viernes, 16 de septiembre de 2011

EL ARBOL DE LA VIDA 2


(un árbol de la vida de Ramón)
Llevo casi tres semanas sin escribir en el blog. La verdad es que los estrenos de cine de estos dìas no me estimulaban a decir nada. Y el agobio informativo de la película de Almodóvar aun me echaba mas atrás. No quería, y no quiero, decir nada de esa película. Pero eso mismo me bloqueaba para escribir de otras cosas.
Bueno. Creo que se ha roto ese bloqueo. Hoy se estrena una de las películas importantes del año, El árbol de la vida. Imprescindible. Recupero el texto que escribí el 22 de mayo cuando la vi en Perpignan porque sigue siendo plenamente vigente. También recomiendo el texto que escribió Ramon Herreros en su blog sobre esta película mas o menos por las mismas fechas.
Hoy empieza San Sebastián y con el festival empieza oficialmente la temporada de estrenos. Confio en no volver a bloquearme.

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A la salida. Comparto la sensación de desconcierto que provocó entre los críticos de Cannes. El árbol de la vida es una película de una belleza deslumbrante. Eso es lo primero. Es de una complejidad enorme en su aparente sencillez. Es un ejercicio de pensamiento visual y sonoro. Es todo eso y es mas.
Solo voy a destacar algunos momentos de esta película que debe verse mas de una vez.
Uno. El esplendor de la creación del mundo, tomado de las imágenes que envían los telescopios espaciales. Aunque son imágenes tratadas, no son producidas por efectos especiales, son las recreaciones que los científicos están utilizando para explicar el origen de las galaxias y por extensión el origen del mundo y de la vida.
Solo por eso ya vale la pena la película.
Dos. La imagen del dinosaurio moribundo a la que se acerca otro depredador, pero no hace lo que todos esperamos que haga, sino algo inesperado.
Tres. El árbol matriz que crece en el centro del jardín de la familia.
Cuatro. La puerta en el desierto que atraviesa Sean Penn para comprender un pasado que le atormenta.
Cinco. Los grandes edificios contemporáneos, auténtica cárcel de cristal en la que Penn sueña su redención.
Seis. El plano del río cuando Jack deja ir el camisón de su madre. La belleza del agua donde nace la vida, donde la naturaleza empieza a existir, donde se pierde el deseo prohibido.
Siete. El espacio sin tiempo que es la muerte de la que es posible volver a nacer.
Ocho. La maldad pura en los ojos de un niño, Jack, la maldad impura en los ojos de un adulto, su padre.
Nueve. La última imagen del film. Un puente que nos lleva hacia otro sitio, hacia otro espacio, hacia otro cine.

Añado dos imágenes mas que me han venido a la memoria después de escribir el texto. (De hecho la película no se me va de la cabeza)
-La madre en uno de los pocos instantes de auténtica paz, apoyada en los escalones de la casa con la gata sentada en su regazo.
-Las sombras de los niños la primera vez que los vemos. Las sombras son las de dos extraterrestres.

No se si esta película va a ser tan importante como 2001, no se si va a marcar la historia (no solo del cine), pero si se que va a dejar huella en todo el que la vea. Tanto en los que se dejen hipnotizar por ella, como entre los que la detesten por su carga metafísica y espiritual.

3 comentarios:

  1. no me la pienso perder , después de leer este post.
    si tienes un rato te invito a pasearte por mi blog
    un saludo Maca

    http://karmucaycuquino.blogspot.com/

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  2. Tenía ganas de leerte sobre El Arbol de la Vida, esperando impaciente el momento que citaras 2001. Yo tampoco me la quito de la cabeza (ya la he visto tres veces) y creo que de momento es la mejor aportación al cine en lo que llevamos de siglo. No destronaré todavía 2001, aunque tienen tanto en común que bien merecen compartir los honores.

    Porque, aún conociendo y admirando la obra de Mallick, cuando empezó la secuencia del origen de la vida experimenté algo que no había experimentado desde aquel ya lejano 1968, pero que ha marcado toda mi vida. Lo divertido es que si entonces yo tenía 11 años y quedé boquiabierto ante algo sobrenatural que no entendía pero que se había apoderado de mí, ésta vez me sentí de nuevo como con 11 años, igualmente sobrecogido ante algo que a estas alturas desafiaba de nuevo todos mis sentidos y en cierto modo recargaba mis pilas por mucho tiempo. Comprobar que Douglas Trumbull estaba en los créditos finales sólo añadió un escalofrío definitivo.

    Que prácticamente dura lo mismo que 2001, y que como en aquella, apenas se habla en favor de largos espacios de música, silencios y sonidos es, quizás, más anecdótico pero no menos revelador.

    En definitiva, un festín para saborear durante mucho tiempo, una obra mayor, no ya del cine sino del arte contemporáneo. Un beso.

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  3. Me ha encantado tu comentario. No lo he visto hasta hoy, asi que no te lo he podido decir. Si te gusta tanto 2001 como a mi, si te gusta el arbol de la vida como a mi, a lo mejor te gusta la novela que he publicado, LA PIEDRA NEGRA, aunque no lo parezca, tiene que ver con ambos.
    Si ves esto y puedes mandame tu mail.

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