Hay semanas en la que los
estrenos quedan relegados a un segundo plano porque hay otras cosas más
importantes de las que tratar. Como en la política, o en la vida. Cuando tienes
un problema de verdad, las otras cuestiones que te preocupan en el día a día
pierden importancia. Eso me ha pasado estos días. No es que los estrenos sean
malos o poco interesantes o no valgan la pena, es que el Centenario de Luis G.
Berlanga y el reestreno con carácter de acontecimiento de 8 películas 8, de
David Lynch, los coloca por encima de cualquier otra noticia.
(lo dos Berlangas, Luís y Jorge)
Berlanga
Se ha escrito mucho de
Berlanga, se han dicho muchas cosas sobre él y su cine. No pretendo ser ni
original ni descubrir nada que no se sepa, pero si me gustaría recordar en este
12 de junio en el que habría cumplido 100 años, algunas vivencias personales
con él y con su cine. Yo conocí el cine de Berlanga de mayor, bueno mayor, 20
años más o menos y no fue con una de sus mejores películas, ¡Vivan los novios! me llamó la atención sobre todo porque pasaba
en Sitges y eso me hacía gracia. Recuerdo también que Tamaño natural no me acabó de gustar. Berlanga no fue un referente
para mí hasta que lo descubrí de verdad en la Filmoteca a principios de los
años 70 Ver ¡Bienvenido Mr. Marshall!, El
verdugo y Plácido en una misma
semana, es una experiencia inolvidable. ¡Había un director que en pleno
franquismo se atrevía a contar cosas imposibles y a hacerlo con humor (negro) y
una increíble maestría en el movimiento de cámara! Sus planos secuencia
empezaron a ser legendarios. Luego vino la trilogía Nacional, el final escalofriante de La vaquilla, el divertimento de Moros
y cristianos; la visionaria Todos a
la cárcel o la desencantada y melancólica París-Tombuctú. Una filmografía de oro. Entre las películas en la
Filmo de la calle Mercaders y su muerte en Madrid a los 89 años, hubo dos
experiencias con él importantes para mí. Una fue profesional. Berlanga asumió
la Presidencia de la Filmoteca Nacional de España en 1978, cuando Ramon y yo
trabajábamos en la sede en Barcelona y Florentino Soria, un gran amigo de
Berlanga, y cameo de lujo en algunas de sus películas, era el director de la
Filmo. De repente, Berlanga ya no era solo uno de los mejores directores
españoles, era alguien con el que se hablaba normalmente para resolver problemas
del funcionamiento diario en unos años trascendentales. Berlanga fue Presidente
de la Filmoteca hasta el año 1983 cuando fue cesado por Javier Solana como
Ministro de Cultura y Pilar Miro en la Dirección General de Cine. Berlanga no
era una persona cómoda ni para la izquierda, ni para la derecha. Y esa incomodidad
la pagó de muchas maneras. La otra razón es más personal y se llama. Jorge
Berlanga, uno de sus hijos. Conocí a Jorge a través de un amigo muy querido y
desde el primer momento, se convirtió en alguien que me importaba. De alguna
manera, entendías al padre viendo al hijo. Jorge era inclasificable, tenía un
humor sutil y muy complicado, era inteligente y autodestructivo, un dandy que
encarnó como nadie los años de la transgresión cultural de los ochenta. Nunca podías
saber que iba a pasar cuando te encontrabas con él, ni que iba a decir en sus
ácidas y corrosivas columnas. Celebrar el centenario de Berlanga me ha dado
ocasión de recordarlo. Jorge murió en el 2011, pocos meses después que su
padre. Me gusta saber que le tengo en mi memoria.
(En Flixolé hay 16 películas
de Berlanga disponibles)
David
Lynch
Con motivo del 20 aniversario
del estreno de Mullholand Drive en
Cannes del 2001, se recuperan a partir de esta semana ocho películas de David
Lynch en un ciclo llamado Universo Lynch.
Se podrá ver durante un mes en pantalla grande y con carácter de evento: Cabeza borradora, El hombre elefante,
Terciopelo azul, Corazón salvaje, Twin Peks: fuego camina conmigo, Carretera
perdida, Una historia verdadera y Mullholand
Drive. Un regalo para los que quieran recordar su cine y sobre todo, un
regalo para los que lo descubran por primera vez. El anuncio de este ciclo me
ha hecho acordarme de un texto que escribí en el año 2006 para un libro
colectivo, que se llamaba precisamente Universo
Lynch. Lo he releído y aunque es largo, me parece una guía ideal para ver
sus películas tirando del Hilo Azul de Lynch. Espero que les guste.
El invisible hilo azul de David Lynch

