domingo, 1 de mayo de 2011
D'A CINE DE AUTOR
Hace un par de días comenzó en Barcelona un nuevo festival llamado simplemente D’A, Cine de Autor. Lo ha inventado y lo ha puesto en pie Carlos Ríos, uno de los dos pilares de lo que fue el BAFF, Barcelona Asiatic Film. Carlos ha pensado un festival sencillo y complejo a la vez, un festival que recoge películas importante que no se han podido estrenar en nuestro pantallas sin ningún tipo de limitación, ni de género, ni de país, ni de tema. Un festival de cine libre organizado en torno a cuatro secciones: Direccions, donde caben todo tipo de propuestas autorales; Asies, en la que se recoge el viejo espíritu del BAFF; Promeses de l’Est, sección en la que se agrupan películas de la zona de influencia ex soviética; Autoria Catalana, un repaso de ese cine catalán que deslumbra en los festivales, pero no consigue estrenarse en las salas con normalidad. Junto a estas cápsulas, mas que secciones, la arriesgada retrospectiva de Guy Maddin, quizás el director contemporáneo mas invisible de todos, autor de un cine que no tiene límites entre el sonido y el silencio, entre el color y el blanco y negro, entre el corto y el largo. Una oportunidad de oro para ver su obra completa.
Carlos me invitó a presentar La ilusión cómica, último trabajo de Mathieu Amalric como director. La ilusión cómica no es una película fácil de presentar. Tampoco es una película fácil de ver. En realidad nada de lo que este actor metido a director ha hecho al otro lado de la cámara es sencillo. Si como actor Amalric no tiene problemas en alternar películas de gran presupuesto hollywoodiense con films de autor en el sentido mas clásico del término, es decir un James Bond con un Arnaud Desplechin, como director mantiene una línea rigurosamente personal que le lleva a bordear el precipicio continuamente. Debutó en 1997 con Mange ta soupe, cinco años mas tarde adapta una novela de Daniel Del Giudice, El estadio Wimbledon. Se toma un largo periodo de reflexión, casi ocho años, en los que realiza cortos y documentales. En 2010 deslumbra en Cannes con Tourné, que por cierto está a punto de estrenarse y le permite ganar el premio a la Mejor Dirección, y ese mismo año rueda para la televisión una adaptación de Corneille. Nada menos que Corneille. Pero no una de sus obras mayores, no. Amalric escoge, o le dan, una obra de juventud de Corneille, estrenada en 1636, cuando el dramaturgo tenía 29 años. Una tragicomedia arriesgada y divertida, con múltiples lecturas, que habla del dolor de un padre por un hijo que cree muerto; del amor imposible entre una mujer y un hombre; de la maldad de un tirano; del juego de un mago. Que habla del teatro en el teatro, de magia y seducción, de mirar sin ser visto, de ilusiones cómicas en definitiva. Y aquí entra el toque de genialidad de Amalric quien decide traer la historia a nuestros días, convertir la cueva del mago en un hotel de lujo en medio de París y dejar que sus actores digan con gran seguridad los versos alejandrinos con una fidelidad al texto en total contradicción con los ambientes, vestuarios y situaciones en que los presenta. Pero no se trata de la típica operación Keneth Branagh actualizando a Shakespeare. El cine de Amalric está mas cerca del Godard de Detective en cuanto al concepto de imagen y de Demy en cuanto a la idea del texto. Traer a Demy a colación puede parecer un poco absurdo, pero la forma como el director utiliza la métrica en la acción no está demasiado lejos de la forma como Demy usaba la música y las canciones en su cine. La ilusión cómica te atrapa por su sonoridad, por su inteligencia y por sus niveles de lectura. Es la prueba evidente que los clásicos y la televisión no están condenados a ser soporíferos. Los que vivan en Barcelona aun están a tiempo de ver esta película en la repetición del jueves 6 de mayo a las 18.30.
Y aprovecho estas líneas para recomendar algunos de los títulos que conozco de los programados en D’A: How I Ended this Summer, de Alexei Popogrebsky, Rusia, 2010; Le père de mes enfants, de Mia Hansen-Leve, Francia, 2009; Cave of Forgotten Dreams, de Werner Herzog, Alemania 2011; Bibliothèque Pascal, de Szabolcs Hajdu, Hungria, 2010; Wild Field, de Mikheil Kalatozishvilli, Rusia 2008… Y si las demás son como estas, todas son recomendables. Aprovechénlo¡¡¡
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