe en colaboración con Santiago Fillol (como Mimosas), las tres citas nos ayudan a abrir un camino, un sirat, en el film, o mejor dicho con el film. Porque en realidad la compañía del desierto que se adentra en potentes camiones por rutas desconocidas, huyendo de un mundo en guerra, va en busca de este puente para pasar al otro lado. Y si se encuentra con la muerte, es porque la muerte, como dice Séneca, precede a la vida y la sigue después. La vida es el viaje que hace Luis acompañado de su hijo pequeño Esteban, cuando se lanza detrás de la caravana de los peregrinos de la rave: Stefi, Josh, Tonin, Bigui y Jade, seres incompletos que conforman un nuevo organismo compuesto de sus partes, al que se añaden Luis y Esteban de una forma natural, orgánica, en su búsqueda del elemento femenino, su hija, su hermana, perdida entre los espejismos rituales del desierto. Oliver Laxe es un director físico y metafísico: físico porque sus películas son experiencias de exigencia y de resistencia, ya sea en las montañas del Atlas marroquí o en el luminoso desierto que separa y une Marruecos y Mauritania. Pero es sobre todo metafísico porque trasciende ese mundo lleno de dificultades y de escollos, de dolor y de pérdida, para realizar un viaje casi alquímico. Sus personajes son y no son realidades. Un hombre adulto y un niño buscando una mujer joven se hunden en las arenas del desierto al ritmo totémico de una música envolvente, mágica, ritual, de la mano de una compañía de titiriteros como los que Bergman retrataba en El séptimo sello, que cogen de la mano a esos dos seres y los acompañan en su viaje para dejar de ser lo que eran, para ser otra cosa. El Puente de Sirat solo lo pueden pasar los justos, los que confían, los que no ven con los ojos sino con el alma. Y al otro lado, un tren que circula hacia ningún sitio… Siento si me ha salido un poco confuso este texto, no querría añadir oscuridad a un film luminoso y transformador. En realidad, lo único importante es ver la película, vivirla, dejarse llevar por ella, bailarla y salir un poco transformados.

Sirat es en cierto modo la segunda parte de un Díptico Sufi que Oliver Laxe ha creado en el desierto marroquí. Mimosas era un film de montañas, de rocas, de hombres; Sirat es un film de arenas, de desfiladeros, de mujeres. Lo de mujeres puede sonar extraño, pero no tanto. Porque es una mujer la que provoca ese viaje con su desaparición. Luis, Esteban y la extraña compañía, van en su busca y por ella emprenden ese viaje al otro lado. De Mimosas escribí en el blog en la entrada del 7 de enero del 2017.


Mimosas, Oliver Laxe

“Desierto místico. Así podemos definir el desierto de las misteriosas Mimosas de Oliver Laxe. Mimosas es, desde su titulo, un enigma, un cuento, un viaje. Western oriental que atraviesa un paisaje de lagos de un azul profundo en las altas montañas nevadas del Atlas marroquí, esta preciosa historia de inspiración sufí, es un viaje interior y exterior voluntariamente no datado en el tiempo ni en el espacio. Una caravana dirigida por un viejo jeque intenta llegar a una ciudad santa a través de las montañas. Cuando el jeque muere, la caravana se desintegra. Solo dos hombres, Ahmed y Said, se comprometen a llevar el cuerpo del jeque hasta su destino. Junto a esta historia hay dos más. La que sucede en un universo paralelo donde Shakib, un alma limpia, inocente y pura es escogido para cruzar al otro mundo y ayudar a Ahmed y Said en su misión; y la del propio rodaje que tuvo que vencer múltiples dificultades de frio, nieve y accidentes, llevando a lomos de mulas el material cinematográfico para rodar en 35 mm., mientras Oliver Laxe y Santiago Fillol reescribían día a día el guión en función de los obstáculos a los que se enfrentaban. “Quería perderme en el camino, quería colocarme en una posición en la que no sabía por dónde ir, como los personajes de la historia. Quería hablar de otro nivel de percepción, otro nivel de entender el mundo. La película habla de alguien que en cierto modo se deja ir a su aire, que se entrega a su intuición Los obstáculos hacen que el film se haga a si mismo, los obstáculos determinan las elecciones que haces.” Al salir compren un ramo de mimosas amarillas para seguir “oliendo” el aroma de esta película.”

(Mimosas está en Filmin, verla después de ver Sirat es una excelente ocasión de acercarse al Díptico Místico de Oliver Laxe.) 

El regalo de esta semana es un cuadro que he usado otras veces, creo que es  el mejor para acompañar el film de Oliver Laxe.