…una bola flotando en el espacio.
Una cabeza en sobreimpresión a la bola, también flotando, con los ojos (azules
aunque sea en blanco y negro) muy abiertos. La cabeza desaparece, la bola se
acerca, es áspera. El espacio negro lo domina todo. La cámara resigue la
superficie rugosa de la bola, hay cráteres y cañones. La cámara fija los
pliegues y llega a un objeto ¿un monolito roto? Con un agujero negro. Nos
metemos en el agujero. Un hombre lleno de pústulas maneja una extraña máquina
al lado de una ventana. La cabeza, unida a un hombre tirado en el suelo, abre
la boca y de ese agujero negro sale un extraño gusano, un espermatozoide
gigantesco que flota en la pantalla hasta encontrar un lago. El espermatozoide
que ha nacido de la cabeza cae al agua, se hunde en un agujero blanco, casi el
negativo del otro, por el que salimos a la luz. La cabeza es la de Henry. La
ventana es la de una fábrica abandonada. El lago es un charco que Henry pisa al
caminar. El espermatozoide se ha convertido en un bebé monstruoso que no para
de llorar. Una especie de alien pustulento y terrible en su indefensión. La
cabeza acaba explotando en el espacio infinito lleno de agujeros negros que
enlazan con….

el espacio que puede ser
continuación del final infinito de Cabeza
borradora.. El retrato de una mujer. Los ojos
negros, el rostro de una mujer hermosa. Sobre la foto, imágenes de una manada
de elefantes, los ojos de los elefantes, pesados, claros (¿azules?),
amenazadores, premonición del ojo del navegante de la tercera generación de Dune, el gusano que llega encerrado en
una urna de cristal, como el monstruo es encerrado en una carpa de circo. La
mujer grita, los elefantes furiosos pasan por encima de ella. Se oye una
respiración entrecortada y unos latidos como un tam tam. Hay nubes, humo, fuego
y cuando se disipa la niebla estamos en una feria donde se anuncia el hombre
elefante. Alguien explica lo que sucedió. La violación de la mujer hermosa por
parte de los elefantes produjo un hijo monstruoso (igual que en Cabeza borradora), un fenómeno de feria
con un ojo que mira desde la rugosidad de la piel, como la de los elefantes. La
respiración entrecortada es la suya, los latidos son los suyos. Después de
vivir la pesadilla de creerse humano, el hombre elefante alcanza su muerte y se
incorpora al espacio, al cielo a la inmensidad del infinito donde brillan los
ojos negros de su madre que enlazan con…

…los ojos verdes de la narradora de
Dune. Otra cabeza flotando en el
espacio. La voz y el infinito vienen del final de
El hombre elefante. La voz y el infinito se sobreponen al desierto
que lo domina todo. Un desierto vivo donde se produce la especie. La melange.
El viento dibuja rayas en la arena como el campo labrado de
Una historia verdadera, paisajes en los
que la vida se desarrolla en forma de energía oculta. El infinito, el universo,
la descripción de este espacio con sus cuatro planetas. Arrakis-Dune, hogar de
los fremen, Caladan, dónde reina la Casa de los Atreides, Giedi Prime dominada
por los Harkonen y Kaitain, sede de la casa del emperador a la que llega el
navegante de la tercera generación, versión gigante del espermatozoide de
Cabeza borradora, con el ojo de
El hombre elefante. El barón con sus
pústulas podría ser el bebé mutante hijo de Henry y Mary crecido hasta
convertirse en globo asqueroso. El gusano encerrado en la caja (¿azul?) de
Cabeza borradora ha adquirido
dimensiones monstruosas y vive en el desierto dónde se encuentra la especie. En
el desierto tiene lugar la prueba del agua sagrada. Los ojos azules de Paul
traen el agua, la lluvia, la vida. Primera aparición del color azul que irá
tejiendo un hilo conductor en su cine a partir de este momento: azul del
terciopelo, azul del cielo, azul del agua, azul de las luces del teatro… ojos
azules que enlazan con…

