jueves, 14 de octubre de 2010
PERDIDOS Y MINA
(éste cuadro abstracto de Ramón del año 1992 parece pintado para promocionar Perdidos: el puñal de John; los símbolos de Jacob, la isla infinita en su tiempo repetido y ese mar azul intuido, lejos, como el único camino de huida)
Hace dos días ví, por fin, la sexta entrega de Perdidos. Hasta ahora no había querido saber nada de ella, ni dejaba que me contaran nada, ni leía nada que hablara de su final. Quería descubrirlo en directo. No ha sido una sorpresa. Que estaban muertos es algo que se intuía desde la primera temporada y lo único que esperabas era a ver como lo explicaban. La resolución es un poco simple. Creo que dado el altísimo nivel de complejidad de la serie, con temas que rozan la física cuántica, los universos paralelos, la mitología egipcia y el platonismo, sin caer nunca en la pedantería de querer explicarlos sino utilizando todo el pastiche para realizar una de las narraciones mas entretenidas, envolventes y retadoras de la inteligencia que se han hecho en mucho tiempo, se podía esperar que al final fueran un poco mas allá. He discutido mucho de cual podría ser ese mas allá. Cuando estás cómodamente sentado en el salón de tu casa, te sientes con derecho a inventar lo que quieras. Es la libertad que te ofrece la impunidad. Libertad y riqueza, porque en las conversaciones sobre como podría haber acabado la serie se barajan muchos conceptos que superan el simple consumo de un producto televisivo. Estamos hablando de una nueva narrativa que, a modo de Julio Verne contemporáneo, usa la ciencia y el conocimiento para crear entretenimiento.
Bueno, ahí va nuestra (no es solo mía) aportación al final de Perdidos y lo siento si todavía queda alguien que no la ha visto. Si es así, por favor, no lea mas.
El precioso plano de Jack con Vincent el perro tendido a su lado, cerrando los ojos después de ver el avión que cruza el cielo, es la última imagen de la isla. No volveremos a verla nunca más. Lo que pasa después se ubica en otro espacio y en otro tiempo: el de la muerte y la reconciliación. Sin tocar nada de todo lo que ha pasado antes, cuando Desmond ha conseguido reunirlos a todos en la iglesia, yo (nosotros) en lugar de dejarlos allí sentados, esperando, habría vuelto a la playa.
Jack abre los ojos, se incorpora y ve… la primera escena de la serie, el avión accidentado, la gente desconcertada deambulando sin rumbo, las maletas desperdigadas, a si mismo intentando ayudar a los demás. Todo igual, pero un poco distinto. Algo debería ser diferente. Que cada uno se imagine que objeto, que persona, que situación sería diferente: por ejemplo, Desmond está entre los pasajeros cuando en la serie no aparece hasta la segunda temporada.
El misterio se abriría de nuevo en una cinta sin fin. Los universos paralelos se multiplicarían y la historia volvería a empezar, pero distinta…
2
Casi al mismo tiempo que veía Perdidos se estaba produciendo en la otra punta del mundo, en el Desierto de Atacama, el rescate de los 33 mineros atrapados en la mina. Toda esta operación, al margen de ser un circo mediático, es absolutamente apasionante. Quien viera las imágenes de la cápsula llegando al refugio y subiendo después por el túnel no podía mas que pensar que estaba metido en una película de ciencia-ficción, o en un plano de Perdidos sin ir mas lejos. ¿No han estado perdidos estos mineros bajo tierra para ser rescatados de una forma completamente inverosímil e increíble hace apenas unos años? Al margen de las alegrías personales por las vidas salvadas, lo mejor de este episodio es que, como la llegada del hombre a la Luna, nos ha demostrado que el hombre puede llegar al centro de la Tierra. Hacia arriba o hacia abajo, el infinito se abre en ambas direcciones. Y es apasionante.
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