sábado, 27 de mayo de 2017

IDEAS



(hace años Ramon hizo una serie de acuarelas sobre El viaje de invierno de Schubert. Me ha parecido una buena elección escoger una de ellas para acompañar este texto.)
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Acabo de leer que el G7 está reunido en Sicilia. Me ha hecho gracia porque justamente esta semana se estrena una película que comienza con una reunión parecida: la de los ministros de economía de los ocho países más poderosos del mundo en un lujoso hotel de la costa alemana. Estas reuniones son siempre misteriosas, aunque no tanto como las del Club Bilderberg del que ya he hablado en otras ocasiones. De hecho, la reunión de los ministros de economía con el director del Fondo Monetario Internacional, tiene más que ver con las que seguramente llevan a cabo los miembros del selecto club de poderosos, que con las mas públicas del G7, que no dejan de ser meras representaciones teatrales. Todos sabemos que las grandes decisiones no se toman ahí, sino en los más secretos y ocultos encuentros entre las gentes que de verdad manejan el mundo: es decir el dinero que no tiene patria ni color.
Pero aun no he dicho que película es. Se titula Las confesiones, la dirige el italiano Roberto Andó y entre su lujoso reparto internacional destaca Toni Servillo, el inolvidable Jep Gambardella de La gran belleza. Servillo y Andó ya habían colaborado antes en un extraño film, Viva la libertad. Ahora el actor italiano se mete en la piel de un monje silencioso, invitado especial a esta reunión secreta por Daniel Roché, el director del Fondo Monetario Internacional, que quiere confesarse esa misma noche, antes de empezar las sesiones de trabajo. A partir de aquí, la película se abre en varias direcciones: thriller con un hombre muerto; suspense línea Agatha Christie; denuncia política; comedia de enredo; drama metafísico. ¿Qué le confesó Roché al monje Salus? ¿Le reveló el secreto de la decisión política que iban a tomar y que afectaría a la economía mundial de forma irreversible? ¿Podría el monje descifrar el enigma de la fórmula matemática, el algoritmo que lo cambiará todo? Misterios y bromas que dejan más preguntas que respuestas. Atención a la banda sonora: el canto de los pájaros que el monje silencioso graba para escuchar cuando está solo; El Viaje de Invierno de Schubert, con su melancolía y su aire romántico; Walk in the Wild Side, de Lou Reed, canción que define muy bien el lugar por donde caminan estos ministros. Sin olvidarnos de la música compuesta por Nicola Piovani.



(un autoretrato de Paula)
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Estamos de suerte, en dos semanas el cine nos ha permitido conocer a dos mujeres pintoras de las que casi nadie sabe nada. Hilma af Klint, en Personal Shopper y Paula en Paula. Paula es Paula Modersohn- Becker. Y Paula Modersohn-Becker es una pintora alemana, de corta vida, murió a los 31 años en 1906, dejando tras de sí una poderosa obra que se adelantaba al expresionismo alemán. La película de Christian Schochow no es exactamente un biopic de esta mujer, una de las pocas artistas (¿tendremos que distinguir a partir de ahora a las artistas de los artistos?) que tienen un museo dedicado a su trabajo. Lo cual no impide que sea casi desconocida y que permanezca en los márgenes de la historia, si no olvidada, si relegada a nota a pie de página. Descubrir la verdadera Paula, despertar la curiosidad por sus cuadros, por su vida, es lo mejor de este film. Más que la película en sí misma. Hay algo en el guión que no me gusta. Me parece un poco reduccionista pensar que la histeria de esta mujer, provocada por la impotencia y el miedo de su marido, sea la causa principal de su obra. Paula ve las cosas de otra manera, por eso las pinta de otra manera. Paula no quiere copiar la realidad, quiere interpretarla. Y no está dispuesta a encerrarse en el academicismo imperante en las escuelas de arte de principios de siglo. Pero su fuerza le viene de una necesidad de pintar irrefrenable. No de la insatisfacción sexual provocada por su dubitativo marido. Me habría gustado que se hablara más de la dificultad de la creación que del machismo. No porque no se tenga que hablar de machismo, pero convertirlo en el tema dominante en la vida de esta mujer, es dejar fuera muchas otras cosas. P.M.B., como firmaba sus cuadros, murió joven. Dejó una hija y 750 pinturas y dibujos. Aunque la película no me guste deasiado, me gusta mucho ella. Y por eso la traigo a este blog.



(Bélgica dividida)
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El rey de los belgas es una película delirante. Parece una comedia de la Ealing, aquel legendario estudio inglés especializado en hacer un cine critico lleno de humor y de inteligencia. Casi podemos imaginar a Alec Guiness en el papel de este rey de los belgas, florero inútil en su país, que acaba encontrando un sentido a su vida. Pero vayamos por partes. La película está planteada como un falso documental sobre ese rey que no tiene papel en el reino. Su consorte, la reina, quiere que sus súbditos le conozcan. Para eso, le encarga a un director de documentales inglés que haga un retrato del monarca mientras lo acompaña en un viaje a Turquía. Esto es el principio del film, porque una vez en Turquía, el rey se entera de que los valones, es decir los belgas franceses, han decidido independizarse de los belgas flamencos, hartos de sus desplantes y sus exigencias. Algo así como que los españoles decidieran independizarse de los catalanes. La crisis es enorme. Pero se ve agravada por una tormenta solar que no deja que los aviones despeguen y además afecta a las comunicaciones. El rey decide, entonces, volver por carretera. Pero ahí empiezan los divertidos problemas para superar fronteras de todo tipo. El rey y su pequeño séquito, filmado sin descanso por el cineasta inglés, atraviesa los Balcanes y acaba en Albania. Durante este inesperado y absurdo viaje descubriremos que ese rey/florero tiene más personalidad de la que pensábamos. Y de paso, también quedará claro que Europa es una realidad mucho más compleja, variada y atractiva de lo que realmente nos pensamos. 

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