… la tela azul de terciopelo,
posible imagen sólida del agua convertida en tejido azul que se mueve como el
mar de Dune. La canción que será el
leit motiv pasa de la tela al cielo azul y desciende hasta mostrar unas flores
rojas y otras amarillas, inquietante normalidad donde los bomberos saludan en
la placidez de una mañana de verano: tulipanes amarillos, niños cruzando la
calle, la casita blanca, un hombre regando. Una mujer mirando la televisión y
tomando té. El agua se corta, la normalidad se acaba. El hombre sufre un
ataque. El perro bebe de la manguera sin ningún respeto. El hombre cae sobre la
hierba. La hierba esta llena de animales terribles, de insectos y gusanos, el
mundo subterráneo huele a podrido, los insectos se matan entre si, como en la
pesadilla que va a vivir Jeffrey. Ahí está la película. La normalidad esconde
un mundo subterráneo putrefacto dónde los insectos se destruyen entre si. La puerta
de entrada a ese mundo será una oreja cortada encontrada en un campo abandonado
mientras suena una canción que nos permite pensar en Twin Peaks, el aserradero, el bosque y el mundo de los árboles.
Lumberton es una primera versión de Twin Peaks, un mundo extraño, como afirma
Sandy al final, cuando la normalidad vuelve a aparecer. Entre una y otra
normalidad el terciopelo y la oreja cortada son las puertas para entrar y salir
de ese mundo extraño que acaba con Jeffrey durmiendo en el jardín en una imagen
que se repetirá en Carretera perdida,
mientras Sandy contempla un petirrojo comiéndose un gusano, un petirrojo que ha
vuelto para quedarse de forma inquietante en los créditos de la serie Twin Peaks. La mirada se pierde más allá
del pájaro haciendo un recorrido al revés que culmina en el azul del cielo que
es el azul del terciopelo y que en cierta forma enlaza con....

… el fuego y las cerillas que son
el leitmotiv, de Corazón salvaje. Una
cerilla que se enciende, un fuego que destruye una casa, cada vez hay más
fuego, el fuego del corazón salvaje de Sailor enamorado de Lula que empieza su
historia en Cape Fear, el cabo del miedo. Todo comienza en un salón de baile,
en unas grandes escaleras por las que bajan Sailor y Lula, un hombre negro les
ataca, Sailor lo mata de una forma violenta. En la escalera están Sailor, Lula
y Marietta, la madre de Lula, la bruja mala empeñada en que no consigan vivir
su amor. Sailor señala con el dedo a Marietta, acusándola, ella es el mal. Lula
es una versión perversa de Sandy, como Sandy era una versión ingenua de Mary.
La escena de la escalera se irá completando en sus antecedentes a lo largo de
la historia. Vemos a Marietta intentando seducir a Sailor, su rechazo, la
venganza de Marietta, la huida, la pesadilla. Pero el camino de Oz siempre
acaba bien y al final, Sailor y Lula formarán un trío distinto con su hijo
Peace, después de que Sailor muera y resucite tras ver a la bruja buena (que no es
otra que Laura Palmer) y comprenda que ya puede cantarle Love Me Tender a Lula en una imagen que cierra el paréntesis entre Terciopelo azul y Twin Peaks que comienza con…

… el petirrojo de la ventana de Terciopelo azul cantando en una rama del
bosque de Twin Peaks. La serrería es el escenario donde Pete (Jack Nance, el
Henry de Cabeza borradora, actor
fetiche de Lynch hasta su muerte en 1996) encuentra el cuerpo en el agua. Agua
de las cataratas, agua azul del lago donde flota el cuerpo de Laura Palmer, una
cabeza de ojos cerrados. El misterio de su muerte se irá desgranando poco a
poco en una serie de acontecimientos cada vez más disparatados en los que
renace el teatrito escondido detrás del radiador de Cabeza borradora, el terciopelo imaginado en color rojo de los
salones de El hombre elefante, los
seres monstruosos que pueblan el subsuelo de la mente como los insectos del
jardín de Terciopelo azul y los
sicomoros que son un desarrollo acartonado del montón de tierra con un árbol
que Henry tiene en su habitación en Cabeza
borradora. Entre la pasión por los donuts, la tarta de cereza y los
bosques, el agente Cooper desenredará un misterio de tintes azules que deja
todas las puertas abiertas, sobre todo a una precuela que no sólo no explicará
nada, sino que aun complicará más la historia a partir de la frase Fuego camina conmigo, que enlaza con…

… las ondas estáticas y casi
aterciopeladas del azul de una televisión que acaba explotando para fundirse en
el agua azul de un lago en el que flota un cadáver, el de Teresa Banks, que a
su vez se funde con el azul de un lago en un cuadro ante el que el agente
Gordon grita sus órdenes al agente Chet, que está en Dakota del Norte, (paisaje
que ya anuncia un cambio de registro que se confirmará en Una historia verdadera). El mundo extraño de Sandy sigue estando
ahí en forma de una sorpresa para Chet, la mujer de rojo convertida en señal
humana, un telegrama sólo descifrable para quién conoce las claves. Cooper las
conoce pero no le servirá de nada porque ya sabemos cómo acabó su aventura en
Twin Peaks, poseído por Bob, el hombre fantasma que asesinará a Laura Palmer en
una secuencia de pesadilla y de fuego (camina conmigo) y la dejará envuelta en
un plástico en las ondas azules del lago que la arrastrarán hasta la playa del
aserradero donde la encontrará Pete y dará comienzo el Twin Peaks del
petirrojo. Pero antes, Cooper sabrá que la televisión de ondas azules encierra
cosas que no existen y Laura entrará en el reino de los sueños, en el salón
rojo con el enano y el gigante y allí encontrará al agente Cooper y el ángel
azul, que como la bruja buena de Corazón
salvaje la dejará reír y llorar esperando…

…despertar en una carretera de
noche, una carretera perdida iluminada por los faros que conducen a la nada. O
no. De momento estamos en una casa. Un hombre fuma, suena un timbre, llaman a
la puerta, alguien susurra Dick Laurent
is dead. Mira por la ventana y contempla la calle vacía. Poco después su
mujer René encuentra un sobre con un video. Empieza la pesadilla: se ven a sí
mismos durmiendo, más tarde verá a René muerta. El hombre que ríe, el de la
cara blanca, es la puerta hacia lo que aun no ha pasado. La realidad desdoblada
por primera vez (Mulholland Drive
ahondará en esta vía). Una casa ardiendo, de nuevo el fuego. El cambio. Fred
Madison se convierte en Peter Raymon Dayton. La cotidianidad de un jardín
sacado del barrio de Terciopelo azul, un
barrio de Los Ángeles (como los de Mullholand
Drive) un taller, un hombre misterioso, Mr Eddie y una mujer, Alice, René
en rubio. La muerte en la carretera perdida que conduce a la casa en llamas.
Fred en un hotel, en la habitación 26, la misma que Henry ocupaba en Cabeza borradora. Allí está Alice o
René, con Mr Eddie. Fred huye, llega a la casa. Llama al timbre. Dice: Dick Laurent is dead. Escapa mientras el
otro Fred, el de antes del loop del tiempo, contempla la calle vacía, perdida
en el infinito…

…el infinito oscuro y lleno de
estrellas, la noche que abre y cierra una historia verdadera. Una historia que
empieza en un paisaje dibujado en el campo, como las arenas de Dune, un paisaje
atravesado por una máquina, no infernal, sino amiga, un paisaje que se transforma
en un pueblo, versión amable de Twin Peaks, con una calle principal cruzada por
un camión de leña y por varios perros que corren. La mirada en zoom nos lleva
hasta un jardín hermano del de Terciopelo
azul, donde una mujer gorda y vestida de rosa toma el sol al lado de una
casa de paredes blancas y ventanas azules.
Detrás de la casa pasa algo, mejor dicho, dentro. Un ruido nos alerta de
ello. La negrura de la ventana enmarcada de azul encierra un misterio. Cercano,
cotidiano. De un café rojo, tan rojo como las cortinas de Twin Peaks, sale un hombre viejo, va a buscar a Alvin. Llega a la
casa, la cotidianidad rosa de la mujer gorda contrasta con el fulgor azul de la
casa. La rodea, abre la puerta azul y le encuentra. En el suelo. Enfermo. Pero
no derrotado. Sus pantalones azules y su camisa roja destacan en el suelo de la
cocina. Poco antes de que Alvin emprenda su
viaje de reconciliación Rose, su hija, contempla el jardín: una manguera
abierta, una pelota azul, un niño que corre, la noche en todo su esplendor. Es
un momento de paz. Alvin puede marchar. Y marcha. Y en su camino se encuentra
con una versión amable de la casa en llamas de Corazón salvaje, con la casa ardiendo de Carretera perdida, una casa en llamas que es un simulacro. La
realidad está en otra parte. Y sigue su camino. Y cuando está a punto de
llegar, la máquina, el verde cortacésped que le ha servido para cumplir su
anhelo, se para. Por poco tiempo. Una hermana mayor, un tractor verde, le da
ánimos para seguir. Alvin llega a ver a su hermano Lyle. Y en ese momento
echamos de menos a Jack Nance, el actor que desde Henry acompañó a Lynch y al
que en cierto modo se evoca en el último plano, el que dirige la mirada azul de
Alvin hacia el cielo negro y lleno de estrellas, el mismo cielo negro y lleno
de estrellas con el que comienza…

…la noche de Mulholand Drive, no
sin antes haber visto sombras bailando un rock and roll en un espacio azul de
croma, de falsedad, de invención, bailarines sumidos en el vértigo del rock
sobre los que vemos a una chica rubia preciosa flanqueada por dos ancianos. Sin
transición el azul se convierte en el rojo de una colcha sobre una cama y la
cámara desaparece entre sus pliegues para emerger en la noche en la carretera
perdida de Mulholland Drive. Un coche silencioso, una mujer morena vestida de
negro, las luces de la ciudad al fondo como estrellas en el cielo. Una amenaza
de muerte, un accidente. La mujer escapa. Baja a la ciudad, baja a la pesadilla
de palmeras enmarcando una calle, una casa, un refugio. Su alter ego, Betty, la
rubia preciosa está a punto de llegar a Los Ángeles flanqueada por dos ancianos
extraños. Sus vidas están a punto de cruzarse, de mezclarse en Hollywood, la
ciudad de los sueños. Betty y Rita o Diana rubia y morena, en una historia de
dobles y de repeticiones, de muertes y de llaves azules que abren cajas azules
capaces de desdoblar el tiempo. Mientras los viejos que acompañaban a Betty
parecen salir de debajo del radiador de Cabeza
borradora, del teatrito donde cantaba la mujer elefante con sus cortinas
rojas, ampliado hasta convertirse en el escenario del Club El Silencio, donde
No hay Orquesta y la Llorona
de los Ángeles llora sus lágrimas pintadas. Un teatrito en el que una figura de
pelo azul contempla el escenario esperando…
…lo que sea la próxima película de
Lynch, la que todavía no existe, la que seguirá el camino que se va haciendo a
través del hilo azul que une todo su cine.
Nota. Este artículo sólo se ha
podido escribir desde el presente partiendo de la ventaja de conocer las
películas de David Lynch. Cuando hace veinticinco años, el 13 de mayo de 1981,
vi por primera vez Cabeza borradora,
no podía imaginarme los frutos que iba a producir aquel deslumbrante y al mismo
tiempo terrible film. Este artículo está escrito Á rebours (al revés, a contrapelo, como se quiera traducir) y no es
una coincidencia que en el inquietante libro de Huysman, que tanto tiene que
ver con el universo de Lynch, con sus enfermedades, sus monstruosidades, pero
también su belleza oculta en los lugares más inesperados, se hable de los
distintos tonos de azul en una frase que seguro agradaría al propio Lynch: “el
azul de las llamas tiene un tono de falso verde; si se asocia al cobalto y al índigo, se vuelve
negro; si se aclara, se transforma en gris; si es sincero y suave como la
turquesa, se puede convertir en hielo…”
Barcelona, octubre 2006. (Publicado en Universo Lynch. Calamar Ediciones, 2006)
(Para los que no puedan verlas en
el cine, en Filmin hay 9 títulos de Lynch disponibles)
El regalo de esta semana es un
cuadro lynchiano, por sus colores y su misterio..